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domingo, 10 de marzo de 2019

Iglesia de San Martín de Frómista. Palencia

San Martín de Frómista

La Iglesia de San Martín de Frómista es uno de los edificios más significativos del románico europeo. Su sencillez de líneas, sus cuidadas proporciones, la pulcritud arquitectónica del conjunto y el genial equilibrio de verticales y horizontales hacen de este edificio un claro representante del “arte aedificatoria” de la cultura románica.

El nombre de Frómista deriva de la antigua Frómesta o Frumesta, que a su vez deriva de la palabra latina "frumentum" que significa trigo, y que haría alusión a su condición de tierra de trigo o de cereales.

Por aquí pasaron primeramente los vacceos, los romanos y los visigodos, para finalmente ser arrasada por los musulmanes. Con el auge del Camino de Santiago en el siglo XI, Frómista volvería al primer plano de la historia.

San Martín y el mendigo (El Greco)
El templo fue levantado en origen como un monasterio de benedictinos fundado por la condesa de Castilla, Doña Mayor, esposa y viuda de rey Sancho III de Navarra, según su testamento del año 1066, en el que lega fondos para su edificación. De este cenobio sólo nos ha quedado la iglesia que toma como referente el modelo jaqués y que, junto con Santiago de Compostela, San Isidoro de León y Jaca representa la cumbre del arte románico español del S I. Ha sido reposo espiritual de los peregrinos del Camino de Santiago.


La advocación de San Martín hace referencia a San Martín de Tours, que fue obispo de esta ciudad francesa. Cesar Juliano Martin nació en el 316 en Hungría y fue soldado de los ejércitos imperiales romanos. Su iconografía lo representa en un hecho harto conocido. Se dice que estando en la ciudad de Amiens y montado a caballo, un pobre se le acercó pidiendo limosna, como no llevaba ninguna moneda, partió su capa en dos y le entregó la mitad al pobre, el pobre en cuestión era Jesús.

En el año 1118 pasó a depender del priorato benedictino de San Zoilo, en Carrión de los Condes. Los monjes lo abandonaron poco después, en el siglo XIII, y lo cedieron a Don Juan Gómez de Manzanedo. Tras cambiar de mano en varias ocasiones durante la Edad Media, y tras su definitiva separación del monasterio, la iglesia sufrió diversos añadidos durante el siglo XV: una torre que serviría de campanario sobre el cimborrio original, y varias dependencias que hicieron de sacristía. Tras estas últimas noticias medievales, el templo sufre un progresivo deterioro, que lleva a que a finales del siglo XIX sea declarado inadecuado para el culto. Tras su cierre, el deterioro se acelera, con varios desprendimientos en la bóveda y las paredes.

Vista de la fachada y puerta lateral 
En Frómista nació en 1190 el dominico fray Pedro González Telmo (San Telmo), patrón de los navegantes y de la villa donde tiene dedicada una estatua y fue bautizado en la Iglesia de San Martín.
El deficiente estado de la edificación amenazaba ruina. La labor de restauración del templo se inicia poco después de su declaración como Monumento Nacional en 1894. Las labores de restauración quedan en manos del arquitecto Manuel Aníbal Álvarez Amoroso, quien se propone devolver el templo a su estado original, eliminando los añadidos posteriores. Los capiteles y canecillos más deteriorados fueron trasladados al Museo Arqueológico de Palencia, y sustituidos por reproducciones. Las tareas de reconstrucción finalizan en 1904, fecha en la que definitivamente se reabre al público.
En la actualidad puede contemplarse, en el interior de la propia iglesia, una maqueta que representa la situación de la iglesia en el momento de acometer su restauración
La iglesia antes de su reforma (Plumilla de FJ Oña)

Tanto al exterior como al interior, destaca su decoración escultórica, de una gran calidad. Destacan por ello varios capiteles, de los 50 que posee el templo, como el que narra la fábula de la zorra y el cuervo; otro con una escena de soldados; el de Adán y Eva en el Paraíso; u capitel inspirado en el sarcófago romano de Husillos, donde aparecen figuras desnudas de inspiración clásica; un capitel en el que se ha querido ver una escena de matrimonio;… Mención especial merecen los 315 canecillos de diversa temática.

La iglesia presenta una simetría casi perfecta, solamente las portadas laterales no están alineadas frente a frente entre sí. Consta de tres naves, todas ellas con bóvedas de cañón y arcos fajones que transmiten el peso a ocho pilares de planta cruciforme con semicolumnas adosadas. El peso del edificio lo reciben los muros que son muy gruesos lo que hace que la existencia de ventanas sea escasa y las que hay sean de pequeño tamaño.
Planta de San Martín de Frómista
Nave central y ábside
En la cabecera tiene tres ábsides circulares orientados al este y semicirculares que se dividen en dos cuerpos horizontales separados por unas impostas de ajedrezado. El cuerpo inferior carece de decoración mientras que en el cuerpo superior se sitúan las abocinadas ventanas formadas por arcos de medio punto. En el ábside central se encuentran tres ventanas separadas por tres estilizadas columnas que recorren todo el muro hasta la cornisa. En los ábsides laterales se encuentran dos ventanas en cada uno de ellos y una sola columna de las mismas características las separa. Bajo el tejado de los tres ábsides hay una gran colección de canecillos, elementos arquitectónicos que representan una enseñanza moral a tener presente.

El crucero posee un cimborrio poligonal y la cúpula actual no es la original, pues está totalmente reconstruida. Los capiteles de las columnas son de gran belleza, con profusa decoración vegetal e iconográfica.

La iglesia dispone de tres portadas, todas simples pues solo disponen de una imposta de ajedrezado y algún que otro adorno en forma de bola. La portada situada en el norte tiene columnas con capiteles historiados en bastante mal estado de difícil interpretación. La principal se sitúa a los pies de la iglesia, al oeste, y las dos restantes se abren en las fachadas laterales, una orientada al norte y la otra al sur. Todas disponen de un pequeño guardapolvo en la parte superior que protegen la entrada. Sin embargo, la entrada al templo se realiza por otra puerta distinta, la que hay en el brazo sur del crucero, y que fue abierta como puerta de comunicación entre las dependencias monacales y el interior de la iglesia.
Detalle de un capitel

La fachada presenta una novedad que recuerda al estilo alemán: dos torres circulares que flanquean la puerta de acceso y corresponden con la época de construcción del edificio, no son añadidos posteriores. En su interior conserva un Cristo Crucificado de extraordinario valor.

Algún autor denominó a esta iglesia con el nombre de San Martín del Milagro, ya que según la tradición en ella ocurrió el siguiente milagro: el 25 de noviembre de 1453, un habitante de la población fue condenado por deudas y al no poder hacer frente al pago de las mismas fue excomulgado. Cerca de la muerte, arrepentido, quiso comulgar, pero al ir el sacerdote a darle la hostia consagrada, esta se quedó pegada a la patena. Una vez confesado su pecado al sacerdote, y después que este le hubo perdonado, pudo separar la hostia de la patena y darle la comunión. Hasta el momento de la reconstrucción de la iglesia un relicario con la patena y la hostia pegada se guardaba en el Altar Mayor de la iglesia, después desapareció. Milagro o no es lo que se cuenta.

Su carácter de monumento paradigmático del románico pleno y su emplazamiento en la ruta jacobea, hace que reciba numerosos visitantes de la más variada procedencia geográfica que se complacen en la contemplación de este monumento fundamental del arte románico que fue levantado a finales del siglo XI.
San Martín de Frómista en pleno Camino de Santiago

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