miércoles, 27 de junio de 2012

La Revolución Portuguesa de 1383-1385


Juan I de Castilla anuló el matrimonio de Fadrique de Benavente con la heredera portuguesa, Beatriz, hija de Fernando I y de Leonor Tello de Meneses, de para ofrecerse él mismo como rey consorte. Este gesto le condujo a una guerra con Portugal que, ayudado por los ingleses, marca un antes y un después en la historia portuguesa. Portugal derrotó a los castellanos en Aljubarrota después de que los artesanos y mercaderes de Lisboa y Oporto se impusieran a los nobles y eligieran como rey al maestre de Avís.
El matrimonio de Juan I con Beatriz de Portugal, en principio, respeta la independencia portuguesa al mantener los reinos separados y gobernar Enrique, el primogénito del monarca en Castilla y los hijos de Beatriz en Portugal. Pero los efectos fueron los contrarios a los buscados. Y los nobles disidentes se pasaron al partido de los burgueses del Maestre de Avís que pronto solicitó la ayuda de Juan de Gante. Cuando muere Fernando I, los lisboetas pidieron que se incluyeran ciudadanos en el Consejo, pero la reina Leonor no se comprometió y los representantes de los concejos se sublevarán dirigidos por el infante Juan, Maestre de Avís e hijo bastardo de Pedro de Portugal.
Juan I entró en Portugal hallando una fuerte resistencia en las ciudades comerciales, que no pudieron tomarse. Incluso comenzaron a ser discutidos los derechos al trono de su mujer Beatriz. Éste hizo lo propio llamando ilegítimos a los defensores del Maestre de Avís.
Las Cortes de Coímbra tienen un claro paralelismo con Caspe. Incluso el maestro Joao das Regras es comparable con Vicente Ferrer. En Coímbra los defensores del Maestre de Avís, que tenía todos los apoyos económicos, militares y políticos, primaron sobre la ilegitimidad y la condición de clérigo del Maestre. Las Cortes le eligieron rey.
Aljubarrota, 1385, fue una batalla trascendental tanto para la Castilla de Juan I, en donde perdieron la vida numerosos nobles (López de Ayala fue hecho prisionero) ya que el rey castellano tuvo que hacer frente a compensaciones ante las Cortes (Consejo Real) como para Portugal que inició un ascenso imparable en política exterior que la llevaría a la era de los descubrimientos.
Foto: Representación de la Batalla de Aljubarrota. 

Los Fueros de Aragón


La palabra fuero, del latín « forum» = foro, etimológicamente significa juicio, lugar donde se administra la justicia, o territorio sobre el que se extiende la jurisdicción, aunque en legislación se refiere a uso, costumbre y « derecho, no observado de un modo general», definiéndose entonces como «colección de privilegios, franquicias e inmunidades otorgadas por el poder público a determinadas localidades o clases sociales». En el Derecho vigente se usa en equivalencia de «legislación especial».
Durante el siglo XIII vemos repetirse el mismo proceso en todos los reinos del norte peninsular: los nobles, caballeros y defensores, a quienes las prerrogativas forales benefician, buscan ser plasmados de forma expresa los «Usos y Costumbres» que se remontan a tiempos ancestrales (principios de la Reconquista e incluso los visigodos) aprovechando cualquier período de debilidad real, sucesiones o peticiones de ayuda. Los reyes lógicamente eran remisos a sancionar lo que era para ellos pérdida de poder efectivo, de sus intereses centralizadores y sobre todo de la capacidad para represaliar debidamente a quien se alzara en armas o conjurara contra el poder real.
El «Fuero Real» promulgado por Alfonso X para los territorios de Castilla y León, los «Usatges» de Cataluña, promulgados por Ramón Berenguer I (1068) y elevados a compilación legal con el Privilegio «Recognoverunt Proceres» dado por Pedro III en 1283, en la misma fecha y situación en que se vio obligado a otorgar el «Privilegio General» a los nobles aragoneses, o el «Fuero General de Navarra» , recopilado como consecuencia de las disidencias entre la nobleza y el rey Teobaldo I en 1287, todos ellos son el resultado de esa pugna entre el rey y la nobleza por delimitar sus respectivos campos de actuación. A diferencia de los anteriores, en Aragón no se produce confusión entre alta y baja nobleza, formando grupos diferenciados en su representación en Cortes.
Los «Fueros de Aragón» son una colección de «cartas pueblas» y privilegios concedidos desde los comienzos de la Reconquista a Sobrarbe, Aínsa, Jaca, San Juan de la Peña (en cuyo monasterio se recopiló la Crónica que más tarde invocarían los nobles), Zaragoza, Belchite, Calatayud, Daroca, Alcañiz y Teruel. Fueron recopiladas por el Obispo de Huesca Vidal de Cañellas, por orden de Jaime I y aprobadas por las Cortes de Huesca de 1247, agregándose en 1283 el «Privilegio General» en las siguientes circunstancias:
Tras la conquista de Sicilia, Pedro III fue excomulgado y depuesto por el Papa Martín IV y Felipe III se disponía a invadir el territorio. El rey necesitaba subsidios y a la nobleza para organizar la defensa pero, a pesar de su crítica situación, en las Cortes de Tarazona (septiembre) se resiste a las presiones nobiliarias. Un mes más tarde, en las Cortes de Zaragoza se ve obligado a otorgar 30 nuevas leyes añadidas a los Fueros, dando lugar al «Privilegio General», aceptando entre otras cosas, las siguientes:
§  Reunir Cortes todos los años.
§  No proceder contra la clase privilegiada de oficio sino sólo a instancia de parte.
§  Nombramiento del Justicia de Aragón entre caballeros o hijosdalgo y con el consejo de ricoshombres.
§  Derecho a los honores y a trasmitirlos a sus hijos.
§  Derecho de los ricoshombres a juzgar sus propios pleitos.
§  Protesta por la concesión de un Fuero propio al reino de Valencia, y sobre todo
§  Obligación de jurar los fueros como condición indispensable para ser aceptado como rey.
Sancionados los Fueros de Aragón, Cataluña y Valencia, se hace frente a los franceses derrotándoles en el paso de Panisars, donde muere Felipe III. Poco después muere el Papa Martín IV, Alfonso X y el propio Pedro III, superándose la crisis pero consolidándose una situación favorable a los intereses socio-económicos de la nobleza. Entre las consecuencias de la aprobación de los Fueros se pueden citar:
§  Imposición de la nobleza al poder real.
§  Imposición de la nobleza a las nuevas clases sociales emergentes de burgueses y comerciantes.
§  Consolidación de las estructuras feudales.
§  Separación de los intereses aragoneses y catalanes.
§  Reclamación sobre el reino de Valencia como zona de expansión aragonesa y salida al mar.
§  Intereses por los asuntos estratégicos del Mediterráneo.

Cuando los Fueros de Aragón se imprimen por vez primera (1476/77) la Compilación de 1247 constituye sólo una pequeña parte de sus páginas. En ediciones posteriores (1496, 1517, 1542) se siguieron adicionando los fueros nuevamente promulgados sin otro orden que el cronológico. A esta colección de fueros se le llama por ello «Cronológica» y, a veces, los foristas la denominaban «Volumen viejo».
Constaba de doce libros. Los Fueros de 1247 ocupaban casi la totalidad de los ocho primeros, en los que se encontraban también los Fueros de Ejea de 1265 (origen legal conocido del Justicia de Aragón) y el Privilegio General de 1283.
Después, cada Rey añadió un libro con los Fueros que promulgaba, desde Jaime II (1267-1327) a Martín I (1356-1410). El Libro XII abierto por éste irá engrosando luego con los Fueros aprobados en las Cortes convocadas por la nueva dinastía de los Trastámara (desde 1412).
En los libros de los Fueros se encontraban las normas escritas más importantes que habían de aplicarse en los juicios civiles y criminales. Pero, además, los jueces aplicaban «las Observancias», es decir, precedentes judiciales basados más o menos firmemente en la costumbre.
Las Cortes celebradas en Teruel en 1428 acuerdan encomendar a una comisión presidida por el Justicia Martín Díez de Aux que reúna en un volumen los usos, observancias y actos de Cortes del Reino. Cumplen el encargo de manera selectiva y resumida, en nueve libros y en latín. Desde entonces la “colección oficial” de Observancias quedó inalterada, y se imprimió a continuación de los Fueros en todas las ediciones de éstos.
En Cortes de los siglos XVI y XVII se siguen aprobando Fueros, que se imprimen por última vez oficialmente por la Diputación del Reino en 1667.
A partir de 1711 con los “Decretos de Nueva Planta” sólo seguirán vigentes los Fueros y las Observancias en cuanto regulen las relaciones entre particulares (el Derecho Civil).
En 1925, el “Apéndice al Código Civil correspondiente al Derecho Foral de Aragón” derogará totalmente el  Cuerpo legal denominado “Fueros y Observancias del Reino de Aragón”. Pero, a través del Apéndice, el Derecho Civil Aragonés llegará hasta nuestros días.
Foto: Primera compilación del Fuero de Aragón, realizada por el obispo de Huesca Vidal de Canellas en 1247.

martes, 26 de junio de 2012

Mers el-Kebir: El otro Pearl Harbor


El 3 de Julio de 2010 se cumplió el 70º Aniversario de bombardeo de británico sobre la base francesa de Mers el-Kebir acaecido el 3 de julio de 1940. Hecho olvidado y ocultado, probablemente por tratarse de una masacre entre los “propios aliados”, y que escribe una de las páginas negras de la II Guerra Mundial.
El 16 de Junio de 1940, con las tropas alemanas entrando en París, el mariscal Pétain, respetado héroe de la 1º Guerra Mundial, fue nombrado jefe del gobierno. El día 22 Francia firmó el armisticio con Alemania.
Alemania ocupó el norte de Francia y toda la parte atlántica como plataforma necesaria para continuar la guerra contra Gran Bretaña. El gobierno de Pétain ejercería su autoridad sobre el resto del territorio y sobre la mayoría de las colonias de ultramar, entre ellas, Argelia.
La flota de guerra francesa, la tercera mayor del mundo por entonces, de acuerdo con las condiciones del armisticio, permaneció bajo la autoridad de la Francia no ocupada a las órdenes del gobierno de Pétain. Una parte importante de la flota se estacionó en el puerto de Mers el-Kebir (Mazalquivir), en la Argelia francesa.
Sin embargo, Churchill no se fiaba de sus antiguos aliados y decidió neutralizar sus barcos.  Ordenó al almirante Somerville, comandante de la Fuerza H estacionada en Gibraltar dirigirse hacia Mers el-Kebir. La fuerza H estaba formada por el portaaviones Ark Royal, dos acorazados, un crucero pesado, dos cruceros ligeros y once destructores, un total de diecisiete buques. La flota francesa anclada en Mers el-Kebir constaba de once barcos: cuatro acorazados, un portahidroaviones y seis destructores.
El 3 de Julio de 1940 la Fuerza H británica se presentó por sorpresa ante Mers el-Kebir. Las órdenes de Somerville eran claras. Debía lanzar a los franceses un ultimátum en los siguientes términos:
       Pondrían sus barcos bajo mando de la Royal Navy.
       O bien dirigirían sus barcos con una tripulación mínima escoltados por la escuadra británica hasta algún lejano puerto neutral en el que se les desmontaría todo el armamento.
       La respuesta negativa al ultimátum desencadenaría un ataque británico.
El almirante francés, Marcel-Bruno Gensoul, como no podía ser de otra forma, rechazó las dos propuestas británicas. Él no podía entregar la flota a otra potencia ni permitir que fuese secuestrada y desarmada.
El gobierno legítimo de Francia, que mantenía plenas relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y que había sido su aliado hasta hacía poco más de un mes, tampoco podía autorizar semejante atropello a su soberanía.
Francia había firmado un armisticio con las fuerzas del Eje y no se encontraba ya en guerra contra ninguna nación, menos aún contra sus ex aliados británicos. Sus barcos, apaciblemente fondeados, tenían los motores apagados y no estaban en estado de alerta. La flota británica, en disposición de ataque, partía con una superioridad absoluta.
Cuando Sommerville recibió la respuesta negativa de Gensoul, siguiendo las instrucciones de Churchill, lanzó el ataque contra la flota francesa. Los torpederos “swordfish” del Ark Royal despegaron para hundir los barcos franceses. Los acorazados y cruceros de Somerville cerraron la salida del puerto y, desplegados en orden de batalla, dispararon contra los barcos franceses que intentaban salir de la rada para ganar mar abierto. Los barcos franceses, sorprendidos por el ataque de sus ex aliados, y sin capacidad de maniobra, fueron literalmente cazados sin clemencia por la escuadra británica.
Casi 1300 marinos franceses fueron asesinados por el ataque a traición de la escuadra de un país supuestamente amigo. En los días siguientes, aviones de guerra franceses efectuaron varios ataques de represalia contra la base británica de Gibraltar.
El  mismo almirante Somerville que dirigió el ataque, dijo poco después que la acción contra la escuadra francesa en Mers El-kebir  había sido: “El mayor error político de los tiempos modernos que despertará a todo el mundo contra nosotros... todos nos sentimos profundamente avergonzados”. “(the biggest political blunder of modern times and will rouse the whole world against us…we all feel thoroughly ashamed.)”
Todo el mundo conoce y recuerda el episodio de Pearl Harbor, el “día de la infamia”, en palabras del presidente Roosevelt, y a los 2.400 norteamericanos caídos ese día. Los casi 1.300 marinos franceses que cayeron en Mers El-Kebir, en cambio, han sido olvidados. Y el carácter infame del ataque que realizaron los británicos también.
Fotos: Firma del Armisticio con Alemania. Bombardeo a los barcos franceses en la rada de Mers el-Kebir. Placa conmemorativa.

lunes, 18 de junio de 2012

Las Órdenes Militares españolas


La Orden de Calatrava fue fundada por San Raimundo en 1164. Es la primera Orden Militar española. Nació con el nombre de San Julián de Pereiro. La Orden del Temple se retiró de la villa de Calatrava incapaz de resistir el empuje almohade, San Raimundo se hizo cargo de ella y fundó la citada Orden. Posteriormente le cambió el nombre por el de Calatrava. Su misión era proteger las rutas entre Andalucía y Toledo de los Almohades. Dependía su regla de la del Císter, cuyos provinciales tenían derecho de inspección y visita, con el tiempo este sería solo nominal. Su participación en la conquista de Andalucía le valió numerosas propiedades (Martos, Cabra, Priego, Osuna), lo que le hizo pieza codiciada de la nobleza.

La Orden de Santiago fue creada por el Rey Fernando II de León en 1170, con la finalidad de defender la ciudad de Cáceres y ayudar al monarca en las campañas de Extremadura. En 1171 se transformaron en caballeros del Apóstol. En 1184 contaba con propiedades en todos los reinos peninsulares y en Italia, Francia y Tierra Santa. Unió a su  carácter militar el hospitalario, albergaba a los peregrinos de Santiago; así mismo destacó en el rescate de cautivos. Su participación en la Reconquista fue muy activa en los siglos XII, XIII y XIV en todas las fronteras. La disminución de la actividad bélica le llevó a una intensa participación política en los siglos  XIV y XV, participando en las luchas de sucesión dinástica en Castilla y de los nobles con el Rey. Su última acción bélica fue en la toma de Granada. Su poder económico y político siguió hasta el s. XIX, en la actualidad se mantiene en dos conventos de comendadores en Madrid y Toledo, así como algunos caballeros.


La Orden de Alcántara inicia su andadura en 1176, dependiendo de la de Calatrava. Participará activamente en la lucha contra los musulmanes. En 1218 su patrimonio, escindido de la Orden de Calatrava, se concentra fundamentalmente en Extremadura (Alcántara y La Serena). En 1504 se convirtió en una institución honorífica hasta su desaparición en 1873.


La Orden de Santa María de Montesa fue fundada en 1317 por Jaime II de Aragón. Filial de la Orden de Calatrava e inspirada en la regla del Císter, vino a llenar el vacío dejado por la Orden del Temple disuelta en 1312, haciéndose cargo de sus propiedades y privilegios. Tuvo su sede en el castillo de la villa de Montesa. Para ingresar en ella era necesario probar la condición nobiliaria. Sus señoríos se dividían en bailías y encomiendas extendiéndose por Aragón y el Levante.



El Ejército visigodo en Hispania


La organización del ejército visigodo en Hispania fue parecida a la que tuvieron los romanos, se hacía en base diez. La decaniae, estaba compuesta por 10 hombres y la mandaba un decumano. Diez decaniae formaban la centenae, 100 hombres, mandada por un centenarius. Cinco centenae formaban la quingentenae,  500 hombres, mandada por un quingentenarius. Dos quingentenae formaban el millenario, 1.000 hombres, y por último la tihiufa mandada por un thiufado, que era una unidad superior a 1.000 hombres, de entidad variable para cada ocasión. Además el ejército estaba dividido en dos ramas: un cuerpo profesional (exercítus) y un cuerpo de recluta ocasional (hotis).
Al rey pertenecía el mando en jefe de los ejércitos, así como la alta jurisdicción civil y criminal, el nombramiento de los obispos, la convocatoria de concilios y el derecho a hacer la paz y declarar la guerra. La monarquía, elegida tradicionalmente por aclamación, fue evolucionando con el tiempo hasta terminar en época de Recaredo siendo hereditaria. La guardia personal del rey estaba formada por los spatarios y a sus ordenes inmediatas quedaban los dux exercitus —duques—, que en tiempo de guerra mandaban turmas o lo que es lo mismo fracciones del ejército de varios miles de combatientes —diez a quince mil hombres—. El dux provinciae además de mando militar tenía atribuciones administrativas en las provincias que regía. Subordinados a ellos quedaban los comes —condes— como jefes de una comarca.
Entre los visigodos prevalecieron las costumbres aristocráticas y por tanto la caballería alcanzó gran importancia, al tiempo que degeneraba la primitiva organización calcada de los romanos. Poco a poco se dio preferencia a los ejercicios de destreza individual, torneos, palestras y carreras. Los infantes quedaron por el momento postergados y la fuerza de un ejército se contó por el número de lanzas de su caballería.
En la uniformidad y armamento inicialmente no debieron diferir mucho de los demás pueblos bárbaros: toscas vestiduras y largas cabelleras y barba —la decalvación era entre los visigodos pena infamante—. Con el tiempo incorporaron parte del vestuario militar romano y así nos aparecen con lorigas, coselete, peto, cota y celada. La loriga entre las clases inferiores se reducía a un sayo grueso de lana, pero entre las superiores se empleaba una túnica cubierta de láminas de hierro o de bronce a modo de escamas. A estas armas defensivas añadieron un escudo de grandes dimensiones. Las armas ofensivas eran: espada, venablo, hacha, pértiga y cuchillo. También emplearon arcos y hondas.
Respecto a las formas de combate no se sabe mucho, unas veces colocaban la Infantería en el centro y la Caballería en las alas, otras emplearon formaciones compactas o lineales en campo abierto. Debieron emplear máquinas de sitio copiadas de los romanos, pero en castrametación no brillaron a su altura, se limitaron a trazar un foso y poner una estacada alrededor de la posición defensiva que ocupaban.
Foto 1: Guerreros visigodos:
1.      Caballería visigoda pesada del siglo VII
2.      Caballería visigoda del siglo VI
3.      Guerreros visigodos de infantería pesada (siglo VII) y de ligera (siglo VI)
4.      Guerreros visigodos del siglo IV
Foto 2: Armamento visigodo 
Fuente imágenes: web de miniaturas militares de Alfons Cánovas.

jueves, 14 de junio de 2012

El Templo de Debod


En 1959 el Gobierno egipcio decidió construir en la Baja Nubia la gran presa de Asuán, capaz de albergar unos 150 millones de metros cúbicos. La construcción de la presa crearía un enorme lago artificial de más de 500 kilómetros de longitud, que haría que los monumentos de la zona quedaran bajo el agua. Por esta razón, la UNESCO hizo un llamamiento internacional a sus países miembros para evitar que dichas joyas arqueológicas se perdieran para siempre.
España participó activamente en esta campaña de salvamento mediante una misión arqueológica dirigida por el profesor Martín Almagro Bash, y en agradecimiento, el 28 de Octubre de 1968 el gobierno egipcio donó el templo de Debod al Gobierno español. 
En 1970, el templo, desmontado y embalado en cajas, partió del puerto de Alejandría rumbo a Valencia, donde llegó el 18 de Abril de ese mismo año. El Gobierno español dispuso que el templo fuera reconstruido en Madrid, eligiendo para ello el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, construido en 1860 y que había quedado totalmente destruido durante la Guerra Civil. Fue solemnemente inaugurado el 20 de Julio de 1972.
El Templo de Debod fue construido en la Baja Nubia, en el siglo II a.C.  por Adijalamani, rey de Meroe (Sudán), en honor de los dioses Amón e Isis. Con posterioridad, el templo fue ampliado por Ptolomeo IV, Cleopatra II, y Ptolomeo XIII. Consta de dos pilonos de adobe, y el templo, en su interior hay un vestíbulo y tres capillas. El templo original contaba con un tercer pilono de época ptolemaica, del que sólo se ha conservado la cornisa de su puerta, y que hoy se encuentra en el interior del templo. 
En la actualidad, el templo de Debod constituye un centro cultural de enorme importancia para Madrid y su gestión depende del Museo de San Isidro.
Foto: Templo de Debod, en el madrileño Parque de Oriente.