Vista parcial de Sta. Cruz de la Palma |
He aquí cómo describe un periódico local las brillantes fiestas con que ha solemnizado el 20 de Cazadores de nuestro Ejército, el día de la Patrona de la Infantería en el año 1910:
«Las fiestas organizadas por el Batallón Cazadores La Palma,
número 20, y realizadas en los días 7 y 8 de este mes, se han apartado muy
mucho de lo vulgar, de lo corriente, de aquello a que estábamos acostumbrados
en tales fiestas. Estas, las de ahora, han sido, la gallarda expresión de patriotismo,
prueba inconcusa de cultura y solidaridad.
De cultura entre las clases inferiores del elemento militar,
cultura fomentada por los superiores, y de estrecha solidaridad entre los hijos
de España nacidos en el viejo solar de Iberia y los que han visto la luz en la
Benahoare de los guanches.
Identificados el Ejército y el pueblo, el Batallón y los
palmeros, predominó una inspiración común, exteriorizándose un anhelo único: el
de honrar la Patria en forma tal que perdurase el recuerdo de la honra con sus
enaltecedores y fraternales propósitos.
Comenzaron los festejos en las primeras horas de la noche del
día 7. Y los inició una lucida retreta militar a cuyo frente, jinetes en
briosos corceles, iban cinco Oficiales portando en la diestra una artística
farola. Les seguían los soldados en columna llevando farolillos con los colores
nacionales, los que semejaban movible y brillante bandera española, que
avanzaba como guiando a la carroza alegórica, magnífica, severa, semejando
almenado castillo bajo cuya amplia arcada, iluminada por la luz eléctrica,
destacaba un interesante y simbólico grupo: España, representada por la
simpática señorita Ofelia Nieto, y La Palma y el Batallón por Isabelita y Jerónimo
Acevedo, dos lindos niños siempre dispuestos a prestar su concurso en toda
manifestación de patriotismo.
En los sitios más espaciosos, la tropa, dirigida por el popular
e ilustrado Oficial Sr. Pérez Andreu, ejecutó artísticos movimientos que,
vistos a la luz de infinitas bengalas, tenían mucho de fantásticos.
Velada del Batallón La Palma 20 en el Teatro de Sata. Cruz de la Palma |
Y entre estos nombres y otros no menos dignos de la fama, el
de nuestro Tanausú, heroico, grande, generoso, noble. Escribiéndolo en el
recinto de una fiesta militar española, honrándolo, porque significa
patriotismo, amor al terruño, valor y sacrificio, se ha negado pública y
solemnemente por quienes tienen sobrados títulos para hacerlo, que la
exaltación de la raza guanchinesca, nuestro culto a la memoria de los Tinerfes,
Tinguaros y Bencomos, constituya tendencia de separatismo, ni prueba de
desafecto a la Nación civilizadora, como han dado en decir unos cuantos
degenerados escritores faltos de inteligencia y de sentimiento para comprender
que el alma canaria, si se levanta airadamente ante la innoble acción de la
Fuente del Pino, inclínase admirada y respetuosa en presencia de un Guzmán el
Bueno, de un Daoiz y de un Noval.
¡Honor a las grandes figuras de la Patria cuyos nombres
llenaban espiritualmente el teatro! ¡Gloria al guanche inmortal que tiene una
lápida fijada en lo más alto del recinto inexpugnable de Aceró!
Se dio principio al espectáculo con una sinfonía ejecutada
por la charanga del Batallón, que ocupaba el escenario, siguiéndole una sentida
y patriótica salutación leída por su autor, el Oficial Sr. Espinosa. Luego la
representación del drama de Maeterlinck, La intrusa.
La segunda parte la constituyó el coro de rancheros de la
zarzuela El Cabo Primero. Apenas extinguidas las notas de la fantasía, se
presentó en escena el poeta gallego D. Lisardo R. Barreiro, para leernos
magistralmente su magnífico romance El soldado gallego. Oyendo al
inspirado y tierno cantor de la vieja Suevia, vimos, a través de la Historia,
las épicas hazañas del puente de Sampayo, oímos las melodías de la gaita, y
experimentamos las tristezas que la morriña engendra en las almas de todos los
gallegos.
La tercera y última parte la constituyeron la zarzuela La
marcha de Cádiz y el sainete cómico-lírico Chateaiix-Margueaitx.
Don José de la Torre y Castro, Teniente Coronel, Primer Jefe del Batallón de Cazadores La Palma Núm. 20 |
¿A qué decir que hubo aplausos estruendosos y ovaciones
merecidas? Estas manifestaciones, nacidas de la labor artística desplegada en
función patriótica, no pudieron menos de repetirse muchas veces. Muy a la
ligera, porque esta crónica se va haciendo muy extensa, relataremos los festejos
del día 8, efectuados en el cuartel, antiguo caserón que fue convento, morada de
frailes, y hoy es recinto que ocupan soldados, transformado en edificio
higiénico, soleado, de blancas paredes, ordenado, de agradable aspecto,
revelador de los cuidados exquisitos de los Jefes y Oficiales del Batallón que
lo ocupa.
Consistieron esos festejos en la otorgación pública de
premios a los Sargentos, Cabos y Soldados que se distinguieron por sus trabajos
literarios, de orden patriótico; a los individuos de la charanga, por las piezas
musicales de que eran autores; y a los primeros tiradores del Cuerpo. Fin de
estos actos fue la solemne entrega a las Compañías, representadas por sus Capitanes
y Tenientes, de un magnífico cuadro con el retrato del heroico Cabo Noval.
Antes escuchamos una patriótica y elocuente arenga del señor Teniente Coronel D.
José de la Torre Castro, Primer Jefe del Batallón.
El Coronel Comandante militar de la isla, Sr. Nájera, que
presidía, puso término a la solemnidad de los actos con frases de
enaltecimiento para la obra realizada por el Batallón Cazadores La Palma,
número 20.
Festejos en el patio del cuartel el día de la Patrona |
¿Y qué decir de la verbena? Que el patio, adornado e
iluminado con gusto, ofrecía sorprendente aspecto; que la juventud bailó
rigodones y vals, y qué todos los invitados fueron obsequiados con esplendidez.
Y da por terminada su misión el cronista, con una franca enhorabuena
al Comandante Sr. Alcalá Galiano, Presidente de la Comisión de festejos, y
diciendo al señor de la Torre: Debéis estar satisfecho y orgulloso de vuestra
obra. Así se educa al soldado, así se hace Patria, así se alcanza que militares
y paisanos se llamen con satisfacción: españoles.»
La Ilustración Militar, nº
144, de 30 de diciembre de 1910