lunes, 30 de agosto de 2010

La leyenda de Los Amantes de Teruel

La famosa y archiconocida leyenda de los Amantes de Teruel ha traspasado no sólo las fronteras regionales, sino que es conocida fuera de España. Es un ejemplo de historia de amor trágico a la manera de los grandes dramas como Romeo y Julieta.

La difusión de la Leyenda de los Amantes han hecho que, en la actualidad, el lugar más visitado de Teruel siga siendo el Mausoleo de los Amantes, labrado por el escultor Juan de Ávalos y sufragado con aportaciones de enamorados de toda España.

La leyenda data del siglo XII y en ella se cuenta el amor que se profesan dos jóvenes turolenses, Juan Diego de Marcilla, segundón de una familia noble, e Isabel de Segura, descendiente de una familia rica. Ambos se querían desde niños, y cuando alcanzaron la juventud su amor se mantenía inquebrantable.

Diego decidió pedir a Isabel en matrimonio, pero el padre de Isabel, al no ver claro el futuro económico de la pareja, le pidió al joven que volviera más adelante pero con riquezas. Entonces Diego llegó a un pacto con el padre de Isabel, él se iría a las Cruzadas en busca de fortuna pero Isabel le esperaría durante cinco años sin casarse con otros.

En esos cinco años, el padre de Isabel no paró de incitar a su hija para que se casase con el potentado Pedro Fernández de Azagra. Ella, terca, mantuvo su promesa y se resistía pero, ya a punto de concluir el plazo, vio que se tenía que casar con el pretendiente propuesto por su padre. Comenzaron así los preparativos para celebrar la boda el mismo día en que expiraba el plazo dado a Diego.

Precisamente ese mismo día regresó a Teruel Diego de Marcilla, aunque para entonces la boda ya se había celebrado. Aún así, Diego consiguió reunirse a solas con Isabel y le solicitó un beso, a lo que ella negó porque diciéndole que ya estaba casada. En ese mismo instante Diego murió apenado por su fracaso.

Al día siguiente, se celebraron los funerales por el joven y a ellos acudió Isabel, la cual quiso darle, una vez muerto, el beso que le había negado el día anterior. La realidad era que ella seguía enamorada y, por eso, al besarle cayó desfallecida y muerta sobre el cadáver de su amado.

Esta es la triste historia de los Amantes de Teruel que ha recorrido el mundo entero y que se escenifican anualmente, en celebración denominada “Las bodas de Isabel de Segura”.

Foto: Mausoleo de Los Amantes de Teruel.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Historia de Bosnia y Herzegovina (XI)


la guerra de BiH Hasta los acuerdos de Dayton (IV)
El gran problema al que se enfrentaron las autoridades, y que provocó el asombro de observadores y analistas internacionales, radicó en que el espectro político que en esos momentos se ofrecía al ciudadano bosnio estaba cargado indefectiblemente de tintes nacionalistas, después de que se hubiesen radicalizado los sentimientos y las actitudes de la mayoría de los habitantes de BiH. De los tres grandes partidos que marcaron el futuro político, la Unión Democrática Croata (HDZ) poseía un nítido y sospechoso matiz del nacionalismo croata de otros tiempos; el Partido de Acción Democrática (SDA), del presidente Alija Izetbegovic, fue tildado de islamista; y el Partido Demócrata Serbio (SDS) recordaba en exceso la vieja Liga Comunista Yugoslava. El objetivo final del partido croata HDZ era unir el territorio controlado por ellos a Croacia, al igual que el serbio SDS pretendía anexionar la República Serbia de Bosnia a lo que quedaba de Yugoslavia (sueño común del psiquiatra aficionado a la poesía Radovan Karadzic y de su paciente Slobodan Milosevic: la construcción de la Gran Serbia, y para ello necesitaban el territorio bosnio). Por el contrario, el Partido de Acción Democrática SDA, dirigido por el presidente de BiH, procuraba que su país siguiera siendo tan cosmopolita, multirracial y multicultural de otras épocas.
De alguna manera, tanto el croata HDZ como el bosnio SDA apoyaban en mayor o menor medida el poder central en Sarajevo. Por el contrario, el serbio SDS defendía a ultranza la partición de Bosnia en tres regiones de acuerdo con su composición étnica. El programa político del SDS se asentaba en un ultimátum: Bosnia debería permanecer unida a Yugoslavia o, caso contrario, su comunidad serbia habría de formar una entidad completamente independiente del gobierno islámico de Sarajevo. Los días 29 de febrero y 1 de marzo de 1992 se convocó un referéndum entre los ciudadanos de BiH sobre su futuro político, pero un día antes el SDS se adelantó proclamando de forma unilateral la República Serbia de Bosnia. La consulta popular dio un inequívoco respaldo a la independencia y constituyó la reclamación de la plena soberanía de BiH para el pueblo bosnio.
El Partido Demócrata Serbio, haciendo poca gala de su nombre, respondió al referéndum con el levantamiento de barricadas y con diversos ataques contra las otras comunidades. La escalada de violencia provocó numerosos incidentes que tuvieron su clímax ese mismo día con la muerte de dos serbios. El resultado final fue trágico: las tres etnias se desangraron en una guerra que duraría más de cuatro años, con una dinámica de revanchas, ofensivas y contraofensivas, que fue minando las bases de un edificio común, muy difícil ya de sostener en pie, y que convirtió la venganza y el odio en el único lenguaje para todos los hombres y mujeres de BiH.
Como contrapunto, y con el visto bueno de EE.UU. y la C.E., se propuso la creación de una federación en BiH. La oferta, que parecía capaz de resolver las diferencias entre las facciones, no satisfizo inicialmente y con plenitud a ninguna de las tres comunidades; primero, porque las aspiraciones de serbios y croatas pasaban por unirse a las naciones de las que procedían; y segundo, porque la comunidad islámica temía que una aceptación no sincera de la unión hiciera perder a Bosnia parte de su soberanía.
Foto: Sarajevo bombardeada indiscriminadamente durante la guerra. Acnur. A. Hollman.1996.

domingo, 8 de agosto de 2010

Historia de Bosnia y Herzegovina (X)


la guerra de BiH Hasta los acuerdos de Dayton (III)
Las partes en conflicto se afanaron por alcanzar dos objetivos principales para sus intereses geopolíticos: el primero, lograr la limpieza étnica en su zona de influencia; y el segundo, ocupar todos los territorios clave para asegurar su continuidad geográfica. Los tres años siguientes fueron testigos de un ingente baño de sangre que iría mermando la población de forma dramática. La tragedia, aunque atrajo la atención de la opinión pública mundial cuando las masacres alcanzaron a la población civil y las víctimas fueron mujeres y niños, no sirvió para estimular el establecimiento de un plan de paz aceptable.
Los objetivos estratégicos por los que combatieron las fuerzas serbias y a los que, por tanto, se opondrían las otras facciones fueron tres. El primero, asegurar la unión física de los dos sectores de la RSB (República Serbia de Bosnia) a través del corredor de Posavina, asegurando las comunicaciones con la RSK (República Serbia de Krajina) a través de Bosansko Grahovo o por el sur de Bihac. El segundo, tratar de consolidar una salida al mar, bien por la cuenca del río Neretva o por la del Drina. El tercero, y no menos importante, conseguir la captura y el control de la capital: Sarajevo. La pugna por estos objetivos fue a sangre y fuego, una lucha a muerte.
Durante los años 1992 y 1993 se consumó la destrucción, mutua y sistemática, de todo vestigio cultural entre las comunidades cristiana (ortodoxos serbios y católicos croatas) y la musulmana; en Bosnia, casi quinientas iglesias católicas y cerca de mil mezquitas fueron devastadas indiscriminadamente sin tener en cuenta ni su valor artístico, histórico ni espiritual. Ninguna de las comunidades enfrentadas pudo ser exculpada de estas atrocidades, y si los serbios asolaron con saña salvaje la hermosa mezquita de Banja Luka, los croatas demostraron igual falta de sensibilidad destruyendo el emblemático puente que dio nombre a Mostar (Stari Most, Puente Viejo), orgullo arquitectónico de una época y un pueblo que contaba con cinco siglos de historia. No era posible encontrar ninguna razón de orden estratégico para ello, sino únicamente para subrayar ante el mundo su deseo y decisión de separar para siempre las comunidades croata-católica y bosnia-musulmana en la capital herzegovina.
Presionada por los acontecimientos y la opinión pública, la ONU decidió enviar un contingente de más de 25.000 hombres para tratar de contener y reducir el efecto del problema dentro de unos límites aceptables de espacio y tiempo. Pese a los vanos intentos internacionales por mantener la unidad, entre las fronteras territoriales de BiH había aparecido una compleja amalgama de pretendidas entidades políticas: la República de Bosnia y Hercegovina, la República Croata de Herzeg-Bosna y la República Serbia de Bosnia. Pronto la barbarie cometida por los serbios, en cuanto a los abusos de los derechos humanos se refiere (la limpieza étnica programada por los serbios consistía en el exterminio de los hombres y niños bosnios y la violación sistemática de las mujeres bosnias), provocaron que la C.E. adoptara un paquete de acciones, alguna de ellas bastante espectacular: rehusó reconocer a Yugoslavia como Estado, le impuso sanciones de carácter principalmente económico, y por último, quizá la menos efectiva pero la más sintomática como repulsa a un comportamiento político inaceptable, ordenó retirar los monitores de la Comunidad Europea del territorio yugoslavo. Poco después, el cuartel general de las fuerzas de la ONU siguió su ejemplo y se trasladó a Zagreb.
Foto: Mostar. Stari Most en la actualidad. Reconstruido.

viernes, 6 de agosto de 2010

Historia de Bosnia y Herzegovina (IX)


la guerra de BiH Hasta los acuerdos de Dayton (II)
En marzo de 1992, se convocó en BiH y en Montenegro un referéndum sobre el futuro político de ambas repúblicas, y mientras que Montenegro se inclinó por permanecer dentro de la Federación Yugoslava, la población bosnia votó en su mayoría por la independencia. Se repitieron las acciones de represalia del Ejército Federal Yugoslavo que se produjeron durante los intentos secesionistas esloveno y croata, pero con la salvedad de que en esta ocasión todo el grueso de sus Fuerzas Armadas estaban desplegadas en territorio bosnio.
Su acción contra una población prácticamente desarmada fue tan desproporcionada que dio muestras de una crueldad inaudita y de un desprecio absoluto a los derechos humanos. Los asesinatos y las violaciones fueron denunciados ante la opinión pública y ante las organizaciones internacionales, que no reaccionaron con la rapidez necesaria para detener esa «limpieza étnica».
Fueron las imágenes ofrecidas por televisión a todo el mundo lo que despertaría la conciencia mundial, hasta entonces dormida, que bajo el pretexto de una guerra civil o de independencia escondía un brote del nazismo más racista, sanguinario y retrógrado que no se producía desde el holocausto.
El reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, de la independencia de Bosnia y Herzegovina, fue la chispa que prendió el polvorín balcánico, ya de por sí bastante inestable desde tiempos remotos.
Lo que pronto se puso de manifiesto nada mas comenzar las hostilidades fue que ni croatas ni bosnios tenían el suficiente potencial bélico para enfrentarse con garantías al ejército serbobosnio de Radovan Karadzic, al mando del General Ratko Mladic y que contaba con el total apoyo de Milosevic. Este ejército, fuertemente armado y de acuerdo con un plan perfectamente preestablecido por Belgrado, se apoderó en poco tiempo de más del 70 % del territorio de BiH, autoproclamándose como República Serbia de Bosnia.
A la Comunidad Internacional no tuvo otro remedio que intentar detener, de cualquier manera posible, las hostilidades en BiH. La Unión Europea obligó al Gobierno de Belgrado a retirar sus fuerzas de BiH, cosa que hizo sólo nominalmente, porque alegando su procedencia serbobosnia, el 80 % del ejército yugoslavo permaneció en el territorio formando parte de los efectivos serbios de Bosnia. Los intentos de paz, o de cese el fuego, fueron baldíos y para entonces la posición serbia era ya absolutamente dominante. Banja Luka, ciudad de mayoría serbia al norte del país, se convirtió en el punto neurálgico militar para el apoyo a toda la Bosanska Krajina (Frontera Bosnia), que además alentaba políticamente a Knin. Trebinje sería considerada a partir de entonces, y por algún tiempo, el centro de planificación de las operaciones contra los croatas de Herzegovina y, en especial, contra Dubrovnik, al sur de Dalmacia, localidad patrimonio de la humanidad que sufrió especialmente las consecuencias de un bombardeo criminal y sistemático, además de un asedio por tierra y por mar.
Foto:Radovan Karadzic y Ratko Mladic supervisando las tropas serbobosnias.

jueves, 5 de agosto de 2010

Historia de Bosnia y Herzegovina (VIII)

LA GUERRA DE BIH HASTA LOS ACUERDOS DE DAYTON (I)
Fue a partir de 1943, en plena Guerra Mundial, cuando Josip Broz Tito rigió los destinos de Bosnia. Al principio formando parte de una entidad de entidades dentro de la República Federal de Yugoslavia. Esta entidad tenía un problema y no era otro que los habitantes de origen serbio, croata o musulmán, que no gozaban de diferenciación autóctona, eran los que constituían la «minoría bosnia». Con la promulgación de la Constitución de 1974, se les reconoció a los musulmanes su nacionalidad bosnia, conformando el 43 % de la población y teniendo la mayoría en 52 de los 109 municipios bosnios.
Cuando la unidad yugoslava se rompió, el líder bosnio, Alija Izetbegovic, musulmán convencido y encarcelado en tiempos de Tito por la defensa de sus ideas, se encontró con que tenía pocas opciones que ofrecer a su pueblo. Y lo peor era que esas pocas opciones contaban con la oposición frontal de las otras, que no querían su esencia como unidad étnica o nacional.
Permanecer en el seno de la República Federal de Yugoslavia conllevaba el peligro del inmovilismo; y la comunidad croata de Herzegovina, que había contribuido en Croacia al movimiento secesionista y pagado un alto precio en vidas humanas, no iba a admitir la supremacía serbia. La situación se complica ya que la identificación con Serbia o con Croacia supondría una pérdida de raigambre cultural, social y política, mientras que la división de Bosnia, aparentemente pactada entre serbios (Slobodan Milosevic) y croatas (Franjo Tudjman), supondría su total desaparición.
La alternativa más válida, dentro del espíritu nacionalista que ya anidaba en los bosnios musulmanes, era la independencia. A esto se opusieron ciertos sectores políticos temerosos de la situación que se crearía al reconocer un Estado por la religión de sus habitantes: ¡¡¡Un Estado Musulmán en medio de Europa!!!
Los líderes de Croacia y Serbia, Tudjman y Milosevic, intentaron aparentemente llegar a un desenlace pacífico antes de producir la ruptura y evitar un baño de sangre en Bosnia. Pero la realidad velada era otra, ya que en las conversaciones entre ambos, celebradas en 1991 en la región de la Vojvodina, fronteriza con Croacia, en el llamado “Acuerdo de Karadjordjevo”, ambos líderes habían decidido repartirse Bosnia con el objeto de satisfacer las añejas ambiciones de crear La Gran Croacia y La Gran Serbia, y así evitar la guerra.
Lo que también es cierto es que no llegaron a ningún acuerdo. Pero el enfrentamiento entre croatas y serbios ya había comenzado en la Krajina, y un año después aún perduraba, mientras que en BiH todavía no habían dado comienzo las hostilidades. Se vivía una tensa paz, a pesar de la aparente calma. Las secuelas de la guerra que se desarrollaba en Croacia se hacían sentir en Bosnia y así, algunos líderes locales, afines a la postura de los serbios de Krajina, decidieron movilizar a los habitantes en su área de responsabilidad en contra de la política del Gobierno de Bosnia en Sarajevo. Los serbios, veían en Bosnia una zona de retaguardia de las fuerzas de la República Serbia de Krajina y un corredor natural para su apoyo logístico desde la República Federal.
Empiezan así tiempos propicios para las intrigas, falsas alianzas y movimientos de doble juego en todas direcciones. Algunos dirigentes bosnios, con la excusa de lograr un arreglo político y no sangriento al litigio con los serbios, les entregaron las pocas armas de las que disponía la colectividad bosnia dejándola casi desprotegida para previsibles enfrentamientos. En aquellos días, algunos pretendieron juzgar con cierta benevolencia a los que entonces parecían buscar la solución pacífica. Éste es el caso del Ministro del Interior, Alija Delimustafic, que suministró una gran cantidad de armamento al Ejército Federal Yugoslavo al socaire de una búsqueda de entendimiento, que no se produjo. Más tarde fue culpado de ser un agente del Servicio de Inteligencia Yugoeslavo, el KOS (Kontra Obavjestajna Sluzba). Escapó a Banja Luka, en parte Serbia de Bosnia, y posteriormente a Belgrado.
Foto: Alija Izetbegovic, Franjo Tudjman y Slobodan Milosevic. Artífices de la Guerra de Bosnia firmando los Acuerdos de Dayton

lunes, 2 de agosto de 2010

El primer Legionario Laureado.


Hoy voy a comenzar una nueva sección dedicada a la Historia Militar y que mejor manera de hacerlo que con el Primer Suboficial Legionario Laureado en la Guerra de Marruecos, D. Bartolomé Munar.
El Sargento de la Legión D. Bartolomé Munar Munar fue el Primer Caballero Legionario en recibir la Cruz Laureada de San Fernando. Tan alta condecoración le fue concedida por Real Orden de 17 de julio de 1928 (D.O. del Ministerio de la Guerra nº 157), por su acción en la Campaña de Marruecos, mediante la conducción de un convoy de agua a la posición Kala Baja y su avanzadilla y defensa de ésta, del 14 al 17 de septiembre de 1924.
Los hechos que se narran en la Real Orden y que le hicieron merecedor de la Laureada, son los siguientes:
“Ante la necesidad de prestar inmediato socorro a la posición de Kala Baja, asediada por el enemigo fuertemente atrincherado y que dominaba el camino de acceso a la avanzadilla y a la posición, se organizó una pequeña fuerza con mochilas metálicas para llevar agua a los asediados, presentándose voluntario el Sargento Munar, que se puso a la cabeza del la columna con 16 legionarios.
Ante el tenaz empeño que el enemigo demostraba por impedir el socorro, decidido a entrar en la posición, se lanzó hacia ella y, recorrieron unos 200 metros bajo intenso fuego, entró en la avanzadilla, en la que dejó cuatro legionarios con su provisión de agua, y con los dos restantes continuó hacia la posición, en la que consiguió penetrar, teniendo en la marcha tres legionarios muertos y otros tres heridos, pues el enemigo, apercibido de la maniobra y situado en la proximidad de la posición, concentró con especial empeño su fuego sobre la entrada.
Entregando el convoy, salió con otro legionario y retiró a uno de los heridos que había quedado en el campo, tras lo que hizo una nueva salida para recoger los cadáveres de los legionarios muertos, momento en que el enemigo, concentrando su fuego en descargas cerradas, produjo la muerte del legionario que le acompañaba y señales de proyectiles en su ropa.
A pesar de la presión que el enemigo ejercía para impedir las comunicaciones, el Sargento Munar se presentó voluntario para llevar un parte del jefe de la posición al de la columna, lo que intentó con gran arrojo, mas obligado a volver a la posición perseguido por un grupo de moros, recogió en el camino unos paquetes de algodón y gasas, elementos de cura de que se carecía en la posición, de la que nuevamente salió y recogió los cuatro cadáveres de sus legionarios.
En la tarde del día siguiente el enemigo atacó nuevamente la posición y avanzadilla, especialmente ésta, en la que causó importantes destrozos y dejó fuera de combate a sus escasos defensores, y ante el peligro de que el enemigo se apoderase de ella, el jefe de la posición ordenó al Sargento Munar que fuese a ella con cuatro legionarios, lo que resueltamente y comprendiendo la dificultad de hacerlo por la entrada barrida por el fuego enemigo, lo hizo saltando la alambrada y parapeto, rodeado por el enemigo que hirió a tres de los cuatros legionarios que le acompañaban, encontrando muertos a los que guarnecían la avanzadilla.
Con fuego de fusil contuvo al enemigo, permitiendo que los heridos entrasen en la avanzadilla, cuya defensa continuó él mismo, el legionario ileso y uno de los heridos, que lo estaba en pie. Durante la noche el enemigo renovó sus ataques, arrojando granadas de mano y piedras, algunas de las cuales le alcanzaron, produciéndole fuerte golpes en la cabeza, con derramamiento de sangre, y en una oreja, sosteniendo con gran valor la defensa de la avanzadilla, haciendo fuego con gran intensidad que a pesar de cambiar de fusiles, se produjo quemaduras en las manos.
Al día siguiente aprovechando que el enemigo había disminuido su presión sobre la avanzadilla, reforzó esta con los demás legionarios y algunos soldados de cazadores y se evacuaron las bajas que había sufrido, quedando el Sargento Munar como jefe de ella hasta el día 17 en que fue relevado, y durante cuyo mando la avanzadilla fue frecuentemente atacada con fuego de fusil, granadas de mano y piedras".
D. Bartolomé Munar Munar, nació en Palma de Mallorca en 1895. El 2 de octubre de 1920 se presentó en Palma de Mallorca en el Banderín de Enganche del Tercio de la Legión un hombre que deseaba alistarse, con 25 años y de profesión electricista y que según él había servido cinco años en la Marina de Guerra como artillero. Una semana después desembarcó en Ceuta, incorporándose a la 1º Compañía de la 2º Bandera. En abril de 1921 recibió el bautismo de fuego y el 24 de julio fue trasladado de Ceuta a Melilla, tomando parte en la conquista del gurugú. En octubre de 1922 fue ascendido a Sargento y al año siguiente su bandera se trasladó a Ceuta, donde tomó parte en numerosos hechos de armas. En 1924 se le propuso para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando por su heroico comportamiento en Kala Baja, condecoración que sería impuesta en 1928. En 1925 fue ascendido al empleo de Alférez Legionario y a Teniente al año siguiente y con este empleo solicitó y obtuvo el retiro en 1931, concediéndosele el empleo de Capitán. Falleció en Palma de Mallorca el 11 de agosto de 1962.
Foto: Bartolomé Munar Munar, Caballero Laureado con uniforme de La Legión.