La cultura Mochica, también llamada cultura Moche, se desarrolló en la
costa norte del Perú durante los siglos I y VII d.C., en la árida costa
comprendida entre la cordillera de los Andes y el Océano Pacífico, allá donde
los ríos Lambayeque, Jequetepec y Chicama envuelven con sus aguas a la zona
comprendida entre las ciudades de Lambayeque y Trujillo.
Esta civilización precolombina fue contemporánea a la cultura Nazca que
ocupó la costa sur del Perú.
Investigaciones recientes apuntan a que dominaron dos grandes regiones
separadas por el desierto de Paiján, espacios diferentes, uno al norte y otro
al sur, que no impidieron, como demuestran sus restos arqueológicos, que
compartieran la misma identidad cultural.
La sociedad Mochica era una sociedad muy avanzada para su tiempo,
estaba muy jerarquizada, rendían culto al Sol, a la Luna y a otros dioses,
especialmente al feroz Sia Paec. Estaba organizada por clases, con los campesinos y
mendigos en su estamento más bajo, los artesanos y sirvientes en el intermedio,
y los sacerdotes en la más alta. Finalmente el señor era el que se situaba en la cima más alta de la pirámide social. Sin embargo, y a pesar de esta fuerte división social, los mochicas eran seres que
disfrutaban de la vida como demuestran sus pinturas y cerámicas. Les gustaba
beber e incluso emborracharse. Bailaban con frecuencia, y en cuanto al sexo no
tenían prejuicios éticos y morales, pues, siempre según las cerámicas
encontradas, practicaban las más diferentes formas de coito, predominantemente
el anal y el bucal.
Las primeras aldeas de las que se tiene constancia están en la
desembocadura del río Jequetepec, pero su núcleo principal se asentó en el
valle del río Moche, donde se construyó una ciudad sagrada que fue sede del
gobierno mochica. Sus principales restos son las Huacas del Sol y de la Luna,
auténticos palacios de los señores mochicas, que eran los gobernantes, los que
tenían un poder absoluto fuera de todo control y de transmisión dinástica. Era
tal la fuerza que tenía la religión en esta sociedad que los sacerdotes jugaban
un papel importantísimo en el gobierno del pueblo, hasta el punto de
considerarse a la sociedad moche como teocrática.
Los Moche eran extraordinarios ingenieros hidráulicos, en todos los
territorios que ocuparon realizaron grandes obras de irrigación: canales,
acueductos y represas que llevaban el agua de los ríos hasta sus tierras de cultivo.
De este modo fueron capaces de transformar la enorme franja desértica peruana
en una excelente zona agrícola,
productora de maíz, yuca, patata, chirimoya, papaya y cacahuete.
También fueron excelentes navieros, fabricando los llamados
"caballitos de totora", embarcaciones de pesca, además hicieron otras
embarcaciones mayores con las que alcanzaron lejanos territorios que sometieron
por la fuerza.
Aunque las piezas que más nos asombran son los pequeños útiles de
cerámica que han llegado hasta nuestros días, vasijas-retrato de gran realismo
y cuencos en colores rojo, naranja y a veces también negro humo, que representan
escenas de la vida cotidiana o imágenes relacionadas con sus mitos y
ceremonias.
Entre los años 600 y 700 d.C., la cultura Mochica desapareció
misteriosamente, aunque todo apunta a que treinta años de sequía, seguidos de
fuertes inundaciones provocadas por la corriente del Niño, y a continuación la
invasión del imperio Huari de Ayacucho, fueron los responsables de su
desaparición.
A mediados del siglo XX, el arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle
recuperó su memoria con la publicación de numerosas investigaciones sobre
ellos. Tanta es la importancia del descubrimiento del conocido como el Señor de Sipán, que se ha llegado a
considerar como uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos que se
han hecho en el siglo pasado.
Foto: Cerámicas escultóricas de la cultura mochica.
Fuente: http://historiageneral.com,
http://sobrehistoria.com y http://artefotosydibujos.blogspot.com.es.
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