jueves, 13 de noviembre de 2014

El castillo de Calanda

Excavaciones en el recinto interior del castillo
La población de Calanda tiene su origen cuando los musulmanes se asentaron al pie de una suave colina, sobre la que poco más tarde se construyó un castillo.

En 1157, Calanda quedó incluida en el amplio alfoz de los términos que Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón, otorgó a la Orden de Calatrava cuando ésta fuera conquistada. La conquista de la villa fue realizada por Alfonso II en 1169, junto con Aguaviva, Castellote y Cuevas de Cañart.

El primer señor de la villa del que se tienen noticias fue Blasco de Alagón, quien ya poseía desde 1120 el señorío de Sástago, Calanda, Camarón, Torre Galindo y Torre de la Mora. Luego pasó a su hijo Artal y de éste a su hijo Blasco II de Alagón, quien lo ostentaba en 1172.

Restos del castillo (foto del Gobierno de Aragón)
Los Alagón cambiaron Calanda a los calatravos por la tenencia que la Orden poseía en Cuevas de Vinromá, Albocacer, Tirig y Salsadella. A partir de este momento la historia de Calanda está vinculada a la dominación calatrava. El primer proyecto de colonización cristiana data de 1276 cuando se acordó que los monjes caballeros expulsasen a los musulmanes de Calanda y la repoblasen con cristianos.

La población perteneció durante varios siglos a la Orden de Calatrava hasta que se produjo la abolición de los señoríos.

El castillo sufrió diversas alteraciones durante las guerras carlistas y, tras éstas, quedó en el más profundo abandono. Aún se conserva en bastante buen estado un muro que se corresponde con uno de los flancos mayores de su planta irregular alargada. Al castillo se accede por una rampa paralela a su lado mayor que lleva hasta la puerta situada en la parte alta.

Rampa de acceso al castillo( foto del Gobierno de Aragón)
En las excavaciones que se realizan en su recinto interno han quedado al descubierto diversas estancias fabricadas con cantos rodados, también se conserva un aljibe con canles de llenado y recogida de aguas. A un lado del canal parten las escaleras de acceso a una sala rectangular que podría ser la base de una torre. En el flanco suroeste se levanta un muro de sillería que bien podría corresponder a la torre mayor. 

lunes, 10 de noviembre de 2014

El castillo de Más de las Matas

La ermita de Santa Flora se ubica sobre la parte
central del antiguo castillo
El castillo de Más de las matas o castillo de Kamarone, era un castillo de origen romano, después lo fue visigodo, conocido como «vallipón» y más tarde musulmán. Después de la conquista cristiana en 1169, el rey Alfonso II lo donó en 1185 a la mitra zaragozana.

En esta población, junto con sus iglesias, se había formado un obispado llamado «kamerín». El rey, reservándose tierras, el horno y el molino, le otorgó la carta puebla en octubre de 1194, concediendo a todos sus moradores el fuero de Zaragoza.

En 1205 Pedro II cedió el castillo con la mitad de la villa a Arnaldo de Palacín, caballero que había participado en su conquista.

Con Jaime I, pasó a Blasco de Alagón, señor de Sástago, por permuta con Morella; en 1248 este noble daba el castillo y la villa a su hijo Artal. Éste, en 1260, marcaba los límites con el comendador de Alcañiz, Raimundo Ibáñez, entre Camarón, Monroyo y Buñol.

En 1272, Blasco II de Alagón disponía del castillo en su testamento. En 1295 la Orden del Temple permutó el castillo y la villa a Artal de Alagón, señor de Pina, por un horno en Pina, La Zaida y Belloc.

En 1298 se insiste en que las primicias de Camarón pertenecen al obispo de Zaragoza, pues las tenían cedidas a la casa de Alagón por cinco morabetinos de oro que se pagaban al camarero del Salvador, carga que deberían asumir los caballeros templarios.
Desde el castillo se dominaba toda la villa

Tras la extinción de la Orden del Temple, el castillo pasó a la Orden del Hospital de San Juan, a los hospitalarios y poco después el lugar se fue despoblando hasta su abandono en el siglo XV.


Los vestigios del castillo se sitúan en el cerro de los Pedregales donde se asienta la ermita de Santa Flora, en el centro de lo que fuera el recinto del castillo. Era una fortificación de planta irregular de unos cincuenta metros de eje máximo ocupando la cumbre de la colina, aún hoy se ven algunos muros con aparejos de bloques calcáreos. El resto mejor conservado del castillo forma la esquina cóncava de una torre en el ángulo suroeste, cuya obra es de piedra sólida.