DE LA RESISTENCIA A LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA (1941-1948):
Alemania dividió a Yugoslavia en Estados Títeres (Croacia, Serbia y Montenegro) y el resto lo repartió entre sus aliados, lo que exacerbó el sentimiento nacional de resistencia contra los ocupantes. Instigada por el Partido Comunista, estalló una insurrección, en julio 1941, que fue el origen del movimiento partisano. Al mismo tiempo, un oficial serbio, Mihajlovic, acaudilló otro núcleo guerrillero, afecto a la monarquía, los “chetniks” que, después de negarse repetidamente a la alianza con los comunistas, se empeñó en una lucha intestina contra ellos y acabó por unirse a los alemanes en 1943.
A finales de 1942, los guerrilleros, que habían liberado amplias zonas de Bosnia, Croacia y Dalmacia, organizaron políticamente el territorio ocupado; se constituyó una Asamblea Revolucionaria, el 26 de noviembre de 1942, que en su segunda sesión, el día 29, se autoconstituyó en cuerpo representativo, legislativo y ejecutivo de Yugoslavia, mientras Josip Broz, conocido como “Tito”, fue designado presidente del Comité de Liberación y Comandante en Jefe del Ejército Popular. Éste contaba con cerca de 800.000 hombres cuando, apoyados por el Ejército Rojo, liberaron Belgrado el 20 de octubre de 1944 y Trieste y Zagreb en mayo de 1945, con lo que prácticamente se dio fin a la ocupación alemana de Yugoslavia y que había costado al país un tributo del 10 % de su población, a cambio de la inmovilización de 15 divisiones enemigas.
A pesar de los acuerdos Tito-Subašic, de junio de 1944, y del compromiso entre el gobierno popular y el gabinete de Pedro II, refugiado en Londres, estos acuerdos no se materializaron, y los ministros del rey, que entraron en el gobierno de Tito dimitieron al poco tiempo. En las elecciones de 1945, el 90 % de los votos recayó en la coalición del Frente Popular, dirigida por el Partido Comunista. La nueva Asamblea proclamó la República en noviembre de 1945 y elaboró la Constitución de la República Federal de Yugoslavia, en enero de 1946, y que estaba formada por las Repúblicas de Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia i Herzegovina, Macedonia, Montenegro, y los territorios autónomos de Vojvodina y de Kosovo, dependientes de Serbia.
El nuevo gobierno nacionalizó la banca, el comercio y la industria, introdujo una reforma agraria y elaboró el primer plan quinquenal (1948-1952), que propició un fuerte aumento del producto industrial. Yugoslavia, se reconcilió con Bulgaria y con Hungría, protegió a Albania y sostuvo la rebelión comunista en Grecia, volvió a obtener sus fronteras de 1919, y recuperó los territorios anexionados a Italia en 1920, mientras le disputaba Trieste.
LA RUPTURA CON LA URSS Y LA NUEVA ORIENTACIÓN DEL ESTADO POPULAR:
Ya durante la II GM se habían producido divergencias, entre los comunistas yugoslavos y la política de Stalin, que afloraron con motivo del litigio sobre Trieste, en el que la URSS se negó a apoyar la reivindicación yugoslava de que tropas anglo-norteamericanas abandonaran la zona. Por otra parte, en el seno del Partido Comunista Yugoslavo, la tendencia partidaria de un desarrollo económico lento supeditado a lo que consideraban intereses superiores de la URSS, quedó en minoría, en tanto que se aprobó el programa de industrialización a marchas forzadas, propuesto por Tito y Kardelj. Finalmente, la oposición de Stalin al proyecto de Federación Balcánica y Danubiana, propugnado por Tito y Dimitrov, culminó la escisión definitiva entre Yugoslavia y la URSS. Esta última decidió retirar los consejeros e instructores militares soviéticos, en marzo de 1948, y el Kominform (organismo de información y propaganda constituido en 1947 por los partidos comunistas de todo el mundo) expulsó de su seno a los comunistas yugoslavos el 28 junio de mismo año. Todas las democracias populares rompieron las relaciones diplomáticas con Yugoslavia, a la vez que ejercían el boicot sobre su economía.
Tito tuvo que depurar el partido y el ejército de sus elementos prosoviéticos, y, para conjurar la crisis económica, aceptar la ayuda de los países capitalistas. La gestión de las empresas fue entregada a los consejos obreros elegidos, la de los servicios públicos, a los comités de gestión social, y el país fue dividido en grandes comunas autogestionadas. Yugoslavia mejoró sus relaciones con sus vecinos: con Italia, a la que cedió la zona alta de Trieste, mediante los Acuerdos de Londres de octubre de 1954; con Turquía, mediante el Acuerdo de Ankara de 1953 y con Grecia, mediante la Alianza de Bled de 1954.
A la muerte de Stalin, en 1953, se produjo un alivio en las tensiones con la URSS, que desembocó en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas en 1955. Por otra parte, Yugoslavia aspiró a participar en la dirección de los países no alineados; así, Tito presidió una conferencia, en septiembre de 1961 en Belgrado, que votó una propuesta de desarme general, la liquidación del colonialismo y la reorganización de la ONU. Tras los acuerdos con el COMECON (1964), Austria (1965) y EE.UU. (1966), Tito reorganizó la Liga Comunista, y continuó el plan interior de descentralización a nivel de repúblicas, nacionalidades y comunas, y su con su política de liberalización. En el plano económico, devaluó el dinar e instituyó un “dinar pesado”, en enero de 1966, a la vez que admitió la participación de capitales extranjeros en las empresas nacionales y realizó un acuerdo con la CEE en febrero de 1967.
Tito, reelegido en mayo de 1967, mantuvo su actitud distante respecto a la URSS, rehusó condenar al Partido Comunista Chino y condenó la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia en 1968, depuró el Partido, en febrero de 1970, e inició relaciones diplomáticas con la Santa Sede ese mismo año. A pesar de que las presiones soviéticas, brotaron en diversas ocasiones durante los años sesenta, el gobierno yugoslavo mantuvo su integridad frente a las injerencias externas.
Imagen: Escudo de la República Federal Socialista Yugoeslava (1943)