La
organización del ejército visigodo en Hispania fue parecida a la que tuvieron los
romanos, se hacía en base diez. La decaniae,
estaba compuesta por 10 hombres y la mandaba un decumano. Diez decaniae
formaban la centenae, 100 hombres,
mandada por un centenarius. Cinco centenae formaban la quingentenae, 500 hombres, mandada por un quingentenarius. Dos quingentenae formaban el millenario, 1.000 hombres, y por último
la tihiufa mandada por un thiufado, que era una unidad superior a
1.000 hombres, de entidad variable para cada ocasión. Además el ejército estaba
dividido en dos ramas: un cuerpo profesional (exercítus) y un cuerpo de recluta ocasional (hotis).
Al
rey pertenecía el mando en jefe de los ejércitos, así como la alta jurisdicción
civil y criminal, el nombramiento de los obispos, la convocatoria de concilios
y el derecho a hacer la paz y declarar la guerra. La monarquía, elegida
tradicionalmente por aclamación, fue evolucionando con el tiempo hasta terminar
en época de Recaredo siendo hereditaria. La guardia personal del rey estaba
formada por los spatarios y a sus
ordenes inmediatas quedaban los dux
exercitus —duques—, que en tiempo de guerra mandaban turmas o lo que es lo mismo fracciones del ejército de varios miles
de combatientes —diez a quince mil hombres—. El dux provinciae además de mando militar tenía atribuciones
administrativas en las provincias que regía. Subordinados a ellos quedaban los comes —condes— como jefes de una
comarca.
Entre
los visigodos prevalecieron las costumbres aristocráticas y por tanto la
caballería alcanzó gran importancia, al tiempo que degeneraba la primitiva
organización calcada de los romanos. Poco a poco se dio preferencia a los
ejercicios de destreza individual, torneos, palestras y carreras. Los infantes
quedaron por el momento postergados y la fuerza de un ejército se contó por el
número de lanzas de su caballería.
En
la uniformidad y armamento inicialmente no debieron diferir mucho de los demás pueblos
bárbaros: toscas vestiduras y largas cabelleras y barba —la decalvación era
entre los visigodos pena infamante—. Con el tiempo incorporaron parte del
vestuario militar romano y así nos aparecen con lorigas, coselete, peto, cota y
celada. La loriga entre las clases inferiores se reducía a un sayo grueso de
lana, pero entre las superiores se empleaba una túnica cubierta de láminas de
hierro o de bronce a modo de escamas. A estas armas defensivas añadieron un
escudo de grandes dimensiones. Las armas ofensivas eran: espada, venablo,
hacha, pértiga y cuchillo. También emplearon arcos y hondas.
Respecto
a las formas de combate no se sabe mucho, unas veces colocaban la Infantería en
el centro y la Caballería en las alas, otras emplearon formaciones compactas o
lineales en campo abierto. Debieron emplear máquinas de sitio copiadas de los
romanos, pero en castrametación no brillaron a su altura, se limitaron a trazar
un foso y poner una estacada alrededor de la posición defensiva que ocupaban.
Foto 1: Guerreros visigodos:
1.
Caballería visigoda pesada del siglo VII
2.
Caballería visigoda del siglo VI
3.
Guerreros visigodos de infantería pesada (siglo VII) y de ligera (siglo
VI)
4.
Guerreros visigodos del siglo IV
Foto 2: Armamento visigodo
Fuente imágenes: web de miniaturas militares de Alfons Cánovas.
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