La situación de los esclavos negros
en los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX era terriblemente dura y cruel,
así un esclavo llamado Deslondes Charles protagonizó un episodio digno de
reseñar ya que al frente de 500 esclavos armados con azadas, hachas y cuchillos
lucharon hasta la muerte por su libertad
Este esclavo se inspiró en lo que
había sucedido en Haití años atrás cuando, entre 1791 y 1804, e inspirados por
los hechiceros Boukman y Mackandal, los cabecillas François Dominique
Toussaint-Louverture y Jean-Jacques Dessalines lideraron una
revolución contra el sistema esclavista instaurado en la colonia francesa de Santo
Domingo, que culminaría con la eliminación de la esclavitud y la proclamación
de la República de Haití.
Deslondes Charles, capataz de una
plantación esclavista en Nueva Orleans, inspirado en la revolución haitiana,
preparó su revolución de esclavos con la intención de fundar una república
independiente de negros en Estados Unidos. Sabía que se lo jugaba todo a una
baza y que sus posibilidades eran bien claras: libertad o muerte, y para ello
preparó minuciosamente durante meses lo necesario para formar "su ejército".
El 8 de enero de 1811, Deslondes montando
un caballo puso en marcha el mayor levantamiento de esclavos que se produjo
nunca en ese país, y se ponía al frente
de un ejército de 500 esclavos, organizados y uniformados, marchando en
formación al paso marcado por un tamborilero y ondeando sus banderas. Fueron pasando por las distintas plantaciones
para sumar más esclavos a su causa. Durante la marcha se quemaron plantaciones
y cultivos, y se recogían las armas y
municiones que encontraban a su paso. Dos colonos blancos fueron
asesinados, aunque sus familias no sufrieron daño alguno.
Dos días más tarde, a la entrada de
la plantación de Jacques Fortier en Nueva Orleans, un destacamento de tropas de
la milicia les estaba esperando y obligó al ejército de esclavos a dar marcha
atrás. La milicia, con mejor armamento y preparación cortó la retirad de los
esclavos y haciendo fuego sobre ellos muriendo gran cantidad de ellos en la
batalla. La sublevación había terminado.
Los que no murieron en el combate
fueron nuevamente esclavizados y el 13 de enero de 1811, un tribunal convocado
en la plantación de Destrehan y tras tres días de audiencias dictaminó las
siguientes condenas: unos 50 rebeldes fueron condenados a muerte y decapitados,
siendo sus cabezas clavadas en picas a
lo largo del camino. Otros 29 fueron
juzgados y colgados en las puertas de la ciudad. Deslondes Charles y dos
guerreros Ashanti fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento y posteriormente
decapitados, colando sus cabezas también sobre picas en el dique de Nueva
Orleans. Los que intentaron escapar por los pantanos y plantaciones fueron
perseguidos y ejecutados. Además, a los propietarios de los esclavos muertos se
les pago 300 dólares como indemnización por las pérdidas.
Aquel levantamiento, el mayor en
cuanto al número de esclavos implicados, apenas trascendió siendo considerados
como simples “actos aislados de bandidaje y pillaje”. Hasta entonces, las revueltas
habían sido menos numerosas y, sobre todo, más sangrientas, lo que justificaba las
brutales represiones. Con esta rebelión, el panorama había cambiado, se había producido
una batalla en toda regla entre dos ejércitos enfrentados y nada podía
justificar aquel baño de sangre. La mejor solución fue minimizar lo
ocurrido y no darle ningún tipo de notoriedad al hecho. Simplemente no había pasado.
Cerca estuvieron los esclavos
negros de alcanzar su idea de un estado negro, libre e independiente, en el
corazón de los Estados Unidos, pero ya nunca lo lograrían.
Foto: Dibujo de la Rebelión de
Deslondes Charles