don Victoriano Segrañés, Comandante en Jefe de los Voluntarios Catalanes |
Al
igual que los vascos, los catalanes también contribuyeron en la Guerra de
África de 1860 con la Unidad de Voluntarios Catalanes.
La
unidad se creó el 24 de diciembre de 1859 constaba de cuatro compañías y estaba
mandada por don Victoriano Sugrañés y Hernández, teniente coronel graduado y
capitán de infantería retirado. La Plana Mayor la completaban el teniente
ayudante don Manuel Vacaro y Vázquez y el subteniente don Federico Martínez
Aranzana. Las Compañías eran mandadas por los capitanes de infantería
retirados: don Manuel Rodríguez López Guars, la 1ª; don Antonio Giménez y
Bouder, la 2ª; don Martín de Rochenflué y Ortiz, la 3ª y don Antonio Menéndez y
Moron, la 4ª. Cada compañía tenía además
dos tenientes y un subteniente. Todos los oficiales estaban en situación de
retirados en el Ejército.
Voluntario Catalán |
Como
sucedió en el resto de regiones, fue la Diputación de Barcelona la encargada de
gestionar todo lo relativo a la Unidad de Voluntarios. En un principio cada población
que aportaba voluntarios debía costear la confección de los uniformes pero,
finalmente, el coste fue asumido por la Diputación de Barcelona y alcanzó la
cantidad de 10 000 duros. Este detalle fue correspondido por la reina Isabel II
quien envió a la Diputación una carta de agradecimiento. La uniformidad
constaba de un «gorro del país o barretina», 3 camisas de algodón, 2 pares de
calzoncillos, 2 camisetas de algodón, una túnica y un pantalón de pana, un par
de botines de cuero, 2 pares de alpargatas con peales, un morral‑mochila, una
manta y una bolsa de aseo. Los oficiales lo mismo pero el poncho como el de los
oficiales de Infantería.
Las divisas
eran para los capitanes tres galones de panecillo de plata que llevarán en la
manga de la túnica entre el codo y el hombro, en forma de ángulo cuyo vértice
se colocará dos pulgadas debajo de la costura. Los tenientes usarán dos galones
de la misma clase y forma y uno los subtenientes. Los sargentos usarán dos
galones y uno los sargentos segundos colocados como los de infantería del
Ejército y los cabos dos galones de estambre encarnado como los de los
regimientos de infantería. El armamento era una carabina rayada como la de los
Cazadores que se las entregó el Parque de Artillería de las existencias de los
almacenes.
Divisas de los Voluntarios |
Para el
reclutamiento se admitieron voluntarios entre los 17 y los 36 años con buena
resistencia física y sin estar sujetos a la próxima quinta. Mientras dure la
guerra quedarán acogidos a las leyes y ordenanzas militares. Cada compañía la
compondrán 125 hombres y entre ellos se elegirán a 8 cabos, 3 sargentos
segundos y un sargento primero, teniendo preferencia los que hubiesen
pertenecido a esas clases en el ejército o en los cuerpos francos. Su hubiese
voluntarios bastantes se formaría un segundo batallón con las mismas
características. Finalmente, la Unidad estuvo compuesta por 466 hombres, 312
del partido judicial de Barcelona y el resto distribuidos por toda Cataluña.
La
Unidad partió del puerto de Barcelona a bordo del buque “San Francisco de Borja” con destino a Tarifa. Su comandante al
embarcar dio el grito: «Adeusiau
barcelonins» (adiós barceloneses). El día 3 de febrero de 1860 la Unidad
llegó a Ceuta a bordo del buque “El
Piles”, justo antes de la batalla de Tetuán, siendo recibidos en la misma
playa por el general O’Donnell y toda su plana mayor. Fue el general Joan Prim,
conde de Reus y marqués de Los Castillejos, quien les dio la bienvenida y tras recordarles que
debían corresponder con su valor a los honores recibidos por el ejército “del
bravo O'Donnell, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios”,
les dijo la siguiente arenga en catalán:
Bandera de los Voluntarios Catalanes en la Guerra de áfrica de 1860 |
«Catalanes: Acabáis de ingresar en un ejército
bravo y aguerrido, en el ejército de África, cuyo renombre llena ya el
universo. Vuestra fortuna es grande, pues habéis llegado a tiempo de combatir
al lado de estos valientes. Mañana mismo marchareis con ellos sobre Tetuán.
Catalanes: Vuestra responsabilidad es inmensa;
estos bravos que os rodean y que os han recibido con tanto entusiasmo, son los
vencedores en veinte combates, han sufrido todo género de fatigas y
privaciones; han luchado contra el hombre y contra los elementos; han hecho
penosas marchas, con el agua hasta la cintura; han dormido meses eternos sobre
el fango y bajo la lluvia: han arrostrado la tremenda plaga del cólera; y todo
lo han sufrido sin murmurar, con soberano valor, con intachable disciplina. Así
lo habéis de soportar vosotros. No basta ser valientes: es menester ser
humildes, pacientes, subordinados. Es menester sufrir y obedecer sin murmurar.
Es necesario que correspondáis con vuestras virtudes al amor que yo os profeso,
y que os hagáis dignos con vuestra conducta de los honores con que os ha
recibido este glorioso ejército, de los himnos que han entonado las músicas en vuestro loor, del
general en jefe a cuyas órdenes vais a tener la honra de combatir; del bravo
general O´Donnel, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles
patrios…
Pensad en la tierra que os ha equipado y os ha
enviado a esta campaña; pensad en que aquí representáis el honor y gloria de
Cataluña; pensad en que sois depositarios de la bandera de vuestro país…y que
todos vuestros paisanos tiene los ojos fijos en vosotros para ver como dais
cuenta de la misión que os han confiado. Uno solo de vosotros que sea cobarde,
labrará la deshonra de Cataluña…
Y si así no lo hacéis; si alguno de vosotros
olvidase sus sagrados deberes y diese un día de luto a la tierra en que
nacimos, yo os lo juro por el sol que nos está alumbrando: ni uno solo de
vosotros volvería vivo a Cataluña…”
Si correspondéis a mis esperanzas y a las de todos
vuestros paisanos pronto tendréis la dicha de abrazar a vuestras familias y
dirán llenos de orgullo: “Tu eres un bravo catalán”».
¡Adelante, catalanes! ¡Acordaos de lo que me habéis
prometido! ¡Adelante!».
Víctor
Balaguer, cronista de la guerra, comentaba: «Después de la arenga, los
voluntarios catalanes desfilaron delante de O´Donnell y al verlos desfilar,
este se dirigió a Prim: “Me parecen algo faltos de instrucción”, a lo que éste,
contestó: “Mi general, mañana la completaran en el combate”».
Batalla de Wad-Ras. Cuadro de Mariano Fortuny. Museo Nacional de Arte de Cataluña |
La
Unidad de Voluntarios Catalanes tuvo su bautismo de fuego nada más llegar,
tomando parte destacada en la batalla de Tetuán donde murió su comandante
Victoriano Sugrañes. Los hechos de esta batalla se narraron así en el Diario de un testigo de la Guerra de África:
«Los voluntarios
catalanes han levantado su nombre con una singular hazaña. Los nobles hijos del
Principado iban de vanguardia mandados por el General Prim, pero en el instante
crítico al llegar a la artillada trinchera, los moros se ponen de pie sobre sus
parapetos y fusilan sin piedad a nuestros hermanos. Pero los catalanes no
retroceden. […] aunque la franja está llena de muertos y heridos unos 100
catalanes consiguen pasar.
El General
Prim se pone a su frente y con voz tremenda les grita en su lengua: “Adelante
catalanes no hay tiempo que perder” […] los voluntarios acometen como toros la
formidable trinchera. Prim va por delante el primero de todos. Ensangrientan
sus bayonetas y vengan a sus compañeros. Vítores sin cuento a la madre España».
Víctor
Balaguer en Los Españoles en África,
comenta sobre la muerte de su comandante:
El general Prim arengando a los voluntarios en la batalla de Wad-Rás. Cuadro de |
«Tan
brillantes resultados, Excmo. señor, no se consiguen sino con pérdidas
sensibles, doblemente cuando recaen en personas tan dignas y beneméritas como
las que tenemos que lamentar. Por el estado adjunto, verá V.E cuan cara nos ha
costado la victoria; solo llamaremos la atención de V.E sobre las nunca bien
lloradas del comandante don Victoriano Sugrañés y Hernández y don Mariano de
Moxó, muertos gloriosamente en su puesto, al conducir sus soldados a la
victoria».
Los
catalanes sufrieron cuantiosas bajas en la toma de Tetuán, pero no fue esa su
única hazaña. Cuando los rifeños cortaron el paso a los españoles en Wad-Ras,
en su marcha hacia Tánger, se produjo la batalla más dura y sangrienta de toda
la guerra. En un momento determinado del combate los batallones españoles fueron
rodeados por los rifeños, en ese momento el general Prim, a bayoneta calada,
lanza a los 250 voluntarios catalanes que quedaban a romper el cerco. Estos
heroicos hechos fueron inmortalizados por los cuadros de Mariano Fortuny y
Frances Sans i Cabot.
La
Diputación de Barcelona encargó el diseño de la medalla conmemorativa a Josep
Pomar i Lladó, se acuñó en los talleres de Bernat Castells, y constó de tres
categorías:
¾
Categoría
Oro: Fueron dos, una para el general Prim y la otra para el coronel Francesc
Fort Segura, quien comandó a los Voluntarios tras la muerte de Sugrañés.
¾
Categoría
plata: 492 unidades, medalla de pecho para los soldados que regresaron.
¾
Categoría
bronce: 140 unidades, medallas de mano para los familiares de los muertos en
combate.
Madallas de plata y bronce (de mano) |
Según
el historiador Alfredo Redondo, regresaron a casa 237 de los 466 voluntarios,
con pensiones garantizadas en función de la condecoración recibida y un
ofrecimiento por parte de la Diputación de Barcelona de trabajo en alguna de
sus obras.
También
se conoce a los Voluntarios Catalanes en la Guerra de África como «Los
Voluntarios de Prim»
Cartel conmemorativo del regreso de los Voluntarios Catalanes |