Este verano he visitado la aldea de El Rocío y he
de reconocer que me impresionó bastante, aunque había visto imágenes, cuando
salían en televisión con la romería, no me hacía la idea hasta que no la he
visto.
Es un lugar singular y especial que conserva el
encanto rural que se mezcla con la devoción mariana y con el atractivo
turístico. Una aldea sin asfaltar y con los amarres para los caballos por toda
ella le confieren ese encanto de parecer un pueblo salido de una película.
La historia de
“El Rocío y de cómo se instauró el culto a la Virgen”, llamada la Blanca
Paloma, es la siguiente:
El
rey Alfonso X el Sabio reconquista a los musulmanes Niebla y todo el
territorio de su reino de Taifa en 1262. Hacia 1285-1300 se construye una ermita
de estilo mudéjar, en un paraje junto a dos cotos de caza reales —Lomo de
Grullo y La Rocina—, en honor a Santa María de las Rocinas dando gracias por
ese hecho, — se solía levantar una ermita en los lugares reconquistados al
Islam—, y en ella puso una imagen, una talla completa, de una Virgen.
Esos son los hechos históricos, pero la tradición, según relata José A.
Zamora Moya en su obra “Vivencias: La Romería del Rocío”, cuenta que “en el siglo XV Gregorio Medina, un cazador
de Mures —actualmente Villamanrique de la Condesa—, encontrándose junto con sus
compañeros de cacería, le tocó en suerte dirigirse a la zona de Las Rocinas,
lugar muy frecuentado por los cazadores, y allí en la chueca o hueco del tronco
de un árbol centenario halló la imagen de la Virgen de casi una vara de alto
hollada por las inclemencias del tiempo”.
“Al
volver a colocarla en su sitio pudo ver en la espalda de la talla la siguiente
leyenda: María de los Remedios me llamo”.
“Volvió
al pueblo de Almonte, a cuyo término pertenecía aquel sitio, dando cuenta de su
hallazgo. De esta población llegaron numerosos vecinos llevándose a dicha
localidad la imagen. La noticia llega a los demás pueblos de la zona, pero
entre los vecinos de Almonte y de Villamanrique surgió una disputa en torno a
la cuestión del acomodo de la imagen, que subsanaron siguiendo la costumbre de
la época, unciendo en unas carretas dos yuntas de bueyes y que su fuerza
decidiera el sitio donde se quedaba la Virgen. Ambas fuerzas quedaron igualadas
sin conseguir avanzar a un lado ni a otro. Este hecho se interpretó como
sentencia y se colocó la talla de la Virgen en el sitio en que fue encontrada,
construyéndose una ermita de diez varas de largo gracias a las limosnas de los
devotos”.
La historia oral que comparten los pueblos
de la comarca de Almonte, en sus Reglas
de 1758 relata que: “en el siglo XV un
cazador de Villamanrique, población en el borde de la Marisma del Guadalquivir,
encuentra, atraído por los ladridos de los perros, una imagen en el hueco de un
viejo árbol que al principio confunde con una muñeca; era un simulacro de la
Virgen del Rocío escondida desde la época de los moros. Dio cuenta a Almonte,
por ser el pueblo más cercano, pero también lo conocieron los de Villamanrique,
de donde era natural el cazador, que manifestaron su deseo de llevársela.
Sometieron ambos pueblos sus pretensiones al juicio de dos yuntas de bueyes que
uncidos a una carreta no pudieron avanzar en direcciones opuestas. El hecho fue
interpretado como el deseo de la Virgen de permanecer en el lugar mismo donde
fue hallada y allí se le levantó una ermita”.
Desde entonces ese lugar se llama Virgen de las
Rocinas.
En 1582 Almonte adquiere esas tierras y cinco años
después Baltasar Tercero, emigrado a Las Indias, envía una importante suma de
dinero para instituir allí una capellanía permanente, lo que le dará un gran
impulso y evitará que, como en otros casos, tanto la ermita como el culto
desaparezcan.
La Virgen, que es de talla completa, es vestida en 1635 con ropas de la época.
Se trata de prendas a la moda de los Austrias, que son las que lleva
actualmente. En 1653 la Virgen es proclamada como Patrona de Almonte y se
decide dedicarle unas fiestas el 8 de septiembre. En 1758 se cambia esa fecha
al día segundo de Pascua del Espíritu Santo —Lunes de Pentecostés— y también se cambia el
nombre de la Virgen, que pasa de Rocinas a Rocío. Por ser día del Espíritu
Santo le viene la denominación de la Blanca Paloma.
Las Hermandades rocieras tienen su origen
en el siglo XVII, siendo la primera de las filiales la de Villamanrique de la
Condesa (Sevilla), coetánea de las de Pilas (Sevilla), La Palma del Condado y Moguer (ambas
en Huelva) y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Desde entonces surgen otras muchas,
sobre todo en el siglo XX.
La ermita construida en tiempos de Alfonso
X permanece en pie hasta el famoso terremoto de Lisboa en 1755. Cinco años
después se inaugura un santuario mayor, reformado a principios del siglo XX que
finalmente es demolido para construir el actual templo, bendecido en 1969.
Son hechos destacables la coronación canónica de
la Virgen en 1919 y la visita del Papa Juan Pablo II en septiembre de 1992.
La Romería del Rocío, es una de las más
importantes y multitudinarias del mundo, tiene su origen en el año 1653, cuando
la Virgen de las Rocinas es nombrada Patrona de Almonte y se decide dedicarle
unas fiestas.
A pesar de que la Romería propiamente dicha
comienza el sábado, los romeros comienzan esta cita anual con el camino, que
forma parte de todo el ritual, unos días de convivencia, viajando a pie, a
caballo o en carreta y durmiendo bajo las estrellas, hasta llegar a la aldea.
Muchos dicen que "El Rocío es el
camino", ya que en esos días se comparte, se reza, se canta, se convive,
se vive en hermandad, se va hacia Ella. La duración depende de lo lejos que se
encuentre la población de la aldea almonteña, pero puede oscilar entre 1 y 7
días.
Las hermandades llevan en su cortejo el Simpecado,
—es una insignia que en las procesiones abre marcha en la sección de cofradías
de la Virgen, y que ostenta el lema “sine labe concepta”, es decir “sin pecado
concebida”, es la representación de La Virgen por excelencia—, romeros a pie, a
caballo, carretas de tiro, carros de tracción mecánica, todoterrenos... Y no
sólo hacen el camino los hermanos, sino que muchas personas se unen a estas
comitivas en su viaje —físico, emocional y espiritual— hasta la Blanca Paloma.
Los romeros suelen ir vestidos de forma muy
característica y típicamente andaluza: los hombres, de corto, y las mujeres,
con traje de flamenca, bata rociera o falda rociera. Y, por supuesto, no pueden
faltar los botos.
Existen varios caminos para llegar a El Rocío: el
Camino de los Llanos, que es el más antiguo y parte desde Almonte; el Camino de
Moguer, que es el que toman la mayoría de las hermandades de Huelva; el Camino
de Sanlúcar, que cruza el Guadalquivir por el Bajo de Guía y que es el que
cogen las hermandades de Cádiz, y el Camino de Sevilla, que es por el que
discurren las hermandades que vienen desde o atravesando esa provincia.
Tras el camino, la romería empieza a las doce de
la mañana del sábado con la Presentación de las Hermandades, un acto que se
prolonga hasta bien entrada la noche y que consiste en el paso de las distintas
hermandades que peregrinan a EL Rocío —por orden inverso de antigüedad— ante el
Santuario, donde rinden pleitesía con su Simpecado.
Esa misma noche, a las doce, el Simpecado de la
Hermandad Matriz se dirige hacia al Santuario en lo que se conoce como el Rosario
de Almonte. El domingo de Pentecostés, a las 10.00h, tiene lugar en el Real la
Misa de Pontifical y por la noche, el Rosario. Para celebrarlo, y al calor de
las velas, las distintas hermandades se dirigen al Eucaliptal, desde donde
partirá el Simpecado de Almonte hacia el Santuario, totalmente abarrotado.
Cuando realiza su entrada, a una hora
indeterminada, los almonteños saltan la reja para sacar a su Patrona en
procesión. Arropada por miles de romeros, la Virgen del Rocío recorre las
calles de la aldea hasta pasado el mediodía del lunes, cuando vuelve a su
Santuario y da por concluida la Romería.
A partir de este momento, las hermandades
comienzan el camino de vuelta a sus localidades y la cuenta atrás para una
nueva cita con la Blanca Paloma.
Pero además de los actos de devoción, en El Rocío
también se canta, se baila, se come, se bebe, se disfruta... dando un buen
ejemplo del carácter abierto y alegre de la gente de esta tierra.
Un lugar que recomiendo visitar.
Fotos: Aldea, Santuario y Virgen del Rocío