lunes, 12 de diciembre de 2011

Deslondes Charles el esclavo que quiso crear una República de negros en EEUU


La situación de los esclavos negros en los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX era terriblemente dura y cruel, así un esclavo llamado Deslondes Charles protagonizó un episodio digno de reseñar ya que al frente de 500 esclavos armados con azadas, hachas y cuchillos lucharon hasta la muerte por su libertad
Este esclavo se inspiró en lo que había sucedido en Haití años atrás cuando, entre 1791 y 1804, e inspirados por los hechiceros Boukman y Mackandal, los cabecillas François Dominique Toussaint-Louverture y Jean-Jacques Dessalines lideraron una revolución contra el sistema esclavista instaurado en la colonia francesa de Santo Domingo, que culminaría con la eliminación de la esclavitud y la proclamación de la República de Haití.
Deslondes Charles, capataz de una plantación esclavista en Nueva Orleans, inspirado en la revolución haitiana, preparó su revolución de esclavos con la intención de fundar una república independiente de negros en Estados Unidos. Sabía que se lo jugaba todo a una baza y que sus posibilidades eran bien claras: libertad o muerte, y para ello preparó minuciosamente durante meses lo necesario para formar "su ejército".
El 8 de enero de 1811, Deslondes montando un caballo puso en marcha el mayor levantamiento de esclavos que se produjo nunca en ese país,  y se ponía al frente de un ejército de 500 esclavos, organizados y uniformados, marchando en formación al paso marcado por un tamborilero y ondeando sus banderas.  Fueron pasando por las distintas plantaciones para sumar más esclavos a su causa. Durante la marcha se quemaron plantaciones y cultivos, y se recogían las armas  y municiones que encontraban a su paso. Dos colonos blancos fueron asesinados, aunque sus familias no sufrieron daño alguno.
Dos días más tarde, a la entrada de la plantación de Jacques Fortier en Nueva Orleans, un destacamento de tropas de la milicia les estaba esperando y obligó al ejército de esclavos a dar marcha atrás. La milicia, con mejor armamento y preparación cortó la retirad de los esclavos y haciendo fuego sobre ellos muriendo gran cantidad de ellos en la batalla. La sublevación había terminado.
Los que no murieron en el combate fueron nuevamente esclavizados y el 13 de enero de 1811, un tribunal convocado en la plantación de Destrehan y tras tres días de audiencias dictaminó las siguientes condenas: unos 50 rebeldes fueron condenados a muerte y decapitados, siendo sus  cabezas clavadas en picas a lo largo del camino. Otros  29 fueron juzgados y colgados en las puertas de la ciudad. Deslondes Charles y dos guerreros Ashanti fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento y posteriormente decapitados, colando sus cabezas también sobre picas en el dique de Nueva Orleans. Los que intentaron escapar por los pantanos y plantaciones fueron perseguidos y ejecutados. Además, a los propietarios de los esclavos muertos se les pago 300 dólares como indemnización por las pérdidas.
Aquel levantamiento, el mayor en cuanto al número de esclavos implicados, apenas trascendió siendo considerados como simples “actos aislados de bandidaje y pillaje”. Hasta entonces, las revueltas habían sido menos numerosas y, sobre todo, más sangrientas, lo que justificaba las brutales represiones. Con esta rebelión, el panorama había cambiado, se había producido una batalla en toda regla entre dos ejércitos enfrentados y nada podía justificar aquel baño de sangre. La mejor solución fue minimizar lo ocurrido y no darle ningún tipo de notoriedad al hecho. Simplemente no había pasado.
Cerca estuvieron los esclavos negros de alcanzar su idea de un estado negro, libre e independiente, en el corazón de los Estados Unidos, pero ya nunca lo lograrían.

Foto: Dibujo de la Rebelión de Deslondes Charles

jueves, 8 de diciembre de 2011

La Inmaculada Concepción , Patrona de la Infantería Española

La Inmaculada Concepción de Murillo.
Patrona de la Infantería Española
El 8 de diciembre se celebra la festividad de la Inmaculada Concepción de María, Patrona de España y de la Infantería Española.

Esta devoción que profesa el infante español por la Inmaculada Concepción no viene de ahora sino que tiene sus antecedentes en los Tercios Españoles en los hechos acaecidos en el 7 de diciembre de 1585 en la isla de Bommel —entre los ríos Mosa y Waal— cuando los 5.000 infantes españoles del Tercio de Holanda que guarnecían la isla, mandados por Francisco Arias de Bobadilla, fueron sitiados por el conde de Holak, que mandaba la escuadra protestante. El bloqueo, la lucha continua y cruel y la falta de víveres y ropas secas va eliminando poco a poco a los infantes españoles que habían solicitado el auxilio infructuoso de Alejandro Franesio y del conde de Mansfield.

El conde de Holak les propuso una rendición honrosa a lo que los españoles respondieron: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra, ya hablaremos de capitulación después de muertos».

Al recibir esta respuesta el conde de Holak, recurrió a una solución diabólica, abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español, quienes tuvieron que refugiarse en el promontorio de Empel para no perecer ahogados, quedando sitiados por el agua y presos en tres islotes a merced de la escuadra protestante. Cuando peor lo estaban pasando, un soldado del Tercio rompió con un zapapico el hielo que cubría la trinchera, y al profundizar en la tierra tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca en la cual vio, con gran sorpresa y alegría, qué estaba pintada la Inmaculada Concepción.

El Milagro de Empel de Ferrer Dalmau
A los gritos de este soldado anunciando el hallazgo, acuden sus compañeros que la colocan sobre la bandera española y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada con estas palabras: “¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota; el milagroso hallazgo viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las banderas, se inutilice la artillería y abordemos de noche las galeras, prometiendo a la Virgen ganarlas o perder todos, todos, sin quedar uno, la vida?..."; "¡Sí, sí; queremos!", fue la unánime respuesta de aquellos héroes.

Aquella misma tarde, se levantó un viento fuerte e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles caminando sobre el hielo atacan a la escuadra protestante por sorpresa, al amanecer del día 8 de diciembre obteniendo una contundente victoria que obliga a los protestantes a levantar el cerco y retirarse, contándose entre el botín de guerra diez navíos de bastimentos de boca y armas, toda la artillería y munición enemiga y 2.000 prisioneros. Cuentan que el conde de Holak dijo: "Parece que Dios es español, al obrar, para mí, tan grande milagro".

Escudo de Infantería
Ese mismo día, 8 de diciembre de 1585, por aclamación, la Inmaculada Concepción fue nombrada Patrona de los Tercios de Flandes e Italia, fundándose una Cofradía bajo el titulo de Soldados de la Virgen, Concebida sin Mancha, siendo Bobadil1a el primer cofrade y figurando en esta Cofradía todos los alistados en los Tercios de Flandes e Italia.

No será hasta el 8 de noviembre de 1760, cuando el papa Clemente XIII, por medio de la Bula "Quantun Ornamentun", la proclama Patrona de España, las Indias y sus reinos; aunque ese año no pudo celebrarse porque debido a las malas comunicaciones de la época, la noticia no llegó hasta el 12 de enero de 1761.

Será algunos años más tarde, el 8 de diciembre de 1854, cuando el papa Pío IX, en la Basílica de San Pedro, proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción de La Virgen María en la Bula "Ineffabilis Deus":
“la doctrina de la Bienaventurada Virgen María en el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos del Salvador del género humano, Jesucristo, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”,
e instauró esa fecha para que toda la Iglesia celebre dicha fiesta anualmente.

Celebración de la Inmaculada en el destavcamento de
Mostar España (Bosnia) en diciembre de 1995
En 1892, el general Primo de Rivera, siendo Inspector General de Infantería, pidió al Ministerio de la Guerra, en representación de los jefes de los regimientos de Infantería, que la nombrara Patrona del Arma, alegando que ya lo era de muchas unidades de Infantería, de la Academia General y de España. Esta demanda fue apoyada por el Ministerio y trasladada a la Reina Regente Dª María Cristina, quien la declaró por Real Orden del 12 de noviembre de 1892, Patrona del Arma de Infantería, con la advocación de Purísima e Inmaculada Concepción:
"Patrona de Infantería. Ministerio de la Guerra. Cuarta Sección. Excmo. Señor: Considerando conveniente para mantener vivo el sentimiento religioso en los diversos Cuerpos y dependencias del Arma de Infantería y estrechar los vínculos morales que unen a sus individuos lo propuesto a este Ministerio por el inspector general de la misma, en su comunicación de 27 de julio último, y teniendo en cuenta que ha sido aprobada la elección por el provicario general castrense, la reina regente del reino, en nombre de su augusto hijo del reino, en nombre de su augusto hijo el rey (que Dios guarde) se ha servido declarar Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción, que ya lo fué del antiguo Colegio Militar y lo es de la actual Academia General y de gran número de Regimientos. De real orden; etc. Dios guarde a V. E. Muchos años.”  Firma ésta Real Orden el general Azcárraga, Ministro de la Guerra. 

La Reina Regente María Cristina 
de Habsburgo. Fondo Histórico del Senado
Con la llegada de la II República, el 8 de diciembre dejó de ser festivo y fue sustituido por el Día del Ejército, que se celebraba el 7 de octubre, en conmemoración de la Batalla de Lepanto; pero durante la Guerra Civil fue restablecido y declarado “festivo a todos los efectos”, con fecha 14 de noviembre de 1938 (“Boletín Oficial" número 139), en la cual se dice que quedan establecidas las disposiciones que nombraban santos patronos y protectores de cada una de las Armas y Cuerpos del Ejército, Armada y Aire.

Además de Patrona de España, la Inmaculada es Patrona del Arma de Infantería y de los Cuerpos de Estado Mayor, Jurídico, Intervención, Farmacia, Veterinaria, Oficinas Militares, Eclesiástico y Geográfico del Ejército.

En el Museo del Ejército hay un estandarte de 1550 con forma de corneta donde está representada la Virgen, con su atuendo blanco y azul, que es como se representa a la Inmaculada.

lunes, 21 de noviembre de 2011

José Rebolledo de Palafox y Melci


Personaje central en los episodios de los Sitios de Zaragoza. Nacido aquí, fue el tercer hijo del Marqués de Lazán (Juan Felipe de Rebolledo de Plafox) y Paula Melci, una conocida familia aragonesa tradicionalmente católica y ligada a la corona. Educado por el Padre Boggiero acabó los estudios dominando varias lenguas. Se trasladó a la Corte donde ingresó en el Real Cuerpo de Guardias de Corps y forjó una gran amistad con el heredero al trono, Fernando. Cuando llamado por Napoleón Fernando VII abdicó en Bayona, Palafox tuvo que volver precipitadamente a Zaragoza en donde el pueblo le aclamó nombrándole Capitán General. Días antes el propio pueblo había depuesto y encarcelado al Capitan General Guillelmi por no haberles entregado armas con las que hacer frente al invasor. Con el nombramiento se hizo con el poder para liderar la defensa durante los dos Sitios, papel para el que supo rodearse de grandes colaboradores como Boggiero, Asso, Ric, etc

La defensa del primer asedio se realizó con pocos soldados y muchos voluntarios debiendo luchar casi casa por casa. En el segundo Sitio tuvo mayor apoyo militar pero la superioridad de la artillería francesa obligó de igual manera a la defensa de casa por casa. En muchos momentos se vio superado por las circunstancias y algunas de sus ausencias en momentos clave (15 junio o 4 de agosto) fueron muy comentadas. Con la resistencia agotada, sin avituallamientos ni víveres le sobrevino además la epidemia de tifus por lo que tuvo que delegar en la Junta de Defensa. Esta junta convino en aceptar la capitulación el 20 de febrero de 1809. Palafox fue tomado como rehén y  encarcelado en Vincennes donde permaneció cinco años. Con la firma del tratado de Valençay pudo regresar a España junto al rey. Juró la constitución de Cádiz de 1812 lo que le valió la desconfianza de su rey y ser tachado en la Corte de liberal. Aun así obtuvo muchos reconocimientos y distinciones como Capitán General de Aragón, Duque de Zaragoza, Comandante General de Alabarderos y Jefe del Cuerpo de Inválidos. Murió en Madrid a los 72 años y sus restos fueron trasladados a la cripta de la Basílica del Pilar de Zaragoza en el 150 aniversario de los Sitios.

Foto: General Palafox. Unceta y López. (Ayuntamiento Zaragoza)

sábado, 19 de noviembre de 2011

El Asedio de Acre


El Asedio de Acre fue un frustrado intento del Ejército de Oriente Francés al mando de Napoleón Bonaparte de tomar esta fortaleza otomana en su fallida expedición a Siria.
El 19 de marzo de 1799 el ejército francés de Oriente llega ante la fortaleza de Acre, defendida por 35.000 turcos al mando de Djezzar el Carnicero, Bajá de Damasco, a los que se han sumado cuatro días antes dos barcos ingleses al mando del comodoro Sidney Smith, que impiden a Napoleón desplegar todo su ejército contra la ciudad, al estar al alcance de sus cañones. Los 13.000 soldados franceses, que venían con pocos suministros, estaban  agotados de una larga  marcha de 250 km por el litoral costero sirio. Desde Gaza, además habían sufrido muchísimas bajas por enfermedad; el general Desaix informa que por entonces unos 1.400 soldados están afectados, padeciendo un centenar de ellos de ceguera.
El 28 de marzo, los franceses lanzan un primer asalto contra los muros de la ciudad, que fracasa. En abril, Bonaparte es informado de que un gran ejército turco se podría estar concentrando en torno al Jordán para atacarle por su retaguardia y socorrer a los sitiados. Napoleón encomienda una parte de sus tropas al general Kléber para realizar un reconocimiento del río Jordán.
Mientras continúa el sitio francés de Acre, el general Kléber llega al Monte Tabor a realizar el reconocimiento de la zona encomendado por Napoleón, siendo atacado por las fuerzas de Ahmed. Kléber organiza su defensa con tan sólo 1.500 hombres, formados en cuadros, que logran repeler al enemigo durante unas ocho horas. Cuando estaban a punto de quedarse sin munición, Napoleón llega desde Acre con 2.500 hombres y 2 cañones de refuerzo, sorprendiendo por completo a los turcos, que huyen, fracasando su intento de socorrer a la guarnición cercada; pero los sitiadores no consiguen con esta victoria ninguna ventaja estratégica ante ella o el resto de Siria. Los franceses sólo tienen 2 muertos y 60 heridos; las bajas otomanas se desconocen.
Del 1 al 10 de mayo se reanudan los bombardeos franceses contra la plaza y se realizan varios asaltos más, que resultan infructuosos. La moral de la tropa invasora se reduce al mínimo tanto por sus fracasos como por las enfermedades, hasta que finalmente comienzan a carecer de alimentos. Poco después, Napoleón se entera de que barcos británicos han salido de Rodas hacia Egipto transportando tropas turcas.
Bonaparte achaca la victoria otomana en Acre a la presencia del comodoro Smith. Además le informan de que los turcos ya desembarcaron en marzo otro contingente en Egipto, en la retaguardia francesa, por lo que debe volver inmediatamente. Los franceses han perdido más de 2.000 hombres en el sitio de Acre, casi todos por enfermedad, y varios miles más están aún convalecientes.
El 20 de mayo, Napoleón levanta el sitio del Acre y al día siguiente el contingente francés se retira hacia Egipto, a donde sólo retornarán unos 7.000 soldados. La expedición francesa a Oriente Próximo se revela como un desastre, y Bonaparte comienza a pensar otra forma de burlar el bloqueo naval británico y volver a Francia, aunque sea en solitario.
Finalmente, el 14 de junio de 1799, Napoleón se retira de Siria y regresa a El Cairo.

Foto: Asedio de Acre por Napoleón en 1799. Tipografía original de Boussod & Valadon. 1890

lunes, 24 de octubre de 2011

Las Cartillas de Racionamiento


Los años de la dictadura en España fueron tiempos de cartillas de racionamiento, de penurias, de escasez… Pero también dicen que el hambre agudiza el ingenio y de eso en este país vamos “sobraos”.
En los años 40, debido a la guerra,  a la política económica de Franco y al aislamiento internacional, en España escaseaban los alimentos. El gobierno decidió controlar la distribución de las mercancías, asignando a cada persona cierta cantidad de los productos básicos más escasos: azúcar, arroz, aceite, pan, judías..., que había que recoger con la Cartilla de Racionamiento. Estas cartillas se establecieron el 14 de mayo de 1939 y se suprimieron en 1952.
Funcionaba la distribución de alimentos mediante la asignación de una cartilla personal llamada "Cartilla de Racionamiento", que mediante cupones y previo pago de los mismos se asignaba a cada ciudadano, alimentos de primera necesidad. El suministro lo designaba la Comisaría General de Abastos que cada semana anunciaban públicamente el porcentaje, la cantidad y precio de los alimentos que se adjudicaban.
Cada ciudadano tenía asignado el proveedor o tienda de comestibles que podía utilizar. Era imposible adquirir de una forma legal cualquier alimento que no estuviera controlado por el Racionamiento, salvo que se acudiera al mercado negro que se llamaba "estraperlo", con precios por muy encima de lo establecido por la Comisaría de Abastecimientos. Las personas que se salían de la normativa legal tenían altos riegos de ser condenados con penas de cárcel.
«Las cartillas eran de 1ª, 2ª o 3ª categoría» en función del nivel social, el estado de salud y el tipo de trabajo del cabeza de familia. Los productos que se entregaban eran básicamente: garbanzos, boniatos, bacalao, aceite, azúcar y tocino; de cuando en cuando se encontraban maravillas como café, chocolate, membrillo o jabón. Rara vez se repartía carne, leche o huevos, que sólo se encontraban en el mercado negro.
Se presenta una tabla para hacer idea de los alimentos que se suministraba a cada persona por semana, que podía cambiar según las necesidades, cantidad y alimentos circulantes en cada momento según criterio de Comisaría de Abastecimientos.

-Un cuarto de litro de aceite.
-Cien gramos de azúcar terciada.
-Cien gramos garbanzos.
-Doscientos gramos de jabón.
-Un kilo de patatas.
-Un bollito diario de pan

La leche era uno de los bienes más preciados en un país que libraba una batalla contra el hambre que dejaron las balas. El pan, que era negro, porque el blanco era un artículo de lujo, quedó reducido a 150 ó 200 gramos por cartilla. Muchas veces en las casas se hacía el pan por la noche para evitar a los agentes de la Fiscalía, pero al día siguiente lo encontraban por el olor y decomisaban el pan. A veces la gente desenterraba los animales muertos y se los comía. Se tenía que contar con el permiso de las autoridades para hacer la matanza. Lógicamente la cantidad de comida era insuficiente y la gente tenía que buscarse la vida. Los gatos se degustaban por liebres (”dar gato por liebre”), patatas a lo pobre, patatas al Avión (patatas hervidas con laurel y un toque de colorante marca “el Avión”), leche aguada, guisos de castañas y bellotas, achicoria por café… Pero el más curioso de todos: “tortilla de patatas sin patatas ni huevos”.

La parte blanca de las naranjas situada entre la cáscara y los gajos se apartaba y se ponía en remojo a modo de patatas cortadas. Los huevos eran sustituidos por una mezcla formada por cuatro cucharadas de harina, diez de agua, una de bicarbonato, pimienta molida, aceite, sal y colorante para darle el tono de la yema.

No sé cuál sería el resultado final de esta peculiar tortilla pero no me diréis que no era ingenioso.

Foto: Cartilla de Racionamiento del Estado Español, Colección de Cupones de Racionamiento y Tarjeta de Abastecimiento de 1945.

viernes, 21 de octubre de 2011

Los pecados del Vaticano II: El Concilio Cadavérico


El episodio más macabro del papado es, sin duda, el conocido como "concilio cadavérico" o "sínodo del cadáver". 
Tras la muerte en 888 de Carlos el Gordo, el Imperio carolingio se desmembró, disputándose la corona dos facciones: la de los francos orientales o alemanes y la de los francos occidentales o franceses.
El entonces papa Formoso, hombre inteligente y activo, coronó en febrero de 891 a Lamberto de Espoleto, líder de los franceses, pero más tarde se retractó y un año después impuso la corona imperial a su rival Arnolfo de Carintia, rey de los francos orientales. A la muerte de Formoso, en el año 896, le sucedió Bonifacio VI, que sólo duró quince días en el pontificado, siendo elegido nuevo papa Esteban VI, un ferviente partidario de los Espoleto. 
La indignación por la consagración que había hecho Formoso de Arnolfo como emperador era de tal magnitud que, a instancias de Agiltrudis, madre de Lamberto, Esteban VI reunió y presidió un sínodo para procesar al difunto papa: se exhumó su cadáver momificado y, revestido de sus ornamentos pontificios, fue sentado en un trono y sometido a juicio. 
El proceso fue una pantomima: se acusó a Formoso de distintos delitos como el perjurio y la violación de cánones, y de su defensa se encargó un diácono que contestaba a las acusaciones en su nombre. Formoso fue condenado, se le despojó de sus dignidades papales, se le amputaron los dedos pulgar, índice y corazón de la mano derecha, que era con los que impartía la bendición, y se arrojó su cuerpo al Tíber. Según algunas crónicas, el cadáver quedó varado en las redes de unos pescadores, y según otras, fue recogido por un eremita, pero el caso es que se conservó y se le dio una sepultura clandestina. En el verano de ese mismo año se produjo una rebelión popular que terminó con el pontificado de Esteban VI, que fue encarcelado y más tarde estrangulado en la prisión. 
A Esteban VI le sucedió Romano y a éste Teodoro II, que celebró un nuevo sínodo para rehabilitar la figura de Formoso, volviendo sus restos a San Pedro con todos los honores dignos de un papa. El pontificado de Formoso abrió lo que se conoce como "siglo oscuro" o "siglo de hierro". A lo largo de esta centuria se sucedieron treinta papas, de los cuales más de la mitad murieron de forma violenta, a menudo después de ser depuestos y de sufrir cárcel, torturas y terribles mutilaciones.

Foto: Esteban VI en ‘el juicio al papa Formoso’ obra de 1870 de Jean-Paul Laurens, Museo de Bellas Artes de Nantes
Fuente: Revista Memoria, Historia de cerca, nº XXXI. www.revistamemoria.es

jueves, 13 de octubre de 2011

El Caballo de Troya


Mientras los griegos buscaban el modo de entrar en Troya, ciudad que mantenía un asedio de  diez año en los que ni Agamenón, Ulises ni Aquiles habían logrado traspasar sus muros. Entonces el inteligente Odiseo ordenó la construcción de un enorme caballo de madera. El caballo debía tener la particularidad de estar hueco por dentro, para que los soldados se pudieran esconder en él.

Una vez que la estatua de madera fue construida por el artista Epeo, Odiseo y treinta y nueve guerreros griegos más se introdujeron en el hueco del caballo. El resto de la flota griega se retiró abandonando al caballo, para que los troyanos creyeran su retirada, siendo Sinón el único hombre dejado atrás.
Cuando los troyanos se percataron de la presencia del caballo se maravillaron ante sublime creación, mientras que Sinón fingió estar furioso con los griegos por haberle dejado atrás.
Sinón les hizo creer a los troyanos que el caballo era un regalo de los dioses a modo de amuleto para que Grecia ganase la guerra. De hecho, el tamaño del caballo era inmenso para que los troyanos no lo pudieran introducir en la ciudad, y así robarles el amuleto que les daría la victoria definitiva en la guerra.
Casandra, portadora del don de la profecía, se opuso a la introducción del caballo en la ciudad, ya que sabía que ese sería el fin de Troya, pero la maldición del dios Apolo evitó que nadie la creyera. Esa misma noche, los troyanos celebraron lo que creían que era su victoria introduciendo el caballo en Troya con todo el esfuerzo que fue necesario.
Una vez que el caballo se encontraba dentro de las murallas de Troya, el ejército griego regresó sigilosamente durante la noche. Cuando Troya dormía, Sinón dejó salir a los guerreros griegos del caballo, y masacraron al pueblo troyano.  Los soldados abrieron las puertas de la ciudad a sus compañeros  y esa misma noche la inexpugnable Troya cayó en manos de los griegos. Príamo, el rey de Troya, fue asesinado mientras se acurrucaba en el altar de Zeus, y Casandra fue arrancada de la estatua de Atenea, violada y abandonada a su propio destino, un destino que su maldición le impediría evitar.

Foto: Fotograma de la película "Troya" con los troyanos celebrando junto al caballo la retirada de los griegos.


lunes, 10 de octubre de 2011

El Tío Jorge


Jorge Ibor y Casamayor «el tío Jorge» era un labrador honrado y vecino del Rabal, antes de la Guerra de la Independencia. Durante ella fue un jefe popular y uno de los que más se señalaron por la exaltación de su patriotismo y su carácter determinante.
Fue nombrado capitán de la Guardia del General y murió como consecuencia de las fatigas y del afán que había sostenido durante el sitio de Zaragoza en noviembre de 1808 con cincuenta años.
Participó en el levantamiento popular de mayo, pidiendo las armas de la Aljafería y deteniendo en ella a Guillelmi, y fue quien encabezó el grupo de labradores que fueron a La Alfranca para instar a Palafox a que tomase el mando.
El mismo Palafox lo nombró capitán de la «Compañía de Escopeteros del Arrabal» que hacía las funciones de guardia personal del capitán general.
Lo cierto es que no murió de fatigas sino por la epidemia de tifus que comenzó a extenderse por la ciudad justo antes de la segunda llegada de los franceses, el 15 de noviembre de 1808. Por expreso deseo de Palafox fue enterrado en el panteón de la ilustre casa de los marqueses de Lazán.

Con motivo del centenario de su muerte, la ciudad de Zaragoza le dedicó una placa en la casa en la que nació en el barrio del Arrabal, en la que podía leerse:

Al "Tío Jorge", al insigne ciudadano D. Jorge Ibor y Casamayor, espejo de patriotismo en el alzamiento de Zaragoza, brazo invicto de su primera defensa, dedican esta memoria, con ocasión del primer Centenario de los Sitios, la Patria y la Ciudad, agradecidas".

Foto: Monumento al  tío Jorge de Angel Orensanz (1968) situada en el Parque tío Jorge de Zaragoza.

domingo, 9 de octubre de 2011

La Galana


Juana Galán, apodada "La Galana", fue una famosa guerrillera, de las muchas que hubo a lo largo de la Guerra de la Independencia (1808-1814).
Nacida  en Valdepeñas en 1787, Juana era la mayor de siete hermanos de una familia burguesa que regentaba una fonda y taberna a la entrada de la villa. El trabajar en el negocio familiar le proporcionaba una excelente fuente de información, siendo considerada la mujer mejor informada de la localidad.
Cuando el 6 de junio de 1808, la villa de  Valdepeñas tiene que defenderse  contra las tropas de Napoleón (la Contienda de Valdepeñas), ella misma animó a las mujeres a salir a luchar ante la falta de hombres suficientes para hacerlo. Las mujeres colaboraron en el combate vertiendo por las ventanas agua y aceite hirviendo sobre la soldadesca francesa, mientras que Juana se armó con una porra y salió a la calle a luchar cuerpo a cuerpo contra la caballería francesa. Gracias a esta contienda, los franceses abandonaron toda la provincia de La Mancha y se retrasaron en la batalla de Bailén, que acabó en victoria para los españoles. Por esta acción se le concedió a la villa de Valadepeñas el título de "Muy Heroica".
Juana Galán contrajo matrimonio el 2 de mayo de 1810, con Bartolomé Ruiz de Lerma, natural de Valdepeñas , con quien tuvo dos hijas. A causa de su último parto falleció el 24 de septiembre de 1812, el mismo día en que se declaraba La Mancha liberada de las tropas napoleónicas, con la entrada triunfal de Francisco "Chaleco" en Valdepeñas.
La acción de "La Galana" supuso para la ciudad de Valdepeñas un símbolo histórico-artístico de resistencia, heroicidad, fortaleza, patriotismo, y, sobre todo, de liberación feminista.
Ha sido representada en numerosas obras de arte local. Se la suele representar de pie, sosteniendo sobre la mano derecha una cachiporra, y en la izquierda sujetando a un soldado francés. También se la ha representado en el teatro en obras sobre la batalla de Bailén y la contienda de Valdepeñas.
En 2008, la compañía teatral toledana La Recua, utilizó a este personaje como protagonista de una recreación de unos mitificados fusilamientos, que amenizaba un mercado goyesco que recorrió varios puntos principales de España como acto principal del bicentenario de la Guerra.

Foto: Estatua de Juana "La Galana" en Valdepeñas, del escultor madrileño Francisco Javier Galán

domingo, 18 de septiembre de 2011

La Guerra de los Seis días Árabe-Israelí


Tras la crisis de Suez de 1956,  los cascos azules de la ONU separaron a las tropas egipcias e israelíes en un marco de paz muy inestable. Mientras las dos superpotencias consolidaron sus posiciones en el Oriente Próximo.
El 18 de mayo de 1967, Nasser pidió al entonces secretario general de la ONU, U Thant, la retirada de las fuerzas de la ONU estacionados en territorio egipcio. En un ambiente de creciente tensión, Egipto recibió el apoyo soviético y de los demás países árabes, mientras que Estados Unidos apoyó firmemente a Israel.
Israel acabó con la tensión lanzando un ataque por sorpresa el 5 de junio de 1967 en la llamada Operación Foco. La guerra fue un paseo militar para el ejército hebreo. El Sinaí egipcio, la franja de Gaza, Cisjordania, la ciudad vieja de Jerusalén y los Altos del Golán sirios cayeron en solo seis días en manos de Israel. El territorio ocupado por el estado hebreo pasó de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados a 102.400. Pese a las protestas de la ONU y el desacuerdo de las grandes potencias, el Parlamento israelí acordó el 23 de junio la anexión de la parte árabe de Jerusalén.
Las reacciones a la derrota árabe no se hicieron esperar, en la Conferencia de Jefes de Estado Árabes celebrada el 28 de agosto en Jartún (Sudán) se constituyó el "Frente del Rechazo". Los participantes se comprometieron a no reconocer y a no negociar ni concluir la paz con Israel. Mientras la OLP comenzaba a tratar de obtener su propia autonomía, dirigiendo la batalla contra el ocupante israelí.
Las Naciones Unidas adoptaron el 22 de noviembre de 1967 la resolución 242 en la que se estipula que Israel debe de retirarse de los territorios ocupados, según la versión francesa del texto, y de ciertos territorios ocupados, según la inglesa, y se afirma el derecho de cada nación en la región de vivir “en paz en el interior de fronteras seguras”.
La gran victoria de Israel en 1967 inicia el elemento esencial del problema palestino hasta nuestros días: la situación de los territorios ocupados de Gaza, Cisjordania y la parte árabe de Jerusalén.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La leyenda del Delfín de Francia, Luis Carlos de Borbón


El caso del Delfín, Luis Carlos de Borbón, hijo de Luis XVI y María Antonieta, los guillotinados reyes de Francia durante la Revolución Francesa, es curioso de conocer ya que la creencia popular defiende que el Delfín no murió en prisión, como se hizo saber, sino que fue sustituido por otro muchacho y que consiguió escapar de sus carceleros.
Posteriormente, tras la restauración de los Borbones en el trono de Francia, aparecieron muchos que decían ser el desaparecido Delfín. De todos los impostores el más famoso fue Carlos Guillermo Naundorff que fue quién defendió con mayor ímpetu su reclamación, aunque nunca fue aceptado como tal, un caso que podríamos asemejar al de la princesa Anastasia Romanov y Anna Anderson.
La leyenda es la siguiente:
En 1792 fue encarcelado con sus padres, en la prisión del Temple en París. Tenía 9 años. A la muerte de sus progenitores, en 1793, fue reconocido como rey de Francia por los monárquicos con el nombre de Luis XVII, pero mantenido en prisión por los revolucionarios. Tras pasar más de un año en prisión donde estuvo al cuidado de un zapatero llamado Antoine Simon que según las fuentes de la época trataba bastante mal al pequeño infante. Las terribles condiciones que tuvo que soportar comenzaron a hacer mella en su salud y así el 10 de Agosto de 1795 se anunció su muerte en prisión. Las pruebas datan la fecha de su muerte el  8 de junio de 1795 cuando contaba con 10 años de edad. A partir de este momento los rumores de su sustitución y huída fueron de gran calado en el pueblo francés.
Cinco personas que vieron el cadáver afirmaron que se trataba del Delfín, sin embargo, ninguna de ellas había visto jamás al príncipe en vida. Durante el funeral, muchos se extrañaron que se utilizara un ataúd demasiado grande para un niño. Después fueron surgiendo distintos indicios que hicieron firme la sospecha de una posible sustitución del Delfín.
Se dice que el matrimonio que tenía a su cargo la custodia del Delfín renunció a su misión el 19 de enero de 1794, cuando el niño contaba 9 años y daba muestras de una salud y constitución excelentes. Siete meses después, el general Paul François Jean Nicolas, vizconde de Barras, encargado de la prisión, fue a visitar al Delfín y se encontró con un adolescente de aspecto enfermizo.
Este cambio repentino en la salud del prisionero seria explicado después de 20 años por la mujer que lo tuvo a su cuidado. Ésta manifestó en un hospital a las religiosas que la atendían que ella y su marido introdujeron secretamente en la cárcel a otro muchacho y se llevaron al Delfín el día en que renunciaron a su trabajo. Nada más reveló a las monjas, aparte de exclamar: “¡Mi pequeño príncipe no ha muerto”!
Los acontecimientos que ocurrieron a continuación de la visita del general Barras al Delfín dieron rienda suelta a los rumores sobre su sustitución. Un carcelero, dijo al general que el muchacho era un impostor. Éste organizó inmediatamente la búsqueda del Delfín por todo el país. Mientras tanto, otros funcionarios del gobierno visitaron la prisión. Según uno de ellos, el muchacho era sordomudo; otro lo describió como la criatura más digna de compasión que jamás se haya visto. Un destacado banquero denunció como falso el certificado de defunción del Delfín y menos de un año después, él y toda su familia fue asesinada. Barras informó del caso a sus colegas del gobierno y anunció que toda la familia del banquero había perecido: “excepto el niño que ustedes saben”.
Esta manifestación del vizconde de Barras hacía ver que su búsqueda había tenido éxito la búsqueda y que los ministros sabían que el Delfín se hallaba en casa del banquero.
Ahora el problema era determinar quien era verdaderamente el muchacho que murió en la prisión del Temple. Al exhumar su cadáver en 1846, dos médicos declararon que contaba de 15 a 16 años, en lugar de 10. En 1894 se examinaron de nuevo los restos. Una vez más se llegó a la conclusión de que los huesos pertenecían a un muchacho de edad comprendida entre los 16 y 18 años. Cualquiera que fuese la verdad del asunto, el muchacho del ataúd no podía ser el Delfín.
Después de la caída de Napoleón en 1815, quedó restaurada la monarquía de los Borbones y aparecieron numerosos delfines. Veintisiete hombres pretendieron el título: es decir, todos ellos aspiraban al trono y evidentemente, eran farsantes. Pero, en 1836 surge en escena Carlos Guillermo Naundorff, con firmes pruebas en apoyo de su demanda de ser el heredero francés desaparecido.
Naundorf fue reconocido por la antigua niñera del Delfín y por el ex ministro de Justicia de Luis XVI. La hermana del Delfín, María Teresa, rehusó verlo, aunque se la habló de su parecido extraordinario con los miembros de la familia real. Sus partidarios  interpretaron la negativa de la hermana del Delfín como una confirmación de su derecho. Se sabía que María Teresa apoyaba a su tío Carlos —Luis XVIII— como rey legitimo.
La historia de Naundorff concuerda con la opinión generalizada de que el matrimonio de carceleros sacó secretamente de la prisión al Delfín para ponerlo a salvo. Se afirmaba, en cambio, que Barras lo había trasladado a otro lugar de la prisión y que en su puesto había colocado a un segundo muchacho. Luego, al morir este, el Delfín fue sacado ocultamente del país y llevado primeramente a Italia y después a Prusia, donde tomó el nombre de Naundorff.
Para presentar su demanda, Naundorff recurrió a los tribunales civiles; pero fue detenido y expulsado de Francia. Se refugió en los Países Bajos, donde las autoridades lo trataron con cierta consideración. También intentó fundar una iglesia cismática, sin éxito. Murió en Delft en 1845, y su certificado de defunción fue extendido a nombre de Luis Carlos de Borbón, de 60 años, hijo de Luis XVI y María Antonieta. Sus hijos adoptaron legalmente el apellido Borbón, que aún mantienen sus descendientes e insisten en sus derechos ante los tribunales franceses. También cabe otra posibilidad, la de que Luis Carlos hubiese vivido como un hombre vulgar, sin ser reconocido y sin haber querido revelar su identidad.
Esta es la leyenda que rodea a la figura de Luis XVII de Francia, conocido como “el Delfín desaparecido”.
Lo cierto es que la investigación llevada a cabo por el belga Jean-Jacques Cassiman y el alemán Bernard Brinkmann desvelaron las dudas que existían sobre el final de Luis XVII.  El resultado es tajante, las pruebas de ADN confirman que el pequeño de 10 años que el 8 de junio de 1795 murió de tuberculosis en la prisión parisina del Temple era, efectivamente, el Delfín, Luis Carlos de Francia, —Luis XVII—, el hijo de los guillotinados Luis XVI y María Antonieta. Uno de los mayores misterios de la Revolución Francesa quedaba desvelado al tiempo que desmonta las aspiraciones a un hipotético trono de Francia de quienes se decían sucesores del Delfín. Actualmente, Luis Alfonso de Borbón, sobrino del Rey de España, en cuanto jefe de la Casa de Borbón de Francia, y Enrique de Orleans, descendiente de Luis Felipe de Orleans, el último rey de los franceses, son ya prácticamente los únicos que pueden soñar con ceñirse la corona francesa, lo que resulta prácticamente imposible ya que, después de más de 130 años, la República está totalmente asentada e identificada con un pueblo que se siente orgulloso de ella.
Existe otra historia sobre este personaje y es la de su corazón conservado en una urna, pero esa la contaré en otra ocasión.

Foto: Retrato en busto de Luis XVII por Alexandre Kucharski, siglo XVIII © RMN / Gérard Blot. 

lunes, 12 de septiembre de 2011

La guerra más corta de la historia

El 27 de agosto de 1896 estalló la guerra más corta de la historia, duró tan solo 45 minutos y enfrentó al Imperio Britanico contra Zanzibar (Guerra Anglo-Zanzibariana). A la muerte del Sultán, pro británico, Hamad bin Thuwaini el 25 de agosto, su primo Khalid bin Bargash tomó el poder mediante un golpe de estado. Los británicos apoyaban a otro candidato Hamud bin Muhammed ordenaron a Bargash abdicar, a lo que se negó y logró formar, en un corto periodo de tiempo, un ejército de 2.800 hombres y utilizó el yate armado del anterior sultán, el H.H.S. Glasgow.

Los británicos, reunieron cinco naves de guerra en el puerto, justo frente al palacio y desembarcaron algunas compañías de Marines Reales para asistir a los “leales” (un ejército de Zanzibar, que favorecía al Imperio Británico) en total juntaron 900 hombres en 2 batallones al mando del general Lloyd Mathews, un antiguo teniente de la Marina Real. El sultán rebelde realizó esfuerzos de último minuto para negociar la paz a través del representante estadounidense en la isla, pero de nada sirvió este intento desesperado de tregua.

A las 09,00 horas de la mañana del 27 de agosto, el ultimátum británico expiró y las naves de la Marina Real abrieron fuego contra el palacio. El sultán tuvo que hacer una retirada precipitada al consulado alemán, donde le fue otorgado asilo.

El bombardeo se detuvo a los 45 minutos, cuando el Glasgow se hundió. Al final de la batalla, los británicos le exigieron a los alemanes que entregaran al sultán, pero escapó. Vivió en el exilio en Dar Es Salaam hasta que fue capturado por los británicos en 1916 y exiliado a Mombasa donde murió en 1925.
Esta guerra tiene el record de la más corta de la historia con una duración de 45 minutos. Los Zanzibarianos tuvieron 500 bajas por 100 de los británicos.

Foto: Imagen del Palacio del Sultán de Zanzíbar tras el bombardeo de la Marina Real Británica.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Salomón un rey justo

Dos madres solteras compartían una habitación, y cada una de ellas dio a luz un niño sobre el mismo día. Por la noche, una de estas madres por accidente, se dio la vuelta en la cama asfixiando a su bebé. Al despertarse en medio de la oscuridad, vio que su hijo yacía gélido e inmóvil, por lo que la avergonzada madre, cogió el bebé de su compañera de cuarto que aun dormía, colocando al bebé muerto en su lugar.

Posteriormente, la otra mujer despertó, y viendo al bebé muerto, comenzó a llorar por el dolor de su pérdida. Pero después examinó al niño, y se dio cuenta que ese no era el suyo. En el otro lado de la habitación, pudo comprobar cómo su compañera tenía a su bebe.

Las dos mujeres se presentaron ante el rey, luchando por la custodia del niño vivo.

¾ Escuche, mi señor -dijo la primera mujer-… El hijo de ésta murió una noche por haberse acostado ella sobre él; ella se levantó a mitad de la noche y me arrebató a mi hijo, mientras tu sierva dormía, lo puso a su lado, dejando al lado mío a su hijo ya fallecido.

La mujer siguió profiriendo que cuando se despertó a la mañana para dar de comer a su pequeño, encontró a su lado a un bebé muerto que no era el suyo, sino el de su compañera.

¾ No -gritó la otra mujer con enfado-, mi hijo es el que está vivo; es el tuyo el que ha perecido.

¾ No -exclamó la primera mujer-, tu hijo es el muerto; y el mío vive.

Qué espectáculo ofrecieron estas dos mujeres en el palacio, gritándose de manera mutua, dispuestas a tirarse de los pelos si las hubieran dejado. ¡Pobre Salomón! Nunca antes había presenciado un caso tal. ¡Ahora si que necesitaba la sabiduría que Dios le había garantizado!

¾ Acercadme una espada -ordenó contranquilidad; y cuando el siervo se la trajo, un insondable silencio se apoderó de la sala.

¾ ¿Qué querrá hacer con esa espada? -murmuró alguien.

¾ ¡Ahora, traigan al bebé! -mandó el rey.

Los asistentes mantuvieron la respiración. ¿Cortaría al niño por la mitad?

¾ Partid al niño vivo por la mitad —siguió ordenando Salomon— y entregad la mitad de él a la una y la otra mitad a la otra.

Un cuchicheo de pánico recorrió la estancia.

En principio, el soldado pensó que el rey estaba de broma, pero Salomón comenzó a mirar con ira la indecisión del súbdito. Lentamente este desenvainó su afilada y brillante espada y avanzó hacia la mujer que poseía el niño. De repente, la verdadera madre se lanzó a los pies del rey y suplicó:

¾ ¡No! ¡No, por favor! -exclamó la verdadera madre.- ¡Oh, señor rey!, dale mi bebé a esa mujer, pero vivo; que no lo maten.

¾ No -dijo la otra mujer sin compasión-. Ni para mí ni para ti: que dividan al bebé.

Entonces Salomón supo sin lugar a dudas, quién era la verdadera medre. La mujer que abdicaba en la partición, era la madre legítima del niño, y señalando a la mujer que había pedido que perdonaran la vida al pequeño ordenó:

¾ «Entregad a la primera el niño vivo; no lo matéis. Ella es su madre verdadera».

Al salir del juicio las dos mujeres, la curiosa historia de lo que ocurrió comenzó a propagarse. Yendo de boca en boca, llegó a los pueblos y aldeas hasta que en todo el país la gente se supo de cómo Salomón había reconocido a la verdadera madre del niño. “Todo Israel conoció la sentencia que el rey había emitido, y todos le admiraron, viendo que había una sabiduría divina con la que él podía hacer justicia”

Foto: El Juicio de Salomón de Nicolás Poussin. 1649. Museo Nacional del Louvre. Francia.

miércoles, 6 de julio de 2011

Caesaraugusta


La ciudad romana de Caesaraugusta se fundó sobre la ciudad ibero-sedetana pero profundamente romanizada de Salduie. Se data la fundación romana hacia el año 15 a.C., coincidiendo con la reorganización de las provincias de Hispania llevada a cabo por Augusto tras su victoria en las Guerras Cántabras. La nueva ciudad recibe el nombre de Colonia Caesaraugusta, siendo la única ciudad romana que gozó del privilegio de ostentar el nombre completo de su fundador.
La fundación de la nueva colonia se desarrolla de acuerdo con plano romano de las colonias militares de planta rectangular y división ortogonal, al modo de los campamentos legionarios. Participaron soldados veteranos de las legiones IV Macedonica ("Macedonia"), VI Victrix ("Victoriosa") y X Gemina ("Gemela"), licenciados tras la dura campaña contra los cántabros, con la doble intención de garantizar la defensa del territorio a la vez que se fija en él la presencia de Roma.
Caesaraugusta, también, es fundada como "Colonia Inmune", lo que supone entre otros privilegios el derecho a acuñar moneda y la exención del pago de impuestos, así como recibir los lotes de tierra en propiedad.
El Convento Jurídico Caesaraugustano es el más extenso de los siete en los que se divide la Tarraconense. Desde un principio, Caesaraugusta asume el papel de cabecera regional, sustituyendo en esta función a la Colonia Victrix Ivlia Celsa (Velilla de Ebro), y aprovechando su excelente ubicación en un enclave estratégico de primer orden como cabeza de puente sobre el río Ebro en un cruce de caminos junto a la desembocadura de los ríos Gállego y Huerva.
El periodo de esplendor de la ciudad se prolonga durante los siglos I y II y a él corresponden las grandes obras públicas, de las que se conocen restos del foro, el puerto fluvial, las termas públicas, el teatro y el anfiteatro. A esta época corresponden también la construcción del primer puente de la ciudad y el establecimiento de un complejo sistema de abastecimiento de agua y saneamiento. El perímetro de la ciudad en estos momentos, excede el que tendrá en los siglos posteriores y la población se extiende hasta la ribera del río Huerva, formando manzanas de casas organizadas a partir de un urbanismo reticular.
A partir del siglo III, Caesaraugusta también sufre el proceso de crisis generalizado en todo el mundo romano y prueba de ello es la construcción de una potente muralla (segunda mitad del siglo III), el abandono de grandes obras públicas como la red de alcantarillado o de abastecimiento de agua, y la destrucción de edificios públicos para reutilizar sus materiales en la construcción de nuevas obras civiles, como en el caso del teatro, para construir la muralla. No obstante, las noticias que hay sobre la época nos hablan del mantenimiento de la vida urbana y la actividad comercial siendo frecuentes las importaciones entre las que destacan los sarcófagos paleocristianos conservados en la iglesia de Santa Engracia.
A lo largo del siglo V Caesaraugusta se ve inmersa en un proceso de desintegración del poder imperial. En el año 409 se produce la llegada a Hispania de los primeros contingentes bárbaros, que habían invadido el territorio romano tres años antes. Desde entonces Caesaraugusta se convierte en una ciudad estratégica, por su situación y sus imponentes murallas, que juega un importante papel en las luchas por el trono de Roma. Incluso en este siglo fue sede imperial dos veces, aunque muy brevemente: en el año 410, durante el reinado de Constante, y en el 460, durante el reinado de Mayoriano. Las continuas incursiones de bandas de campesinos y ciudadanos arruinados, esclavos fugitivos, desertores y montañeses motivaron la intervención del ejército visigodo, aliado de Roma.
Foto: Murallas romanas de Caesaraugusta (Zaragoza)

martes, 5 de julio de 2011

El Señorío de Albarracín

Las circunstancias por las que atravesaron los reinos cristianos de la Península desde 1150 hicieron posible el nacimiento de diversos señoríos independientes creados por caudillos cristianos en las fronteras musulmanas. Ejemplos típicos de estos señoríos son los fundados por Gerardo Sempavor, el Cid portugués, en la Extremadura española; por Fernando Rodríguez el Castellano en Trujillo, y por Pedro Ruiz de Azagra, uno de los colaboradores del Rey Lobo de Murcia, en Albarracín.

El más hábil de todos fue sin duda Pedro Ruiz de Azagra, el señor de Albarracín, quien, oscilando entre Aragón y Castilla y con el apoyo de Navarra, logró no sólo mantener su independencia sino también aumentar sus dominios, obtener concesiones en Castilla y en Aragón y transmitir sus derechos a su hermano Fernando.

Fernando Ruiz mantuvo esta política de equilibrio aunque los honores recibidos en Aragón le obligaron a inclinarse más hacia el monarca aragonés del que era vasallo y en cuyo nombre poseía extensos territorios en la comarca turolense; pero la influencia aragonesa fue contrarrestada mediante una estrecha alianza con la Orden de Santiago, a la que nombró su heredera en Albarracín en julio de 1190.

La alianza de Fernando con Aragón y con Navarra era garantía de que estos reyes no intentarían ocupar Albarracín; y la donación a la Orden de Santiago, así como la vinculación de la sede episcopal de Santa María de Albarracín a la archidiócesis toledana, evitaban la intervención de Alfonso VIII de Castilla que no combatiría a los santiaguistas, a los que había confiado extensos territorios en las fronteras de su reino con los musulmanes.

Aunque el testamento inicial de Fernando fue modificado en diversas ocasiones y Albarracín pasó a los hijos de Fernando, la Orden de Santiago se convirtió en garantizadora frente a Castilla de la independencia del señorío, cuya posición geográfica llevó a los señores a una vinculación cada vez más estrecha con la monarquía aragonesa, a la que sería incorporado el señorío a finales del siglo XIII.

Foto: Albarracín

jueves, 16 de junio de 2011

La Torre de Belem


Debido al viaje que he realizado estos días a Portugal, iré poniendo algunas entradas referentes a la historia de Portugal y a algunos de sus lugares emblemáticos. El primero de ellos es la historia de la Torre de Belem en Lisboa. Un monumento impresionante que no debéis dejar de visitar si tenéis la oportunidad de ir a la capital lusa.
Lisboa, durante la Era de los Descubrimientos, fue adquiriendo cada vez más importancia y se convirtió en una ciudad cosmopolita donde se mezclaban las ideas y culturas propias de la época. Se convirtió en un puerto de escala obligada en las rutas del comercio marítimo y de ahí surgió la necesidad de protegerla de posibles ataques inesperados.
El rey Joao II concibió un sistema defensivo basado en tres fortificaciones: el Fuerte de San Sebastián de Caparica, la Torre de San Antonio en Cascais, y una Torre en Belém. A su muerte, fue su primo y sucesor Manuel I, quien terminó el proyecto defensivo ordenando construir la tercera torre.
Originariamente fue llamada Torre de San Vicente de Belém, en homenaje al santo patrono de Lisboa. El arquitecto encargado de su construcción fue Francisco de Arruda, que por entonces estaba a cargo de la construcción del Monasterio de los Jerónimos. Los trabajos comenzaron en 1514 y finalizaron en 1520.
La nueva fortaleza defensiva sustituyó a un antiguo navío artillado anclado allí, lugar desde donde partían las naves para las Indias. Originalmente fue erigida en una especie de isla cercana a la playa y según muestran dibujos de la época, el río la rodeaba completamente. La urbanización provocó el avance progresivo sobre las aguas del Tajo e hizo que la torre quedara prácticamente "amarrada" a la orilla.
La torre alcanza una altura de 35 metros, tiene cinco pisos y termina en una terraza. Las plantas se comunican únicamente por una pequeña escalera de caracol y son, de abajo a arriba: Sala del Gobernador, Sala de los Reyes, Sala de Audiencias, Capilla y Terraza.
Con el tiempo la estructura fue perdiendo su carácter defensivo original y fue utilizada sucesivamente como aduana, puesto telegráfico, faro y como prisión para presos políticos en el nivel inferior. Algunos historiadores sostienen que debido a su altura y a su ubicación, poco disimulada en el paisaje, la torre fue creada en realidad para funciones administrativas más que defensivas.
Comparada con las clásicas construcciones medievales, la Torre de Belem se diferencia de ellas por su abundante decoración, en un estilo que se conocerá como «manuelino» debido al gusto de Manuel I, con característicos elementos distintivos como esferas armilares, cuerdas retorcidas y cruces de la Orden de Cristo, a la cual pertenecía el rey.
En 1983 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO junto con el Monasterio de los Jerónimos, el Palacio da Pena de Sintra, el Castillo de Guimarães, el Castillo de Óbidos, el Monasterio de Batalha y el Monasterio de Alcobaça.
La torre de Belem es todo un símbolo de la época de mayor esplendor de Portugal, cuando marinos y aventureros se lanzaban a la mar en busca de fortuna
Foto: La Torre de Belem. Lisboa 2011.