Mientras los griegos buscaban el
modo de entrar en Troya, ciudad que mantenía un asedio de diez año en los que ni Agamenón, Ulises ni
Aquiles habían logrado traspasar sus muros. Entonces el inteligente Odiseo ordenó
la construcción de un enorme caballo de madera. El caballo debía tener la
particularidad de estar hueco por dentro, para que los soldados se pudieran
esconder en él.
Una vez que la estatua de madera
fue construida por el artista Epeo, Odiseo y treinta y nueve guerreros griegos
más se introdujeron en el hueco del caballo. El resto de la flota griega se
retiró abandonando al caballo, para que los troyanos creyeran su retirada,
siendo Sinón el único hombre dejado atrás.
Cuando los troyanos se percataron
de la presencia del caballo se maravillaron ante sublime creación, mientras que
Sinón fingió estar furioso con los griegos por haberle dejado atrás.
Sinón les hizo creer a los
troyanos que el caballo era un regalo de los dioses a modo de amuleto para que
Grecia ganase la guerra. De hecho, el tamaño del caballo era inmenso para que
los troyanos no lo pudieran introducir en la ciudad, y así robarles el amuleto
que les daría la victoria definitiva en la guerra.
Casandra, portadora del don de la
profecía, se opuso a la introducción del caballo en la ciudad, ya que sabía que
ese sería el fin de Troya, pero la maldición del dios Apolo evitó que nadie la
creyera. Esa misma noche, los troyanos celebraron lo que creían que era su
victoria introduciendo el caballo en Troya con todo el esfuerzo que fue
necesario.
Una vez que el caballo se encontraba
dentro de las murallas de Troya, el ejército griego regresó sigilosamente
durante la noche. Cuando Troya dormía, Sinón dejó salir a los guerreros griegos
del caballo, y masacraron al pueblo troyano. Los soldados abrieron las puertas de la ciudad
a sus compañeros y esa misma noche la
inexpugnable Troya cayó en manos de los griegos. Príamo, el rey de Troya, fue
asesinado mientras se acurrucaba en el altar de Zeus, y Casandra fue arrancada
de la estatua de Atenea, violada y abandonada a su propio destino, un destino
que su maldición le impediría evitar.
Foto: Fotograma de la película
"Troya" con los troyanos celebrando junto al caballo la retirada de
los griegos.
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