miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Diada, el día en que Cataluña se rindió a Felipe V

El 11 de septiembre de 1714. Óleo d'Antoni Estruch, 1909
Cada 11 de septiembre muchos catalanes celebran su fiesta o «Diada». ¿Por qué el 11 de septiembre y no cualquier otra fecha del calendario? Porque el 11 de septiembre de 1714 la ciudad de Barcelona se rendía a las tropas del rey Felipe V, de la dinastía de Borbón. ¿Luchaban los catalanes por su independencia? No, luchaban por colocar en el trono español al archiduque Carlos de Austria, una pretensión que la derrota les arrebató.
El 11 de septiembre de 1714 se enmarca en los estertores de la Guerra de Sucesión (1700-1714). Esta guerra dividió en dos bandos no sólo a los españoles, sino también, y primero, a los europeos. Cuando los aliados austracistas (Inglaterra, Holanda, Portugal, Austria) se dieron de baja en la contienda, ésta quedó sentenciada. Entonces Barcelona aún aguantó 13 meses de bloqueo antes de ser entregada. Rafael Casanova, conseller en cap, cayó herido, que no muerto, en esta batalla final.
El testamento de Carlos II
Para rememorar este lance histórico es necesario viajar más de tres siglos atrás. En 1700 el rey de España Carlos II, apodado El Hechizado, moría sin descendencia. En su testamento instituyó como heredero del trono a Felipe, duque de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV y también de la infanta española María Teresa de Austria. Rompía así, por voluntad propia y a pesar de las muchas presiones, con dos siglos (XVI y XVII) de reinados de la Casa de Austria en España e instauraba los reinados de la Casa de Borbón, que llegan hasta nuestros días. Pero esta ruptura iba a resultar traumática. Así lo explica el insigne historiador Ricardo de la Cierva en su monumental Historia total de España:
Felipe de Anjou, proclamado rey de España como Felipe V 
«El testamento de Carlos II, abierto a raíz de su muerte entre una enorme expectación de España y de toda Europa, fue de momento respetado en Europa pero pronto desencadenó la repulsa del Imperio austriaco –a la que se unió la Corona británica, por razones de conveniencia y equilibrio- y con ella la guerra de Sucesión española, que fue una guerra europea en el interior de España y una guerra civil española porque mientras la antigua Corona de Castilla aceptaba a Felipe V los territorios de la antigua Corona de Aragón reconocieron por Rey de España al archiduque Carlos, denominado aquí Carlos III».
Siguiendo la citada obra, el rey francés Luis XIV sabía que aceptar el testamento de Carlos II significaba la guerra europea contra Francia y España. Pero lo aceptó y presentó a su nieto Felipe como nuevo Rey de España ante la Corte reunida en el salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Le dio los siguientes consejos: debía ser un buen español pero no olvidar su origen francés; respetar las instituciones españolas, viajar continuamente por el país, sentir y demostrar un gran respeto por la Iglesia, cuyo poder e influencia en España eran decisivos, y acometer una profunda política de reformas para modernizar España.
Felipe V El Animoso llega a España
Con sus 17 años (había nacido en Versalles el 19 de diciembre de 1683), Felipe V entró en España con una resolución y confianza que le valieron el apelativo de El Animoso. Escribe De la Cierva: «Todos los reinos de Europa le reconocieron con mayor o menor sinceridad y los pueblos y ciudades de Guipúzcoa y Castilla le acogieron con entusiasmo desbordante». Después de aguardar unos días en Irún a que la reina viuda Mariana de Neoburgo se retirase a Toledo, llegó a Madrid el 18 de febrero de 1701. El 8 de mayo siguiente juró solemnemente como Rey de España ante las Cortes de Castilla reunidas en el convento de San Jerónimo el Real.
Ana María de la Trémoille,
princesa de los Ursinos
Casi al tiempo, la parisina Ana María de la Trémoille, princesa de Orsini o de los Ursinos, concertaba en Turín el matrimonio de Felipe V con la princesa María Luisa Gabriela de Saboya, que por entonces tenía 13 años. Antes de conocer a su mujer, «Felipe V salió para Barcelona y en el camino juró los Fueros aragoneses en la basílica del Pilar de Zaragoza en medio del entusiasmo popular. En Lérida juró por primera vez los Fueros de Cataluña y luego renovó sus promesas ante las Cortes reunidas en Barcelona el 12 de octubre. Se presentó ante los catalanes, que recelaban de sus propósitos, como celoso defensor de sus libertades —dice el gran historiador catalán Jaime Vicens Vives— y promotor de su progreso. Aprobó en Barcelona concesiones muy importantes como un puerto franco para la ciudad y el establecimiento del comercio catalán con las Indias…» El 3 de noviembre de 1701 se encuentra por fin con su esposa en Figueras, y los reyes instalan ese invierno su Corte en Barcelona.
La alianza austracista entra en liza
La guerra se empezó a gestar en Europa, no en España. «El emperador Leopoldo de Austria intrigaba en las cancillerías protestantes y marítimas de Inglaterra y Holanda contra la alianza dinástica franco española, que podría dominar con facilidad todo el continente americano (…) Entonces Guillermo de Orange, rey de Inglaterra y archienemigo holandés de España, concertó en La Haya el 7 de septiembre de 1701 la gran alianza europea contra Luis XIV; la firmaron Inglaterra, Holanda, Dinamarca, el elector de Brandeburgo a quien el emperador Leopoldo reconoció como rey de Prusia y por supuesto el propio emperador de Austria, cuya dinastía se consideraba la gran perjudicada por la sucesión borbónica española».
El Archiduque Carlos de Austria 

Las hostilidades estallan en Flandes e Italia en la primavera de 1702.Felipe V El Animoso llega por mar a Nápoles y consigue grandes victorias en la región del Po. Pero pronto la amenaza naval de las escuadras inglesa y holandesa se cierne sobre las costas españolas. Gracias al empuje y a las órdenes de la adolescente Reina María Gabriela, Cádiz resiste un asedio. Como dice Ricardo de la Cierva:
«Pronto creyó toda Europa que Felipe V perdería su trono inevitablemente; pero los agoreros no contaban con una especie de milagro, la adhesión inquebrantable y absoluta de la antigua Corona de Castilla a unos Reyes que apenas habían tenido tiempo de arraigar en España. La victoria final de Felipe V y María Gabriela se ganó en los campos de batalla de España, pero dependió sobre todo de la adhesión popular, un factor moral».
El príncipe Jorge de Darmstadt. Felipe V lo destituyó
 como virrey de Cataluña por su vinculación con la Casa de Austria
Sin embargo, el camino a la victoria sería largo y tortuoso. Entre 1704 y 1706 los borbónicos cosecharon importantes derrotas. Entre ellas, una muy dolorosa cuyas secuelas llegan hasta nuestros días: la pérdida de la ciudad de Gibraltar. El 4 de agosto de 1704, la escuadra anglo-holandesa del almirante Rooke consigue, gracias a una apabullante superioridad de fuerzas, la rendición de la plaza, defendida por don Diego de Salinas con 80 soldados y 470 milicianos. Los gibraltareños abandonan su ciudad solemnemente para instalarse en San Roque. El príncipe Darmstadt toma posesión de la Roca en nombre del Rey Carlos III de España. Inglaterra reconoce que ha conquistado Gibraltar para España el 17 de noviembre. Pero Rooke, que no consigue conquistar Ceuta, iza en el Peñón la bandera inglesa. Y desde entonces.
La causa de Carlos III arraigó en España en los territorios de Aragón, Valencia y Cataluña. El motivo político fundamental es que recelaban de la Administración centralista borbónica, y temían por la pérdida de sus propios fueros e instituciones, como finalmente sucedió. «El 8 de agosto la escuadra aliada fondea junto a Denia (…) la rebelión prende con fuerza en el reino de Valencia, sobre todo desde el éxito decisivo de la escuadra en Barcelona, frente a la que apareció el 22 de agosto». En Barcelona también se produce una división entre borbónicos y austracistas, pero pronto el apoyo a Carlos III se convierte en hegemónico: «Antes de acabar el año 1705 toda Cataluña le reconocía por Rey menos la ciudad de Rosas; y todo el reino de Valencia menos la ciudad de Alicante enarbolaba también su pendón».
La remontada borbónica
No cabe aquí un recorrido exhaustivo por la Guerra de Sucesión, pero es importante destacar dos batallas decisivas, que terminaron de inclinar la balanza del lado de los borbónicos. El 25 de abril de 1707 los dos ejércitos chocaron en Almansa (Albacete), donde las tropas del duque de Berwick infligieron a las de Lord Galloway y el marqués das Minas una severísima derrota. A raíz de este destrozo en el ejército rival, Berwick reconquistó Valencia el 8 de mayo y Játiva el 20 de junio, mientras que el duque de Orleans recuperó Zaragoza el 26 de mayo y Lérida el 14 de octubre. La segunda batalla decisiva es la de Villaviciosa y Brihuega, donde el duque de Vendôme obtiene una victoria total frente a los hombres de lord Stanhope. El duque de Vendôme, por cierto, dijo en cierta ocasión sobre Felipe V: «Jamás vi tal lealtad del pueblo con su rey».
Mapa de la Guerra de Sucesión Española

Fuera de los campos de batalla, otro hecho determinante vino a dejar la Guerra de Sucesión vista para sentencia. Se trata de la muerte del emperador José de Austria, hermano mayor del archiduque Carlos, lo que significa la sucesión de este al trono como Carlos VI. Ante este panorama, Inglaterra y Holanda deciden poner fin cuanto antes a la guerra para que no haya un Carlos III de España y VI de Alemania. Para Inglaterra, el equilibrio europeo ya no es lo que era. Los ingleses inician conversaciones en Utrecht el 29 de enero de 1712, de momento sin contar con España. Felipe V renuncia solemnemente al trono de Francia el 9 de noviembre de 1712. El 10 de julio de 1713 España firma el Tratado por el que entrega a Inglaterra Menorca y Gibraltar.
Cataluña se sabe y se siente sola y abandonada. Felipe V miraba ya hacia Barcelona con inevitables ganas de revancha política, sin perjuicio de cierta magnanimidad. En el Tratado de Utrecht el Rey de España concedía a los rebeldes catalanes «la amnistía y todos los privilegios que poseen y gozan y en adelante puedan poseer y gozar los habitantes de las dos Castillas, que de todos los pueblos de España son los más amados del Rey católico». En cambio, la emperatriz Isabel Cristina, esposa del ya Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, engañaba a los representantes y gobernantes catalanes con promesas cada vez más vanas.
Cataluña decide resistir
El gobierno de Cataluña estaba formado entonces por tres instituciones: los Consejeros de Ciento, que administraban la ciudad de Barcelona, la Diputación del General o Generalidad y la Junta de Brazos. Estas tres instituciones se reúnen en junio de 1713 y deciden resistir hasta el final. Juega un papel principal la Junta de Brazos, donde destacan tres claros líderes: el gobernador Pedro de Torrellas, el conseller en cap Rafael Casanova y el general en jefe de la defensa, Antonio de Villarroel y Peláez. Ante la negativa de Barcelona a entregarse, el duque de Pópoli inicia un bloqueo de la ciudad.
Antonio de Villarroel, nombrado
comandante general del Ejército de Cataluña.
El 14 de febrero de 1714 fallece la Reina María Luisa Gabriela, cuya actuación había sido importantísima para lograr la victoria de la causa borbónica. El Rey de España entra en depresión. Los dos hijos vivos que quedaban del valeroso matrimonio llegarían a ser reyes de España como Luis I y Fernando VI. Es posible que sin su esposa María Luisa Gabriela Felipe de Borbón no hubiera llegado a convertirse en el Rey que más tiempo ha reinado en España: 45 años (1700-1746, con una interrupción de nueve meses en 1724).
Cuando Felipe V vuelve a ocuparse de Cataluña, sus gobernantes no solo exigen el mantenimiento de sus fueros e instituciones, sino además tres millones de libras para compensar los daños de la guerra. Como contestación, Felipe V releva al duque de Pópoli por el duque de Berwick, el vencedor en Almansa. Este se pone al frente del asedio el 6 de julio, con un importante contingente francés y sin la más mínima oposición de Inglaterra. Cuenta con 40.000 hombres y 140 cañones para el tercer y definitivo asedio. «El mes de agosto es un asalto continuo» y el último amago de Inglaterra de interceder por los catalanes se queda en eso, en un amago.
La batalla final
Asalto final de las tropas borbónicas sobre Barcelona el 11 de septiembre de 1714
Y así llega el 11 de septiembre de 1714. A las cuatro y media de la madrugada se inicia el asalto borbónico, que emplean en la ofensiva a más de 20.000 hombres. «La resistencia se encona, algún bastión, como el convento de san Pedro, cambia de mano once veces. A las dos horas de lucha, y a ruegos del general Villarroel, Rafael Casanova tremola la bandera de Santa Eulalia que enardece a los defensores en el punto más comprometido». Tanto Casanova como Villarroel caen heridos. La dura batalla se prolonga durante todo el día, hasta que, «ya cerrada la noche, algunos consellers enarbolan bandera blanca».

El historiador catalán Ferrán Soldevila, en Síntesis de la historia de Cataluña, afirma: «La defensa fue tan heroica que suscitó el estupor y la admiración de toda Europa, ganándose el respeto de sus adversarios en sus figuras más dignas. El Consejo Municipal, que encabezaba Rafael de Casanova, fue el alma de la resistencia…» 
Casanova, añade De La Cierva, «consiguió ocultarse y pocos años después, incitado por sus familiares, se acogió al perdón real y residió hasta su muerte sin que nadie le molestara en San Baudilio de Llobregat».
No menos reseñable es el comportamiento del vencedor, el duque de Berwick. Escribe De la Cierva:
Estatua de Rafael Casanova y
 Comes en el Ayuntamiento de Barcelona
«El duque de Berwick, asombrado por el valor de los defensores, con quienes no se ensañó en momento alguno, otorga bajo palabra, pero sin firma, la capitulación; en la que ofrece la vida y la seguridad personal a quienes depongan las armas y la pena de muerte a quienes, de uno u otro bando, se desmanden después del armisticio. Tan admirable o más que la heroica defensa es el comportamiento de la ciudad al empezar la mañana: las tropas borbónicas entraban con orden, sin tropelías ni abusos, pero con sorpresa desmedida al contemplar cómo los barceloneses emprendían, en los comercios, los talleres y ante las casas, su quehacer diario como si no hubiese pasado nada».
Al gran periodista Jaime Campmany le gustaba recordar estos versos de Manuel Machado: «Que lo que sucedió no haya pasado, cosa que al mismo Dios es imposible». Esta idea, traducida al lenguaje vulgar, se expresaría, hoy, más o menos así: «Lo que pasó pasó, entre tú y yo». Dentro de un año se cumplirán tres siglos de la batalla del 11 de septiembre de 1714: el día que Barcelona se rindió al Rey Felipe V de Borbón.
Principales fuentes consultadas
Historia total de España. De Ricardo de la Cierva. Ed. Fénix. 1997.
Síntesis de la historia de Cataluña. De Ferrán Soldevila. Ed. Destinolibro. 1978.


Del Artículo publicado en ABC. Historia Militar de España por Francisco Delgado-Iribarren

martes, 10 de septiembre de 2013

Los Ejércitos Españoles a lo largo de la Historia (I). Los Iberos, Los Celtas y Los Celtíberos

LOS IBEROS
El mundo ibero es el resultado de la evolución de los pueblos del bronce final; de la zona sur, levante y área catalana, y la absorción por los mismos de las influencias de las civilizaciones fenicia (1100 a.C., Cádiz, Málaga, Adra y Almuñécar) y griega (700 a.C., Ampurias, Rosas y Denia). Algunos alcanzaron gran prosperidad y adelanto para la época (Tartessos, en la Bética).
Guerreros Iberos
Los cartagineses se establecerán en Ibiza (650 a.C.) como plataforma para el dominio de la costa  mediterránea. Acabarán con Tartessos sobre 500 a.C., y lucharán con Roma por el poder en la zona. Fundarán Cartago-Nova (Cartagena).
Se trata de un pueblo o grupo de pueblos, citados en las fuentes prerromanas. Cuando aparecen citados mercenarios ibéricos luchando junto a cartaginenses o griegos no sabemos si se trata de iberos o simplemente de gentes procedentes de Iberia (la península) que podrían ser celtíberos, celtas u otros pueblos no ibéricos.
Se sabe que no tuvieron una estructura monárquica, salvo en la zona meridional turdetana. Estuvieron regidos por jefes efímeros, hasta cierto punto asimilados a reyes. Se trataba de personajes que emergían como consecuencia de un empuje victorioso. Eran capaces, en un momento dado, de ampliar los límites geográficos de un pueblo o de una tribu. Por ello, no es aventurado pensar que los límites territoriales de los pueblos o tribus fueron móviles e inestables.
Entre los pueblos que los componían se puede identificar a los sordones con el Rosellón, los layetanos con la zona de Barcelona, cosetanos con el llano de Tarragona, ilergetes con Lérida (Ilerda), iacetanos con Jaca y sedetanos con Monegros y valle del Ebro (desde el sur de la Sierra de Alcubierre). En la comarca de las Cinco Villas estaban los suessetanos, lindando al oeste con los vascones, gentes que no se consideran hoy iberas. Por citar algunos más tenemos los ilercavones en la costa (desde el Ebro hasta Sagunto), los mastienos en la zona de Cartagena, los bastetanos en Andalucía oriental y los turdetanos en Andalucía central.
Mapa de los pueblos prerronamos en la Península Ibérica

El panorama social de los iberos se presenta muy vinculado a dos elementos clave: la tribu o pueblo y la ciudad. El núcleo base de organización social fue la ciudad. Ciudades con entidad de tal en la zona costera y poblados o aldeas en los núcleos de montaña del interior. Las ciudades se encontraban situadas en lugares elevados, de fácil defensa natural. Los lugares preferidos para asentarlas son la parte alta de los cerros o mesetas que presentan fácil acceso por uno de los lados.
Los íberos eran grandes guerreros, tal y como nos cuentan los relatos de los historiadores clásicos, por la abundancia de armas que encontramos en los yacimientos arqueológicos y por las representaciones iconográficas.
A la defensa natural se añaden siempre las murallas rodeando todo el núcleo habitado o limitadas a las zonas de acceso más fácil. En las puertas, a veces, aparecen cubos rectangulares y con el tiempo se asimila la costumbre romana de construir cubos semicirculares. El poblamiento está separado de la muralla. También se conoce la existencia de torres-atalayas en costas, vías o ciudades para alertar ataques. Permitían el enlace por la vista y se defendían con un número limitado de hombres repartidos entre la torre en sí y el recinto amurallado que la albergaba. Conocedores del hierro constituyen un pueblo bastante desarrollado.
Por Tito Livio se sabe que los iberos iban al combate entonando himnos de guerra, y por Estrabón que eran constantes las luchas entre sus pequeños estados. Atacaban en pequeñas fracciones, con armamento ligero, en los momentos inesperados para el enemigo. Su guerra tenía mucho de guerra de guerrillas, de acometidas sin despliegue. No parece que los íberos dispusieran de un ejército organizado. Conociendo bien el terreno, la forma usual de lucha sería la de guerrilla, es decir el ataque por sorpresa y la retirada inmediata. Sabemos por las fuentes que los íberos eran muy apreciados como mercenarios en las batallas entre griegos y cartagineses y más tarde en las tropas auxiliares romanas (auxilia).
Con todo, cuando lucharon como mercenarios con romanos y cartagineses se amoldaron a sus formaciones, sin por ello dejar de ser adversarios difíciles y resistentes. Con frecuencia, una montura acercaba a dos guerreros a la zona de combate para, en el momento oportuno, descabalgar uno y combatir a pie. La velocidad en el desplazamiento era fundamental.
Falcata Ibera, espada y puñal

Su armamento ofensivo estaba compuesto básicamente por la falcata, espada curva de punta aguda y de un único filo, tiene su antecedente en la machambra griega, y lanzas de dos tipos: de asta de madera con punta y contera de hierro, y de hierro en su totalidad (soliferrum). También emplearon el amentun, anilla de cuero engarzada en la lanza que permitía propulsarla con mayor fuerza. Completaba el armamento ofensivo la honda, destacando los honderos baleares.
Entre el defensivo, dos tipos de escudos, uno circular de tamaño medio similar a la caetra celtibérica y otro oval o rectangular de mayor tamaño (scutun) y aparición tardía. El casco iba del simple capacete al completo con cubrenuca y gran cimera. Empleaban las lorigas y corazas de cuero y lino grueso, en general poco extendidas, quizás los jefes y un número escaso de guerreros tuvieron la posibilidad de acceder a su posesión.
La acción guerrera debía considerarse una de las actividades más nobles y prestigiosas dentro de la sociedad, puesto que la aristocracia tenía un marcado carácter guerrero.

LOS CELTAS
Guerreros Lusitanos
Desde el Bronce Final van llegando a través de los pasos pirenaicos elementos de origen centro europeo (Bohemia, Alemania Oriental y Hungría, gentes de los Campos de Urnas). Estas gentes se desparramaron por el interior peninsular en diversas oleadas que se pueden situar entre el 1.000 y el 800 a.C., son las invasiones indoeuropeas denominadas célticas.
Los celtas ocuparon el resto de la península. En la meseta occidental fueron importantes los vettones primero y los vacceos después y, en la meseta sur,  los carpetanos y los oretanos. Los carpetanos en Alcalá de Henares y Toledo; es decir desde la Alcarria hasta el Guadiana (comprendían por tanto parte de La Mancha). Los oretanos iban desde Badajoz hasta el Segura, al norte del sistema mariánico. Por el oeste, los lusitanos se extendían desde el Duero al Tajo. Todos estos pueblos, decíamos, tienen en común pertenecer al grupo indoeuropeo; un término filológico por el cual se distingue un grupo de pueblos que tienen en común su lengua.

La denominada cultura castreña del noroeste, se asienta al norte del Duero, comprendiendo toda Galicia. Como su nombre indica, el elemento característico es el castro o recinto fortificado, establecido en la parte alta de las lomas. La preocupación defensiva es evidente; se construyen sólidas murallas que rodean por completo los recintos, incluso cuando por uno de los frentes existen obstáculos naturales que podrían haber ahorrado esfuerzo constructivo. 
Reconstrucción de un poblado celta. Poblado Cántabro de Argüeso
El sistema de defensa más simple consiste en fosos reforzados con empalizadas; pero lo típico son las murallas de piedra. Existen castros con un solo recinto pero lo más frecuente es que tengan dos o hasta tres, más o menos concéntricos.
Guerrero Astur

El resto de los celtas tampoco tiene ciudades como las del mundo ibero; vive en núcleos de población fortificados con murallas, formando a menudo más de un recinto. La diferencia con el grupo galaico estriba en el tipo de casa, circular u ovalada en aquel frente al rectangular de este.
Característica general de todo el grupo es la estructura tribal, con predominio ganadero sobre el mundo agrícola, la falta de ciudades y la tendencia al nomadismo. Frente a estas características hasta cierto punto arcaizantes, poseen una técnica metalúrgica del hierro suficientemente avanzada, que no permite incluir a estos pueblos en el grupo de gentes de formas de vida muy primitivas.

LOS CELTÍBEROS
Son el resultado de la fusión de los iberos con los celtas, divididos en cuatro grupos: celtíberos, arevacos, lusones y pelendones. Habitaban el sector oriental de la meseta y uno de sus centros básicos era la actual provincia de Soria, pero se extendían mucho más al sur, alcanzando parte de Teruel y casi toda la provincia de Cuenca. Para los romanos esta tierra tenía un clima duro y era económicamente pobre. Vinculados a una economía ganadera, explotaron el hierro del Moncayo y zonas próximas, desarrollando una depurada metalurgia del hierro.
Guerreros celtíberos

Se sabe que los celtíberos eran buenos fabricantes de espadas; armas que causaron el asombro de los romanos por su flexibilidad. A base de golpes en frío y de calor en el centro consiguieron tres cuerpos, dos duros y uno en medio, más blando.
Construyen sus poblados y ciudades en puntos elevados de fácil defensa envolviendo el contorno con un único lienzo de muralla adaptado a las irregularidades del terreno. Con el tiempo aparecen los torreones cuadrados o circulares, con preferencia en las puertas para posteriormente generalizarse en todo el recinto. Las casas se pegan a la pared interna de la muralla. A veces realizan fosos delante de la muralla.
Su armamento es de gran calidad. Por el año 250 a.C. Filón relata el proceso de fabricación de sus espadas. Tienen unos 60 cm, doble filo y punta, para fajar y hendir. Con antelación se empleó una muy corta de antenas atrofiadas, empuñadura metálica y decorada con rielados. Se llevaba cruzada casi horizontalmente en la cintura sujeta por anillas. También usaron un cuchillo parecido a la falcata ibérica. Parece ser que emplearon proyectiles de piedra para sus hondas, a semejanza de los honderos baleares. No debieron desconocer los "proyectiles incendiarios de barro".
Armas celtíberas

Emplearon el soliferrum y la falarica, lanza de abeto y hierro con la parte metálica larga para poder llegar al cuerpo tras atravesar el escudo. También emplearon la jabalina y la lanza. Las corazas debieron ser de lino y, en ocasiones muy raras, de malla o bien loriga escamada. Emplearon dos tipos de escudos: el pequeño circular, llamado caetra, propio de la infantería ligera de ascendencia celta y el largo ovalado de procedencia ibera empleado por la infantería pesada oscutari. El casco debió ser poco frecuente.
La infantería armada a la ligera era rápida y atacaba corriendo, siendo superior a la romana y púnica; no así la infantería pesada celtibérica peor pertrechada que ellas. La caballería no busca el choque, se mueve rápido, y ataca lanzando venablos, se retira e insiste en el hostigamiento sin empeñarse en acciones en fuerza.

Caetra . Escudo que utilizaban los pueblos celtas
Diodoro describe a los celtíberos así: “los celtíberos son crueles en sus costumbres hacia los malhechores y enemigos, pero honorables y humanos con los extranjeros. A aquellos que llegan ante ellos los invitan a detenerse en sus casas y disputan entre sí por la hospitalidad, y aprueban a todo aquel que atiende a los extranjeros, considerándolo amado por los dioses”….”Llevan sayos negros y ásperos, de una lana parecida al pelo de las cabras salvajes. Algunos celtíberos se arman con escudos galos; otros, en cambio, llevan cyrtias redondas, llevan también en las piernas arrolladas grebas de pelo y en la cabeza, cascos de bronce adornados con crestas de color escarlata. Usan espadas de dos filos fabricadas en hierro excelente y puñales de un palmo de longitud de los cuales se sirven en los combates cuerpo a cuerpo. Tienen un modo peculiar de preparar las armas que utilizan para su defensa. Entierran láminas de hierro y las dejan hasta que, con el tiempo, la parte débil del hierro, consumida por la herrumbre, se separa de la parte más dura, de ésta hacen espadas excelentes y los demás objetos concernientes a la guerra. Las armas así fabricadas cortan todo lo que se les pone: ni escudo, ni casco, ni hueso resisten a su golpe, por la extraordinaria dureza de su hierro...”

sábado, 7 de septiembre de 2013

La fallida «Operación Reconquista de España»

Guerrilleros maquis cruzando
el Pirineo
A finales  de octubre de 1944, se produjo uno de los acontecimientos más insólitos de la posguerra civil, la invasión del Valle de Arán por más de  tres mil guerrilleros comunistas con la intención de sublevar al pueblo español, derrocar el régimen de Franco y devolverle el Gobierno a Juan Negrín.
La «Operación Reconquista de España» comenzó cuando el 21 de septiembre de 1944, el Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros le la orden al coronel Vicente López Tovar, jefe de la XV División, para que se haga cargo de la Unidad que se va a constituir para tal fin y establezca su PC —Puesto de Mando— en el Pirineo, informan
do de las medidas adoptadas para ello.
El coronel Tovar a principios
de 1944
La Agrupación de Guerrilleros estaba compuesta por los miembros de la FFI francesa y los de la UNE española. La FFI —Forces Françaises de l’Interieur— estaba formado por el ejército guerrillero gaullista: Armée Secrète, y el ejército guerrillero comunista: Francs-Tireurs et Partisans Français. Por su parte la UNE —Unión Nacional Española—, creada en el seno del Partido Comunista Español para evitar la entrada de España en la II GM tras la invasión de la URSS en 1941, quería aunar a todas las fuerzas antifranquistas para derribar a la dictadura.

La Agrupación de Guerrilleros españoles era el brazo militar de la UNE y, por tanto, del Partido Comunista. La unión con la FFI implicaba la dependencia española del Estado Mayor francés, aun así conservó cierta independencia. La entidad era de un Cuerpo de Ejército, compuesto por nueve divisiones con un total de unos 30.000 partisanos. A una de estas divisiones se la rebautizó como la «204» y se le asignó la ocupación del Valle de Arán.
Al mando de la «204» se designó al coronel Vicente López Tovar, miembro del Partido Comunista y que ya había ejercido el mando de una división durante la guerra civil española. Tovar, conocido como Albert en los medios de resistencia gaullistas, era uno de los jefes guerrilleros con más experiencia militar y de mayor prestigio y por ello fue designado para llevar a cabo la «Operación Reconquista de España».
Suplemento "Anónimos"
de la «204 División»
Según contaba el propio coronel Tovar, para saber a qué atenerse envió a España algunos enlaces para sondear a la población corroborando lo que ya pensaba, que la población no solo no los recibían con los brazos abiertos sino que incluso salía con hachas en la mano enfrentándose a ellos. Pero pese a informar al Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros, finalmente se le dio la orden por escrito de crear la «204» e invadir el Valle de Arán. En el número de octubre de “Anónimos”, suplemento de Lucha de la 204 División, se felicita a López Tovar por el mando de la división y se publica un editorial que incitaba a la insurrección nacional contra Franco y su Falange.
López Tovar era consciente de las escasas posibilidades de éxito de las que disponía y comenzó por asegurar la retirada de sus hombres antes que emprender el ataque, posicionando a la salida del valle las tropas necesarias para apoyar el repliegue. La «Operación Reconquista de España» dio comienzo el 19 de octubre de 1944 con el objetivo de ocupar el valle de Arán y avanzar sublevando al pueblo. López Tovar veía este avance, sin objetivos definidos, como suicida y preveía una maniobra envolvente del enemigo si se alejaba demasiado de la frontera, así que decidió asegurar las comunicaciones con Francia, establecerse en el valle y no continuar la progresión hasta estar seguro de que la insurrección triunfaba.
Esta operación no podía realizarse sin el consentimiento del Gobierno francés, pero como es natural no se podía producir una aprobación oficial. El coronel Calvetti, jefe de las fuerzas fronterizas francesas, le dijo a López Tovar que tenía orden de no dejarle pasar la frontera, pero, le ofreció apoyo proporcionándole hospitales de campaña en territorio francés, haciéndose así cómplice de la operación.

La incursión guerrillera

Al anochecer del día 19 de octubre, el Estado Mayor de la 204 División penetró en automóvil hasta alcanzar el pueblo de Bossost, ya libre de los guardias civiles que lo defendían, estableciendo en la localidad el Puesto de Mando.
Los efectivos de la «204 División» apenas superaba los 3.000 hombres de los cerca de 30.000 que componían la Agrupación de Guerrilleros.
Mapa de la penetración guerrillera en el Valle de Arán
La incursión de la «204 División» de Guerrilleros se inició en la madrugada del 19 de octubre, pero la operación había sido previamente detectada por el espionaje franquista: desde el 12 de octubre y se habían dado instrucciones a las fuerzas del servicio de fronteras para que extremaran el control y si penetraban grupos de infiltrados aprehenderlos o exterminarlos si ofrecieran resistencia.
La invasión se inició con éxito tanto por el Bajo como por el Alto Arán, sin embargo, hubo algunos puntos donde se desarrolló una fuerte lucha. La «410 Brigada» entró a través del Port de Tavascan y se enfrentó en Las Bordas con segunda compañía del Batallón "Albuera". La  mayor parte de la compañía, sorprendida se rindió pero, una parte de la tropa, más la Guardia civil, siguió luchando. El combate se produjo en la pequeña plaza mayor del pueblo donde resistían un teniente, un sargento varios soldados y guardias civiles. 
La «11 Brigada» penetró por Port de Benasc, hacia el Hospital de Viella, con el fin objetivo de  cerrar el paso al ejército que quisiera entrar en el valle por aquel lugar. 
La «551 Brigada» penetró por Port d'Era Roqueta y se dividió en tres columnas: la primera se dirigió hacía Bausén, pasando por Caneján donde al verlos venir la Guardia Civil huyó hacia el Bosque; la segunda se dirigió hacia Les,  y capturó a 10 guardias civiles y; la tercera pasó por los pasos de Estiuera y Cuma y se dirigió hacía Bosssot, donde la Guardia civil ofreció resistencia en la casa cuartel.
Hasta el día 23 de octubre, fecha en que se detuvo el avance, fueron tomados Bausén, Caneján, Porcingles, Pradell, Lés, el Portillón, Bosost, Arrós, La Bordeta, Arró, Vilamós, Benós, Las Bordas, Aubert, Betlán, Vilach, Mont, Montcorbau, Vilach y Begós.
La actitud de los araneses salvo contadas excepciones se caracterizó por la pasividad e inhibición ya que no se encontraban en condiciones ni morales ni materiales de secundar ningún alzamiento. 
Guerrilleros de la UNE en Bossost en octubre de 1944
La reacción del ejército

Mientras que el Bajo Aran se conquistaba de una manera vertiginosa, en el Alto Aran, ya no fue tan fácil. El intento de ocupar el Alto Arán se vio truncado cuando por el Puerto de la Bonaigua, llegaron los primeros refuerzos del ejército, el 5ª Batallón de Cazadores de Montaña "Barcelona" y también la Legión y Regulares. Los guerrilleros tuvieron que retroceder. 
El General Moscardó
El Coronel López Tovar
Hay que añadir que la presencia en Viella del general Moscardó, capitán general de Cataluña y héroe del Alcázar de Toledo, sirvió como revulsivo de las fuerzas defensoras, y sus peticiones de ayuda fueron inmediatamente cumplidas enviando las unidades que se encontraban más próximas al valle.

La capital Viella, fue hostilizada por las fuerzas guerrilleras des de Vilach  y Pla de Vias. Pero, el coronel Tovar no dio la orden de atacar Viella porque la ciudad estaba fortificada por la guardia civil, y por batallones y compañías del ejército. El general Moscardó había instalado su Puesto de Mando en el Hotel Internacional. Otra razón de Tovar para no atacar Viella fue porqué temía un ataque por la retaguardia por parte de la «42 División» del ejército franquista al mando del general Marzo, que les habría cortado la retirada hacia Francia.
Guerrilleros maquis españoles
Ante esta situación y con los refuerzos del ejército, guardia civil y policía armada que llegaban a sumar más de 30.000 hombres, el coronel Tovar ordenó la retirada, antes de que fuese demasiado tarde, en contra de las órdenes recibidas del Estado Mayor de UNE, con el fin de salvar las vidas de sus hombres. Parte del valle estuvo 11 días bajo control guerrillero hasta el 30 de octubre en que las tropas del ejército llegaron a la frontera por el Pont de Rei y reocupa todos los pueblos.
El valle recuperó la calma y sus gentes fueron premiadas, aunque también se solicitaron los nombres de los que habían colaborado con los guerrilleros maquis.


Factores del fracaso

Los principales factores de este fracaso fueron muchas: las peleas internas y purgas dentro del PCE; la pérdida en Francia del prestigio ganado por los guerrilleros españoles; el ascenso de Santiago Carrillo a la cúpula del PCE y la muerte política de Jesús Monzón, verdadero impulsor de la «Operación Reconquista de España»; la fortaleza del régimen franquista y; el cambio de estrategia en renunciar a más incursiones.
Es de destacar el escaso número de bajas entre los guerrilleros gracias a la ordenada retirada, mandada por López Tovar. 
Partisanos de la Agrupación de Guerrilleros Españoles en 1944

Las cifras más fidedignas de aquella operación, según Aguado es de  32 muertos, 248 heridos y 330 prisioneros en las fuerzas del ejército y guardia civil, mientras que entre los guerrilleros hubo 129 muertos, 588 heridos y 241 prisioneros. Otras fuentes estiman que entre los guerrilleros apenas hubo 21 muertos y unos pocos heridos.
Parece ser que fue Santiago Carrillo quien ordenó la retirada ante la inminencia de un desastre total, ya que las fuerzas de Moscardó y Marzo eran muy superiores. En sus memorias, Carrillo lo relata así:
"A la salida del túnel de Viella estaba esperándonos el general Moscardó con varias decenas de miles de soldados, tanques y artillería; en conjunto una fuerza contra la que no teníamos ninguna posibilidad. Permanecer en el Valle de Arán no hubiera tenido ningún sentido; nos desalojarían fácilmente y avanzar por el túnel de Viella, como pensaban algunos, era meterse de cabeza en una trampa (S. Carrillo, Memorias, 1993).

La frustrada «Operación Reconquista de España» fue el último episodio organizado de resistencia al franquismo. Aunque algunos elementos guerrilleros maquis permanecieron por territorio español hasta aproximadamente 1948, a partir del fallido intento de ocupación del Valle de Arán, Franco no tuvo más oposición a su régimen hasta su muerte en 1975.
Vicente López Tovar en su casa de Francia en 1999
Bibliografía
Martín, E. (1999). “Enviados al Matadero”. La Aventura de la Historia, 13, 21-31.
Junquera, N. (2009). “1944: “Operación Reconquista de España”. Madrid. El País, Edición Impresa.
Martínez de Baños, F. (2003). Maquis y guerrilleros. Zaragoza. Delsan
Moreno, F. (2005). “Huidos, maquis y guerrilla: una década de rebeldía contra la dictadura.  Ayer, 43, 111-137.
Aguado, F. (1975). El maquis en España: su historia. Madrid. San Martín

Vargas, R. “El maquis a Catalunya 1939-1963”.  http://www.sindominio.net/marxa-maquis

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Unidades del Ejército Colonial Español en África: las Mehal-las Jalifianas

Mehal-la Tetuán. Melilla 1922
En 1913 con la creación del Protectorado Español de Marruecos se decide formar una unidad eminentemente marroquí, tipo regimiento, para protección del representante del Sultán, el Jalifa, cuyo Mando recaía en el Majzen (el gobierno del Jalifa)  y se le da el ancestral nombre de Mehal-la Jalifiana. Esta unidad debía servir de base para la formación de un Ejército propio del Protectorado y estaba controlada mediante los oficiales españoles asignados a ella.
Se  le asignan las misiones de dar guardia a S.A.R el Jalifa, rendir honores en los actos oficiales y auxiliar como tropa y policía al ejército español en campaña. Todo el personal, con excepción de un cuadro de instructores (jarrub) enviados desde España, será indígena, si bien el mando supremo se da a un jefe español, el teniente coronel de caballería Miguel Cabanellas Ferrer.

Organización

Oficial español con miembros de la Mehal-la, Xauen
Se organizaron en secciones —Yemaas—, compañías —Mías— y batallones —Tabores—, que estaban mandadas, respectivamente por un «mulazemin», un «Kaíd de Mía» y un «Kaíd de Tabor». Los suboficiales eran llamados «mokaddemin», los cabos «maauenin» y los soldados «askaris». En definitiva, la Mehal-la se componía de dos Tabores de Infantería con una o dos Mías cada uno y 110 askaris en cada una de éstas. Las Mías de Caballería tenían 75 askaris.

Entre octubre y noviembre de 1913 se constituye en Tetuán la 1ª Mía, en diciembre lo hace la , en enero de 1914 la , en abril la , en diciembre la y en enero de 1915 la 6ª. A  finales de este año se crean dos Mías de caballería y una Yemaa de artillería, que pronto fue disuelta. En 1914 se creó la banda y música. Una vez probada su eficacia en combate se la reorganizó para hacerla más operativa y se la dispuso en dos Tabores de tres Mías de Infantería,  cada una de éstas con ciento diez hombres. Las Mías de Caballería, cada una con setenta y cinco jinetes, se disponían también en un Tabor.
Grupo de Oficiales indígenas (Kaídes) de la
Mehal-la de Tetuán en traje de gala
Las armas principales eran los fusiles de 7 mm y las granadas de mano. Durante la Guerra Civil Española, los Tabores recibieron una sección de ametralladoras y dos morteros de 81 mm. Cada Mía tenía también tres ametralladoras ligeras.
El uniforme de los oficiales era verde-gris, botas altas negras, correaje de cuero y gorra de plato con los colores rojo y verde esmeralda (los tenientes lucían el gorrillo con estos colores). Los tabardos llamados «candoras» de color arena eran muy populares, pese a que la «chilaba» marrón con finas rayas blancas era el uniforme oficial. La tropa lucía en la cabeza el típico turbante o la «chechia», un gorro rojo sin visera en forma de casquete redondeado.
En 1922 se reforma a fondo las fuerzas del Protectorado y se disuelve la Policía Indígena para integrase en Mehal-las. Con las 30 Mías de Policía incorporadas existían en 1926 seis Mehal-las de tres Tabores de Infantería y uno de Caballería cada una y cada Tabor compuesto por tres Mías. Estas Mehal-las eran:
Oficial de la Guardia Jalifiana en traje de gran gala.,
Tetuán nº1 es la antigua Mehal-la. Melilla nº2 se forma con unidades de Policía de la zona de Melilla. Larache nº3 a base de las unidades de Policía de dicha zona. Xauen nº4 con Policía de la zona de Tetuán, fue disuelta en 1925 y vuelta a crear en 1926 como Yebala nº4. Tafersit nº5 teniendo como base la harka del Amalato del Rif, de Sidi Dris er Riffi y el goum de Melilla, estaba al mando del teniente coronel Llano de la Encomienda y que en 1929 pasa a denominarse Rif nº5.  En 1926 y teniendo como base la harka Capaz para los dos primeros Tabores y formado el tercero con reclutas de la zona francesa, al mando del capitán Bayo, se constituye la Gomara nº6, bajo las órdenes del teniente coronel Capaz Montes.

En 1925 se creó la Inspección General de Intervención y Tropas Jalifianas del Majzen y cuayas fuerzas estaban compuestas por: Guardia Personal del Jalifa, Mehal-las Jalifianas, Mehaznías Armadas, Harkas y Mehaznías Auxiliares.
El Jalifa Muley El Hassan Ben El Mehdi en el acto
de inauguración de una Mezquita en Ceuta en 1940
El Jalifa, Muley Hassan, era un títere del Gobierno español desde 1925 que junto con el Gran Visir de Tetuán decidió apoyar el alzamiento militar en 1936 proporcionando voluntarios al bando sublevado. Como anécdota, cabe recordar que un destacamento de las Mehaznías formó la Guardia Mora de Franco.
La Mehal-la no sólo fue una tropa nominalmente al servicio del Jalifa. Fue un cuerpo autóctono, afín al de Regulares aunque de menor entidad —300 hombres por Tabor frente a los casi 500 de los Regulares—, pero más enraizado en el mundo “harqueño” y por tanto, utilizado en aquellas labores a realizar en  terreno montañoso ya que era considerada como tropa nativa de choque. Su actuación en las Campañas de Marruecos fue bastante relevante aunque por su forma de reclutamiento eran en ellas más frecuentes las traiciones y deserciones. Varios Tabores participaron en el desembarco de Alhucemas.
La Guardia Personal se crea para dotar al Jalifa de una fuerza de protección permanente y se compone de veteranos, muchos de ellos negros, en recuerdo de las «Guardias Negras » de los sultanes marroquíes. De entidad tipo Mía, consta de un kaid de Mía al mando,  de un músico mayor, cinco músicos de primera, diez de segunda y diez de tercera, así como de cuatro sargentos, doce cabos, cuatro askaris de primera y ciento cinco de segunda, en total cien hombres de infantería y veinticinco de caballería.
La Guardia Jalifiana rinde armas al Jalifa por las calles de Tetuán

Cada Mehal-la Jalifiana tendría tres Tabores de infantería, cada uno de ellos con Plana Mayor y tres Mías, y un Tabor de caballería, con Plana Mayor y tres Escuadrones. Para vigilar la frontera con Tánger, la Mehal-la de Tetuán está dotada además de un Tabor mixto de fronteras con Plana Mayor, tres Mías de infantería y una Mía de caballería.
Las de Melilla y Tafersit son un poco mayores que las de las demás, con un total de 5.230 indígenas, incluidos nueve kaídes de Tabor y cuarenta y ocho de Mía y 265 españoles, desde jefes hasta soldados, aunque éstos últimos destinados a tareas burocráticas.

Hechos de Armas en la Guerra del Rif

La Mehal-la de Melilla  en las operaciones de la
 zona de Alhucemas en 1925
En cuanto a los hechos de armas más importantes en los que tomaron parte las Mehal-las se pueden citar los siguientes:

La Tetuán nº1 participa en 1919 en la ocupación de Monte Cónico, en 1920 en las de Gorgues y Xauen, en 1921 en combates en Gomara, en 1924 en los de Draa el Aseff y Yebel Sucna. En 1925 en Coba Darsa, convoy a Kudia Tahar, Bu Zeitum, desembarco de Alhucemas y ocupación de Yebel Andukay y Tabarrán.

La Melilla nº2 interviene en 1923-24 en la reconquista del territorio de Melilla, en 1925 en el desembarco de Alhucemas y en las operaciones posteriores al mismo y en 1926-27 en las operaciones en las Cabilas de Ketama y Senhaya.

kaídes de la Mehal-la de Tetuan,
Bel-Hosain, BelLusi
y Bel-Achehed
La Larache nº3 participa en 1925 en la ocupación Sekaday Bufar, en los combates de Xarkin, Kasor, Tzenin de Sidi Yamani, en el desembarco de Alhucemas y operaciones subsiguientes. En 1926 toma parte en los combates de Tefer, Muies, Seriya, Meserah, Tanakob y Draa El Aseff. En 1927 en los de Aduar de Mohacen, Ula-Musa, Tasar, Adra, Shebas, Nuader, Maiserah y Ain Yedida.

La Tafersit nº5 participa en 1923 en la ruptura del cerco de Tifaruin, en 1924 en el convoy a Tizzi-Assa y Afrau y en 1927 en la ocupación de Tannaya.

La Gomara nº6 toma parte en la ocupación de Sebt de Tamorot, Bab Darutan, Ankod, Zoco Tzelata de Beni Ahmed, Cudia Sebaa y Draa de Ain Megar, así como en los combates de Cudia Mem-la, L'Mauden, Sidi-El-Hach Marsok, Sor del Medina, Bab Taza, Beni Salah y conquista de Zebel Tangaia y Guezana.

Kaides y Bajaes, amigos de España, crearon algunas sin carácter oficial, como la del Baja de Xauen, que no tiene nada que ver con la oficial del mismo nombre, y que se distinguió por la defensa y retirada de dicha zona en 1924 y la creada por El Raisuni, según las alianzas de su jefe, unas veces combatió contra España y otras a su favor, en estas ocasiones fue asesorada por oficiales españoles.
La Mehal-la Tafersit en la toma de Afrau  en 1923
Al constituirse las Mehal-las derivadas de la Policía Indígena y por falta de oficiales moros suficientes, se las proveyó de varios oficiales procedentes de los Grupos de Regulares con los que se contaba por su especial fidelidad. Finalizadas las campañas, como recompensa a los kaides de las harkas se les destinó a las Mehal-las como oficiales de las mismas con carácter efectivo.

Reconocimiento

Las Mehal-las de Tetuán, Melilla y Larache por su actuación durante las Campañas de Marruecos fueron premiadas con el derecho a ostentar la bandera de España y la de Tetuán además con la Medalla Militar Colectiva. Los miembros españoles fueron condecorados, al menos, con cinco Cruces Laureadas de San Fernando y trece Medallas Militares Individuales. Los pertenecientes a la Policía Indígena a título individual recibieron seis Laureadas, una de ellas el cabo moro El Buzziam, y cinco Medallas Militares, de las cuales dos fueron para los policías indígenas: Alí Ben Silan Ben Lahsen y Abdselam Ben Alí Guasani.

Gastadores escoltando el féretro del teniente coronel Hernández Francés,
jefe de la Mehal-la de Tetuán 1
Participación en la Guerra Civil

Durante la Guerra Civil Española, cada Mehal-la envió dos Tabores a la Península que fueron asignados a las diferentes Divisiones. A finales de 1938 estaban distribuidos de la siguiente manera: 1º y 3º —Mehal-la Tetuán— en la 53ª División (Aragón); 1º —Mehal-la Melilla— y 1º —Mehal-la Rif— en la 11ª División (Centro); 2º —Mehal-la Melilla— en la 107ª División (Centro); 1º —Mehal-la Larache— en la 18ª División (Centro); 2º —Mehal-la Larache—  en la 14ª División (Centro); 3º —Mehal-la Rif— en la 108ª División (Ebro); 1º —Mehal-la Gomara— y 2º —Mehal-la Gomara— en la 83ª División (Ebro).