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El hacendado peruano Manuel Salcedo |
En 1860 el hacendado peruano Manuel Salcedo que tenía una
hacienda algodonera en la provincia de Chiclayo, llamada Talambó con el apoyo de su socio Ramón Azcárate, hombre que gozaba
de gran prestigio en varias comarcas guipuzcoanas, contrató a 300
trabajadores vascos para trabajar sus propiedades de algodón. Los campesinos
debían ser de ambos sexos, además de un párroco, un cirujano, un administrador
y de algunos carpinteros, herreros y artesanos. Los gastos del viaje y la
alimentación durante el trayecto corrieron a cuenta de Azcárate. Al llegar a la
hacienda debían construir las casas, los graneros y todas las instalaciones
necesarias para la recolección del algodón. La idea era alcanzar los 20000
quintales al año, siendo la mitad de ellos para los campesinos excepto los dos
primeros años para compensar los gastos del viaje.
El 14 de abril de 1860, la expedición guipuzcoana embarcó en
el barco francés L’Asie con rumbo a
Perú. El número total de embarcados fue de 95 hombres, 49 mujeres y 125 niños
entre 0 y 9 años. Tras 92 días de navegación llegaron al puerto del Callao. Finalmente
llegaron a la hacienda Talambó el 1 de agosto.
Los problemas surgieron ya al día siguiente de la llegada a
la hacienda, Manuel Salcedo varió a su propio provecho las promesas hechas a
los asalariados españoles obligándoles a también al cultivo de grano y
hortalizas corriendo por cuenta de los trabajadores la mitad de los gastos de herramientas
y granos. Además se les equiparaba al resto de los trabajadores de la hacienda,
haciendo cosas impropias de su condición lo que propició el aumento de las
protestas y el descontento general.
Las relaciones de los colonos y Salcedo llegaron a un punto
crítico el 4 de agosto de 1863 cuando en una discusión entre Salcedo y el líder
vasco Marcial Miner casi llegan a las manos. Salcedo contrató a un grupo de
hombres armados en el pueblo de Chepén, pagándoles 4 pesos a cada uno además de
bebidas y tabaco, para intimidar los españoles.
El grupo armado se presentó en la hacienda solicitando la
presencia de MIner, los campesinos intentaron evitarlo y se produjo un tiroteo
y una pelea con armas blanca que tuvo como resultado cuatro españoles heridos y
uno muerto. Al día siguiente el juez de Chepén detuvo a los vascos involucrados
en la refriega e interrogó por separado a Salcedo haciendo caso omiso a la versión
de los españoles y exculpando al hacendado peruano y a los hombres armados
contratados por este.
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El Almirante Pinzón |
Los colonos pusieron, mediante una declaración jurada, los
hechos acaecidos en Talambó en conocimiento de la Cancillería del Consulado
español en Lima, quien nombró una Comisión para esclarecer los hechos. El Comisionado
fue asesinado, el juez de Chiclayo condenó a dos colonos vascos, lo que no se consideró
acertado por parte de la Corte Superior de La Libertad, quizás presionada por
las autoridades del país que sabían que este hecho podría propiciar el
enfrentamiento con el Gobierno español.
En aguas peruanas se encontraba la Escuadra española al
mando del Almirante Luis Hernández Pinzón, entre cuyas órdenes estaban las de
proteger y velar por los intereses de los ciudadanos españoles. Su presencia
influyó en las tomas de decisiones, así la Corte Superior declaró nula la
sentencia anterior y mandó capturar y enjuiciar a Miguel Salcedo y a los peones
armados que contrató, además de procesar al juez de Chepén. Sin embargo, la la
Corte Suprema de Justicia declaró nula la sentencia de la Corte de La Libertad
y ordenó la reposición de las cosas a su estado anterior. Esta decisión motivó
la enérgica reclamación del gobierno español y del Almirante Pinzón. Decidiendo
una acción enérgica que mostrase a las autoridades del Perú, donde no existía
representación diplomática española, que no se iban a tolerar actos hostiles
contra los súbditos españoles residentes en territorio peruano.
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Trozo de desembarco español en las islas Chinchas. Museo Naval de Madrid |
Para solucionar las tensiones entre España y Perú, se envió
al embajador español en Bolivia con el título de Comisario Especial, lo que
provocó la irritación peruana y la negativa de su gobierno a recibirle en
condición de tal.
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El general Pezet. Presidente del Perú |
Como medida de presión, el Almirante Pinzón, a instancias
del plenipotenciario español, ocupó las islas Chinchas, situadas a unos 20 km
de El Callao y ricas en guano. El 14 de abril de 1864 el Almirante Pinzón
ordenó a los trozos de desembarco que ocuparan las islas, lo que fue realizado
con prontitud y sin hallar resistencia entre los 300 soldados peruanos de
guarnición, que fueron enviados de vuelta a El Callao, ni por parte de la
corbeta Iquique, que fue apresada y
dotada de una tripulación de presa española. El Almirante realizó la ocupación a
título de reivindicación y exigió al gobierno de Lima tres millones de pesos
como indemnización a los vascos y amenazó con bombardear el Callao si no se
cumplían sus exigencias. El presidente del Perú, general José A. Pezet, terminó
aceptando estas exigencias.
A pesar de la ocupación, la producción de guano no fue
interrumpida y continuó bajo la supervisión de los técnicos peruanos y los
beneficios resultantes de su explotación y exportación siguieron redundando en
beneficio de Perú.
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