Anfiteatro Flavio de Pozzuoli |
El Anfiteatro Flavio de
Pozzuoli (Puteoli romana) nos
recuerda al mundialmente famoso Coliseo de Roma ya que comparten los mismos arquitectos
y los mismos materiales utilizados en su construcción. Llamado Anfiteatro e
Flavio, fue construido a finales del siglo I, en tiempos del emperador
Vespasiano, de la familia de los Flavios.
Localización del Anfiteatro |
La simplicidad y la
funcionalidad de su estructura, combinada con elementos decorativos y objetos
expuestos, bien conservados gracias a la lluvia de cenizas de las erupciones
volcánicas, dan testimonio de la capacidad de organización y habilidad en la
toma de escenas sensacionales dan muestra una viva creatividad e imaginación para
su época.
Por su número de habitantes
por su gran importancia comercial, Puteoli
era, la única ciudad de la Italia Antigua, exceptuando a Roma, en tener dos
anfiteatros.
El Anfiteatro de Augusta Menor
Antes de la construcción del
gran Anfiteatro Flavio Puteoli tenía
un anfiteatro de menores proporciones que se quedó anticuado ante el gran
desarrollo que experimentaron los ludi gladiatori a mediados del primer
siglo del Imperio. Suetonio dijo referente al ludi de Puteoli que, en
uno de los espectáculos, la multitud era tanta y el espacio tan reducido que
hasta un senador romano sufrió graves lesiones. Augusto se propuso arreglar
esto mediante el establecimiento de reglamentos y normas para la admisión y asignación
de asientos para el público.
Los ejes de la elipse de este
anfiteatro serían de 130 x 95 m. y los detalles de su construcción son bastante oscuros aunque se sabe que fue
construido al modelo pompeyano sin canalización de agua subterránea lo que
motivó que se estimase como inadecuado para las venationes (nombre que recibían los espectáculos que se celebraban
en el circo o en el anfiteatro y en el que intervenían animales exóticos y
salvajes, dentro de la celebración de los ludi
romani).
Puteoli,
rico y célebre por sus ludi no dudó
en construir, a expensas de su tesoro, un segundo, más grande y más monumental
anfiteatro con espectacular construcción subterránea y una más racional disposición de las escaleras
dentro del auditorio.
El Anfiteatro Flavio
Este nuevo Anfiteatro tiene
una elipse de 149 x 116 m. (72,22 x 42,33
en arena), podía albergar a unos 40.000 espectadores, siendo el tercer
anfiteatro más grande tras el Coliseo de Roma y el de Capua.
Planta |
Las características de su
estructura muestran la habilidad que poseían los romanos en la construcción de
edificios. Fue diseñado con 16 entradas para garantizar una accesibilidad
cómoda y eficiente. Los espectadores tenían tres plantas para ver el
espectáculo, las dos primeras directamente conectadas a las entradas, la tercera
se alcanzada por los distintos grupos de escaleras construidas a los lados de la
estructura. Las comunicaciones entre las distintas secciones también estaba
garantizada, así como la de las rampas de los pasillos interiores. La tercera planta
se culminaba con una fila de columnas de mármol decoradas que rodeaban todo el
anfiteatro. Esculturas y ricas decoraciones estaban presentes en otros puntos
del anfiteatro. Era grande la actividad que tuvieron que aguantar, no sólo las
cuatro entradas principales sino también las entradas menores, ya que tan
grandioso edificio era muestra del orgullo de la ciudad que ostentaba el título
de colonia Flavia.
Exteriores del Anfiteatro |
La arena se dividió en cuatro
zonas, todas conectados y comunicadas entre sí. Muy bien conservado, fue
posible estudiar el funcionamiento del complejo sistema de elevación de las jaulas
con las fieras. Ninguno de los anfiteatros de la antigüedad ha conservado tan bien
el dispositivo de la arena, como el anfiteatro puteolano que proporcionó un claro
conocimiento del complicado mecanismo para el movimiento de las fieras y prepararlas
para el combate.
Vista de la arena y trampillas laterales por donde salían las fieras |
Una de sus principales
características es la grandeza de la gigantesca construcción subterránea junto
a la perfecta conservación de las
paredes de cortina de mampostería, las bóvedas, el juego de sombras y de luces
creadas por los pozos que abren el piso de la arena.
Escaleras interiores |
Dos rampas empinadas en el
extremo del eje mayor, superando una diferencia de altitud de 6,70 m, llevan
desde el piso del vestíbulo a la entrada de la planta de las mazmorras. Fueron
estas las entradas a través de las cuales, en los días antes del espectáculo, tenían
que mover las jaulas de las ferias, transportar las máquinas y todos los
materiales necesarios para los juegos. En estos pasos (grandes aberturas en el
suelo) se colocaban unos grandes tablones de roble que facilitaban desde abajo
el acceso a la arena.
El terraplén de acceso que
durante el período Borbónico había estado funcionando poco más de la mitad de
los pasillos y celdas, se llevó a cabo en 1946-47 y en él se fueron depositando
columnas, capiteles y diversos materiales arquitectónicos desde las primeras
excavaciones y que pertenecen a la decoración externa y la Logia superior de la
Cavea.
La abertura central vista desde el interior y rampa de acceso lateral donde se acumulan los restos encontrados durante las excavaciones |
Además de estos dos pasos
principales, hay dos pasos adicionales en los extremos del eje menor y cuatro
pares de escaleras que conducen desde el pasillo al podio, descienden por un estrecho
corredor a una hilera de celdas en la parte superior y luego al piso de los
calabozos.
Corte tranversal y planta subterránea donde se ven los tres pasillos |
La planta del anfiteatro está
formada por tres pasillos: dos rectos, a lo largo del eje mayor y menor, que forman
las arterias principales de la construcción subterránea; y un tercero en curva, que sigue la línea de la elipse por
debajo de la pared del podio de la arena. Entre uno y otro pasillo, el espacio
resultante fue dividido en muchos compartimientos conectados entre sí y simétricamente
opuestos. En el eje mayor se realizó una abertura 43 metros en el centro de la
arena que se tapaba en el momento del espectáculo y que se reabría sólo para
subir al centro de la arena lo necesario para el desarrollo del mismo.
Sala elíptica bajo la arena donde se aprecian las celdas laterales y los apoyos donde se apoyaba el suelo de madera |
El salón elíptico situado por
debajo de la arena, estaba dispuesto en dos pisos por debajo del podio de la cavea,
con cuarenta las celdas en la planta baja (diez para cada uno de los cuatro sectores),
y dos encima a las que se accedía por un estrecho pasillo de servicio, de apenas
un metro de ancho, que rodeaba todo la pared del salón elíptico. También
recorría todo el perímetro un piso de madera donde se aprecian los puntos donde
se apoyaba. Por último, unas celdas junto a las escotillas que accedían a la
arena estaban destinadas a contener las jaulas especiales de las fieras
destinadas a los espectáculos y que accedían a la arena por las escotillas
mediante un sistema de ruedas de poleas con contrapesos que alzaban la pared de
la jaula y las fieras accedían a la arena a través de unas rampas de madera al
final de las cuales se encontraba una trampilla que se abría mediante un
dispositivo de palancas.
Vista de los pasillos laterales subterráneos |
En la arena del anfiteatro se escenificaban todo
tipo de representaciones pudiendo reproducirse desde un paisaje de un oasis del
desierto repleto de palmeras hasta la representación de las famosas batallas
navales (naumaquias) llenando de agua
el recinto destinado al espectáculo mediante un sofisticado sistema que traía
el agua desde el acueducto que se encontraba situado a la izquierda de la
entrada principal.
San Genaro en el Anfiteatro de Pozzuoli en el 305.
Según cuenta la tradición, durante la persecución de Diocleciano los siete
mártires cristianos: el obispo Genaro (Patrono de Nápoles), los diáconos Sosio,
Próculo (Patrono de Pozzuoli) y Festo; el lector Desiderio y los cristianos Eutiquio
y Acucio fueron arrojados a un horno encendido del que salieron ilesos, a
continuación fueron llevados a la arena del anfiteatro de Puteoli y condenados a ser devorados por
las fieras pero San Genaro las bendijo y éstas se arrodillaron frente a los
mártires sin causarles ningún daño. Finalmente el gobernador de Campania ordenó
que fueran decapitados junto a
la Solfatara (cráter volcánico situado en las proximidades de la ciudad que los
romanos creían que era la entrada a los infiernos), a causa del contratiempo
que impidió a las autoridades llegar al anfiteatro para presenciar el
espectáculo convenido.
ResponderEliminarMaravilloso y muy documentado artículo
ResponderEliminarMaravilloso y muy documentado artículo