viernes, 27 de enero de 2023

EL BATALLÓN DE CAZADORES LA PALMA, NÚMERO 20.

Vista parcial de Sta. Cruz de la Palma
Hoy os traigo un artículo sobre la celebración del día de la Patrona de Infantería del Batallón de Cazadores de la Palma Núm. 20 que he encontrado en una publicación de 1910. Me ha hecho una ilusión tremenda, puesto que yo he sido miembro del Batallón de la Palma ochenta y siete años después y se mantenía intacto ese espíritu que se respira en las unidades de infantería en la celebración del día de la Inmaculada. Con este artículo quiero mandar un guiño afectuoso a todos los que han pasado, desde entonces, por el Batallón de La Palma.

He aquí cómo describe un periódico local las brillantes fiestas con que ha solemnizado el 20 de Cazadores de nuestro Ejército, el día de la Patrona de la Infantería en el año 1910:

«Las fiestas organizadas por el Batallón Cazadores La Palma, número 20, y realizadas en los días 7 y 8 de este mes, se han apartado muy mucho de lo vulgar, de lo corriente, de aquello a que estábamos acostumbrados en tales fiestas. Estas, las de ahora, han sido, la gallarda expresión de patriotismo, prueba inconcusa de cultura y solidaridad.

De cultura entre las clases inferiores del elemento militar, cultura fomentada por los superiores, y de estrecha solidaridad entre los hijos de España nacidos en el viejo solar de Iberia y los que han visto la luz en la Benahoare de los guanches.

Identificados el Ejército y el pueblo, el Batallón y los palmeros, predominó una inspiración común, exteriorizándose un anhelo único: el de honrar la Patria en forma tal que perdurase el recuerdo de la honra con sus enaltecedores y fraternales propósitos.

Comenzaron los festejos en las primeras horas de la noche del día 7. Y los inició una lucida retreta militar a cuyo frente, jinetes en briosos corceles, iban cinco Oficiales portando en la diestra una artística farola. Les seguían los soldados en columna llevando farolillos con los colores nacionales, los que semejaban movible y brillante bandera española, que avanzaba como guiando a la carroza alegórica, magnífica, severa, semejando almenado castillo bajo cuya amplia arcada, iluminada por la luz eléctrica, destacaba un interesante y simbólico grupo: España, representada por la simpática señorita Ofelia Nieto, y La Palma y el Batallón por Isabelita y Jerónimo Acevedo, dos lindos niños siempre dispuestos a prestar su concurso en toda manifestación de patriotismo.

En los sitios más espaciosos, la tropa, dirigida por el popular e ilustrado Oficial Sr. Pérez Andreu, ejecutó artísticos movimientos que, vistos a la luz de infinitas bengalas, tenían mucho de fantásticos.

Velada del Batallón La Palma 20 en
el Teatro de Sata. Cruz de la Palma
A las nueve dio comienzo en el teatro la espléndida velada. Nuestro coliseo, engalanado como nunca: flores, luces y colores, y una pléyade de bellas y elegantes mujeres luciendo sus encantos en las plateas y los palcos. En las columnas, medallones orlados de rosas ostentando gloriosos nombres: Velarde, Moreno, Ruiz, Cervantes, Prim, Vara de Rey...

Y entre estos nombres y otros no menos dignos de la fama, el de nuestro Tanausú, heroico, grande, generoso, noble. Escribiéndolo en el recinto de una fiesta militar española, honrándolo, porque significa patriotismo, amor al terruño, valor y sacrificio, se ha negado pública y solemnemente por quienes tienen sobrados títulos para hacerlo, que la exaltación de la raza guanchinesca, nuestro culto a la memoria de los Tinerfes, Tinguaros y Bencomos, constituya tendencia de separatismo, ni prueba de desafecto a la Nación civilizadora, como han dado en decir unos cuantos degenerados escritores faltos de inteligencia y de sentimiento para comprender que el alma canaria, si se levanta airadamente ante la innoble acción de la Fuente del Pino, inclínase admirada y respetuosa en presencia de un Guzmán el Bueno, de un Daoiz y de un Noval.

¡Honor a las grandes figuras de la Patria cuyos nombres llenaban espiritualmente el teatro! ¡Gloria al guanche inmortal que tiene una lápida fijada en lo más alto del recinto inexpugnable de Aceró!

Se dio principio al espectáculo con una sinfonía ejecutada por la charanga del Batallón, que ocupaba el escenario, siguiéndole una sentida y patriótica salutación leída por su autor, el Oficial Sr. Espinosa. Luego la representación del drama de Maeterlinck, La intrusa.

La segunda parte la constituyó el coro de rancheros de la zarzuela El Cabo Primero. Apenas extinguidas las notas de la fantasía, se presentó en escena el poeta gallego D. Lisardo R. Barreiro, para leernos magistralmente su magnífico romance El soldado gallego. Oyendo al inspirado y tierno cantor de la vieja Suevia, vimos, a través de la Historia, las épicas hazañas del puente de Sampayo, oímos las melodías de la gaita, y experimentamos las tristezas que la morriña engendra en las almas de todos los gallegos.

La tercera y última parte la constituyeron la zarzuela La marcha de Cádiz y el sainete cómico-lírico Chateaiix-Margueaitx.

Don José de la Torre y Castro,
Teniente Coronel, Primer Jefe del Batallón
de  Cazadores La Palma Núm. 20
Y como fin de la inolvidable fiesta, un hermoso discurso pronunciado por el culto Oficial Sr. Rojas, en el instante que formaba semicírculo en el escenario el orfeón militar, teniendo en el centro una matrona: España, tremolando su sagrada bandera, a cuyo pie se hallaba tendido el león, y el vibrante himno a la enseña española, oído en pie, por la concurrencia, por mujeres y hombres, unidos en el culto de la Patria querida.

¿A qué decir que hubo aplausos estruendosos y ovaciones merecidas? Estas manifestaciones, nacidas de la labor artística desplegada en función patriótica, no pudieron menos de repetirse muchas veces. Muy a la ligera, porque esta crónica se va haciendo muy extensa, relataremos los festejos del día 8, efectuados en el cuartel, antiguo caserón que fue convento, morada de frailes, y hoy es recinto que ocupan soldados, transformado en edificio higiénico, soleado, de blancas paredes, ordenado, de agradable aspecto, revelador de los cuidados exquisitos de los Jefes y Oficiales del Batallón que lo ocupa.

Consistieron esos festejos en la otorgación pública de premios a los Sargentos, Cabos y Soldados que se distinguieron por sus trabajos literarios, de orden patriótico; a los individuos de la charanga, por las piezas musicales de que eran autores; y a los primeros tiradores del Cuerpo. Fin de estos actos fue la solemne entrega a las Compañías, representadas por sus Capitanes y Tenientes, de un magnífico cuadro con el retrato del heroico Cabo Noval. Antes escuchamos una patriótica y elocuente arenga del señor Teniente Coronel D. José de la Torre Castro, Primer Jefe del Batallón.

El Coronel Comandante militar de la isla, Sr. Nájera, que presidía, puso término a la solemnidad de los actos con frases de enaltecimiento para la obra realizada por el Batallón Cazadores La Palma, número 20.

Festejos en el patio del cuartel
el día de la Patrona
Hasta las cinco, hora del rancho extraordinario, estuvieron los soldados entregados a ejercicios y juegos que hicieron pasar horas agradables a la numerosa concurrencia que ocupaba las galerías y gran parte del espacioso patio del cuartel. La alegría era general, espontánea la risa al trepar los soldados a la cucaña y en las carreras de saco.

¿Y qué decir de la verbena? Que el patio, adornado e iluminado con gusto, ofrecía sorprendente aspecto; que la juventud bailó rigodones y vals, y qué todos los invitados fueron obsequiados con esplendidez.

Y da por terminada su misión el cronista, con una franca enhorabuena al Comandante Sr. Alcalá Galiano, Presidente de la Comisión de festejos, y diciendo al señor de la Torre: Debéis estar satisfecho y orgulloso de vuestra obra. Así se educa al soldado, así se hace Patria, así se alcanza que militares y paisanos se llamen con satisfacción: españoles.»

La Ilustración Militar, nº 144, de 30 de diciembre de 1910

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