IVÁN V
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Ivan V Romanov |
Iván
V fue zar de Rusia junto con su hermanastro Pedro I, y gobernaron Rusia juntos entre
1682 y 1696. Fue el segundo hijo del Zar Alejo I de Rusia y su primera esposa María
Miloslávskaya. Su reinado estuvo condicionado debido a sus incapacidades físicas
y mentales, motivo por el cual la Duma de Boyardos decide, tras la sugerencia
del patriarca, nombrar regente a su adolescente hermano Pedro, lo que provocó
una disputa por el trono entre las familias de las esposas de Alejo I, — María Miloslavskaya
y Natalia Naryshkina— que combatían con todos sus medios para asegurar el trono
tanto para Iván como para Pedro.
PEDRO I
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Pedro I el Grande. Jean-Marc Nattier |
Pedro
I el Grande, es la figura más sobresaliente de la dinastía Románov. Pedro I
reinó desde 1682 hasta su muerte en 1725. Gracias a su gobierno la antigua y
atrasada Rusia se convirtió en una potencia europea y su aristocracia cambió
las antiguas costumbres por las modernas a la manera europea.
Durante
su reinado transformó el país al realizar el proceso político, económico y
cultural de “occidentalización” de Rusia. Es el primer emperador ruso que llevó
a su nación hacia una extraordinaria transformación administrativa del poder
estatal, hacia la reorganización del Ejército y de la Marina de guerra y hacia
una reforma del ámbito económico.
Fue
vencedor en múltiples guerras contra Turquía, Suecia y Persia, lo que convirtió
al país en un imperio poderoso y, además, cambió el papel de Rusia en el
panorama europeo y mundial.
Con
todo eso, durante un largo tiempo en Rusia muchos historiadores, políticos,
economistas, hombres de ciencia y cultura y personalidades de Iglesia ortodoxa
han discutido el papel real del monarca en el desarrollo del país.
Pedro
(Piotr Alexéyevich) nació el 9 de junio de 1672 en Moscú. Fue el hijo menor de zar
ruso Alejo I y de su segunda esposa, Natalia Narýshkina. En 1682, tras la
muerte de su hermanastro el Zar Teodoro III, la familia Naryshkin le proclamó Zar
y La Duma de los boyardos lo ratificó y nombró a su madre como regente.
Sin
embargo, la familia Miloslavski, —la de la primera esposa Alejo I—, y sus
aliados, provocaron una sangrienta revuelta de los streltsí, —un cuerpo militar
de élite—, y obligaron a que Pedro compartiera la corona con su hermanastro
Iván V.
El
joven príncipe ruso fue testigo de la revuelta durante la cual fueron
asesinados muchos de sus parientes y amigos. Desde aquel momento Pedro contrajo
un tic nervioso que le desencajaba el rostro en situaciones críticas.
Pedro,
de diez años, el menor de la familia, y su hermano Iván, de dieciséis años —enfermo,
medio ciego y discapacitado mental— fueron proclamados conjuntamente zares y
ascendieron al trono bajo la regencia de la hermana mayor de Iván, la princesa
Sofía, protegida de la familia Miloslavski. El doble trono hecho para los zares
se puede ver hoy en la Armería del Kremlin, uno de los museos moscovitas.
Pedro
sobresalía entre sus coetáneos no solo por su aspecto (era de gran estatura,
delgado, de cara redonda y ojos muy vivaces), sino también por su memoria
sorprendente, mente curiosa, ingenio agudo y capacidades para las artesanías,
técnica, ciencias e idiomas.
El
joven recibió su educación en la corte, inicialmente con la ayuda de Nikita
Zótov, su querido maestro de la niñez, quien le enseñó el alfabeto y la
geografía e historia con ejemplos ilustrados. Con otros maestros aprendió
materias como carpintería, armería o forja.
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Llegada
de Iván V y Pedro I a la ceremonia de
coronación.Litografía de
Iliá Repin.
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Siguieron
unos años en los que la educación de Pedro estuvo abandonada y el joven zar
ruso pasó el tiempo en los pueblos de Preobrazhénskoye e Izmáilovo, en los
alrededores de Moscú. En Preobrazhénskoye (localidad que dio nombre al primero
de los regimientos militares de Pedro, que posteriormente se convertiría en su
guardia personal) Pedro inició sus juegos bélicos agrupando en regimientos a
los adolescentes campesinos de las aldeas cercanas, a los que llamaba el
“Ejercito jocoso”. En este mismo poblado fue construida una fortaleza donde el
joven zar simulaba batallas.
A
veces sus soldados marchaban por las calles de Moscú inspirando temor a las
personas que observaban su paso durante los desfiles. El mismo Pedro encabezaba
la columna tocando el tambor. A Pedro le interesaba mucho el arte de la guerra
y la marina. En Izmáilovo Pedro y sus compañeros reconstruyeron un viejo barco
inglés; este fue el punto de arranque de la época de la Marina de guerra del
país. Desde aquel momento comenzó la construcción de astilleros y la creación
de la Armada rusa.
En
1689, Pedro I aplastó los intentos de la regente Sofía para tomar el poder por
medio de un golpe palaciego con ayuda de los streltsí. Apoyado por sus
regimientos Preobrazhenski y Semiónovski, Pedro I conjuró el peligro de la
nueva sublevación. Sofía fue recluida en el monasterio de Novodévichi, donde
falleció tras 15 años de encierro.
En
1696, después de la muerte de Iván V, Pedro I se proclamó zar de Rusia y se
convirtió en el único y autocrático gobernador del Estado. Su personalidad se
formó bajo la influencia de los habitantes de la llamada “colonia alemana” de
Moscú, ya que llevado por la curiosidad, frecuentó este barrio de extranjeros,
donde observó sus tradiciones y costumbres europeas y pudo comparar la vida
tradicional de su ambiente con los progresos occidentales. Así también entró en
contacto con comerciantes europeos. Los extranjeros que residían en esa colonia
tenían una educación, cultura y, especialmente, tecnología más desarrollada que
los rusos. Gracias a su contacto con los alemanes de esta colonia, se despertó
en Pedro el interés por la cultura y la tecnología europea. Así, se formó
militar y políticamente.
Para
mejorar la posición de Rusia en el mar Negro, en 1695 lanzó un ataque contra
Asov —puerto cerca del río Don, en el mar de Azov—, que conecta con el mar
Negro y pertenecía al Imperio otomano. Pedro I organizó la primera campaña de
Azov pero sus intentos para tomar las fortalezas otomanas y expulsar a los
turcos de esas áreas fracasaron en aquel año. Regresó a Moscú y donde ordenó la
construcción de una gran Armada. En el verano de 1696 envió 30 barcos contra
los otomanos y tomó Azov.
Durante
los años 1697 y 1698 Pedro viajó por Europa con la Gran Embajada, —una
delegación rusa formada por 250 personas—, estableciendo contactos diplomáticos
en Prusia, Austria, Inglaterra, Polonia y Alemania y buscando aliados en la
lucha contra el Imperio otomano. El zar viajaba de incógnito con el nombre de
Piotr Mijáilov aprendiendo en Prusia la técnica de la artillería, trabajando en
los Países Bajos como simple carpintero de ribera y estudiando construcción
naval; en Inglaterra examinando el trabajo del Parlamento, visitando fábricas,
hospitales, jardines botánicos, etc.
Gracias
a sus viajes por Europa, Pedro I pudo estudiar con detenimiento cómo se
desarrollaba la vida económica y política de las potencias de la época,
adquiriendo ideas que pronto usaría en su propia nación. Además invitó a más de
900 especialistas extranjeros a trabajar en Rusia.
En
el verano de 1698 estalló una nueva sublevación de streltsí contra la política
reformista que Pedro I estaba emprendiendo. El zar se vio obligado a regresar a
Moscú, donde aplastó la revuelta con gran crueldad; en la Plaza Roja fueron
ahorcados centenares de rebeldes insurgentes. Las ejecuciones continuaron casi
un año, hasta la primavera de 1699.
El
famoso poeta ruso Alexandr Pushkin escribió en el poema “El jinete de bronce” que
el primer emperador ruso había abierto “la ventana a Europa”. Además, Pedro I
abrió para Rusia, un país terrestre, una salida al mar. Hasta aquel momento el
único puerto marítimo de Rusia era Arjánguelsk, en el mar Blanco, el cual era
navegable solo una parte del verano porque el resto del año estaba cubierto por
el hielo.
Pedro
I transformó las tropas rusas —streltsí— en un Ejército regular con soldados y
oficiales en disposición de combate permanente. Todos los nobles tenían que prestar
servicio indefinido al Estado desde la edad de quince años. Dos tercios de los
miembros de todas las familias nobles tenían que ingresar en el ejército, y
sólo se permitía al tercer hijo de cada familia cumplir este servicio en la
burocracia civil. Toda la tierra quedó sujeta a obligaciones militares. También
creó la Armada para promover la política exterior orientada a ampliar las
fronteras rusas en todas las direcciones. Le obsesionaba la idea de abrir para
Rusia un camino al mar, en especial hacia el mar Negro —dominado por los turcos— y el Báltico —bajo control
sueco—. Los gastos militares y navales de Pedro en 1724 —uno de los pocos años
de paz de su reinado— ascendieron al 75 % de los ingresos del Estado.
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La
Batalla de Poltava por Denis Martens el Joven. 1726.
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Tras
firmar la paz con el Imperio otomano, Pedro I se enfrentó con Suecia y sus
aliados, Dinamarca, Sajonia, Noruega y Polonia-Lituania. Al inicio de la guerra
las tropas rusas fueron derrotadas, en 1700 en la batalla del puerto de Narva.
Sin embargo, en 1708 en la batalla de Lesnaya derrotó al rey sueco Carlos XII, y
conquistó los territorios suecos de Ingria y Livonia. Entrando en Suecia consiguió
una importante victoria de la batalla de Poltava, lo que le permitió asentarse
en el Báltico oriental, al conquistar Riga, Revel y Výborg. Tras esta guerra
victoriosa que costó casi 25 años de sangrienta lucha contra Suecia —llamada
“Guerra del Norte”—, el zar consolidó la presencia de Rusia en el Báltico y
recibió entre sus contemporáneos el apodo de “el Grande”.
Sin
embargo, en 1710 el Ejército ruso fue derrotado en el río Prut por los turcos y
perdió Azov, la salida al mar Negro. Esta pérdida fue compensada por la
conquista de la costa occidental del mar Caspio en una guerra contra Persia
(1722-1723).
La
política de extensión de Pedro el Grande transformó la Rusia antigua en un
imperio poderoso y en política interior intentó modernizar el Estado al estilo
de las naciones europeas occidentales. Mientras se llevaban a cabo estos
cambios, los partidarios de la línea patriarcal y ortodoxa de Rusia culpaban al
emperador de cambiar el camino histórico y tradicionalista del país. Al
terminar la lucha contra los streltsí, el zar comenzó a combatir la sociedad
feudal dominada por los boyardos, opuestos a la política de occidentalización,
impulsando el cambio de la estructura socio-económica rusa, en poder de éstos,
para convertir el país en un Estado poderoso y más afín a Occidente.
Inició
cambios en la moda de los ciudadanos, prohibiendo, por ejemplo, llevar barba o
imponiendo el vestido occidental a todos los rusos a excepción del clero y los
campesinos. Aunque en realidad hubo reformas mucho más profundas.
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Eudoxia Fiódorovna, primera esposa de Pedro I |
En
1711 Pedro I abolió la Duma de boyardos y creó el Senado y nueve Colegios —Consejos
Ministeriales— que se convirtieron en los órganos superiores de gobierno.
Estableció una nueva estructura administrativa que dividió el país en
provincias, distritos y cantones. La nobleza tuvo que incorporarse a la
administración, al Ejército o a la corte, así, toda la sociedad quedó
estructurada. Reformó el sistema fiscal con nuevos impuestos y con la
ampliación del número de contribuyentes, estableciendo que cada hombre
tributase, mientras que antes se pagaba un solo impuesto por cada núcleo
familiar, sin importar cuantos varones tuviera. Desarrolló la tecnología y las
ciencias y creó los primeros institutos superiores, como la Escuela Politécnica
y la Academia de Ciencias de San Petersburgo.
Para
asegurar la sumisión de la Iglesia ortodoxa y evitar su intervención en política,
en 1721 el patriarcado fue sustituido por un sínodo, —especie de Ministerio de
Asuntos Eclesiásticos—, presidido por el zar. También abolió el calendario
tradicional ruso, en donde el año empezaba el 1 de septiembre, a favor del
calendario juliano, que comienza el 1 de enero.
Pedro
I fundó San Petersburgo, llamada “la capital del norte” rusa, que desde 1703
hasta 1918 fue el centro político del país. Levantó esta ciudad en las orillas
del Golfo de Finlandia del mar Báltico, en la cuenca del río Neva, algo que
provocó muchas críticas por ser una zona insegura y también por las numerosas
pérdidas humanas ocurridas durante la construcción de “la Venecia rusa”, como
también llaman a San Petersburgo, que está erigida sobre el agua. Según una
expresión figurada de los contemporáneos, esta ciudad está construida no solo
sobre el agua sino también “sobre los huesos de los campesinos rusos”. A pesar
de todo, San Petersburgo se convirtió en una urbe espectacular, famosa en todo
el mundo por sus bellas muestras de arquitectura, numerosos monumentos, parques
y puentes.
Pedro
I, fue uno de los personajes reformistas más importantes de Rusia, aunque de
carácter muy duro y déspota, realizó sus ideas de transformación del Estado con
fuerza y a menudo con crueldad pero fue también un hombre brillante, poderoso y
capaz.
El
conde Henri de Saint-Simon en 1717 durante la visita de Pedro I a París,
escribió:
“Es muy alto,
de complexión proporcionada, bastante delgado, con la cara un poco redonda, la
frente amplia, cejas hermosas; tiene la nariz bastante corta, pero no
demasiado, y en punto un poco carnoso; una boca bien formada aunque los labios
bastante gruesos; de tez morena y rosada; tiene los ojos negros y bonitos:
grandes, vivos y perspicaces, de buena forma; la mirada majestuosa y acogedora
cuando se controla y se mantiene; en caso contrario es severo. A menudo la cara
se desencaja por convulsiones, causando temor a los presentes, aunque duran
habitualmente solo un instante. Todo su aspecto muestra inteligencia,
pensamiento y grandeza y no está ausente de atracción”.
El
artista Valeri Serov nos dejó otra descripción de Pedro:
“Daba miedo:
largo, en pequeñas piernas delgadas de alambre, y con la cabeza tan pequeña en
relación con el resto de su cuerpo que parecía más algún tipo de muñeco que una
persona viviente. Sufría de un constante tic y siempre estaba haciendo muecas:
guiñando los ojos, frunciendo la boca y la nariz y moviendo la mandíbula”.
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Pedro
I en su lecho de muerte por Iván Nikítin.
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Pedro
se casó dos veces. Se casó con Eudoxia Fiódorovna, con quien tuvo un hijo Alejo o Alejandro (1690)
y, en segundas nupcias, con Marta Skavronska, su sirvienta y amante, que tomaría el título de Catalina I al sucederle
en el trono y con quien tuvo once hijos de los que sobrevivieron Ana (1707) e
Isabel (1709).
La
página negra del reinado de Pedro I fue la muerte de su primer hijo, el
príncipe Alejo, que falleció en 1718, a los 28 años, condenado a muerte por un
complot contra su padre. Según algunos historiadores, Alejo fue estrangulado
por cortesanos del zar ruso en la fortaleza de Pedro y Pablo en San
Petersburgo.
Pedro
I murió el 8 de febrero de 1725, a los de 52 años de edad, en San Petersburgo,
la nueva capital de su imperio, a consecuencia de una neumonía. Falleció sin
dejar un heredero digno y fuerte. Tras su muerte en el imperio que fundó
comenzó una serie de reinados débiles hasta la coronación de la emperatriz
Catalina II la Grande.
Bibliografía:
Anderson,
P. (1984). El Estado Absolutista. 6ª
Ed. Madrid: Siglo XXI Editores.
Bennassar
et alli, Historia Moderna. Ed Akal, Madrid 1980.
Santos,
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Wyrubowa,
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Romanof. Barcelona: Juventud.
Canal
Historia. (2005). La construcción de un
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http://es.wikipedia.org/wiki/Dinastía_Romanov
http://rusopedia.rt.com/personalidades/politicos
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2008/02/12/la-dinastia-romanov
http://www.internetstones.com/history-of-pearls-part-ten