ALEJO I
Alejo I Romanov. Nia Robosti (Rusopedia) |
Alejo
I fue el segundo zar de la dinastía Románov y gobernó Rusia 31 años, de 1645 a
1676, entrando en la historia con el apodo de “el Apacible”, aunque el epíteto
no se correspondía con la autocracia con la que gobernó el país.
Alejo
nació el 19 de marzo de 1629, hijo del zar Miguel I y su esposa Yevdokía
Streshniova. Su padre había sido el iniciador de la dinastía Románov, que se
mantuvo en el poder hasta 1917.
El
joven Alejo fue criado por las niñeras palaciegas y empezó su educación a los
cinco años de aprendiendo las letras del abecedario y luego leyendo el Salterio
y otros libros religiosos. Sus mentores, los boyardos Morózov y Streshniov,
educaron al niño según las tradiciones y ritos religiosos de la ortodoxia
cristiana.
Los
rusos habían adoptado el cristianismo ortodoxo procedente de Bizancio. Tanto su
padre como su abuelo, el patriarca de Rusia Filareto, habían puesto su atención
en Constantinopla, donde se situaba la residencia del patriarca cabeza de la
Iglesia ortodoxa, como único centro de la civilización. El padre y el abuelo de
Alejo I eran personas muy devotas, adeptos de la ortodoxia pura, y dejaron en
herencia a su sucesor la fe en Dios y la fidelidad a las tradiciones ortodoxas
lo que influyó claramente en la formación del joven príncipe que consiguió
mantener a Rusia libre de influencias europeas.
A
pesar de que fue apodado “el Apacible”, este sobrenombre no tenía ninguna
relación con el carácter real de Alejo, sino que hace referencia a su reinado que
se caracterizó por la estabilidad y el bienestar.
Alejo
I subió al trono en julio de 1645, a los 16 años de edad, tras la muerte de su
padre. Durante su reinado el país adoptó las características de un régimen
absolutista con la creación de leyes y estructuras que llevaron al campesinado
a la servidumbre. Los campesinos en casi su totalidad pasaron a ser propiedad
de los terratenientes o del Estado. Se les prohibió cambiar de domicilio y los
propietarios podían venderlos o empeñarlos para obtener créditos o pagar
deudas. La ley sobre el régimen de servidumbre fue firmada en 1649 y sería la base
de la legislación que existió hasta 1861 y que fue abolida por el zar Alejandro
II.
El líder cosaco, Stepan Razin |
En
1648 el pueblo moscovita se levantó contra el zar y los boyardos más allegados
a él en los disturbios conocidos como la
«Revuelta de la Sal». Con la que se obligó
al monarca a exiliar a su mentor Morózov a un monasterio, aunque fue bien
tratado por sus guardianes a petición del zar.
Esta
revuelta no fue la única a la que tuvo que enfrentarse Alejo ya que el
descontento social fue la característica principal de aquel periodo: en 1654
Rusia vivió la «Revuelta del Cobre» contra
las monedas de cobre en vez de las de plata, y en 1667-1670 estalló una guerra
de cosacos contra el zar encabezada por Stepán Razin, entre otras.
En
1649 el zar convocó el Zemski Sobor —un consejo de los diferentes
representantes del Estado— y emprendió algunas reformas importantes, como la
introducción del Ulozhenie —un código legal que definía todos los servicios de
los súbditos al Estado—. Alejo I reforzó la figura del monarca creando unas
estructuras burocráticas que centralizaban todas las decisiones en su persona a
través de las cancillerías de Moscú. La principal consecuencia de este periodo
de reinado fue el debilitamiento del papel de la Duma de boyardos y la ruina
parcial de esta antigua nobleza.
El
patriarca Nikon se convirtió en favorito y principal hombre de Gobierno de
Alejo I tras apaciguar las revueltas de las ciudades de Pskov y Veliki Nóvgorod
a inicios de 1650. El apoyo del zar a la reforma de la Iglesia del patriarca
Nikon provocó la división entre los creyentes y duras luchas religiosas. En
1660 el patriarca Nikon fue privado de su dignidad y exiliado al monasterio de
Belooziorsk, en el norte de Rusia. Posteriormente, Teodoro III le devolverá la
dignidad patriarcal y sería enterrado en el Monasterio de la Resurrección de la
Nueva Jerusalén, que él mismo había construido en las cercanías de Moscú.
Alejo
I apoyó la lucha de los ucranianos contra Polonia y, en enero de 1654, firmó el
Tratado de Pereyaslav entre Rusia y Ucrania y llevó a cabo una exitosa campaña
militar contra Polonia en la que cayeron en sus manos pueblos y ciudades,
incluso la importante fortaleza de Smolensk.
Su
política exterior se caracterizó por un expansionismo hacia el sur para
reforzar las fronteras con los tártaros de Crimea y el Imperio otomano.
El
carácter del zar impresionaba a los extranjeros como destacó el médico inglés
Samuel Collins: “El zar ruso está dotado de unos talentos extraordinarios,
tiene brillantes cualidades y está adornado con virtudes excepcionales. Es un
gran amante de la caza. Es el gobernante que desearían tener todos los pueblos
cristianos pero no todos lo tienen”.
El
Patriarca Nikon presentando los nuevos textos
litúrgicos en el Concilio de
1654, pintura de Alekséi D. Kivshenko
|
Según
el diplomático y escritor ruso Grigori Kotoshijin: “Alejo I fue la
personificación de algunos rasgos característicos de su época: la ideología
estatal, la concepción religiosa y los usos y costumbres que eran típicos de
aquellos tiempos”.
Alejo
se casó en dos ocasiones: la primera con María Miloslávskaya, con la que tuvo
trece hijos —cinco hijos y ocho hijas—, muchos murieron siendo niños y entre
los que sobrevivieron se encontraban los débiles y enfermizos Teodoro e Iván,
futuros zares. Es posible que el miedo a quedarse sin herederos le empujara, en
1669, a casarse por segunda vez dos años
después de la muerte de mujer. Se casó con la bella Natalia Narýshkina, que le
dio tres descendientes: un varón, el futuro zar ruso Pedro I el Grande, y dos
niñas, Natalia y Teodora. En 1674 el zar nombró a su hijo mayor, Teodoro,
nacido de su primera esposa, su sucesor al trono ruso.
A
finales de enero de 1676, cuando contaba con 46 años, Alejo comenzó a sentirse
mal, llamó a sus asesores y dio sus últimas instrucciones: indultó a
encarcelados, perdonó a desterrados y condonó todas las deudas, tomó la
eucaristía, recibió la extremaunción y con paciencia comenzó a esperar su
muerte, que se produjo en la mañana del 30 de enero de 1676 y fue cuando las
campanas de la catedral de la Asunción del Kremlin, anunciaron la muerte del
zar.
TEODORO III
Teodoro III Romanov. Museo Hermitaje |
Teodoro
—Fiódor Alexéyevich Románov—, hijo de Alejo I, nació en Moscú el 30 de mayo de
1661. Su mentor intelectual fue Simeón de Polotsk, una de las personalidades
más destacadas de la época, que le enseñó el idioma polaco y latín. Teodoro
escribió numerosos cánticos religiosos, uno de los cuales sigue entonándose en
la actualidad. Más adelante, siendo ya el soberano de Rusia, Teodoro esbozó el
proyecto de la primera escuela laica superior del país, la academia
eslavo-greco-latina. El zar recopiló libros y su biblioteca fue una de las más
extensas de la época. Le gustaban también las bellas artes y se interesaba por
la arquitectura e incluso diseñó personalmente el proyecto de uno de los
palacios del kremlin de Moscú.
Organizó
orfanatos y albergues para los desposeídos y decretó la creación de escuelas
donde los hijos de las familias pobres pudieran aprender diferentes oficios.
Si
por algo destacó Teodoro III fue por ser independiente e insistente en las
reformas, ya que no lo detuvo ni su juventud —ascendió al trono a los 14 años—
ni la enfermedad hereditaria que padecía.
En
primer lugar reformó el sistema fiscal del país: suspendió numerosos tributos
con la introducción de un impuesto único. Uno de los principales cambios de la
época fue la abolición del méstnichestvo,
por el que el nivel de nobleza familiar de los boyardos rusos estaba ligado
directamente con el puesto —mesto—
que un aristócrata pudiera ocupar dentro del servicio estatal, e impedía el
acceso al mesto a nobles muy capacitados al favorecer a otros menos capacitados
pero cuyo padre o familiar allegado lo hubiese ejercido con anterioridad.
Fortaleció
el papel de la Duma, —el cónclave de boyardos que tomaba decisiones de Estado—,
triplicando el número de miembros y estableciendo un horario fijo: cinco horas
de trabajo después de la salida del sol y cinco horas antes del ocaso con un
receso para almorzar. Los boyardos debían analizar los asuntos estatales sin la
presencia del zar, al que acudían únicamente en los casos difíciles.
Reorganizó
los prikazy —ministerios medievales
rusos— y se elevó el número de empleados para acelerar los trámites
burocráticos. La duración del proceso de instrucción y juicio para los
criminales comunes se redujo a un máximo de cien días y se dejaron de cortar
las manos a los ladrones, a los que les desterraba a Siberia. Introdujo la
prohibición para los voyevody —gobernadores
regionales— de gestionar fondos públicos, obstaculizando así el enriquecimiento
ilícito, redujo impuestos y aplicó el ordenamiento de todos los tributos para
mejorar su recaudación. Estas medidas fiscales le proporcionaron los recursos
financieros necesarios para llevar a cabo una política exterior más atrevida y
audaz.
Combate
entre cosacos y tártaros. Obra de Józef Brandt
|
El
zar reformó también el Ejército, profesionalizándolo
en su mayor parte. Todos los nobles fueron alistados y a los desertores se les
amenazó con embargarles las haciendas. A los nobles que estaban en el Ejército
o desempeñaban bien en el servicio civil y no disponían de tierras se les
ofrecieron terrenos baldíos. Ordenó desplazar las fronteras entre 100 y 200 km al
sur del país, obteniendo así unos 30000 km cuadrados de tierras fértiles de un territorio
denominado “tierra salvaje” debido a las incursiones de los tártaros de Crimea.
El
zar sostuvo entre 1672 y 1681 una exitosa guerra contra tártaros y turcos. Teodoro
mandó construir una flota de pequeñas embarcaciones de remo con la que atacó a
los tártaros en sus tierras natales — Crimea— obteniendo varias victorias, en
especial, en los alrededores de la fortaleza de Chiguirin, en Ucrania. Esto le
permitió establecer nuevos asentamientos en las tierras conquistadas que
incluían una gran parte de Ucrania, hasta la margen izquierda del río Dniéper
Por
el contrario, Teodoro III no fue muy feliz en su vida personal. Su primera
esposa, Agafia Grushétskaya, murió un año después de la boda durante un parto
en el que el bebé tampoco sobrevivió. Dos años más tarde el zar se casó con
Marfa Apráxina, pero esta unión conyugal duró solo dos meses: Teodoro III
falleció el 27 de abril de 1682 sin dejar herederos. El hermano de Teodoro se
convirtió en el nuevo zar: Pedro I “el Grande”.
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