martes, 18 de diciembre de 2012

LA DINASTÍA ROMÁNOV (III)

IVÁN V
Ivan V Romanov

Iván V fue zar de Rusia junto con su hermanastro Pedro I, y gobernaron Rusia juntos entre 1682 y 1696. Fue el segundo hijo del Zar Alejo I de Rusia y su primera esposa María Miloslávskaya. Su reinado estuvo condicionado debido a sus incapacidades físicas y mentales, motivo por el cual la Duma de Boyardos decide, tras la sugerencia del patriarca, nombrar regente a su adolescente hermano Pedro, lo que provocó una disputa por el trono entre las familias de las esposas de Alejo I, — María Miloslavskaya y Natalia Naryshkina— que combatían con todos sus medios para asegurar el trono tanto para Iván como para Pedro.


PEDRO I
Pedro I el Grande. Jean-Marc Nattier
Pedro I el Grande, es la figura más sobresaliente de la dinastía Románov. Pedro I reinó desde 1682 hasta su muerte en 1725. Gracias a su gobierno la antigua y atrasada Rusia se convirtió en una potencia europea y su aristocracia cambió las antiguas costumbres por las modernas a la manera europea.
Durante su reinado transformó el país al realizar el proceso político, económico y cultural de “occidentalización” de Rusia. Es el primer emperador ruso que llevó a su nación hacia una extraordinaria transformación administrativa del poder estatal, hacia la reorganización del Ejército y de la Marina de guerra y hacia una reforma del ámbito económico.
Fue vencedor en múltiples guerras contra Turquía, Suecia y Persia, lo que convirtió al país en un imperio poderoso y, además, cambió el papel de Rusia en el panorama europeo y mundial.
Con todo eso, durante un largo tiempo en Rusia muchos historiadores, políticos, economistas, hombres de ciencia y cultura y personalidades de Iglesia ortodoxa han discutido el papel real del monarca en el desarrollo del país.
Pedro (Piotr Alexéyevich) nació el 9 de junio de 1672 en Moscú. Fue el hijo menor de zar ruso Alejo I y de su segunda esposa, Natalia Narýshkina. En 1682, tras la muerte de su hermanastro el Zar Teodoro III, la familia Naryshkin le proclamó Zar y La Duma de los boyardos lo ratificó y nombró a su madre como regente.
Sin embargo, la familia Miloslavski, —la de la primera esposa Alejo I—, y sus aliados, provocaron una sangrienta revuelta de los streltsí, —un cuerpo militar de élite—, y obligaron a que Pedro compartiera la corona con su hermanastro Iván V.
El joven príncipe ruso fue testigo de la revuelta durante la cual fueron asesinados muchos de sus parientes y amigos. Desde aquel momento Pedro contrajo un tic nervioso que le desencajaba el rostro en situaciones críticas.
Pedro, de diez años, el menor de la familia, y su hermano Iván, de dieciséis años —enfermo, medio ciego y discapacitado mental— fueron proclamados conjuntamente zares y ascendieron al trono bajo la regencia de la hermana mayor de Iván, la princesa Sofía, protegida de la familia Miloslavski. El doble trono hecho para los zares se puede ver hoy en la Armería del Kremlin, uno de los museos moscovitas.
Pedro sobresalía entre sus coetáneos no solo por su aspecto (era de gran estatura, delgado, de cara redonda y ojos muy vivaces), sino también por su memoria sorprendente, mente curiosa, ingenio agudo y capacidades para las artesanías, técnica, ciencias e idiomas.
El joven recibió su educación en la corte, inicialmente con la ayuda de Nikita Zótov, su querido maestro de la niñez, quien le enseñó el alfabeto y la geografía e historia con ejemplos ilustrados. Con otros maestros aprendió materias como carpintería, armería o forja.
Llegada de Iván V y Pedro I a la ceremonia de 
coronación.Litografía de Iliá Repin.
Siguieron unos años en los que la educación de Pedro estuvo abandonada y el joven zar ruso pasó el tiempo en los pueblos de Preobrazhénskoye e Izmáilovo, en los alrededores de Moscú. En Preobrazhénskoye (localidad que dio nombre al primero de los regimientos militares de Pedro, que posteriormente se convertiría en su guardia personal) Pedro inició sus juegos bélicos agrupando en regimientos a los adolescentes campesinos de las aldeas cercanas, a los que llamaba el “Ejercito jocoso”. En este mismo poblado fue construida una fortaleza donde el joven zar simulaba batallas.
A veces sus soldados marchaban por las calles de Moscú inspirando temor a las personas que observaban su paso durante los desfiles. El mismo Pedro encabezaba la columna tocando el tambor. A Pedro le interesaba mucho el arte de la guerra y la marina. En Izmáilovo Pedro y sus compañeros reconstruyeron un viejo barco inglés; este fue el punto de arranque de la época de la Marina de guerra del país. Desde aquel momento comenzó la construcción de astilleros y la creación de la Armada rusa.
En 1689, Pedro I aplastó los intentos de la regente Sofía para tomar el poder por medio de un golpe palaciego con ayuda de los streltsí. Apoyado por sus regimientos Preobrazhenski y Semiónovski, Pedro I conjuró el peligro de la nueva sublevación. Sofía fue recluida en el monasterio de Novodévichi, donde falleció tras 15 años de encierro.
En 1696, después de la muerte de Iván V, Pedro I se proclamó zar de Rusia y se convirtió en el único y autocrático gobernador del Estado. Su personalidad se formó bajo la influencia de los habitantes de la llamada “colonia alemana” de Moscú, ya que llevado por la curiosidad, frecuentó este barrio de extranjeros, donde observó sus tradiciones y costumbres europeas y pudo comparar la vida tradicional de su ambiente con los progresos occidentales. Así también entró en contacto con comerciantes europeos. Los extranjeros que residían en esa colonia tenían una educación, cultura y, especialmente, tecnología más desarrollada que los rusos. Gracias a su contacto con los alemanes de esta colonia, se despertó en Pedro el interés por la cultura y la tecnología europea. Así, se formó militar y políticamente.
Para mejorar la posición de Rusia en el mar Negro, en 1695 lanzó un ataque contra Asov —puerto cerca del río Don, en el mar de Azov—, que conecta con el mar Negro y pertenecía al Imperio otomano. Pedro I organizó la primera campaña de Azov pero sus intentos para tomar las fortalezas otomanas y expulsar a los turcos de esas áreas fracasaron en aquel año. Regresó a Moscú y donde ordenó la construcción de una gran Armada. En el verano de 1696 envió 30 barcos contra los otomanos y tomó Azov.
Durante los años 1697 y 1698 Pedro viajó por Europa con la Gran Embajada, —una delegación rusa formada por 250 personas—, estableciendo contactos diplomáticos en Prusia, Austria, Inglaterra, Polonia y Alemania y buscando aliados en la lucha contra el Imperio otomano. El zar viajaba de incógnito con el nombre de Piotr Mijáilov aprendiendo en Prusia la técnica de la artillería, trabajando en los Países Bajos como simple carpintero de ribera y estudiando construcción naval; en Inglaterra examinando el trabajo del Parlamento, visitando fábricas, hospitales, jardines botánicos, etc.
Gracias a sus viajes por Europa, Pedro I pudo estudiar con detenimiento cómo se desarrollaba la vida económica y política de las potencias de la época, adquiriendo ideas que pronto usaría en su propia nación. Además invitó a más de 900 especialistas extranjeros a trabajar en Rusia.
En el verano de 1698 estalló una nueva sublevación de streltsí contra la política reformista que Pedro I estaba emprendiendo. El zar se vio obligado a regresar a Moscú, donde aplastó la revuelta con gran crueldad; en la Plaza Roja fueron ahorcados centenares de rebeldes insurgentes. Las ejecuciones continuaron casi un año, hasta la primavera de 1699.
El famoso poeta ruso Alexandr Pushkin escribió en el poema “El jinete de bronce” que el primer emperador ruso había abierto “la ventana a Europa”. Además, Pedro I abrió para Rusia, un país terrestre, una salida al mar. Hasta aquel momento el único puerto marítimo de Rusia era Arjánguelsk, en el mar Blanco, el cual era navegable solo una parte del verano porque el resto del año estaba cubierto por el hielo.
Pedro I transformó las tropas rusas —streltsí— en un Ejército regular con soldados y oficiales en disposición de combate permanente. Todos los nobles tenían que prestar servicio indefinido al Estado desde la edad de quince años. Dos tercios de los miembros de todas las familias nobles tenían que ingresar en el ejército, y sólo se permitía al tercer hijo de cada familia cumplir este servicio en la burocracia civil. Toda la tierra quedó sujeta a obligaciones militares. También creó la Armada para promover la política exterior orientada a ampliar las fronteras rusas en todas las direcciones. Le obsesionaba la idea de abrir para Rusia un camino al mar, en especial hacia el mar Negro —dominado por  los turcos— y el Báltico —bajo control sueco—. Los gastos militares y navales de Pedro en 1724 —uno de los pocos años de paz de su reinado— ascendieron al 75 % de los ingresos del Estado.
La Batalla de Poltava por Denis Martens el Joven. 1726.
Tras firmar la paz con el Imperio otomano, Pedro I se enfrentó con Suecia y sus aliados, Dinamarca, Sajonia, Noruega y Polonia-Lituania. Al inicio de la guerra las tropas rusas fueron derrotadas, en 1700 en la batalla del puerto de Narva. Sin embargo, en 1708 en la batalla de Lesnaya derrotó al rey sueco Carlos XII, y conquistó los territorios suecos de Ingria y Livonia. Entrando en Suecia consiguió una importante victoria de la batalla de Poltava, lo que le permitió asentarse en el Báltico oriental, al conquistar Riga, Revel y Výborg. Tras esta guerra victoriosa que costó casi 25 años de sangrienta lucha contra Suecia —llamada “Guerra del Norte”—, el zar consolidó la presencia de Rusia en el Báltico y recibió entre sus contemporáneos el apodo de “el Grande”.
Sin embargo, en 1710 el Ejército ruso fue derrotado en el río Prut por los turcos y perdió Azov, la salida al mar Negro. Esta pérdida fue compensada por la conquista de la costa occidental del mar Caspio en una guerra contra Persia (1722-1723).
La política de extensión de Pedro el Grande transformó la Rusia antigua en un imperio poderoso y en política interior intentó modernizar el Estado al estilo de las naciones europeas occidentales. Mientras se llevaban a cabo estos cambios, los partidarios de la línea patriarcal y ortodoxa de Rusia culpaban al emperador de cambiar el camino histórico y tradicionalista del país. Al terminar la lucha contra los streltsí, el zar comenzó a combatir la sociedad feudal dominada por los boyardos, opuestos a la política de occidentalización, impulsando el cambio de la estructura socio-económica rusa, en poder de éstos, para convertir el país en un Estado poderoso y más afín a Occidente.
Inició cambios en la moda de los ciudadanos, prohibiendo, por ejemplo, llevar barba o imponiendo el vestido occidental a todos los rusos a excepción del clero y los campesinos. Aunque en realidad hubo reformas mucho más profundas.
Eudoxia Fiódorovna,
primera esposa de Pedro  I
En 1711 Pedro I abolió la Duma de boyardos y creó el Senado y nueve Colegios —Consejos Ministeriales— que se convirtieron en los órganos superiores de gobierno. Estableció una nueva estructura administrativa que dividió el país en provincias, distritos y cantones. La nobleza tuvo que incorporarse a la administración, al Ejército o a la corte, así, toda la sociedad quedó estructurada. Reformó el sistema fiscal con nuevos impuestos y con la ampliación del número de contribuyentes, estableciendo que cada hombre tributase, mientras que antes se pagaba un solo impuesto por cada núcleo familiar, sin importar cuantos varones tuviera. Desarrolló la tecnología y las ciencias y creó los primeros institutos superiores, como la Escuela Politécnica y la Academia de Ciencias de San Petersburgo.
Para asegurar la sumisión de la Iglesia ortodoxa y evitar su intervención en política, en 1721 el patriarcado fue sustituido por un sínodo, —especie de Ministerio de Asuntos Eclesiásticos—, presidido por el zar. También abolió el calendario tradicional ruso, en donde el año empezaba el 1 de septiembre, a favor del calendario juliano, que comienza el 1 de enero.
Pedro I fundó San Petersburgo, llamada “la capital del norte” rusa, que desde 1703 hasta 1918 fue el centro político del país. Levantó esta ciudad en las orillas del Golfo de Finlandia del mar Báltico, en la cuenca del río Neva, algo que provocó muchas críticas por ser una zona insegura y también por las numerosas pérdidas humanas ocurridas durante la construcción de “la Venecia rusa”, como también llaman a San Petersburgo, que está erigida sobre el agua. Según una expresión figurada de los contemporáneos, esta ciudad está construida no solo sobre el agua sino también “sobre los huesos de los campesinos rusos”. A pesar de todo, San Petersburgo se convirtió en una urbe espectacular, famosa en todo el mundo por sus bellas muestras de arquitectura, numerosos monumentos, parques y puentes.
Pedro I, fue uno de los personajes reformistas más importantes de Rusia, aunque de carácter muy duro y déspota, realizó sus ideas de transformación del Estado con fuerza y a menudo con crueldad pero fue también un hombre brillante, poderoso y capaz.
El conde Henri de Saint-Simon en 1717 durante la visita de Pedro I a París, escribió:
“Es muy alto, de complexión proporcionada, bastante delgado, con la cara un poco redonda, la frente amplia, cejas hermosas; tiene la nariz bastante corta, pero no demasiado, y en punto un poco carnoso; una boca bien formada aunque los labios bastante gruesos; de tez morena y rosada; tiene los ojos negros y bonitos: grandes, vivos y perspicaces, de buena forma; la mirada majestuosa y acogedora cuando se controla y se mantiene; en caso contrario es severo. A menudo la cara se desencaja por convulsiones, causando temor a los presentes, aunque duran habitualmente solo un instante. Todo su aspecto muestra inteligencia, pensamiento y grandeza y no está ausente de atracción”.
El artista Valeri Serov nos dejó otra descripción de Pedro:
“Daba miedo: largo, en pequeñas piernas delgadas de alambre, y con la cabeza tan pequeña en relación con el resto de su cuerpo que parecía más algún tipo de muñeco que una persona viviente. Sufría de un constante tic y siempre estaba haciendo muecas: guiñando los ojos, frunciendo la boca y la nariz y moviendo la mandíbula”.
Pedro I en su lecho de muerte por Iván Nikítin.
Pedro se casó dos veces. Se casó con Eudoxia Fiódorovna,  con quien tuvo un hijo Alejo o Alejandro (1690) y, en segundas nupcias, con Marta Skavronska, su sirvienta y amante,  que tomaría el título de Catalina I al sucederle en el trono y con quien tuvo once hijos de los que sobrevivieron Ana (1707) e Isabel (1709).
La página negra del reinado de Pedro I fue la muerte de su primer hijo, el príncipe Alejo, que falleció en 1718, a los 28 años, condenado a muerte por un complot contra su padre. Según algunos historiadores, Alejo fue estrangulado por cortesanos del zar ruso en la fortaleza de Pedro y Pablo en San Petersburgo.
Pedro I murió el 8 de febrero de 1725, a los de 52 años de edad, en San Petersburgo, la nueva capital de su imperio, a consecuencia de una neumonía. Falleció sin dejar un heredero digno y fuerte. Tras su muerte en el imperio que fundó comenzó una serie de reinados débiles hasta la coronación de la emperatriz Catalina II la Grande.

Bibliografía:
Anderson, P. (1984). El Estado Absolutista. 6ª Ed. Madrid: Siglo XXI Editores.
Bennassar et alli, Historia Moderna. Ed Akal, Madrid 1980.
Santos, A. Dinastía Romanov. Google boocks.
Wyrubowa, A. (1935). Esplendor y ocaso de los Romanof.  Barcelona: Juventud.
Canal Historia. (2005). La construcción de un Imperio-Rusia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Dinastía_Romanov
http://rusopedia.rt.com/personalidades/politicos
http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net/post/2008/02/12/la-dinastia-romanov
http://www.internetstones.com/history-of-pearls-part-ten

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