Campaña de Marengo (14 de junio de 1800)
Antecedentes
Napoleón como Primer Cónsul Antoine-Jean Gros (1802) |
Un ejército de cien mil hombres, a las órdenes de Morcau,
cubría la Alsacia y Suiza, y otro de treinta y cinco mil, mandados por Massena,
formaba una extensa línea curva y cóncava en Italia, en el que las tropas de la
derecha y centro, entre los Apeninos y el golfo de Génova, hasta Tenda, se
mantenía a la defensiva, y las de la izquierda, que no eran más de cinco mil
hombres, guardaban los Alpes. Los ejércitos franceses tenían enfrente a otros dos
austríacos.
Por otro lado Melas, mandaba el ejército austríaco de Italia
compuesto por unos cien mil hombres. Había dejado veinticinco mil hombres en
Lombardía y con el resto se había dirigido a los Apeninos a para hacer frente a
Massena, a principios de abril.
Los austríacos fueron los que rompieron por el centro la
línea enemiga, avanzando por Montennotte y por el camino de Savona, arrojaron a
la mitad de la izquierda, mandada por Suchet, a las orillas del Var y a la
mitad de la derecha hacia Génova y sitiando la ciudad mediante un cuerpo de
tropas austríacas llegadas de Gavi. Así estaba la guerra en Italia cuando
intervino en ella Napoleón Bonaparte.
Había dos teatros de guerra: la Alemania del sur y la Italia del Norte, separados por los Alpes. En ambos los franceses tenían que operar por líneas internas apoyando una de sus alas en la cordillera y alejar de ésta a las dos austríacas para efectuar sobre ellas maniobras envolventes con el fin de que se separasen lo máximo posible y cortar sus comunicaciones con Viena.
Michael Von Melas |
A Melas le sorprendió tan audaz concentración de fuerzas en
Italia, teniendo en cuenta que el paso de los Alpes se consideraba insuperable
para un ejército.
Prolegómenos
Napoleón cruzando los Alpes Jacques-Louis David (1801) |
Cuando Melas tuvo noticias de la entrada de ese ejército en
Italia, creyó que las tropas que habían avanzado hasta Suze era la vanguardia y
los que habían atravesado el San Bernardo un cuerpo de diversión, y acudió a
loa Apeninos a cubrir Turín. Al verse con el enemigo a su retaguardia,
interceptando sus comunicaciones y separándolas de su base de operaciones, se
dirigió a Alejandría dispuesto a dar una batalla para salir de la situación en
la que se encontraba. Había llamado a las tropas que bloqueaban Génova y a las
que había seguido a Suchet. Éste las acometió en cuanto Melas se retiró de los
Apeninos y solamente unos cinco mil hombres llegaron a Alejandría. Las tropas
que habían conquistado Génova a los franceses se incorporaron a Melas por el
camino de Tortona.
Batalla de Marengo. Louis François Lejeune (1801) |
Batalla de Marengo (14 de junio de 1800)
Situación inicial
Napoleón había destacado una parte considerable de sus
fuerzas para ocupar ciudades importantes de Lombardía y vigilar la línea del
Mincio; así que al enfrentarse a los austríacos, su ejército debilitado por la
gran cantidad de destacamentos era muy inferior en número, no llegada a los
treinta mil hombres, mientras que los austríacos eran unos cincuenta mil.
Creyendo que el enemigo trataba de retirarse hacia Génova,
Napoleón cometió el error de destacar, antes de la batalla una división, al
mando de Desaix, hacia Novi para interceptar la retirada austríaca y acercarse
a las tropas de Suchet, que debían ir hacia Alejandría por el camino de Acqui.
Cuando supo que no era cierta la retirada del enemigo,
avanzó hacia Marengo con su ejército por el camino de Tortona a Alejandría y se
encontraron con los austríacos que habían cruzado el río Bórmida por el puente
de Alejandría. Éstos dirigieron su esfuerzo contra la derecha francesa, con
ánimo de romper la línea en Marengo y envolverla por Castell-Ceriolo. La derecha
austríaca, que había iniciado el combate, la sostenía con la vanguardia
francesa que, al desplegar el ejército de Napoleón, constituyó el ala izquierda.
Desarrollo de la Batalla
Rebasada y envuelta la derecha del ejército francés, tuvo
que dar frente a Castell-Ceriolo, Napoleón envió a prolongar una división de la
que una brigada se apoderó de dicho punto y sostuvo la acometida de las fuerzas
austríacas. Por otro lado, la izquierda empezó a retirarse por el camino de
Tortona hasta San Giuliano, y el resto del ejército inició también el
movimiento de retirada.
Los austríacos dieron por suya la victoria y su vanguardia,
en columna de marcha, avanzó hacia San Giuliano, pero en ese momento la
división del general Desaix llegó al campo de batalla para restablecer el combate.
Desaix desplegó sus tropas, parte en columna y parte en línea,
perpendicularmente al camino, colocando en segunda línea a su caballería.
A la derecha, enfilando el camino, situó una batería de
dieciocho cañones que hizo fuego sobre las tropas austríacas. Al abrigo de la
división, Desaix constituyó en tercera línea la izquierda francesa, y a la
derecha del camino, en línea oblicua, reforzó a las tropas que se habían batido
entra Marengo y Castell-Ceriolo.
El general Desaix cayó muerto en el primer encuentro con la
columna austríaca, pero ya las tropas francesas se había repuesto gracias al refuerzo.
La artillería, en combinación con la caballería, decidió el triunfo en favor de
los franceses; ametralló a la columna austríaca y la caballería cargó por el flanco
derecho. Tres mil granaderos austriacos fueron hechos prisioneros y fue muerto
el general que los mandaba. La retaguardia austríaca cubrió la retirada del ejército
de Melas que se replegó tras el Bórmida.
Después de la batalla, la incorporación de Suchet a Napoleón
hizo imposible el mantenimiento del ejército vencido en el teatro de la guerra
con lo que Melas se vio obligado a firmar una convención por la que se obligaba
a cruzar a la orilla izquierda del Mincio y abandonar todas las plazas que
ocupaba en la orilla de este río.
Consideraciones militares
Louis Charles Antoine Desaix de Vevgoux |
Fin de la guerra
No fue en Italia donde consiguió la victoria definitiva,
sino en Alemania donde el general Morceau, con la victoria de Hohenlinden, a
finales de 1800, conquistó la paz al despejar el camino de Viena, que quedó abierto
a los franceses, por lo que el emperador solicitó la paz que se firmó en
Luneville en febrero de 1801.
Por la Paz de Luneville se estipuló el restablecimiento
de la República Cisalpina; y por la Paz de Amiens, Inglaterra, incapaz
de vencer a Napoleón, se vio obligada a firmarla el 25 de marzo de 1802, por la
que devolvía a Francia y a sus aliados las colonias que les había tomado con la
excepción de la Isla de Ceilán, en Asia, y de la colonia española de Trinidad.
Al día siguiente de la firma de la Paz de Amiens Napoleón
Bonaparte se hizo otorgar, por plebiscito, Cónsul vitalicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario