domingo, 11 de diciembre de 2022

CAMPAÑAS DE NAPOLEÓN BONAPARTE. ITALIA

Campaña de Marengo (14 de junio de 1800)

Antecedentes

Napoleón como Primer Cónsul
Antoine-Jean Gros (1802)
A su regreso de Egipto, Napoleón Bonaparte fue proclamado primer cónsul de la República, en diciembre de 1799, y rechazada la paz que ofreció a Inglaterra y Austria, tuvo que hacer frente a la coalición que formaron estas dos naciones en su contra.

Un ejército de cien mil hombres, a las órdenes de Morcau, cubría la Alsacia y Suiza, y otro de treinta y cinco mil, mandados por Massena, formaba una extensa línea curva y cóncava en Italia, en el que las tropas de la derecha y centro, entre los Apeninos y el golfo de Génova, hasta Tenda, se mantenía a la defensiva, y las de la izquierda, que no eran más de cinco mil hombres, guardaban los Alpes. Los ejércitos franceses tenían enfrente a otros dos austríacos.

Por otro lado Melas, mandaba el ejército austríaco de Italia compuesto por unos cien mil hombres. Había dejado veinticinco mil hombres en Lombardía y con el resto se había dirigido a los Apeninos a para hacer frente a Massena, a principios de abril.

Los austríacos fueron los que rompieron por el centro la línea enemiga, avanzando por Montennotte y por el camino de Savona, arrojaron a la mitad de la izquierda, mandada por Suchet, a las orillas del Var y a la mitad de la derecha hacia Génova y sitiando la ciudad mediante un cuerpo de tropas austríacas llegadas de Gavi. Así estaba la guerra en Italia cuando intervino en ella Napoleón Bonaparte.

Había dos teatros de guerra: la Alemania del sur y la Italia del Norte, separados por los Alpes. En ambos los franceses tenían que operar por líneas internas apoyando una de sus alas en la cordillera y alejar de ésta a las dos austríacas para efectuar sobre ellas maniobras envolventes con el fin de que se separasen lo máximo posible y cortar sus comunicaciones con Viena.

Michael Von Melas
Napoleón confió a Morceau la dirección de la campaña en Alemania y se encargó él de la de Italia enfrentándose a Melas. Su propósito era concentrar a retaguardia del austríaco dos divisiones destacadas del ejército de Morceau que descendiendo del monte San Gotardo se colocarían a retaguardia de la línea del Tessino,  guardada por diez mil austríacos; otra que salvaría los Alpes por el monte Simplón y el ejército de reserva que desde el lago Ginebra atravesaría el gran San Bernardo para bajar al valle del Doria Baltea, mientras que cuatro mil hombres salvarían el pequeño San Bernardo y que junto con el ala izquierda del del ejército de Massena pasaría a ser la derecha del de Napoleón que avanzaría hacia Turín para desorientar al enemigo.

A Melas le sorprendió tan audaz concentración de fuerzas en Italia, teniendo en cuenta que el paso de los Alpes se consideraba insuperable para un ejército.

Prolegómenos

Napoleón cruzando los Alpes
Jacques-Louis David (1801)
Del 17 al 25 de mayo, el ejército de reserva, con Napoleón a su frente, pasó el gran San Bernardo, se apoderó de Aosta, arrolló a un destacamento austríaco por el camino y se vio frenado por la tenaz resistencia del fuerte de Bard que dominaba el sendero por el marchaban los franceses. No fue posible rendirlo por asalto, así que por la noche cubriendo de estiércol el camino y forrando de paja la ruedas pasó la artillería sin que los defensores del fuerte lo advirtieran; la infantería y la caballería siguió adelante dando un difícil rodeo. Continuó todo el ejército a Ivrea y desde allí la vanguardia avanzó sobre Turín hasta Chivaso para cubrir la marcha de aquél a cruzar el Tessino de donde se registraron los austríacos que lo guardaban, replegándose a Mincio. El ejército francés, reunido ya, entró en Milán el 2 de junio, excepto la vanguardia que por Casale se apoderó de Pavía.

Cuando Melas tuvo noticias de la entrada de ese ejército en Italia, creyó que las tropas que habían avanzado hasta Suze era la vanguardia y los que habían atravesado el San Bernardo un cuerpo de diversión, y acudió a loa Apeninos a cubrir Turín. Al verse con el enemigo a su retaguardia, interceptando sus comunicaciones y separándolas de su base de operaciones, se dirigió a Alejandría dispuesto a dar una batalla para salir de la situación en la que se encontraba. Había llamado a las tropas que bloqueaban Génova y a las que había seguido a Suchet. Éste las acometió en cuanto Melas se retiró de los Apeninos y solamente unos cinco mil hombres llegaron a Alejandría. Las tropas que habían conquistado Génova a los franceses se incorporaron a Melas por el camino de Tortona.

Batalla de Marengo. Louis François Lejeune (1801)

Batalla de Marengo
(14 de junio de 1800)

Situación inicial

Napoleón había destacado una parte considerable de sus fuerzas para ocupar ciudades importantes de Lombardía y vigilar la línea del Mincio; así que al enfrentarse a los austríacos, su ejército debilitado por la gran cantidad de destacamentos era muy inferior en número, no llegada a los treinta mil hombres, mientras que los austríacos eran unos cincuenta mil.

Creyendo que el enemigo trataba de retirarse hacia Génova, Napoleón cometió el error de destacar, antes de la batalla una división, al mando de Desaix, hacia Novi para interceptar la retirada austríaca y acercarse a las tropas de Suchet, que debían ir hacia Alejandría por el camino de Acqui.

Cuando supo que no era cierta la retirada del enemigo, avanzó hacia Marengo con su ejército por el camino de Tortona a Alejandría y se encontraron con los austríacos que habían cruzado el río Bórmida por el puente de Alejandría. Éstos dirigieron su esfuerzo contra la derecha francesa, con ánimo de romper la línea en Marengo y envolverla por Castell-Ceriolo. La derecha austríaca, que había iniciado el combate, la sostenía con la vanguardia francesa que, al desplegar el ejército de Napoleón, constituyó el ala izquierda.


Desarrollo de la Batalla

Rebasada y envuelta la derecha del ejército francés, tuvo que dar frente a Castell-Ceriolo, Napoleón envió a prolongar una división de la que una brigada se apoderó de dicho punto y sostuvo la acometida de las fuerzas austríacas. Por otro lado, la izquierda empezó a retirarse por el camino de Tortona hasta San Giuliano, y el resto del ejército inició también el movimiento de retirada.

Los austríacos dieron por suya la victoria y su vanguardia, en columna de marcha, avanzó hacia San Giuliano, pero en ese momento la división del general Desaix llegó al campo de batalla para restablecer el combate. Desaix desplegó sus tropas, parte en columna y parte en línea, perpendicularmente al camino, colocando en segunda línea a su caballería.

A la derecha, enfilando el camino, situó una batería de dieciocho cañones que hizo fuego sobre las tropas austríacas. Al abrigo de la división, Desaix constituyó en tercera línea la izquierda francesa, y a la derecha del camino, en línea oblicua, reforzó a las tropas que se habían batido entra Marengo y Castell-Ceriolo.

El general Desaix cayó muerto en el primer encuentro con la columna austríaca, pero ya las tropas francesas se había repuesto gracias al refuerzo. La artillería, en combinación con la caballería, decidió el triunfo en favor de los franceses; ametralló a la columna austríaca y la caballería cargó por el flanco derecho. Tres mil granaderos austriacos fueron hechos prisioneros y fue muerto el general que los mandaba. La retaguardia austríaca cubrió la retirada del ejército de Melas que se replegó tras el Bórmida.

Después de la batalla, la incorporación de Suchet a Napoleón hizo imposible el mantenimiento del ejército vencido en el teatro de la guerra con lo que Melas se vio obligado a firmar una convención por la que se obligaba a cruzar a la orilla izquierda del Mincio y abandonar todas las plazas que ocupaba en la orilla de este río.


Consideraciones militares

Louis Charles Antoine
Desaix de Vevgoux
Esta campaña es digna de estudio por muchos conceptos. Desde el principio se puso de manifiesto el genio militar de Napoleón y puede considerarse como como modelo entre las acertadas concepciones estratégicas. Sin embargo, el propósito de Napoleón de alcanzar un gran éxito estratégico, le puso delante un terrible fracaso táctico considerando que de los setenta mil hombres que tenía en Italia solo llevó a Marengo  poco menos de treinta mil, hay que convenir que la victoria fue hasta cierto punto inmerecida ya que se debió a la casualidad de la oportuna llegada de Desaix y a la no menos fortuita e inexplicable falta de acometividad de los austríacos al emprender la persecución de las columnas de armas, separadas, como si se tratase de un cambio de guarnición en tiempo de paz.

Fin de la guerra

No fue en Italia donde consiguió la victoria definitiva, sino en Alemania donde el general Morceau, con la victoria de Hohenlinden, a finales de 1800, conquistó la paz al despejar el camino de Viena, que quedó abierto a los franceses, por lo que el emperador solicitó la paz que se firmó en Luneville en febrero de 1801.

Por la Paz de Luneville se estipuló el restablecimiento de la República Cisalpina; y por la Paz de Amiens, Inglaterra, incapaz de vencer a Napoleón, se vio obligada a firmarla el 25 de marzo de 1802, por la que devolvía a Francia y a sus aliados las colonias que les había tomado con la excepción de la Isla de Ceilán, en Asia, y de la colonia española de Trinidad.

Al día siguiente de la firma de la Paz de Amiens Napoleón Bonaparte se hizo otorgar, por plebiscito, Cónsul vitalicio.

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