jueves, 15 de diciembre de 2022

Proclama del general carlista Ramón Cabrera a las tropas carlistas el 23 de junio de 1848

General Ramón Cabrera

La segunda guerra carlista o de los matiners, tuvo lugar fundamentalmente en Cataluña entre septiembre de 1846 y mayo de 1849 y se debió al fracaso de casar a la reina Isabel II con su primo y pretendiente carlista, Carlos Luis de Borbón, conde de Montemolín, (Carlos V para los carlistas), que terminó casándose con su otro primo Francisco de Asís de Borbón.

El 17 de septiembre de 1846 Carlos Luis huyó secretamente de Bourges, paralelamente se produjo también la evasión del general Cabrera, y pocos días antes de su salida, el día 12, había mandado un manifiesto a los españoles en que instaba nuevamente el camino hacia la guerra una vez fracasados los intentos de unión dinástica.

El levantamiento de Montemolín tuvo lugar en Cataluña con Benito Tristany y el barón de Eroles a la cabeza. Fusilado Tristany, el 17 de mayo en Solsona, Miguel Vila y Juan Castel junto a José Margoret  fueron los dirigentes de la sublevación catalana.

Carlos Luis de Borbón,
conde de Montemolín
En el país Vasco no prosperó la sublevación al ser el general Joaquín Julián de Alzáa, prendido al pasar la frontera y fusilado. En Valencia estuvo dirigida inicialmente por el general Domingo Forcadell y reactivada con la llegada del general Ramón Cabreraque intentó organizar lo que se denominó, el Ejército Real de Cataluña, momento en el que se produce la proclama siguiente:

PROCLAMA DEL GENERAL CABRERA A LAS FUERZAS CARLISTAS DE CATALUÑA AL HACER SU ENTRADA EN ESPAÑA PARA SOSTENER LA CAUSA DEL CONDE DE MONTEMOLÍN. 

"Voluntarios: El clarín y la corneta os llaman. ¿Deseáis saber el motivo de este llamamiento?

Un príncipe avaro, mezquino, falso y corruptor, aprovechándose de nuestras disensiones civiles en unión con una princesa degradada; hicieron objeto de especulación mundana el trono católico de los Alfonsos y Fernandos, y en las tinieblas de la noche –porque las noches casi siempre fueron protectoras de los grandes crímenes– echaron los fundamentos de su inicua obra por medio de una combinación matrimonial. Por consecuencia de esta, la corona que sobrepujara en brillo a todas las del universo, así por las excelsas virtudes de los grandes hombres que las llevaron, como por la mucha sangre que derramaron nuestros padres por conservarla ilesa, pretenden que pase desde las sienes femeninas que contra derecho la ciñen, a las de un extranjero sin crédito, sin valor y hasta sin título alguno de merecimiento (1).

Ya la Francia, avergonzada de tener a su cabeza al autor de tan innoble trama, le expulsó de su suelo, mientras que nosotros, españoles, aun reputados de más altivos, conservamos en el nuestro y en el apogeo de su influencia a la autora y en el poder a todos los cómplices, empeñados más que nunca en explotar el fruto de tan vil mercado.

Levanto la bandera de D. Carlos Luis de Borbón, legítimo rey, y de la independencia española, encareciéndoos que veáis en los compatriotas pacíficos, cualquiera que sea su opinión, un padre, un amigo, un protector, y en cada enemigo rendido, un hermano, un compañero.

Jamás olvidéis que la sangre es el tesoro más precioso de las naciones, y que la clemencia debe ser siempre nuestra divisa, pues los límites de España son bastante espaciosos para poder contener a todos sus hijos y la tierra suficiente fértil para mantenerlos (2)."

 (1) Se refería a Montpensier.

(2) Un historiador, comentando esta proclama, cuya moderación ·pugna con la conducta seguida por Cabrera durante la primera guerra civil, consigna que, indudablemente, había influido mucho en aquel caudillo su roce con los pueblos extranjeros. Cabrera, al emigrar de España en 1840, estuvo viviendo en varios puntos de Francia e Inglaterra.

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