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jueves, 30 de septiembre de 2010
El Conflicto de Kosovo (VIII)
domingo, 26 de septiembre de 2010
Atila, el huno (I)
La figura de Atila, el huno, es una de las más controvertidas de la Historia. Se ha escrito tanto y, generalmente, tan mal de él que ahora mismo sería imposible definirlo en un modelo de gobernante o líder determinado. Fue uno de los grandes enemigos que tuvo el Imperio Romano a lo largo de su existencia. Conocido como el “azote de dios”, Atila sembrará el terror a lo largo de la frontera del Imperio y amenazando Roma ante la impotencia del emperador para hacerle frente.
Su origen es oscuro, debió nacer hacia el año 400 d.C. pero se desconoce el lugar exacto. El padre de Atila, el rey Munsurk, estuvo tiempo asentado en la zona del Volga y de ahí se cree que puede provenir el nombre de Atila, ya que los hunos denominaban “Atil” al río Volga, pero existen diversas hipótesis entre los historiadores acerca del origen del nombre de Atila.
En tiempo de Munsuk, los hunos se habían expandido, desde las estepas rusas hacia el sur y el oeste, cruzando los Cárpatos y estableciendo su naciente imperio en las llanuras húngaras.
Poco tiempo después del nacimiento de Atila, murió su padre quedando tanto él como su hermano mayor, Bleda, al cuidado de sus tíos. Ruga era más poderoso de sus tíos y Atila era su sobrino favorito al que instruyó desde muy joven en el arte del combate huno.
Durante la infancia de Atila, los hunos siguieron conquistando los territorios de las tribus bárbaras vecinas y efectuaron distintos ataques a las provincias limítrofes del Imperio, ya que éste estaba en franca decadencia y no tenía el poder de antaño. Estaba dividido en dos partes: el Imperio Romano de Oriente, con capital en Constantinopla; y el Imperio Romano de Occidente, cuya capital se había trasladado a Milán y posteriormente a Rávena, ante la amenaza bárbara.
Hacia el año 410 d.C., el Imperio Romano de Occidente buscó la paz con los hunos y envió al joven Flavio Aecio a vivir en la corte huna, donde aprendió su lengua, su cultura, sus costumbres y tácticas, además de entablar una gran amistad con el joven Atila.
Años más tarde fue el propio Atila quien fue enviado a vivir a la corte romana. En estos años Atila aprendió la lengua, las costumbres, las tácticas militares y la cultura romana. Este sistema de vida romano no era el ideal de Atila, que despreciaba la corrupción y la decadencia romana. El conocer Roma fue el motivo de su odio hacia ella.
Tras regresar a su pueblo, al tiempo que Aecio lo hacía a Roma, éste era partidario de tener a los hunos como aliados antes que como enemigos, sin embargo Atila dijo: «Algún día regresaré a Roma, pero no como prenda sino como conquistador».
Atila desde muy joven había guiado a los hunos en sus conquistas, a los 32 años había invadido ya dos veces Italia para ayudar a su amigo Aecio quien, gracias al apoyo de Atila, se convirtió en el hombre más poderoso del imperio de Occidente. Atila, en este tiempo de apoyo a Roma, masacró a los borgoñeses, a los godos y a los visigodos.
A la muerte de su tío, el rey Ruga, que en sus últimos años estaba en guerra con el Imperio de Oriente, Atila se convierte en el líder supremo e indiscutible de los hunos “negros”, y los romanos orientales tienen que negociar con él. Atila recibiría 700 libras de oro cada año, el doble que recibía Ruga, y un dinero por el rescate de cada prisionero romano y les prohibió firmar cualquier tratado con pueblos enemigos de los hunos. Era el año 435.
El emperador de Oriente, Teodosio, tuvo que aceptar un paz humillante, pero sabía que no podía ganar la guerra contra Atila. Este recibía tributo de los dos Imperios y cada vez se hacía más rico, poderoso y temido.
En el año 440 se rompe la paz, los hunos capturan un obispo romano a su lado del Danubio y que había profanado sus tumbas. Atila montó en cólera y atravesó con su ejército el Danubio y masacraron brutalmente a los romanos en un avance imparable, aprovechando el hábil uso que dio a las máquinas de asalto romanas como gran estratega que era. En dos años había conquistado toda la región balcánica, Dalmacia, Bulgaria y Grecia.
Teodosio tuvo que negociar nuevamente con él y esta vez los impuestos a pagar fueron terribles para sus arcas, no tenía otra alternativa que claudicar ante Atila.
A pasar de sus conquistas y su fama de sanguinario, Atila fue un gran dirigente para su pueblo. Atila se casó con Arika con quien tuvo cuatro hijos, siendo su favorito Irnak, el más joven. Conservaba su modesto estilo de vida, de tipo espartano, lo que llamó la atención del historiador Pisco cuando comió en la corte de Atila.
En el año 444, murió su hermano Bleda, Atila a partir de ese momento era el gobernante supremo del pueblo huno. Un pastor le entregó una espada que encontró donde pastaba su ganado y según la leyenda huna, esta espada perdida en tiempos antiguos, era la espada sagrada de Dios, poseedora de grandes poderes y clave en el destino del pueblo huno.
Ahora que Atila, era el gobernante supremo de los hunos y poseía la espada de Dios, su destino era conquistar el mundo.
Foto: Atila guiando a los hunos en combate.
jueves, 23 de septiembre de 2010
El Maníaco de la Luna
La historia de Albert Fish es realmente curiosa por lo extremo de sus excentricidades y aberraciones, a parte de ser considerado como uno de los mayores asesinos en serie de la historia de los Estados Unidos.
Este personaje que, cuando fue detenido, tenía la pinta de un apacible abuelo, ocultaba tras esa máscara una historia terrible.
Albert Hamilton Fish nació en Washington en mayo de 1870, en el seno de una familia con antecedentes de perturbaciones mentales, su madre oía voces y tenía alucinaciones, dos de sus tíos fueron internados en centros mentales, tuvo una hermana demente y un hermano alcohólico. Su padre era 43 años mayor que su madre. Fish era el hijo más joven y tuvo diez hermanos de los cuales sólo tres vivieron.
Parece que estos antecedentes familiares se reunieron todos en su figura ya que en su informe psiquiátrico se define que padecía: masoquismo, sadismo, castración y autocastración, exhibicionismo, voyeurismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagía, fetichismo, canibalismo, etc. Toda una serie de virtudes.
A los 20 años mantiene relaciones homosexuales y ejerce la prostitución homosexual en Washington, en dónde viola a un niño y asesina a su primera víctima.
A los 26 años se casa con una joven de 19 años, con la que tiene seis hijos y lleva una vida normal, siendo considerado como un hombre apacible, religioso, abstemio y amable, amante de sus hijos, de quienes debe hacerse cargo cuando su esposa finalmente lo abandona. A pesar de esta situación siempre trató de mantener un hogar saludable. Su personalidad se manifiesta sadomasoquista, ya que se autoflagelaba, en castigo por sus perversiones, incrustándose astillas bajo las uñas, clavándose agujas en los escrotos, masturbándose con cabos de rosas introduciéndose palillos en la uretra, así como también bolas de algodón con alcohol en su ano que luego encendía, además de beber su propia orina y comer sus heces. Tenía como hobby coleccionar artículos periodísticos de asesinos en serie, sobre todo de canibalismo, ya que era un tema que lo atraía particularmente.
Fue detenido ocho veces, por tentativa de estafa, luego por robo, por pago con cheques sin fondos, por cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales de los periódicos.
A los 55 años, dentro de sus alucinaciones, ve a Cristo y éste le dice que tiene que lavar sus culpas a través del sufrimiento físico, la tortura y los sacrificios humanos. A partir de entonces ya no frenaría su impulso asesino y atormentaría a jóvenes varones, el abuso y asesinato de niños lo llevaría a mudarse a 25 estados diferentes.
Sus víctimas eran fundamentalmente niños afroamericanos o de clase social baja. Amparado en su aspecto de abuelo seducía con dinero y golosinas, golpeaba a los desafortunados hasta matarlos o los mutilaba hasta que morían, bebía su sangre y cocinaba las partes. Es arrestado por la policía, el 13 diciembre de 1935, cuando envía una carta anónima a la madre de una de sus víctimas:
«... La conduje a una casa vacía que había elegido con anterioridad en Westchester. Cuando llegamos, le pedí que permaneciera afuera. Mientras ella recogía flores subí las escaleras y me quite todas mis ropas. Sabía que si no lo hacía de ese modo, podría mancharlas de sangre. Cuando todo estuvo listo fui a la ventana y la llamé. Me escondí en el closet hasta que estuvo en el cuarto. Al verme desnudo comenzó a llorar y trató de escapar por las escaleras. La sujeté y ella dijo que le diría su mama. Primero la desnudé ¡cómo pataleó, araño y me mordió! pero la asfixie hasta matarla. Luego la corté en pequeños pedazos para poder llevar la carne a mi lugar. Guise su rico y delicioso trasero. Me tardé 9 días en consumir todo su cuerpo. De haber querido hubiera tenido sexo con ella, pero no quise. Murió siendo virgen.».
Delante del Tribunal confiesa, sin ningún pudor ni arrepentimiento, la autoría de los crímenes y aberraciones que había cometido. Su deseo de comer carne cruda las noches de luna llena le valió el apodo de «Maníaco de
El doctor Fredric Wertham estableció que la perversidad mostrada por Albert Fish no tenía parangón alguno en los anales de la siquiatría, y sugiere que el autocastigo que Fish se imponía, era fruto de la paranoia psicopática que sufría en sus propósitos de perversión sexual.
Fue sentenciado morir en la silla eléctrica, y fue electrocutado el 16 de enero de 1936 en la prisión de Sing Sing. Tuvo que ser electrocutado dos veces porque en la primera se produjo un cortocircuito debido a las agujas que tenía incrustadas en los escrotos.
Albert al conocer el veredicto del Jurado, dijo: «Que alegría morir en la silla eléctrica! Será el último escalofrío, uno de los pocos todavía no he experimentado».
Un personaje terrible, que ha tenido diferentes denominaciones: el Maníaco de
Foto: Albert Fush cuando fue detenido en 1935.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
La bruja Achiké
En ciertas zonas del Perú existen las leyendas y los mitos sobre las conocidas brujas devoradoras de niños. Estos relatos son propicios a la pobreza de la zona, en la cual unos padres abandonan a sus hijos porque no pueden mantenerlos y éstos se cruzan en el camino de las brujas que terminan devorando a los niños.
Estas brujas cambian de nombre en función del lugar en que se realice el relato. El que os pongo a continuación es el de Achiké, bruja andina de origen quechua que, según cuentan, se peleó con Dios y se hizo su enemiga. Ahí comenzó su leyenda.
“Se dice que dos niños (un niño y una niña) fueron abandonados en el bosque por sus padres porque no tenían nada que darles de comer.
Adentrándose en lo profundo del bosque se encontraron con una anciana que les convenció para que entraran en su casa, prometiéndoles una rica comida. La anciana envió al niño a buscar agua para cocinar unas patatas y cuando regresó, Achiké en lugar de patatas le dio a comer piedras calientes en lugar de patatas sancochadas (termino andino muy popular que significa patatas a medio cocinar y sin sazonar). A continuación, la malvada Achiké devoró al niño.
Más tarde, la niña cogió los huesos de su hermano y logro escapar. Achiké persiguió a la asustada niña hasta que la diosa Teeta MaTuco le lanzó una cuerda desde el cielo, por el que la niña trepó hasta ella. Teeta MaTuco reconstruyó, con los huesos, a su hermano.
Achiké quiso trepar también por la cuerda, pero un ratón cortó la cuerda, royéndola con sus dientes, y la malvada bruja cayó al tiempo que gritaba: “¡A la pampa, sobre la pampa!”.
La bruja cayó sobre unas piedras y la leyenda dice que de su sangre, nacieron por primera vez las zarzamoras, mientras que de su vestido rojo surgieron las plantas espinosas que crecen en todos los lugares donde es imposible cultivar nada”.
Esta es una de las leyendas de la bruja devoradora Achiké, la enemiga de Dios, portadora de los valores de infertilidad.
Foto: Dibujo de la bruja Achiké realizado por el artista gráfico Nebver Sanmartín Herrera para un Cuento de Colchado Lucio.