Una Cabila Guich |
Dice el Corán que: «…
sólo a Allah pertenece lo que hay en los cielos y en la tierra, y que siendo de
Dios, El la da, a quien quiere de sus servidores…», explicándose así que
los musulmanes no considerasen más que dos clases de tierras: las tierras del
Islam y las tierras de infieles. Las tierras del Islam se las consideraba de
dos procedencias, las que hubiesen sido conquistadas por las armas o las
conseguidas por medio de capitulaciones.
Según esto en el Marruecos del Protectorado, las dos
verdaderas clases de terrenos eran: las tierras de gobierno marroquí o «Blad el
Majzén», las que estaban verdaderamente sometidas al dominio y gobierno del
Imán de los Creyentes —Sultán—, de extensión muy considerable; y las tierras en
rebeldía o «Blad es Siba», las que se consideraban insumisas por no reconocer
la autoridad del Sultán, aparte de la meramente religiosa.
Así las cabilas del territorio sometido del Majzén se
encontraban divididas a su vez en dos grupos llamadas tierras o cabilas Guich y
tierras o cabilas Naiba. Las tierras
Guich eran las que los sultanes concedían, desde tiempos antiguos, en usufructo
a sus soldados y se constituían en colonias militares nutriendo al Ejército
permanente según un sistema de recluta que estaba en vigor desde hacía más de
un siglo, a cambio de ello recibían tierras y se les eximía del pago de
impuestos. Por otra parte las tierras Naiba eran las cedidas a las tribus o
cabilas en uso mediante el pago de un impuesto llamado «Naiba» y solo aportaban harkas, formaciones
militares irregulares y temporales, en caso de guerra.
La falta de un ideal común en Marruecos, debido a estar
constituido por distintas cabilas que se consideraban independientes y enemigas
las unas de las otras determinó un estado de anarquía tan grande, que produjo
como consecuencia el atraso enorme que, en todos los órdenes, atravesaba
Marruecos, llegando a tal extremo, que incluso la agricultura y ganadería
apenas si daban lo necesario para el sostenimiento de la población.
Este estado de cosas dio lugar a la creación de las Cabilas
Guix o Guich, cuyo número no pasó de seis, pero que fueron las suficientes para
sostener en Marruecos una relativa tranquilidad; que tomase algún incremento la
agricultura y por último que al mismo tiempo fuese reconocida en más de una
ocasión la autoridad del Sultán.
En aquellos territorios, cuyos habitantes aparecían con
caracteres más indómitos, se establecía una Cabila Guich a cuyos individuos,
además de los elementos indispensables de combate, se les daba una parcela de
terreno de extensión suficiente para que, cultivada, produjese lo necesario
para el mantenimiento, no sólo del individuo a quien se concedía, sino también
de su familia. Se trataba, por tanto, de un ejército compuesto de
voluntarios que no costaba un solo céntimo al Tesoro del Sultán, puesto que
éste pagaba concediendo parcelas de terreno comprendidas dentro del territorio
de las cabilas más insumisas.
Tropas marroquíes en una Cabila |
Con este sistema no faltaban voluntarios para formar parte
de los Guich y además, los Sultanes, conociendo muy bien el modo de ser de sus
súbditos, les concedían todo aquello que más apetece un marroquí: armas, una
parcela de terreno, que era heredada por sus hijos si seguían formando parte del
Guich y les declaraban libres de pagar los impuestos que no fuesen los
coránicos.
Estos Guich llegaron a constituir grandes contingentes, pues
solo el denominado Abi el Bojari o simplemente Buajaras, que significa «Servidores del libro de Bojarí», tenía
en filas 150.000 negros. Con el tiempo se relajó la verdadera misión de estas
fuerzas, en las cuales era frecuente que se apoyasen los agitadores que
aspiraban al Sultanato y esto dio lugar a que se convirtiesen en una especie de
guardia pretoriana, constituyendo con ello un elemento más de desorden, por lo
que fue preciso dividirlos y aún trasladarlos de territorio.
Cabila de Yebala |
De los seis Guich, el Guich el Riffi se estableció en la
región del Fahs después de haber contribuido a tomar a los ingleses la plaza de
Tánger, y que si bien los Buajaras los estableció el Sultán Muley Ismail en
gran número por el territorio del Ríf, pero que una vez muerto el Sultán la
región recobró su independencia y los rífenos, aprovechándose de la debilidad
de los Sultanes sucesores de aquél, dieron buena cuenta de los Buajaras.
Como dato curioso el documento especial que otorgaba el
Sultán para la concesión de tierras a los Guich decía:
«Loor a Dios
único.
Que Dios
reparta sus bendiciones entre nuestro señor y amo Mahoma, su familia y sus
compañeros y que le conceda la salud.
Por la gracia
de Dios y la liberalidad de nuestro amo Mahoma, asistido de Dios, otorgamos por
esta nuestra carta a…… el disfrute de la parcela situada en...... y limitada……
que antes se encontraba en poder de quien no la merece, a fin de que aquél la
disfrute en las mismas condiciones que sus compañeros del Guich el Ríffi.
Todo el que
conozca esta carta dará cumplimiento a lo en ella mandado.
Y la paz».
Por último, hay que decir que de todas estas concesiones se
llevaba un registro especial que estaba en poder del jefe de la Cabila Guich
correspondiente.
Paseo del Jalifa con su escolta |