Cartel de la Revolución Cantonal |
Durante la Primera
República ocurrieron en España unos sucesos que, al ser escasamente divulgados,
han pasado con frecuencia desapercibidos, pero que podrían servir de punto de
partida para una novela chusca o una opereta cómica si no fuese porque trajeron
consigo el derramamiento de la sangre de muchos españoles.
Pi y Margall |
El Presidente
federalista de la Primera República Española, Pi y Margall, estuvo a punto de
romper la unidad de España al reflejar y sancionar en la Constitución Federalista
que las regiones eran Estados Soberanos. Tras esa decisión, el país se enfrentó
a un caos total y estuvo a punto de desintegrarse.
Se declararon las
repúblicas independientes de Cataluña, Málaga, Cádiz, Valencia, Granada,
Sevilla, Alcoy, Cartagena, Algeciras, Almansa, Andújar y varias más. Muchas de
ellas se enfrentaron entre sí dando lugar a situaciones cómicas si no fuese por
lo trágico de sus desenlaces.
Mapa que refleja los levantamientos cantonales |
Por un conflicto de
intereses, la república independiente de Jumilla amenaza a la también
independiente republica de Murcia: "La Nación jumillana desea vivir en
paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, pero
si hoyara (sic) su territorio, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de
Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar, en sus
justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en ella piedra sobre
piedra."
Cartagena. Castillo de Galeras y Bahía |
Ante ese estado de
cosas Cartagena decide ser neutral entre Jumilla y Murcia y se declara a su vez
Cantón Independiente y Soberano. A tal efecto, los cartageneros se hacen con el
Gobierno Civil y el Militar, asaltan el Ayuntamiento y crean una Junta que, en
nombre del Cantón Independiente, gobierne el nuevo Estado. Toman también el
control del Arsenal y del puerto, donde estaba amarrada una buena parte de la
Flota española, que se une a la sublevación. En el Castillo de Galeras se iza
la bandera cantonalista. Toman una bandera turca que había por allí, pintan de
rojo la media luna y la estrella blancas, y ese estandarte rojo se identifica
como símbolo del Cantón.
Salmerón |
Lógicamente, el
proyecto cantonalista es rechazado por las Cortes y dimite el presidente Pi y
Margall que no era partidario de actuar contra los cantonalistas: "No
hay más que dos caminos, o la política o las concesiones y, por supuesto, mi
idea es conceder lo que el pueblo pide".
El 18 de julio le
sustituye Salmerón, que no le hace ni caso y envía tropas a Cartagena para
abolir la independencia declarada por el Cantón. Los cartageneros, con el
armamento del arsenal y con su flota, resisten el ataque de las fuerzas del Gobierno. La armada cantonalista, mandada
por el militar progresista Antoñete Gálvez ("Toñete"), natural de Torreagüera,
continúa la ofensiva. A la orden de "a toda máquina", y reforzada con
500 hombres del Batallón de Cazadores de Mendigorría a bordo, llega a
bombardear el puerto de Alicante y a desembarcar en la ciudad. En esta acción
bélica se recaudan 8.000 duros de plata que "voluntariamente" entrega
la ciudad conquistada.
Levantamiento cantonal en Cartagena |
El 29 de Julio, las
fragatas cantonales fondean en aguas de la capital almeriense, exigiendo la
evacuación de las fuerzas militares, la proclamación del cantón y el pago
inmediato de 400.000 pesetas de la Administración de Aduanas y 500.000 más
procedentes de comerciantes y banqueros. Al no ser satisfecho este pago, las
tropas cartageneras desembarcan para conquistar la ciudad, pero las fuerzas
almerienses evitan, tras furiosos tiroteos, el desembarco de los cantonales lo
que conduce, el día 30 de julio, al bombardeo naval de la ciudad.
"Toñete" |
El objeto de
aquellas incursiones por mar y tierra era incorporar tierras y poblaciones al
cantón, así como recaudar fondos o “contribuciones de guerra”,
"voluntarias" por supuesto, para mantener la independencia.
Cartagena era en ese
momento un país independiente "de facto" y, como tal, tenía derecho a
moneda propia. En consecuencia, se acuña el "duro cantonal", con sus
respectivas "pesetas cantonales", monedas con las que se pretendía
costear los gastos generados durante el periodo de lucha por su independencia.
El gobierno
independiente se pone en contacto con el de los Estados Unidos de América y
solicita su ingreso como un estado más de la unión, al tiempo que pide ayuda,
principalmente armas y pertrechos de guerra, para mantener su independencia
frente al poder centralista de Madrid. Los Estados Unidos estudian seriamente
la propuesta y, finalmente, su presidente rechaza el ofrecimiento. El general
Ulises S. Grant, quizás el peor gobernante y el mejor general que hayan tenido
los norteamericanos, no quiso tener problemas con España.
Ulises S. Grant |
Pero eso no quiere
decir que la oferta no se estudiara. Se valoró mucho la opción ya que a los
Estados Unidos, entonces potencia emergente, no les parecía nada mal tener en
la base naval de Cartagena un apoyo sólido en el Mediterráneo. La propuesta era
tentadora y su rechazo fue un golpe bajo a la autoestima de los cantonales. A
"Toñete" se le sube a la cabeza el presunto éxito sobre las fuerzas
gubernamentales y organiza una marcha para tomar Madrid, llegando victorioso
hasta Chinchilla (Albacete), donde las tropas del Cantón son derrotadas y
tienen que regresar a Cartagena.
Monedas cantonalistas |
Mientras tanto, en
el resto de España las cosas tampoco andan demasiado bien. Granada y Jaén se
declaran la guerra por diferencias en sus "fronteras nacionales". Utrera
se independiza de Sevilla, que no sólo no reconoce esa ruptura unilateral, sino
que le declara la guerra. Una guerra que, sorprendentemente, ganó Utrera, tras
la muerte en combate de 400 hombres de ambos bandos. Coria, capital episcopal
famosa por su tonto (el famoso "tonto de Coria"), quiere
independizarse, pero no de Madrid, de donde ya era independiente de hecho, sino
de Badajoz. Betanzos se declara independiente de La Coruña. Jerez proyecta su
cantón, pero finalmente prefiere rendirse a Madrid antes que someterse a la
República Independiente de Cádiz.
Betanzos |
El presidente
Salmerón envía al general Martínez Campos y sus tropas a Levante y Andalucía.
Los cantones, desorganizados y en estado de guerra entre sí, van cayendo uno
tras otro y la revolución queda sofocada en menos de dos meses. En los
paredones de los consejos de guerra acaban los restos de la revolución
cantonal, uno de los episodios más surrealistas de la Historia de España.
Es triste pensar que
los problemas que nos preocupan hoy son muy similares a los que arrastraron a
nuestros antepasados a tan inconcebible comportamiento:
1.-
Crisis económica.
2.-
Niveles de paro insoportables.
3.-
Población al límite de su resistencia política, económica y moral.
4.-
Falta de voluntad política para afrontar reformas estructurales.
5.- Incompetencia de los políticos para
manejar la situación.
Y de esto hace ya 140 años. Si a los
cantonalistas de entonces les contáramos sólo una parte de lo que nos está
ocurriendo hoy, su respuesta sería: "Toma
mi fusil, te va a hacer mucha falta".
Muy interesante, Juan lo comparto en facebook...
ResponderEliminarGracias Carlos. Un abrazo
ResponderEliminarJuan, me he quedado pegado a la pantalla leyendo el articulo creo que "este episodio de la historia de España no venia en mi libro de bachillerato" es verdaderamente alucinante hasta donde puede llegar la necedad humana y en este caso la de nuestros ancestros compatriotas. Hecho de menos en el articulo una referencia de fechas, aunque citas la I República no vendría mal poner el año de los acontecimientos para centrar, de paso, a ignorantes como yo
ResponderEliminarun saludo
Juan Carlos de Clemente
Hola Juan Carlos, la verdad es que la Revolución o Rebelión Cantonal fue un episodio muy interesante que se produjo desde julio de 1873 a enero de 1874, justo en medio del tiempo que duró la Primera República que fue desde el 11 de febrero de 1873 al 29 de diciembre de 1874. Este episodio pone de manifiesto el carácter español y demuestra que cualquier motivo por raro que sea sirve para declararse independiente del poder establecido. Tenemos unos buenos antecedentes a la situación actual. Un abrazo
EliminarEstupendo artículo. Sólo una corrección: el nombre del sublevado murciano era ANTONETE (de Antón). Y así reza en la estatua que hay en Torreagüera y en la avenida que lleva su nombre en Murcia ciudad. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Gus, seguramente es así, pero ya sabes que es más fácil llamarle "Toñete" que "Tonete", cosa de los españoles que somos así. Un abrazo
EliminarGus, efectivamente era "Antonete" pero no de Antón sino de Antonio, por eso algunas veces le llaman "Antoñete o Toñete". Nació en la pedanía murciana de Torreagüera, el 29 de junio de 1819, hijo de Antonio Gálvez Martínez y María Árce Cárceles y murió con 79 años. Otro día pondré su historia. Un abrazo
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