Voy a poner un par de anécdotas que se cuentan de personajes
históricos conocidos como fueron Solimán el Magnífico y el Conde de Aranda.
Solimán II |
La primera es una anécdota relacionada con la justicia y se
refiere al Sultán turco Solimán II, llamado el Magnífico y el legislador, quien
dio a su pueblo dos cosas importantes que necesitaban: leyes justas y los
medios para que se cumpliesen. Se cuenta que un día soldados suyos habían
robado unas gallinas a una pobre mujer que no tenía otro sustento de vida que venderlas
en el mercado. Ésta pidió audiencia ante el sultán y, cuando estaba ante él, le
dijo:
—
“Señor, tus soldados han hecho una injusticia
conmigo”.
Entonces Solimán le preguntó:
—
¿Cómo es que una mujer como tú, capaz de pedir
audiencia ante el soberano, no ha sido capaz de solucionar un pequeño problema
como este?
La mujer le contestó:
—
“Señor, ocurrió cuando estaba durmiendo”.
A lo que repuso el sultán:
—
“Pues debéis tener un sueño muy profundo, porque
las gallinas tuvieron que hacer mucho ruido, quizás no deberíais dormir tan a
pierna suelta”
Y la mujer le contestó:
—
“Señor, debéis saber que el pueblo piensa que teniendo
un soberano justo, como lo sois vos sin duda, puede dormir tranquilo pensando
que velaréis por él. Sois vos quien no debe dormir tan profundamente mientras
los soldados roban las gallinas de vuestros súbditos”.
El sultán quedó maravillado por las palabras de la mujer
y ordenó que se hiciera justicia a la
demanda de la mujer y se la colmara de regalos.
El Conde de Aranda |
La segunda es una anécdota de terquedad y cabezonería que
como buen aragonés demostraba don Pedro Pablo Abarca de Bolea, el Conde de
Aranda. En cierta ocasión el conde se encontraba discutiendo con Carlo III y
como no daba muestras de reconsiderar
sus puntos de vista, el rey le dijo:
—
“Aranda, eres más terco que una mula manchega”.
Lejos de callarse, Aranda replicó al rey:
—
“Señor, yo conozco a alguien más terco que las
mulas manchegas y que yo mismo”.
Carlos III quiso saber a quién se refería y Aranda le
contestó:
—
“Perdonad, Señor, pero ése es la augusta y sacra
majestad el rey de España y de sus Indias”.
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