Benedicto XVI |
Cuando dentro de 10 días se haga oficial la renuncia al
ministerio papal por parte de Benedicto XVI se produce un hecho histórico que
no ocurría en la cúpula de la Iglesia Católica desde 1414 en que Gregorio XII
renunció al pontificado.
Este hecho, aunque bastante
inusual en los tiempos modernos, no es la primera vez que se produce en la
Historia de la Iglesia ya que según Josep María Martí Bonet, profesor de
Historia de la Iglesia y canónigo de la Catedral de Barcelona, 22 han sido los
papas que renunciaron o fueron obligados a dimitir. Estos son esos papas, aunque algunos de ellos son considerados por la Iglesia Católica como antipapas:
Época antigua:
Ponciano |
§
Ponciano
(230-235), es el primer obispo de Roma, en la historia de la Iglesia que no
permaneció en la silla de San Pedro hasta su fallecimiento ya que abdicó el 28
de septiembre de 235. Se enfrentó al antipapa Hipólito quien se había negado a
reconocer a Ponciano como obispo legítimo. El emperador Maximino el Tracio, que
reactivó las persecuciones contra los cristianos e hizo que tanto Ponciano como
Hipólito fueran deportados a las minas de sal de Cerdeña donde lograron
reconciliar sus posturas poniendo fin al primer cisma que había sufrido la
Iglesia al abdicar ambos a favor de Antero. Poco después de la abdicación,
Ponciano e Hipólito fueron martirizados al ser azotados hasta la muerte, tras
lo cual sus cuerpos fueron trasladados a Roma donde fueron inhumados en las
catacumbas de San Calixto.
Eusebio |
§
Eusebio
(309), durante su corto pontificado tuvo que hacer frente al problema de
los lapsi, los cristianos que habían
abandonado la fe debido a la persecución y ahora querían regresar. Los
esfuerzos del papa encontraron una fuerte oposición en Heraclio. La lucha entre
ambos fue tan intensa que el propio emperador Majencio desterró a los dos.
Eusebio murió en Sicilia poco después. Está enterrado en la catacumba de
Calixto I en Roma.
Juan I |
§
Juan I
(523-526), viajó a Constantinopla cuando el rey ostrogodo Teodorico el
Grande le pidió que negociara con el emperador bizantino Justino I el cese de
las persecuciones que contra los arrianos se producían en el imperio desde la
publicación de un edicto imperial en 523. El fracaso de su misión junto a las
acusaciones de tibieza en las negociaciones con el emperador, hicieron que a su
regreso a Roma, Teodorico lo hiciese encarcelar en Rávena, capital del reino
ostrogodo, donde murió martirizado el 18 de mayo de 526. Sus restos fueron
llevados a Roma y enterrados en la Basílica de San Pedro.
Silverio |
§
Silverio
(535-537), fue acusado de alta traición por Belisario de estar planeando
con los godos la rendición de la ciudad de Roma, lo que permitió a la emperatriz Teodora
sentar a Vigilio, cercano a sus ideas monofisitas, en la sede papal. Silverio
fue arrestado y despojado de las vestiduras pontificales en marzo de 537 y
enviado al exilio en la ciudad de Patara (Turquía). El obispo de Patara intercedió a su favor
de Silverio ante el emperador Justiniano y logró que este anulara el destierro
y le permitiera regresar a Italia para demostrar la falsedad de la acusación de
traición. Una vez en Italia, fue recluido por orden de Teodora, en la isla de
Palmarola donde falleció el 11 de noviembre de 537.
Martín I |
§
Martín I
(649-655), celebró el Concilio de Letrán en el que se condenó el
monotelismo que el emperador bizantino Constante II quería imponer como
solución de compromiso entre la ortodoxia cristiana y el monofisismo. Se
condenó a la Ecthesis, decretada por
el emperador Heraclio, al Typos de
Constante, y se excomulgó a los patriarcas de Constantinopla Sergio I, Pirro I
y Pablo II. Conocida la noticia el emperador Constante II ordenó a su
representante en Italia, el exarca de Rávena, Teodoro Calíope, que tomase
prisionero al Papa y lo trasladase a Constantinopla. Calíope, informó al clero
de Roma que Martín I había sido depuesto como papa, obligando al propio
pontífice a embarcar el 19 de junio de 653 con destino a Constantinopla, tras
permanecer durante casi un año en la isla de Naxos. Juzgado de los cargos de
herejía y enemigo del Estado, es condenado a muerte el 20 de diciembre de 654.
El juicio, celebrado en el Hipódromo, fue una parodia en la que Martín I fue
vejado e insultado, privado de sus vestiduras y cargado de cadenas. Tras tres
meses de prisión, el emperador le conmutó la pena de muerte por la de exilio en
Crimea, donde llegó, el 15 de mayo de 655, en una situación física tan
deplorable debida al maltrato sufrido desde su detención, que falleció el 16 de
septiembre de ese mismo año. Por este motivo se le considera mártir, el último
Papa en testimoniar su fe de este modo.
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