domingo, 31 de octubre de 2010

Un Cartaginés vuelve a la vida

Parece mentira lo que avanza la ciencia, algo que hace unos años era impensable es ahora posible. Esto viene al caso de la noticia que hemos conocido estos días de la remodelación física de un joven cartaginés del siglo VI a.C. como resultado de la cooperación científica entre Francia y Túnez.

Vestido con una túnica de lino blanco, sandalias cartaginesas, un colgante y perlas como las que se encontraron en sus restos, "Ariche", como se le ha bautizado al hombre de Byrsa ha sido devuelto a la vida, en la colina sagrada de Byrsa, donde nació hace cerca de 2500 años.

El embajador francés Pierre Menat, en la apertura de la última exposición semanal, dijo que "la distancia que separa los siglos ha sido borrada, a los huesos se les da carne y los ojos se iluminan de nuevo en un joven que vivió aquí seis siglos antes de nuestra era".

La historia comenzó en 1994 con el descubrimiento fortuito de un sepulcro en el flanco sur de la colina de Byrsa, uno de los lugares más famosos de la antigua Cartago. Leila Sebai, Presidenta del Consejo Internacional de Museos y comisaria de la exposición, dijo: "se fue demasiado pronto, era, sin duda, de noble cuna y su cuerpo fue enterrado en esta generosa tierra africana".

El estudio antropológico del esqueleto mostró que el hombre de Byrsa murió entre los 19 y 24 años, tenía un físico muy fuerte y medía sobre 1,70 metros, según la descripción de Jean Paul Morel, director del equipo arqueológico francés de Cartago, por iniciativa del ministro de Cultura tunecino, Abderraouf Basti, quien inauguró la exposición.

La reconstrucción del aspecto de Ariche ha sido llevada a cabo en París por Elisabeth Daynes, escultora especializada en reconstrucciones hiperrealistas. Sobre ella, Leila Sebai dijo que "él viene a nosotros gracias al rigor científico, sobre todo la de la paleo-antropología y medicina forense, pero también gracias a la magia del arte de Elisabeth Daynes, que sabe poner muchas caras detrás de un pasado lejano".

La reconstrucción dermoplastica empleada se basa en una técnica científica que permite a los expertos restaurar las características de un individuo con una precisión del 95 %, aunque algunos aspectos, como el color de los ojos o el del pelo son subjetivos.

«Ariche» se podrá ver en Byrsa hasta finales de marzo de 2011, cuando viajará a Líbano, la tierra de los fenicios, fundadores Cartago, para una exposición en la Universidad Americana de Beirut.

Fuente: http://news.yahoo.com/s/afp/20101028/sc_afp/tunisiafrancearchaeologyhistory

Foto: Reconstrucción del cartaginés «Ariche», el hombre de Byrsa.

viernes, 29 de octubre de 2010

La Xana

Hoy voy a contar la leyenda de la Xana, uno de los personajes más conocidos de la mitología astur-leonesa y, bajo cuya denominación se agrupan varios tipos de hadas como ha quedado plasmado en su folklore, que suelen habitar en zonas de aguas puras y cristalinas.

Pues cuenta la leyenda que, en el siglo VIII, el rey astur Mauregato pagaba a los musulmanes un tributo de 100 doncellas cada año para el harén del Emir. El rey elegía personalmente a las jóvenes para cumplir el compromiso y para ello contaba con un grupo de guerreros que recorrían todo el reino en busca de las doncellas más bellas para ser llevabadas a su presencia.

Un día, los guerreros del rey tuvieron conocimiento de que Illas, localidad junto a Avilés, existía una joven muy bella y fueron a raptarla. Belinda, que así se llamaba la joven doncella, los recibió amablemente, pero fue capturada. Cuando esto sucedió, consiguió de sus captores que la dejaran cantar y bailar, así lo hicieron y quedaron fascinados. Entonces Belinda se ofreció a bailar para ellos una danza especial que debía hacerse en el campo, de noche y a la luz de la luna.

Los guerreros astures accedieron y después de anochecer salieron con ella al campo para ver la danza. En el momento que la soltaron para que se dispusiese a bailar, Belinda salió corriendo con todas sus fuerzas hasta que llegó a una fuente donde pretendía esconderse y burlar a sus captores. Cuando estaba en la fuente buscando un escondite, oyó una voz que salía del interior de la fuente y que le decía:

«Si quieres ser tu mi Xana, vivirás días dichosos»

La joven, asombrada, preguntó que debía de hacer para convertirse en Xana, y la voz le respondió:

«Bebe un sorbo de agua y te librarás de los guerreros»

Así lo hizo Belinda y en ese momento se transformó en una joven de una belleza sobrenatural. Cuando los guerreros llegaron hasta ella para capturarla, la joven Xana los miró con sus maravillosos ojos verdes y en ese instante todos los guerreros se convirtieron en carneros.

El rey, al ver que no regresaban sus guerreros, envió a otro grupo pero estos tampoco volvieron. Entonces convocó a todos sus guerreros y al frente de su ejército se dirigió al pueblo de Illas. Al llegar al lugar, el rey pudo ver que había gran cantidad de carneros y ovejas que pastaban apaciblemente junto a una fuente en la que se encontraba sentada una hermosa joven que estaba hilando copos de lana.

El rey se dirigió a ella y le preguntó que dónde estaban sus guerreros, a lo que la Xana le contestó que no había enviado guerreros sino que había enviado corderos. El rey enojado le contestó:

«Te repito que eran guerreros como los que vienen detrás de mi»

La Xana, burlona, le contestó al rey:

«También tú has traído corderos y bien podrías ser su pastor»

El rey se giró y vio que todo su ejército de guerreros se había convertido en un apacible rebaño de corderos y sus propias ropas se habían transformado en prendas de pastor.

Asustado y temeroso, suplicó a la Xana que deshiciera el encantamiento y le ofreció cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió al rey que dejara de pagar el tributo de las 100 doncellas a los musulmanes. El rey acepto y envió inmediatamente un mensajero al reino musulmán a comunicarles que quedaba sin efecto el tributo ante la imposibilidad de poder cumplirlo.

Desde ese momento las doncellas dejaron de ser capturadas. La fuente de la Xana aún se conserva próxima a Avilés.

La leyenda se encuentra muy arraigada en parte de León y Asturias.

Foto: Belinda en la Fuente de la Xana.

martes, 26 de octubre de 2010

Las reinas de Enrique VIII (I)

Con la emisión de la serie de televisión «Los Tudor» mucha gente ha tenido conocimiento de la licenciosa vida de Enrique VIII, uno de los reyes más conocidos de la vieja Inglaterra del siglo XVI.
Aunque la serie tiene ciertos matices no acertados del todo históricamente, si que refleja bastante bien los acontecimientos, teniendo en cuenta que se trata de una serie televisiva.
Voy a ir poniendo la historia de las mujeres de Enrique VIII, empezando por sus seis esposas —Catalina de Aragón, Ana Bolena, Jeanne Seymour, Ana Cleves, Catalina Howard y Catalina Parr— y terminando por sus dos hijas —María I e Isabel I, todas ellas reinas de Inglaterra.
Catalina de Aragón
La primera de sus esposas fue Catalina de Aragón, última hija de los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Catalina nació en Alcalá de Henares el 16 de noviembre de 1485, siendo bautizada en la Colegiata de esa ciudad, por el ilustre Cardenal Pedro González de Mendoza. Tras la toma de Granada, sus padres se alojaron en el Palacio Árabe del Alcázar y allí fue donde pasó la mayor parte de su infancia. Educada directamente por su madre, la reina Isabel, Catalina se caracterizaba por su fuerte carácter y su notable inteligencia que unidas le daban
la prestancia digna de una verdadera princesa.
Todas las hijas de los reyes eran piezas clave en las alianzas matrimoniales de sus padres, según los intereses políticos del reino y Catalina no era una excepción, así Enrique VII de Inglaterra, primer rey de la dinastía Tudor, propuso a los Reyes Católicos una alianza para protegerse de Francia y al mismo tiempo asegurar y legitimar su poder real, discutido por algunos pretendientes al trono, frente a un enemigo común.
El acuerdo entre ambos reinos establecía que la quinta hija de los Reyes Católicos, la pequeña Catalina —de tres años de edad— sería la prometida de Arturo —de sólo dos años— heredero de la corona inglesa, y celebrar las nupcias cuando tuvieran edad de hacerlo.
Los Reyes Católicos pusieron como condición que la dote de Catalina no sería muy elevada y si el príncipe moría después de la boda, ella heredaría un tercio de las recaudaciones de los condados de Chester, Cornwall y Gales, lo que la convertiría en una princesa de gran fortuna.
Finalmente cuando el Papa Alejandro VI, ante los ataques franceses contra la sede apostólica, pidió ayuda a los monarcas españoles, estos consideraron necesario contar con el apoyo del rey inglés y para obtenerlo cedieron a la boda pactada.
Así, en 1497 el acuerdo matrimonial entre Catalina de Aragón y Arturo Tudor fue firmado y confirmado por una ceremonia matrimonial celebrada en Inglaterra. A la edad de 15 años, Catalina debió ser enviada a Inglaterra donde Arturo, de 14 años, la esperaba.
Al principio de su llegada a Inglaterra fue mirada con recelo por sus nuevos súbditos, pero al poco tiempo fue aclamada y querida por ellos. El encuentro entre ambos príncipes fue de aceptación recíproca. El propio Tomas Moro quedó impresionado por la imagen de la joven princesa de quien dijo: …Creed en mi palabra, encantó el corazón de todos,... posee todas las cualidades que constituyen la belleza de una jovencita encantadora. En todas partes recibe las mayores alabanzas...”
Pero como la felicidad no dura siempre lo que uno quiere, a los pocos meses de su matrimonio, la peste asoló Inglaterra y alcanzo a ambos príncipes, Catalina, fuerte y sana, se sobrepuso a la enfermedad, pero Arturo, más débil no la superó y así Catalina con 16 años se convirtió en viuda. Esta situación fue desoladora para ella, sin la presencia de su marido, retenida en la corte inglesa y privada de su dote.
Enrique VII, para no tener que devolverle su dote, logró comprometerla con su otro hijo, Enrique, que contaba con sólo 11 años. Se pidió a la Santa Sede una dispensa pretextando que el matrimonio no se había consumado.
A la muerte de Enrique VII, en 1509, su hijo fue coronado rey con el nombre de Enrique VIII y, una vez obtenida la dispensa papal, se unió en matrimonio con Catalina de Aragón. El tenía de 18 años y ella 23. Catalina se enamoró de Enrique, y era una hermosa, culta y excelente esposa, aunque no era plenamente correspondida. Catalina, era una reina querida por el pueblo y respetada por la corte, dadas sus excelentes cualidades.
Esta unión, que duró 18 años, se encontró con un obstáculo que no pudieron salvar. El rey deseaba un hijo varón para consolidar el trono y sólo logró sobrevivir una niña, María, futura reina de Inglaterra y de España.
Enrique consideró que la falta de un hijo varón era un castigo divino y pensó en el divorcio como solución, deseo que se acrecentó por la presencia en la corte de Ana Bolena, una bella joven, hermana menor de una de sus amantes y de la que se había enamorado perdidamente. Pidió al Papa Clemente VII la anulación de su matrimonio con Catalina alegando que la dispensa no era válida por haber consumado el matrimonio Catalina con su hermano Arturo. El Papa, para no ofender a los Reyes Católicos, se negó a concederla mientras Catalina no accediese a ello.
Catalina demostró su carácter haciendo valer su posición de soberana y haciendo respetar sus derechos y los de su hija María. No cedió ante ninguno de los medios que la presionaron para que cediese: se la alejó de palacio, se la trasladó a residencias lúgubres, se la amenazó con un juicio y una condena por traición y, aún así mantuvo su posición diciendo que prefería la muerte a la deshonra y que su destino y el de su hija estaba en manos de Dios.
Su intransigencia tuvo como consecuencia la ruptura de Inglaterra con la Iglesia de Roma provocando, con el Cisma de Occidente, la creación de la Iglesia Anglicana, con la que el rey se convertía en la cabeza visible de la Iglesia.
Tras varios años de sufrimiento, Catalina cayó muy enferma y murió en el Castillo de Kimbolton el 7 de enero de 1536, a los 50 años de edad, dejando constancia hasta el final, de que ella era la única y verdadera reina Inglaterra, y su hija verdadera y real heredera al trono. Sin embargo, fue enterrada en la Catedral de Peterborough como Princesa Viuda en lugar de reina.
Según se cuenta en las oraciones que realizó en su lecho de muerte dijo: “Dios mío, perdónalo tú a Enrique, porque yo no puedo”.
Shakespeare definiría a Catalina de Aragón como: “Reina de todas las reinas y modelo al mundo de majestad femenina!"
Foto: Cuadro de Catalina de Aragón como la Magdalena de Michell Sittow. Detroit Institute of Arts.

sábado, 23 de octubre de 2010

El Conflicto de Kosovo (X)


SERBIO-KOSOVARES
Para los serbios está claro que lo que ellos denominan, con gran disgusto de los albaneses que consideran que no es el nombre oficial, Kosovo y Metohija es una región de Serbia donde se encuentran las raíces históricas, religiosas y culturales de su firme sentimiento nacional. Kosovo es la tierra de sus antepasados.
Precisamente es en Kosovo donde se encuentran el Patriarcado de Pec y los monasterios de Decane y Gracanica, los cuales son al mismo tiempo centros religiosos, joyas arquitectónicas y símbolos de un pasado de resistencia frente a los turcos.
Oficialmente esta es la postura que defiende el Gobierno de Belgrado. En la práctica se reconoce que en un futuro próximo se va a tener que ceder, y mucho. La estrategia para las negociaciones filtrada por la misma Presidenta del Centro de Coordinación para Kosovo (organismo oficial de la administración serbia) es la de “Más que autonomía, menos que independencia”. Consiste en reconocer un autogobierno pleno para los kosovares y el control de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial al mismo tiempo que la República de Serbia retendría el control de las fronteras y las aduanas, la defensa y la representación internacional. Además Kosovo se consideraría una zona desmilitarizada, donde estaría prohibida la presencia militar serbia así como de grupos paramilitares albaneses.
A este respecto hay que señalar que una cosa es el Gobierno serbio de Belgrado y otra los serbios de Kosovo.
En privado, estos últimos reconocen que la situación actual no tiene marcha atrás y que alguna forma de independencia es muy posiblemente inevitable. Se sienten abandonados y utilizados por los políticos de Belgrado, quienes solo se acuerdan de ellos cuando pueden obtener algún rédito político.
A pesar de todo señalan que la independencia de Kosovo puede sentar un precedente peligroso en los Balcanes y servir de mecha que inicie nuevos conflictos o reavive otros en teoría neutralizados. Así por ejemplo los serbios de Bosnia-Hercegovina podrían reclamar la independencia de la República Serbia de Bosnia (República Srpska) y de esta forma romperse el difícil equilibrio alcanzado con los Acuerdos de Dayton de 1995.
No entienden que a pesar de que el cumplimiento de los estándares, que en un principio se presentó como requisito para poder abordar la negociación del estatus final para Kosovo, no está garantizado, ahora se hable de iniciar de forma inmediata estas negociaciones al mismo tiempo que se sigue avanzando en el cumplimiento de los mismos. Según ellos se ha pasado de “primero estándares, después negociaciones” a “estándares y negociaciones al mismo tiempo” y se sienten defraudados por ello.
En relación a los estándares, se quejan de que solo tienen libertad de movimiento en las zonas en que son mayoría. Los serbios que viven en enclaves y reasentamientos afirman que viven en guetos de los que solo pueden salir con escolta de KFOR. Esta sensación de inseguridad es difícil de valorar desde fuera, aunque en ocasiones parece más imaginaria y psicológica que real. En cualquier caso impide su plena integración en la sociedad kosovar. Así por ejemplo, cuando los serbios de la zona de Istok necesitan atención médica prefieren acudir al Hospital de Mitrovica antes que ir al de Pec, aunque esto suponga hacer un desplazamiento mucho más largo.
También creen que se ha avanzado poco en la descentralización. Una profundización en la misma haría posible su autogobierno en las pocas zonas en que son mayoría, por lo que constituye una reivindicación permanente.
La lengua constituye también otro obstáculo para la integración de las dos comunidades, y ello a pesar de que las autoridades han hecho un esfuerzo por el bilingüismo y la mayoría de los carteles y señales indicadoras están escritos en serbio y albanés. Los niños serbios no acuden a las mismas escuelas que el resto ya que sus padres exigen una enseñanza en la lengua materna. Esto impide la convivencia de las futuras generaciones desde el principio. Sin una integración real en la sociedad el futuro de la juventud serbia en Kosovo es oscuro.
En cualquier caso y a pesar de que se conceda la independencia a Kosovo, los serbios consideran que la presencia de tropas internacionales en la zona va a seguir siendo necesaria durante muchos años todavía. Solo de esta manera se podrá garantizar su seguridad y la de los monasterios ortodoxos que han sobrevivido durante largos siglos.
Foto: Estudiantes serbokosovares. Foto: R. Atanasovsky, AFP

viernes, 22 de octubre de 2010

El Conflicto de Kosovo (IX)


PRESENTE Y FUTURO
Vamos a ver ahora qué es lo que opinan los habitantes de Kosovo sobre el futuro de su tierra, y veremos que las posiciones completamente opuestas
ALBANO-KOSOVARES
Los albaneses se muestran normalmente moderados; están en contra del uso de la violencia para conseguir fines políticos y a favor de una convivencia de todas las etnias.
No conciben otro futuro que la independencia de Kosovo, su presencia en Naciones Unidas como otro estado más y, a más largo plazo, están a favor de la europeización y modernización del país de la mano de su integración en la Unión Europea. A este respecto hay que destacar el hecho insólito de que, aunque desde el punto de vista de la legalidad internacional Kosovo sigue siendo una provincia de Serbia (bajo administración de un gobierno provisional tutelado por Naciones Unidas), la moneda de curso “oficial” en la zona es el euro.
La intervención de la OTAN en 1999 forzando la retirada del Ejército serbio es considerada como una “liberación” después de más de ochenta años de represión y como un paso importante en el camino hacia la plena independencia que no tiene marcha atrás.
Existe una clase política que, al menos en las formas de hablar y comportarse, se esfuerza por mostrarse occidental y demócrata, propiciado por los años de administración de Naciones Unidas y el cumplimiento de los objetivos, denominados estándares, impuestos por la comunidad internacional que se deben alcanzar como paso previo para afrontar las negociaciones para buscar un estatus final acordado entre las partes.
Estos estándares hacen referencia al retorno de los serbios desplazados y su integración plena en la vida social, política y económica, la plena libertad de movimiento de las minorías y al funcionamiento democrático de las instituciones.
La publicación del Informe del Representante Especial del Secretario General de Naciones Unidas Kai Eide sobre el cumplimiento con graves deficiencias de los estándares en octubre de 2005 fue recibido por los albaneses con frialdad y casi indiferencia. Ven absolutamente natural que, después del esfuerzo realizado, la comunidad internacional ponga en marcha las negociaciones para buscar una solución final al conflicto, que para ellos no es otra que la independencia. Consideran que la principal responsabilidad de que no se haya avanzado más durante los últimos años en la normalización del país, la tienen las autoridades serbias de Belgrado que han puesto todo tipo de trabas, para así convencer a la comunidad internacional de que todavía no se dan las condiciones para negociar el futuro de la zona.
Esto no impide que haya sectores radicales, partidos políticos y movimientos que estén en contra del establecimiento de negociaciones para el futuro de Kosovo ya que, según ellos, no hay nada que negociar. Rechazan incluso el uso de la palabra negociación, ya que ello supone ceder y ellos exigen la independencia inmediata y sin condiciones.
Foto: Una joven albanokosovar saludando a la multitud. AFP

miércoles, 20 de octubre de 2010

El ADN de Luis XVI encontrado en una calabaza

Parece el cuento de Cenicienta, pero no lo es, lo digo por la calabaza. Puede parecer raro, no la noticia en sí, sino porque a las alturas en que estamos es difícil que aún aparezcan restos de esta manera. Lo que es cierto es que un equipo de investigadores del CSIC ha recuperado el ADN de la supuesta sangre del monarca francés Luis XVI, conservada dentro de una calabaza y en posesión de una familia de Bolonia desde hacía más de un siglo.

Luis XVI fue víctima de la Revolución Francesa, acusado de conspirar contra la libertad de la nación y tras un intento de fuga, el 21 de enero de 1793, fue ejecutado en la guillotina. Según las crónicas que se conservan de la época, y cómo era costumbre, muchos eran los ciudadanos que subían al cadalso, tras la ejecución, para mojar sus pañuelos en la sangre del monarca para tener un recuerdo del histórico acontecimiento.

La calabaza en cuestión, es una verdadera joya y está valorada en 2 millones de euros. Decorada con técnica pirográfica, muestra los retratos de los principales protagonistas de la Revolución Francesa como: George Danton, Maximilien Robespierre, Camilla Desmoulins, Louis-Sébastien Mercier, Jean Paul Marat, la reina Maria Antonieta o el propio Luis XVI. Junto a estos retratos, un texto explica la historia de uno de los testigos de la ejecución del monarca, Maximilien Bourdaloue quien mojó su pañuelo con la sangre del decapitado, lo metió en la calabaza y le encargó al artista parisino Jean Roux la decoración. Roux terminó de decorar la calabaza el 18 de septiembre de 1793.

Parece ser que la intención de Bourdaloue era vender la calabaza por unos 500 francos a "El Águila", apodo que podría hacer referencia a un joven Napoleón. La calabaza estaba en poder de una familia boloñesa desde hace más de un siglo.

Según el coordinador del equipo investigador, Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, los científicos localizaron el ADN mitocondrial y el Cromosoma Y en los restos de la sustancia marrón que durante años ha permanecido dentro de esta calabaza, ya que del pañuelo no queda nada más, y que supuestamente se trataba de la sangre del rey francés.

Se comprobó que la muestra analizada se correspondía con un varón europeo cuyos datos genéticos procedían de linajes difíciles de encontrar en las bases de datos actuales. "El ADN mitocondrial corresponde a un raro linaje N1b, presente en sólo dos europeos de un total de casi 21.000 estudiados. El Y corresponde a un linaje G2a no descrito entre 21.800 europeos analizados", señala Lalueza-Fox.

Según diferentes retratos de la época, entre los que destacan los pintados por Joseph-Siffred Duplessis en 1777 y Antoine-François Callet en 1786, el rey Luis XVI tenía los ojos azules. Los investigadores han confirmado que el individuo de la calabaza tenía la mutación que determina ese color de ojos, localizada en el gen HERC2.

La única forma de demostrar que efectivamente se trata de Luis XVI es comparando el Cromosoma Y con el perfil genético del corazón momificado atribuido a su hijo Luis XVII, que se conserva en la Basílica de Saint Denis, en París.

Estos son los avances de la ciencia que, en determinados casos, están “matizando” la Historia.

Foto: Calabaza de Maximilien Bourdaloue.

martes, 19 de octubre de 2010

San Borondón. La isla fantasma

He pasado cuatro viviendo las Islas Canarias, concretamente en la Isla de la Palma, la Isla Bonita, de la que estoy profundamente enamorado. Durante mi estancia canaria siempre he oído que las islas son siete pero que también son ocho, y no me refiero a Venezuela, como esa octava isla, ya que hay mucho indiano procedente del país sudamericano y sobre todo descendientes de esos indianos que fueron en busca de fortuna al otro lado del Atlántico, sino que me estoy refiriendo a la misteriosa isla fantasma de San Borondón.

Es verdaderamente curioso cómo la leyenda de San Borondón permanece viva en el folklore popular canario y, si preguntásemos a los habitantes de Tenerife, La Palma, La Gomera o el Hierro, seguramente la mayoría nos diría que en muchas ocasiones ha oteado el horizonte con la intención de vislumbrar la tan querida y deseada isla de San Borondón en el horizonte atlántico.

Pues bien, voy a contar la leyenda de tan famosa isla canaria. San Borondón es la forma o acepción canaria de Saint Brendán o Saint Brendán de Clonfert (480-576), un monje irlandés que es protagonista de una de las leyendas más famosas de la cultura celta: “el viaje de San Brendano a la Tierra Prometida de los Bienaventurados, las Islas de la Felicidad y la Fortuna”.

Brendán era un monje de Tralee, en el condado irlandés de Kerry, el abad del monasterio de Conflet. Fue un famoso navegante, ordenado sacerdote en el año 512, que junto con otros 14 monjes, partió en una frágil embarcación que se internó en el Atlántico. La leyenda recoge el relato de sus aventuras a lo largo de su viaje, sus encuentros con demonios que vomitaban fuego, con columnas de cristal flotante, con monstruosas criaturas tan grandes como islas, etc.


Brendán y sus compañeros llegaron a una isla, en la que desembarcaron. Celebraron misa, y de pronto la isla comenzó a moverse. Se trataba de una gigantesca criatura marina, una gran ballena, sobre cuyo lomo se encontraban los monjes. Jasconius, nombre con el cuál fue bautizada la ballena, navegaba cerca de una isla, donde los hombres y el abad huyeron espantados. Siete años permanecieron en dicha isla, con vegetación, alimento y fauna en abundancia. La llamaban el paraíso, pero finalmente le pusieron el nombre de la isla de San Brendán, en honor al abad. Después de muchas peripecias, Brendán consiguió regresar a Irlanda.

El nombre de San Brendán derivó, en Canarias, en el de san Borondón. Lo cierto es que la creencia popular da como real su existencia y no faltan las crónicas de navegantes que la han divisado y que al intentar acercarse a sus costas, desaparecía completamente entre la bruma., e incluso de quienes juraban haber desembarcado en ella y haberla explorado antes de volver a hundirse.

Ya en tiempos de los romanos se creía en su existencia, éstos la llamaron “Aprositus”, que significa «isla a la que no se puede llegar» y fue este el nombre que prevaleció hasta la Edad Media cuando las tropas castellanas y normandas llegaron para la conquista del archipiélago canario. En otras versiones de la leyenda recibe el nombre de “Antilia” o “Isla de las Siete Ciudades”, ciudades que se suponían fundadas por siete legendarios obispos.

En los archivos del siglo XVIII aparecen investigaciones oficiales realizadas por las autoridades de la Isla del Hierro, en la que declaran decenas de testigos que afirman haber visto la isla encantada desde las cumbres herreñas. A raíz de ello partió de Santa Cruz de Tenerife una expedición en busca de la isla. Entre los personajes ilustres que han intentado arribar a la escurridiza isla se encuentran: En el siglo XV: Fernando, Duque de Viseu, —sobrino del Infante Don Enrique el Navegante, de Portugal—; en 1526, Hernando de Troya y Francisco Álvarez, —vecinos de Gran Canaria—; en 1570, el Doctor D. Hernán Pérez de Grado, —Regente de la Real Audiencia de Canarias— quien afirmó a su regreso que estuvieron en sus costas donde había perdido a los tripulantes; en 1570, D. Fernando Villalobos, —Regidor de la Palma—, con tres navíos; en 1604, D. Gaspar Pérez de Acosta, —Piloto marino—, y Fray Lorenzo de Pinedo, —de la orden de San Francisco y práctico sobresaliente en la marinería—. sólo hallaron una acumulación de nubes y celajes en el Occidente; en 1721, D. Juan Mur y Aguirre, —Capitán General de Canarias— quien dispone una expedición formada por una compañía de soldados y dos capellanes y en 1732, el Capitán de Mar D. Gaspar Domínguez, —vecino de Santa Cruz de Tenerife— con una balandra llamada San Telmo. Ninguno de ellos la encuentra.

Lo mas curioso es que aunque nadie la ha encontrado, está descrita, localizada y situada geográficamente, además de referida en gran cantidad de cartografía entre los siglos XIII y XVIII. La Isla de San Borondón tiene 87 leguas de largo por 28 leguas de ancho. Está localizada a 100 leguas del Hierro y a 40 leguas de La Palma, en dirección Oeste-Suroeste de La Palma y Oeste-Noroeste de Hierro. La descripción es la siguiente: corriendo en dirección Norte-Sur, formando hacia el medio una considerable degollada o concavidad y elevándose por los lados en dos montañas muy eminentes, mayor la de la parte septentrional.

En la actualidad han quedado despejadas las posibles incógnitas que aún quedaban sobre la existencia de la isla misteriosa, y la verdad es que en realidad nunca existió más que en los sueños de aquellos que ansiaban gloria y fortuna, en un intento de expoliar el último secreto de Las Canarias. Y es gracias al destino que esta isla y su secreto permanecerán inmaculados, para deleite de los canarios y de los viajeros que la descubran en el horizonte.

Foto: Plano cartográfico de la Isla de San Borondón.

La Laguna del Inca

Hoy voy a contar una bonita leyenda peruana, de entre las muchas que hay en la rica Mitología Sudamericana, es la llamada leyenda de la Laguna del Inca.

Según parece, escondida en las alturas de la Cordillera de los Andes, en Portillo, se encuentra una hermosa laguna que hoy se conoce como Laguna del Inca. Algunos dicen que sus tranquilas aguas de color esmeralda son debidas a una romántica historia de amor. Con anterioridad a la llegada de los españoles, los incas habían extendido sus dominios hasta las riberas del río Maule, donde después de enfrentarse con los Purumaucas, establecieron los límites del Imperio inca. Los incas se consideraban hijos del Sol y, por tanto, las cumbres andinas eran el escenario idóneo para realizar rituales y ceremonias religiosas. Pues bien, la Laguna del Inca es el escenario de una atormentada historia de amor entre Yapanqui y Kora-llé.

Según cuenta la leyenda, el inca Illi Yupanqui estaba enamorado de la princesa Kora-llé, la mujer más hermosa del imperio. Ambos decidieron casarse y escogieron como lugar de la boda una cumbre ubicada a orillas de una clara laguna. Cuando la ceremonia concluyó, Kora-llé debía cumplir con el último rito, que consistía en descender por la ladera de un escarpado cerro, ataviada con su traje y sus joyas y seguida por su séquito. Pero el camino era estrecho, estaba cubierto de piedras resbaladizas y bordeado por profundos precipicios. La princesa resbaló, mientras cumplía con la tradición, y cayó al vacío.

Illi Yupanqui, al escuchar los gritos, echó a correr, pero cuando llegó al lado de la princesa, ella estaba muerta. Lleno de tristeza, el príncipe inca decidió que su amada Kora-llé merecía un sepulcro único, e hizo que el cuerpo de la princesa fuera depositado en las profundidades de la laguna.

Cuando la princesa Kora-llé llegó a las profundidades de la laguna, envuelta en blancos linos, el agua mágicamente se volvió de color esmeralda, el mismo color de los ojos de la princesa.

Dice la leyenda que desde ese día la Laguna del Inca está encantada e incluso hay quienes aseguran que en ciertas noches de plenilunio el alma de Illi Yupanqui vaga por la quieta superficie de la laguna emitiendo tristes lamentos.

Foto: Montaje sobre la Laguna del Inca de Illi Yupanqui y Kora-llé, muerta en sus brazos.

lunes, 18 de octubre de 2010

Los piratas sarracenos fantasmas

La Edad Media es una época oscura de la Historia, eran tiempos de grandes contiendas, de conquistas, de batallas épicas y, por supuesto, de fantásticas leyendas. Pues bien, una de estas leyendas medievales es la que voy a relatar a continuación.

Nos situamos en el siglo XII, en la Italia medieval, en un pueblo costero del sur en el que era habitual que sus costas fuesen saqueadas periódicamente por barcos sarracenos y que posteriormente la convertirían en el refugio dónde esconder sus riquezas fruto de sus acciones de rapiña. Muchos murieron por conseguir esas riquezas y otros por defenderlas.

Uno de estos famosos piratas era Soleiman, apodado “El bárbaro”, que era tremendamente respetado por todos los piratas de la zona. En su larga carrera había atesorado tantas riquezas y tesoros que apenas alcanzada la madurez ya no le quedaban mas ganas de exponerse en el mar, por lo que decidió, junto con los más fieles hombres de su tripulación, abandonar la piratería para dedicarse a los placeres de la vida y de la carne. Pero antes de todo se juramentaron entre sí y se prometieron unos a otros que si algún día les sobrevenía la muerte y no habían tenido tiempo de gastar toda su fortuna, velarían porque nadie entre los vivos lo hiciera, dando muerte en el acto a quien lo intentara.

Tras hacer este pacto se dedicaron a dilapidar su fortuna y a la buena vida. Fue pasando el tiempo y muchos de estos piratas juramentados fueron pereciendo de muy distintas maneras, ya fuese en riñas callejeras, en duelos a espada, por puñaladas nocturnas y por enfermedad, estas fueron las principales causas de mortandad más habitu8ales entre aquellos piratas.

Pero, ahora viene lo legendario del relato, sus almas, como alguno pudiera creer, no iban a ningún paraíso, sino que, a merced de aquel pacto de sangre que juraron todos los hombres del “Bárbaro”, iban a parar a la cueva donde una cantidad ingente de tesoros esperaban a ser gastados. Cuando todos los hombres de Soleiman murieron, incluido él, los fantasmas guerreros sarracenos, ataviados con sus ropas de guerra, custodian un tesoro que nadie ha podido llevarse porque aquel que se acerca aunque solo sea para ver su brillo, pierde la cabeza de un modo limpio, rápido y dicen que indoloro.

Desde hace mucho tiempo se sabe que la existencia de este tesoro es indudable; muchos historiadores y estudiosos del tema lo sitúan en la cueva que hay en la cala de este pueblo pesquero. Sus moradores piensan que toda esta historia es una leyenda sin fundamento, pero cuando pasan con sus barcas por delante de la cueva reman con más brío “para no ser arrastrados por la corriente y chocar contra los riscos”. Lo cierto es que temen pasar porque, según cuenta le leyenda, a finales del siglo pasado, uno de sus compañeros de faena perdió la vida por ser demasiado curioso.

Sigue la leyenda contando que había en el citado pueblo un joven fuerte y apuesto que no tenia rival y todas las chicas del pueblo se disputaban sus favores. Este hecho le hizo ganarse las antipatías de todos los muchachos de su edad. También había otro joven que, al igual que él, estaba enamorado de la misma chica. Para dilucidar quien podría cortejarla primero decidieron probar su valentía y el mejor reto que se les ocurrió fue traspasar los umbrales prohibidos de la cueva de Soleiman, el Bárbaro y obsequiar a la muchacha con una de las joyas del legendario tesoro. La expectación que se creó alrededor del desafío fue pareja al terror que se creó entre los lugareños. Pero ese miedo excitó aun más la pasión de la muchacha por aquellos dos héroes que se iban a enfrentar a la muerte por cortejarla.

Ambos jóvenes abandonaron el pueblo, subieron a una embarcación y se dirigieron a la cueva. Amarraron la embarcación a unos riscos, aprovechando que la marea estaba baja, saltaron a la arena, encendieron unas antorchas y entraron en la cueva. Un sudor frió recorrió a ambos y las piernas les temblaron. Se hallaban ante una leyenda que había atemorizado a propios y extraños. Desde hacia muchos siglos nadie se había aventurado a entrar en los dominios de los piratas, y el que lo había hecho jamás había salido con vida. Se miraron, y esa mirada constituyó un desafío para ambos. No podían dar marcha atrás. Finalmente se adentraron en una oscuridad fantasmagórica.

El silencio era sepulcral. De vez en cuando, el aire que se colaba en la cueva producía en la llama de las antorchas una danza diabólica. No habían dado un centenar de pasos cuando sus pies se toparon con algo. Uno de ellos alumbró la zona y descubrieron la clavera de algún osado que, como ellos, había perdido la vida por alcanzar los tesoros. A pesar del miedo siguieron adelante. Dieron algunos pasos mas y llegaron a una gran roca tras la que pensaron podía encontrarse lo que iban buscando. Mas decididos por no haber topado hasta el momento con nada ni con nadie, dejaron sus armas en el suelo y aunaron esfuerzos por hacer correr la piedra que taponaba la entrada de la estancia contigua. Cuando lo consiguieron, pudieron ver unas escaleras excavadas en la roca que bajaba al corazón de la sima. Con mucha precaución las bajaron y, de repente un resplandor les cegó los ojos. ¡Habían encontrado el mítico tesoro!

Emocionados por el hallazgo bajaron rápidamente las escaleras y se sumergieron en él. Decidieron tomar el colgante más maravilloso que nunca habían visto ojos humanos. Pero, nada mas rozarlo, se percataron de que estaban rodeados por más de una veintena de sarracenos en actitud belicosa. Cuando se repusieron de su sorpresa pudieron darse cuenta de que, además, se podía ver a través de sus ropajes, por lo que comprobaron de inmediato y con sus propios ojos que la leyenda de los fantasmas sarracenos que custodiaban su propio tesoro era cierta. Los dos arrojaron sus armas al suelo en señal de rendición, pero esto no calmó la actitud guerrera de los soldados. Lo que todavía no se explicaban era porque no les habían matado ya, pero la respuesta llegó con la misma velocidad que se planteaban la pregunta. Los soldados estaban esperando la orden de Soleiman.

Soleimán apareció de repente ataviado con ricas vestiduras, se acercó a ellos y les preguntó por el motivo de tan inesperada visita a sus dominios y ambos muchachos le explicaron que era para seducir a una muchacha del pueblo. Este gesto de valentía proporcionó al jefe pirata un placer inesperado, ya que no se trataba de buscar fortuna sino amor. De pronto, Soleiman hizo un gesto a sus hombres y estos bajaron sus alfanjes. Parecía que todo el peligro había pasado. Una voz profunda traspasó los oídos de los dos muchachos cuando el Bárbaro decidió que el desafío era de su agrado y que no podía decepcionar a sus hombres, por lo que les entregó un alfanje a cada uno para que se batieran a muerte. El que sobreviviera podría llevarse un objeto de valor y salir con vida de la cueva.

Los hombres de Soleiman lanzaron un aullido de placer. Desde hacia muchos años no habían sido visitados por nadie y esta era la primera vez que alguien iba a salir con vida. Seria una advertencia para curiosos y cazadores de tesoros. El duelo se desarrolló y el joven más fuerte resultó vencedor. Pero Soleiman no contento con el espectáculo ofrecido, obligó a este a decapitar a su rival que, en esta aventura, se había convertido en amigo. Con lágrimas en los ojos lo hizo, tomó el collar de rubíes y salió de la cueva como alma que parte el diablo, sin recibir daño alguno por los fantasmas sarracenos.

Todos los habitantes del pueblo aguardaban con impaciencia la llegada de los jóvenes pero lo único que pudieron recibir fue al más fuerte de los dos y que portaba un maravilloso collar de rubíes. Este muchacho que había salido por la mañana con vigor, regresó al atardecer con 60 años de más. El pelo se le había vuelto blanco, las arrugas invadieron su rostro y llevaba la muerte en la mirada. Fue el más fiel testigo de que la leyenda era cierta y su experiencia significó un aviso para todos los habitantes del pueblo y alrededores. Tres días más tarde, el muchacho encontró la muerte sin haber podido recuperar el conocimiento.

Foto: Ilustración de la época romántica sobre la aparición de fantasmas sarracenos.

sábado, 16 de octubre de 2010

La festividad del Pilar

La festividad de la Virgen del Pilar es la fiesta patronal de Zaragoza, así como de la Hispanidad y de la Guardia Civil. Se celebra el 12 de octubre y las fiestas se desarrollan a lo largo de nueve días.

Su origen se remonta al año 1613, cuando así lo aprobó el Concejo de Zaragoza, pero no fue hasta el 27 de mayo de 1678 cuando se declaró a la Virgen del Pilar como Patrona de Zaragoza.

Tras siglos de historia, devoción y fe a la Virgen del Pilar, hoy es la Patrona de España, el 12 de octubre es la Fiesta Nacional de España y es una de las fiestas populares más conocidas en todo el mundo.

La tradición

La tradición nos sitúa en el año 40 de nuestra era, cuando el apóstol Santiago El Mayor, entró en Celtiberia para llevar la palabra de Dios a los habitantes paganos. Mientras Santiago viajaba por tierras aragonesas, en la noche del 2 de enero del año 40, se le apareció en Zaragoza la Virgen María, cuando todavía vivía en Jerusalén para consolar y animar al apóstol, que predicaba el Evangelio a orillas del Ebro.

La Virgen le pidió que construyera una Iglesia en el pilar de mármol donde estaba ella de pie. La Virgen desapareció, pero el pilar permaneció, y en este mismo lugar Santiago cumplió la petición de la Virgen, y el resultado es la hermosa Basílica del Pilar.

En 1438 se escribió el “Libro de milagros” atribuidos a la Virgen del Pilar, lo que contribuyó a la difusión de la devoción mariana como lo demuestra la expresión del rey Fernando el Católico refiriéndose a la Virgen del Pilar:

“Creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicada a la Purísima Virgen y Madre de Dios, titulada Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros”.

La historia del Templo

Santiago edifica, con ayuda de los primeros cristianos, una pequeña capilla —“Aedicula”—, un pequeño oratorio de dieciséis pasos de largo por ocho de ancho. En el siglo II, la capilla primitiva se amplía, y en el año 313 se convierte en un templo de mayores dimensiones y ya apto para celebrar mejor el culto.

Durante la dominación árabe de la Península el templo fue respetado. Tras la reconquista de Zaragoza, el templo es objeto de grandes mejoras, y así en el año 1120, el Obispo Pedro de Librana reconstruye y amplía la vieja Iglesia del Pilar al estilo románico de la época. En 1292, el Obispo Hugo de Mataplana, la reconstruye nuevamente tras haber sufrido un gran deterioro debido a un desbordamiento del Ebro. En 1434 un terrible incendio destruye el templo románico, pero milagrosamente quedó intacta la imagen del Virgen.

En 1515 comienza a surgir una Iglesia gótica, llamada Santa María la Mayor, de la que queda el famoso retablo de Damián Forment, una de las obras más notables del Renacimiento, y la magnífica sillería coral.

Como fruto de las grandes peregrinaciones que se producían y con la visita que el rey Carlos II realiza a Zaragoza, con motivo de su jura y celebración de Cortes, se engrandece el templo. El 25 de julio de 1681, día de Santiago, se puso la primera piedra del actual templo. El arquitecto fue Francisco de Herrera Hinestrosa, llamado “Herrera el Mozo”. Con el apoyo real, los recursos de los Arzobispos, del Cabildo, y con las generosas aportaciones de los fieles, las obras se realizaron a buen ritmo. El 11 de octubre de 1718 se terminaron las naves desde el altar mayor hasta el muro de occidente.

En 1570, el rey Fernando VI nombró arquitecto del Pilar a Ventura Rodríguez, que realizó la Capilla de la Virgen. Por falta de recursos, las obras se interrumpieron, siendo reemprendidas el 22 de octubre de 1863, bajo la dirección de los arquitectos José de Yarza y Juan Antonio Atienza.

El 10 de octubre de 1872, en una ceremonia solemnísima, el Arzobispo de Santiago, Cardenal García Cuesta, consagró la nueva Basílica.

Posteriormente se añadieron las cuatro torres. La más antigua lleva el nombre de Santiago, la segunda se denomina torre de Nuestra Señora del Pilar. Las dos últimas son más reciente, aunque nacieron gemelas, el 11 de diciembre de 1949, la más próxima al puente de Santiago, llamada de San Francisco de Borja creció más rápido y se terminó el 10 de octubre de 1959, dos años más tarde, el 21 de noviembre de 1961, se inauguraba la cuarta torre a la que le pusieron el nombre de Santa Leonor, en memoria del matrimonio zaragozano que la costeó, Francisco Urzáiz y Leonor Sala.

Las cuatro torres tienen 93 metros de altura. En la parte superior de la fachada se colocaron ocho estatuas monumentales: San José de Calasanz, San Vicente de Paúl, Santa Engracia, San Valero, San Braulio, Santa Isabel de Aragón, Santiago y San Vicente Mártir, santos todos ellos muy vinculados con la capital aragonesa.

Este es el origen de la festividad, de la tradición y de la Basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza.

Foto: Manto de flores de la Virgen del Pilar. Fiestas del 2010.

viernes, 15 de octubre de 2010

Gengis Khan

En el siglo XIII todo Oriente fue sacudido por la expansión de los pueblos mongoles de Asia Central. La razón de su fulgurante expansión fue la unión de todas las tribus mongolas bajo la autoridad de un jefe tan genial como inhumano: Gengis Khan.

“Dios me ha entregado, de Oriente a Occidente, el Imperio de la Tierra. Quienes se resistan serán degollados con sus esposas y sus hijos…” (Gengis Khan)

Gengis Khan es poco conocido en Occidente y a menudo se le desprecia como un bárbaro que realiza sus conquistas por medio del terror. Sin embargo se trata probablemente de uno de los mejores estrategas de la Historia y su modelo militar se adelantó, en casi 600 años, a la revolución de las Guerras Napoleónicas en Europa.

Los mongoles eran un pueblo nómada que vivía de la ganadería. Como todos los nómadas practicaban un tipo de guerra basado en la gran movilidad que les proporcionaban sus monturas, y en sus escasas necesidades logísticas. El tiro con arco a distancia era su táctica habitual, y sus maniobras básicas el envolvimiento por los flancos y los rápidos repliegues para atraer al enemigo a una emboscada.

Gengis Khan se hizo rápidamente con el control de la mayoría de las tribus y emprendió la conquista de China (1211-1216). Allí entró en contacto con el antiguo arte militar chino, se equipó con máquinas de asedio y con científicos que conocían su funcionamiento, así como el de la pólvora y diversas sustancias incendiarias.

Tras ocupar gran parte de China se dirigió hacia Occidente con un ejército de más de 100000 jinetes. Como resultaba imposible abastecer a un ejército tan numeroso y mantenerlo junto, Gengis Khan lo dividió en Unidades de 10000 hombres (tumans) que avanzaban siguiendo direcciones separadas a lo largo de un frente que llegó a tener 1500 km. Gengis Khan mantenía el control sobre la dirección de su tumans mediante una red de correos, y les hacía maniobrar para fijar al enemigo, envolverlo o atacar sus comunicaciones. Esto era algo absolutamente inaudito para la época, ya que los ejércitos acostumbraban a marchar siempre reunidos.

Sus adversarios, los monarcas islámicos de Persia y Damasco, quedaron desorientados, ya que si se enfrentaban a una división mongola eran rápidamente envueltos por otras. En ocasiones el Khan reunía algunas de sus divisiones para afrontar encuentros con fuerzas especialmente numerosas. Pero siempre mantenía algunas para amenazar los flancos o la retaguardia enemigas. Cinco siglos antes que Napoleón, Gengis Khan utilizó la maniobra operacional en direcciones complementarias.

Pero además, el ejército mongol no tuvo problemas a la hora de tomar fortalezas que habían resistido siempre al ataque los nómadas. Los ingenieros chinos y sus máquinas se encargaban de ello. El Khan aseguró siempre su retaguardia con una mezcla de terror y buena administración. Las ciudades o regiones que oponían especial resistencia, o que podían constituir una amenaza si se dejaban atrás, eran devastadas de tal forma que nadie se atrevía a pensar en una insurrección en décadas. Como complemento a esta política del terror se organizaba un sistema administrativo basado en el mandarinato chino que, tras la devastación, conseguía asegurar el progreso y la calidad de vida de los supervivientes. Era una estrategia similar a la romana, consistente en alternar el terror con el progreso.

A la muerte de Gengis Khan sus seguidores siguieron constituyendo una pesadilla para Europa y el Cercano Oriente durante casi otro siglo. La eficaz estrategia del Khan se fue olvidando, y las luchas civiles acabaron por disolver el Imperio Mongol.

Foto: fotograma de la serie Gengis Khan de la BBC. Canal de Historia.