lunes, 6 de diciembre de 2010

Doña Urraca, Señora de Zamora

Doña Urraca fue la hija primogénita de Fernando I el Grande, rey de Castilla y León y de Doña Sancha. Nacida en el año 1033 en León, tuvo cuatro hermanos más: Sancho II, nacido en el 1037, sucedió a su padre en el trono de Castilla; Elvira, nacida en el 1038, fue Señora de Toro; Alfonso VI, nacido en el 1040, fue proclamado rey de León, a la muerte de su padre y, García, nacido en 1042, que recibió el reino de Galicia.

Parece ser que Doña Urraca pasó su niñez en el Palacio de Arias Gonzalo, en Zamora, y años más tarde se convertiría en madrina de armas de Don Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, cuando éste fue nombrado caballero, en el año 1060, en la Iglesia de Santiago de los Caballeros de Zamora.

En 1063, el rey Fernando I convocó una Curia Regia para dar a conocer sus disposiciones testamentarias en las cuales, siguiendo la ley navarra, decidió repartir su patrimonio entre sus hijos, así cuando fallece el rey el 27 de diciembre de 1065, se reparte el reino entre sus cinco hijos, correspondiéndole a Urraca la soberanía de Zamora. Doña Urraca establece su residencia en el Castillo de Zamora, en las proximidades de la Catedral y en la zona conocida como los «jardines del castillo». Era una fortaleza típicamente medieval con cuatro torres, de las que actualmente sólo se conserva la torre del homenaje.

Al proclamarse su hermano Sancho como rey de Castilla y no estar conforme con ello, despoja a sus hermanos del trono que les había concedido su padre, haciendo prisionero a García y teniendo Alfonso que huir a Toledo. Se enfrenta a su hermana mayor Urraca a las puertas de la ciudad de Zamora, que se convierte en la plaza de resistencia frente a Sancho y las tropas castellanas.

La ciudad es cercada el 4 de marzo de 1072 y tras varios meses de asedio, el sitio acaba con la muerte de Sanco el 7 de octubre de 1072 a manos del noble leonés Vellido Dolfos, quien con la excusa de traicionar a Doña Urraca se entrevista a solas con el rey Sancho, dándole muerte y huyendo a la ciudad, perseguido por el Cid, y entrando por el conocido como “Portillo de la Traición”, que más tarde se cambiaría por el de “Portillo de la Libertad”. Dolfos dio a entender que Doña Urraca había aprobado el magnicidio con la intención de obtener los favores de la Infanta. Lo cierto es que Doña Urraca no estuvo conforme y le permitió abandonar la ciudad y se pierde su rastro. Existen distintas versiones del final de Vellido Dolfos.

Con la muerte se Sancho II se produce un cambio importante en la configuración de los reinos cristianos medievales ya que Alfonso VI recupera su reino y reclama los de Castilla y Galicia, lo que consigue con el apoyo de su hermana Urraca y de la nobleza leonesa.

Doña Urraca poco a poco se fue apartando de las tareas de gobierno y se dedicó al engrandecimiento de distintos Monasterios e Iglesias, entre ellos señalar la reedificación del Monasterio de san Pedro de Eslonza. Se convirtió en la principal consejera de su hermano Alfonso. Finalmente se retira al Monasterio de San Facundo de Sahagún donde permanecerá hasta el final de sus días en 1101, siendo enterrada en el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León donde yacen sus progenitores y sus hermanos García y Elvira.

Su tumba, y la del resto del Panteón de los Reyes, fueron saqueadas y destruidas por los franceses durante la Guerra de la Independencia.

Doña Urraca fue una mujer inteligente, con unas cualidades innatas para el gobierno y con unas dotes de sabiduría, prudencia y honestidad que la hicieron muy querida por los leoneses.

La gesta del “Cerco de Zamora” y la traición de Vellido Dolfos ha sido largamente tratada en el romancero y los cantares de gesta.

No hay que confundir a Doña Urraca de Zamora con la reina Urraca I de Castilla y León, hija de Alfonso VI y esposa de Raimundo de Borgoña y posteriormente de Alfonso I el Batallador.

Foto: La Infanta Doña Urraca de Zamora. Grabado Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela.

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