miércoles, 9 de junio de 2010

Historia de Bosnia y Herzegovina (IV)


EL NACIMIENTO DEL ESTADO YUGOSLAVO (1918-1929):
El sentimiento nacional yugoslavo puede tener su origen a comienzos del siglo XVII, cuando el poeta y dramaturgo croata, Ivan Gundulic, natural de la República de Ragusa (actual Dubrovnik), propugnaba la unión de todos los eslavos del sur en una misma patria.
Con la ocupación turca, la mayoría de los habitantes aceptan el Islam como nueva religión, que actualmente sigue siendo un factor social muy importante y que será uno de los elementos esenciales de los acontecimientos que azotarán a la región a lo largo de los años venideros. Bosnia permaneció bajo dominio turco hasta 1878, con la excepción del periodo comprendido entre 1718 y 1739, en que estuvo bajo control austríaco.
En el siglo XIX creció la enemistad entre el sultán Abdulhamit II y el pueblo bosnio, alentada por el triunfo nacionalista en la vecina Serbia. La represión, por parte del sultán, de las revueltas de 1875, provocó la intervención rusa que declaró la guerra al Imperio otomano en 1877. Acabado el conflicto, el Congreso de Berlín otorgó en 1878 la administración del país al Imperio Austro-Húngaro del que formó parte hasta su disolución tras la Primera Guerra Mundial.
A comienzos de la Primera Guerra Mundial, el movimiento de unificación tomó un nuevo impulso, así en 1915 se constituyó en París el Comité Yugoslavo que, establecido poco después en Londres, contó con el apoyo de Gran Bretaña. En 1917, al finalizar la contienda se integraron en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, bajo la dinastía serbia de los Karagjorgjevic, siendo Pedro I Karagjorgjevic (1846-1921) su primer soberano.
Presidió el primer gobierno del nuevo reino el radical Stojan Protic, quien, en 1919, acometió la reforma agraria y decidió expropiar todas las grandes propiedades para crear una clase de pequeños propietarios campesinos favorables al nuevo régimen. Por el Tratado de Neully-sur-Seine, firmado el 27 de noviembre 1919, se obligó a Bulgaria a ceder a Yugoslavia algunos distritos fronterizos, y por los Tratados de Saint-Germain-en-Laye, firmado el 10 de septiembre 1919, y del Trianón, firmado el 4 de junio 1920, se definieron los trazados de las fronteras, que reforzaron posteriormente la Pequeña Entente —alianza defensiva establecida entre Checoslovaquia, Rumanía y Yugoslavia—, mientras Roma y Belgrado se reconciliaban, en 1920 el Tratado de Roma, de 27 de enero de 1924, reconoció la anexión del Estado Libre de Fiume (actual Rijeka, Croacia) a Italia.
Las mayores dificultades con que se encontró el nuevo Estado procedían de la diversidad de los pueblos que lo constituían —6 millones de serbios ortodoxos, 1,5 millones de eslovenos católicos, más de 4 millones de croatas católicos, 400.000 bosnios y albaneses musulmanes—, y del desigual desarrollo económico que tenían lo que pronto provocó una desconfianza recíproca, acuciada por el sentimiento separatista croata y el ultranacionalismo serbio.
La Asamblea Constituyente de 1920 votó una Constitución centralista conforme a las aspiraciones serbias; el Partido Radical Serbio, que eliminó a los radicales disidentes de Protic y disolvió al Partido Comunista, quedó dueño del poder, en tanto que Alejandro I Karađorđević se convirtió en rey en agosto 1921. La oposición de los croatas a la Constitución mantuvo en crisis continua al régimen parlamentario y al Estado. Después de graves disensiones partidistas, que desembocaron en el atentado contra Stjepan Radic, jefe del Partido Campesino Croata, en octubre de 1928, Alejandro I instauró una férrea dictadura y promulgó una nueva Constitución, septiembre 1931) por la que fueron suprimidos los partidos políticos.
LA EVOLUCIÓN HACIA EL FASCISMO (1929-1941):
El Nuevo Estado, que tomó el nombre de Yugoslavia, se dividió en nueve banovinas o principados, cuyos límites se adaptaron a la geografía física y no a las antiguas fronteras políticas. El nuevo régimen agravó la rebeldía croata, sin alcanzar la estabilidad política perseguida y así, en octubre de 1934, Alejandro I fue asesinado por la Ustaša —Movimiento Revolucionario Croata de corte fascista, fundado por Ante Pavelic— y la corona recayó en Pedro II Karađorđević , que durante su minoría de edad ejerció la regencia el Príncipe Pablo, aunque el poder ejecutivo quedó en manos del Presidente del Consejo, Milan Stojadinovic (1935-1939), quien dio al gobierno un carácter profascista, que condujo a Yugoslavia a la reconciliación con Sofía, en 1937 y con Roma, en 1938 y a un acuerdo comercial con Berlín, en octubre de 1938.
Aunque Stojadinovic fue destituido 1938 y encarcelado, el 5 de febrero de 1939, bajo la acusación de pretender proclamarse Führer, el regente Pablo mantuvo la política de amistad con Alemania y la nazificación interna.
El Pacto Germano-Yugoslavo, de 25 de marzo de 1941, acordó el libre tránsito de las tropas alemanas por Yugoslavia lo que provocó una rebelión en Belgrado y Pedro II asumió el poder en un intento de salvaguardar la integridad del país. En 1944 el comandante partisano, el Mariscal Josip Broz Tito fue reconocido como el Comandante en Jefe de todas las Fuerzas Yugoslavas, y fue nombrado Primer Ministro de un gobierno conjunto. Pedro II fue depuesto por la Asamblea Constituyente de Yugoslavia el 29 de noviembre de 1945, tras la entrada de las tropas nazis.
Bandera del Reino de Yugoeslavia

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