La idea de que al final de la vida en la tierra el
difunto tendría que afrontar un juicio divino se remonta al Imperio antiguo. Si
embargo la representación de este momento tópico de la existencia humana,
designado por los estudiosos con el termino griego psicostasia (pesado del
alma), no fue especialmente popular hasta el Imperio Nuevo, durante el cual
además asumió un papel central dentro de las ilustraciones del “Libro de los
Muertos”.
En la escena Anubis lleva
al difunto a la sala del tribunal divino, llamada 2La Sala de las Dos
Verdades”, donde comparecerá antes Osiris y otros cuarenta y dos jueces. El
corazón del difunto se deposita en uno de los platillos de una balanza,
mientras que en el otro se encuentra la pluma de la diosa Maat, llamada en causa
como personificación de la verdad y de la justicia. El difunto empieza entonces
a declamar una larga “confesión negativa”, en la que declara no haber cometido
pecados durante su existencia.
El dios Thot controla que
la operación de pesado se desarrolle con precisión y, en calidad de canciller,
anota el resultado. Si el corazón pesa mas que la pluma de la diosa Maat, en
ese caso el alma del difunto es devorada y despedazada por un ser inhumano,
mitad cocodrilo, mitad hipopótamo, llamado la “Devoradora” (La diosa Ammit,
dotada de cabeza de cocodrilo, tronco de leona y patas posteriores de
hipopótamo). En caso contrario, la confesión es declarada verdadera y el
difunto, a su vez, “de voz justa”, lo que le permitirá entrar en una dimensión
edénica llamada “los campos de Juncos”.
Foto: "El Papiro de Hunefer"
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