jueves, 22 de marzo de 2012

El mito de El Dorado


El origen del mito de El Dorado, el más famoso de cuantos estimularon la conquista del continente americano, tiene su origen cuando hacia el, 1534, un indio colombiano reveló a los conquistadores españoles una de las ceremonias rituales del cacique Guatavita, que despertaría la codicia de los soldados y los aventureros. La ceremonia transcurría así:
Cubierto su cuerpo desnudo con polvos de oro que se adherían a su piel mediante tintura de trementina, el cacique, a los ojos de su pueblo, se embarcaba en la laguna de Guatavita; al llegar a puntoen que se cruzaban dos puertas tendidas perpendicularmente de orilla a orilla, se bañaba y arrojaba al agua, en honor a su dios, piezas de oro y esmeraldas. Lo mismo realizaban sus súbditos.
Basada en un hecho cierto, según han revelado los estudios sobre las costumbres de los chibchas, la leyenda se extendió por el norte de América Meridional, descendió posteriormente al Perú, y años más tarde llegó la Río de la Plata, donde asimiló elementos fabulosos que la desvirtuaron totalmente.
El mito terminó perdiendo su relación con el cacique dorado y se llamó El Dorado a las regiones auríferas y diamantíferas de los distintos puntos de América, imaginarios pero a los que se creía llenos de riquezas incalculables.
En busca de El Dorado salieron muchas expediciones. En 1538, en el plazo de una semana, se juntaron, en las desoladas zonas de Guatavía, tres expediciones dirigidas por Belalcázar, Federmann y Jiménez de Quesada, procedentes del Perú, Venezuela y Santa Marta, respectivamente.
Si Walter Raleigh sobresale entre los extranjeros a quienes deslumbró la célebre leyenda, y que llegaron a América en pos de una quimera que tuvo en Europa fervorosos seguidores y propagandistas.

Foto: Superpuesto al lago Guatavita, un grabado de la época retrata el ritual del hombre dorado.

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