El 11 de septiembre de 1714. Óleo d'Antoni Estruch, 1909 |
Cada 11 de septiembre muchos catalanes celebran su fiesta o «Diada». ¿Por qué el 11 de septiembre y no cualquier
otra fecha del calendario? Porque el 11 de septiembre de 1714 la
ciudad de Barcelona se rendía a las tropas del rey Felipe V, de la dinastía de
Borbón. ¿Luchaban los catalanes por su independencia? No, luchaban por colocar
en el trono español al archiduque Carlos de Austria, una pretensión que la
derrota les arrebató.
El 11 de septiembre de 1714 se
enmarca en los estertores de la Guerra de Sucesión (1700-1714). Esta
guerra dividió en dos bandos no sólo a los españoles, sino también, y primero,
a los europeos. Cuando los aliados austracistas (Inglaterra, Holanda, Portugal,
Austria) se dieron de baja en la contienda, ésta quedó sentenciada. Entonces
Barcelona aún aguantó 13 meses de bloqueo antes de ser entregada. Rafael
Casanova, conseller en cap, cayó herido, que no muerto, en
esta batalla final.
El testamento de Carlos II
Para rememorar este lance histórico es necesario viajar más de tres
siglos atrás. En 1700 el rey de España Carlos II, apodado El Hechizado, moría
sin descendencia. En su testamento
instituyó como heredero del trono a Felipe, duque de Anjou, nieto del rey
francés Luis XIV y también de la infanta española María Teresa de
Austria. Rompía así, por voluntad propia y a pesar de las muchas presiones, con
dos siglos (XVI y XVII) de reinados de la Casa de Austria en España e
instauraba los reinados de la Casa de Borbón, que llegan hasta nuestros días.
Pero esta ruptura iba a resultar traumática. Así lo explica el insigne
historiador Ricardo de la Cierva en
su monumental Historia total de España:
Felipe de Anjou, proclamado rey de España como Felipe V |
«El testamento de Carlos II,
abierto a raíz de su muerte entre una enorme expectación de España y de toda
Europa, fue de momento respetado en Europa pero pronto desencadenó la repulsa
del Imperio austriaco –a la que se unió la Corona británica, por razones de
conveniencia y equilibrio- y con ella la guerra de Sucesión española, que fue una guerra europea en el interior de
España y una guerra civil española porque mientras la antigua
Corona de Castilla aceptaba a Felipe V los territorios de la antigua Corona de
Aragón reconocieron por Rey de España al archiduque Carlos, denominado aquí
Carlos III».
Siguiendo la citada obra, el rey francés Luis XIV sabía que aceptar el
testamento de Carlos II significaba la guerra europea contra Francia y España.
Pero lo aceptó y presentó a su nieto Felipe como nuevo Rey de España ante la
Corte reunida en el salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Le dio los
siguientes consejos: debía ser un
buen español pero no olvidar su origen francés; respetar las instituciones
españolas, viajar continuamente por el país, sentir y demostrar un gran
respeto por la Iglesia, cuyo poder e influencia en España eran decisivos, y
acometer una profunda política de reformas para modernizar España.
Felipe V El Animoso llega a
España
Con sus 17 años (había nacido en Versalles el 19 de diciembre de 1683),
Felipe V entró en España con una
resolución y confianza que le valieron el apelativo de El Animoso. Escribe
De la Cierva: «Todos los reinos de Europa le reconocieron con mayor o menor
sinceridad y los pueblos y ciudades de Guipúzcoa y Castilla le acogieron con
entusiasmo desbordante». Después de aguardar unos días en Irún a que la reina
viuda Mariana de Neoburgo se retirase a Toledo, llegó a Madrid el 18 de febrero de 1701. El 8 de mayo
siguiente juró solemnemente como Rey de España ante las Cortes de Castilla
reunidas en el convento de San Jerónimo el Real.
Ana María de la Trémoille, princesa de los Ursinos |
Casi al tiempo, la parisina Ana María de la Trémoille, princesa de Orsini o de los Ursinos, concertaba
en Turín el matrimonio de Felipe V con la princesa María Luisa Gabriela de Saboya, que por entonces tenía
13 años. Antes de conocer a su mujer, «Felipe V salió para Barcelona y en el
camino juró los Fueros aragoneses en
la basílica del Pilar de Zaragoza en medio del entusiasmo popular. En Lérida juró por primera vez los Fueros de
Cataluña y luego renovó sus promesas ante las Cortes reunidas en
Barcelona el 12 de octubre. Se presentó ante los catalanes, que recelaban de
sus propósitos, como celoso defensor de
sus libertades —dice el gran historiador catalán Jaime Vicens Vives— y promotor de
su progreso. Aprobó en Barcelona concesiones muy importantes como un puerto
franco para la ciudad y el establecimiento del comercio catalán con las
Indias…» El 3 de noviembre de 1701 se encuentra por fin con su esposa en
Figueras, y los reyes instalan ese
invierno su Corte en Barcelona.
La alianza austracista entra en
liza
La guerra se empezó a gestar en Europa, no en España. «El emperador Leopoldo de Austria intrigaba en
las cancillerías protestantes y marítimas de Inglaterra y Holanda contra la alianza dinástica franco española,
que podría dominar con facilidad todo el continente americano (…) Entonces Guillermo de Orange, rey de
Inglaterra y archienemigo holandés de España, concertó en La Haya el 7 de septiembre de 1701 la gran alianza europea
contra Luis XIV; la firmaron Inglaterra, Holanda, Dinamarca, el
elector de Brandeburgo a quien el emperador Leopoldo reconoció como rey de
Prusia y por supuesto el propio emperador de Austria, cuya dinastía se
consideraba la gran perjudicada por la sucesión borbónica española».
El Archiduque Carlos de Austria |
Las hostilidades estallan en Flandes e Italia en la primavera de 1702.Felipe V El Animoso llega por mar a Nápoles y
consigue grandes victorias en la región del Po. Pero pronto la amenaza
naval de las escuadras inglesa y holandesa se cierne sobre las costas
españolas. Gracias al empuje y a las órdenes de la adolescente Reina María
Gabriela, Cádiz resiste un asedio. Como dice Ricardo de la Cierva:
«Pronto creyó toda Europa
que Felipe V perdería su trono inevitablemente; pero los agoreros no contaban
con una especie de milagro, la
adhesión inquebrantable y absoluta de la antigua Corona de Castilla a unos
Reyes que apenas habían tenido tiempo de arraigar en España. La victoria
final de Felipe V y María Gabriela se ganó en los campos de batalla de España,
pero dependió sobre todo de la adhesión popular, un factor moral».
El príncipe Jorge de Darmstadt. Felipe V lo destituyó como virrey de Cataluña por su vinculación con la Casa de Austria |
Sin embargo, el camino a la victoria sería largo y tortuoso. Entre 1704
y 1706 los borbónicos cosecharon importantes derrotas. Entre ellas, una muy
dolorosa cuyas secuelas llegan hasta nuestros días: la pérdida de la ciudad de Gibraltar. El 4 de
agosto de 1704, la escuadra anglo-holandesa del almirante Rooke
consigue, gracias a una apabullante superioridad de fuerzas, la rendición de la
plaza, defendida por don Diego de
Salinas con 80 soldados y 470 milicianos. Los gibraltareños
abandonan su ciudad solemnemente para instalarse en San Roque. El príncipe Darmstadt toma
posesión de la Roca en nombre del Rey Carlos III de España. Inglaterra
reconoce que ha conquistado Gibraltar para España el 17 de noviembre. Pero Rooke, que no consigue conquistar
Ceuta, iza en el Peñón la bandera inglesa. Y desde entonces.
La causa de Carlos III arraigó en España en los territorios de Aragón, Valencia y Cataluña. El motivo
político fundamental es que recelaban de la Administración centralista
borbónica, y temían por la pérdida de sus propios fueros e instituciones, como
finalmente sucedió. «El 8 de agosto la escuadra aliada fondea junto a Denia (…)
la rebelión prende con fuerza en el reino de Valencia, sobre todo desde el
éxito decisivo de la escuadra en Barcelona, frente a la que apareció el 22 de
agosto». En Barcelona también se produce una división entre borbónicos y
austracistas, pero pronto el apoyo a Carlos III se convierte en hegemónico: «Antes de acabar el año 1705 toda Cataluña le
reconocía por Rey menos la ciudad de Rosas; y todo el reino de Valencia menos
la ciudad de Alicante enarbolaba también su pendón».
La remontada borbónica
No cabe aquí un recorrido exhaustivo por la Guerra de Sucesión, pero es
importante destacar dos batallas decisivas, que terminaron de inclinar la
balanza del lado de los borbónicos. El 25 de abril de 1707 los dos ejércitos
chocaron en Almansa (Albacete), donde
las tropas del duque de Berwick infligieron
a las de Lord Galloway y el marqués das Minas una severísima derrota. A raíz de
este destrozo en el ejército rival, Berwick reconquistó Valencia el 8 de mayo y
Játiva el 20 de junio, mientras que el duque de Orleans recuperó Zaragoza el 26
de mayo y Lérida el 14 de octubre. La segunda batalla decisiva es la de Villaviciosa y Brihuega, donde el duque de Vendôme obtiene
una victoria total frente a los hombres de lord Stanhope. El duque de Vendôme,
por cierto, dijo en cierta ocasión sobre Felipe V: «Jamás vi tal lealtad del
pueblo con su rey».
Mapa de la Guerra de Sucesión Española |
Fuera de los campos de batalla, otro hecho determinante vino a dejar la
Guerra de Sucesión vista para sentencia.
Se trata de la muerte del emperador José de Austria, hermano
mayor del archiduque Carlos, lo que significa la sucesión de este al trono como Carlos VI. Ante este panorama,
Inglaterra y Holanda deciden poner fin cuanto antes a la guerra para que no
haya un Carlos III de España y VI de Alemania. Para Inglaterra, el equilibrio
europeo ya no es lo que era. Los ingleses inician conversaciones en Utrecht el
29 de enero de 1712, de momento sin contar con España. Felipe V renuncia
solemnemente al trono de Francia el 9 de noviembre de 1712. El 10 de julio de 1713 España firma el
Tratado por el que entrega a Inglaterra Menorca y Gibraltar.
Cataluña se sabe y se siente sola y abandonada. Felipe V miraba ya
hacia Barcelona con inevitables ganas de revancha política, sin perjuicio de
cierta magnanimidad. En el Tratado de Utrecht el Rey de España concedía a los
rebeldes catalanes «la amnistía y todos los privilegios que
poseen y gozan y en adelante puedan poseer y gozar los habitantes de las
dos Castillas, que de todos los pueblos de España son los más amados del Rey
católico». En cambio, la emperatriz Isabel Cristina, esposa del
ya Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico, engañaba a los representantes
y gobernantes catalanes con promesas cada vez más vanas.
Cataluña decide resistir
El gobierno de Cataluña estaba formado entonces por tres instituciones:
los Consejeros de Ciento, que
administraban la ciudad de Barcelona, la
Diputación del General o Generalidad y la Junta de Brazos. Estas
tres instituciones se reúnen en junio de 1713 y deciden resistir hasta el
final. Juega un papel principal la Junta de Brazos, donde destacan tres
claros líderes: el gobernador Pedro
de Torrellas, el conseller en cap Rafael Casanova y el general en
jefe de la defensa, Antonio de
Villarroel y Peláez. Ante la negativa de Barcelona a entregarse, el
duque de Pópoli inicia un bloqueo de la ciudad.
Antonio de Villarroel, nombrado comandante general del Ejército de Cataluña. |
El 14 de febrero de 1714 fallece
la Reina María Luisa Gabriela, cuya actuación había sido importantísima
para lograr la victoria de la causa borbónica. El Rey de España entra en
depresión. Los dos hijos vivos que quedaban del valeroso matrimonio llegarían a
ser reyes de España como Luis I y
Fernando VI. Es posible que sin su esposa María Luisa Gabriela
Felipe de Borbón no hubiera llegado a convertirse en el Rey que más tiempo ha
reinado en España: 45 años (1700-1746, con una interrupción de nueve meses en
1724).
Cuando Felipe V vuelve a ocuparse de Cataluña, sus gobernantes no solo
exigen el mantenimiento de sus fueros e instituciones, sino además tres millones de libras para compensar
los daños de la guerra. Como contestación, Felipe V releva al duque
de Pópoli por el duque de Berwick, el
vencedor en Almansa. Este se pone al frente del asedio el 6 de julio, con un
importante contingente francés y sin la más mínima oposición de Inglaterra.
Cuenta con 40.000 hombres y
140 cañones para el tercer y definitivo asedio. «El mes de agosto es un asalto
continuo» y el último amago de Inglaterra de interceder por los catalanes se
queda en eso, en un amago.
La batalla final
Asalto final de las tropas borbónicas sobre Barcelona el 11 de septiembre de 1714 |
Y así llega el 11 de septiembre
de 1714. A las cuatro y media de la madrugada se inicia el asalto
borbónico, que emplean en la ofensiva a más de 20.000 hombres. «La resistencia
se encona, algún bastión, como el convento de san Pedro, cambia de mano once
veces. A las dos horas de lucha, y a ruegos del general Villarroel, Rafael
Casanova tremola la bandera de Santa Eulalia que enardece a los defensores en
el punto más comprometido». Tanto Casanova como Villarroel caen heridos. La
dura batalla se prolonga durante todo el día, hasta que, «ya cerrada la noche,
algunos consellers enarbolan bandera blanca».
El historiador catalán Ferrán
Soldevila, en Síntesis de la historia de Cataluña, afirma:
«La defensa fue tan heroica que suscitó el estupor y la admiración de toda
Europa, ganándose el respeto de sus adversarios en sus figuras más dignas. El
Consejo Municipal, que encabezaba Rafael
de Casanova, fue el alma de la resistencia…»
Casanova, añade De La Cierva, «consiguió ocultarse y pocos
años después, incitado por sus familiares, se acogió al perdón real y residió hasta su muerte sin que
nadie le molestara en San Baudilio de Llobregat».
No menos reseñable es el comportamiento del vencedor, el duque de
Berwick. Escribe De la Cierva:
Estatua de Rafael Casanova y Comes en el Ayuntamiento de Barcelona |
«El duque de Berwick,
asombrado por el valor de los defensores, con quienes no se ensañó en momento alguno, otorga bajo
palabra, pero sin firma, la capitulación; en la que ofrece la vida y la
seguridad personal a quienes depongan las armas y la pena de muerte a quienes,
de uno u otro bando, se desmanden después del armisticio. Tan admirable o más
que la heroica defensa es el comportamiento de la ciudad al empezar la mañana:
las tropas borbónicas entraban con orden, sin tropelías ni abusos, pero con
sorpresa desmedida al contemplar cómo los
barceloneses emprendían, en los comercios, los talleres y ante las
casas, su quehacer diario como si
no hubiese pasado nada».
Al gran periodista Jaime Campmany le gustaba recordar estos versos de
Manuel Machado: «Que lo que
sucedió no haya pasado, cosa que al mismo Dios es imposible». Esta
idea, traducida al lenguaje vulgar, se expresaría, hoy, más o menos así: «Lo que pasó pasó, entre tú y yo». Dentro
de un año se cumplirán tres siglos de la batalla del 11 de septiembre de 1714:
el día que Barcelona se rindió al Rey Felipe V de Borbón.
Principales fuentes consultadas
Historia total de España. De Ricardo de la Cierva. Ed. Fénix. 1997.
Síntesis de la historia de Cataluña. De Ferrán Soldevila. Ed.
Destinolibro. 1978.
Del Artículo publicado en ABC. Historia Militar de
España por Francisco Delgado-Iribarren
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