martes, 8 de enero de 2013

LA DINASTÍA ROMÁNOV (IV)

ÁRBOL GENEALÓGICO DE LA DINASTÍA ROMANOV


CATALINA I
Retrato de Catalina I
La historia de la zarina Catalina I es muy peculiar y ha dado lugar a múltiples interpretaciones hasta el punto de que todavía hoy no hay una postura clara de los historiadores sobre su nacionalidad y sobre su fecha de nacimiento. Lo que sí está probado es que nació en 1684 en el seno de una familia campesina y cuyo verdadero nombre era Marta Skavrónskaya y que su madre murió cuando ella tan solo tenía tres años.
A partir de aquí hasta su aparición en el palacio del zar es donde se dan varias interpretaciones. Según la primera de ellas, el mariscal de campo ruso Boris Sheremétov fue quien la descubrió tras conquistar la fortaleza de Marienburg en 1702 durante la guerra contra Suecia quedando fascinado por su belleza. La  muchacha era sirvienta del pastor luterano Ernest Gluck y viuda de un soldado sueco. Estuvo bajo la tutela de Sheremétov  hasta que unos meses después le gustó a Alexander Ménshikov, amigo y cortesano de Pedro I, y se la arrebató sin ningún miramiento. En 1703 el zar Pedro I la conoció en casa de Ménshikov y desde ese momento la convirtió en su amante.
Otra versión establece que sus padres eran siervos fugitivos que murieron de peste y que Marta al quedarse huérfana sirvió como criada del pastor Gluck. Cuando éste se trasladó a Moscú como traductor del mariscal Sheremétov, Marta fue amante de Ménshikov y finalmente del propio emperador.
Otras versiones estiman que nació en Mariemburgo, proveniente de noble familia apellidada Skaurouski; otras que era natural de Derpt, e hija de campesinos oriundos de Polonia, y otras más  afirman que su padre era un gentil hombre llamado Rosen, teniente coronel al servicio del rey de Suecia, y que su madre una esclava. Lo cierto es que, fuese cual fuese su origen, llego a ser emperatriz de todas las Rusias.
El mariscal de campo Boris Sheremétov
Pedro I se casó oficialmente con Catalina en 1712 aunque vivían juntos desde 1703 y estaban casados oficiosamente desde 1707. Adoptó el nombre de Catalina Alekséyevna, se convirtió a la fe cristiana ortodoxa, aprendió a leer y escribir en ruso. Tuvieron once hijos, de los que sólo sobrevivieron Ana (1707) e Isabel (1709).
Ambos se manifestaban un especial cariño  y casi no se separaban. Catalina atendía personalmente a Pedro en sus ataques epilépticos. Al respecto, el conde Bassevich, ministro del zar, escribió en sus memorias:
“El sonido de la voz de Catalina tranquilizaba a Pedro. Ella le hacía sentarse, le ponía las manos sobre la cabeza y comenzaba a rascarla suavemente. La acción era mágica: a los pocos minutos el zar se dormía. Catalina permanecía sin moverse dos o tres horas con Pedro dormido sobre su pecho. El zar se levantaba completamente vivo y fresco”.
Una leyenda dice que Catalina salvó la vida del zar y de todo un ejército ruso durante la guerra contra Turquía cuando las tropas de Pedro I estaban rodeadas por casi 200000 turcos. Catalina se quitó todas las joyas y las envió al comandante jefe de los turcos, quien aceptó el soborno y permitió a los rusos, deshonrados, pero vivos, salir del cerco. Voltaire lo relata en su libro según el propio Pedro I:
“Ella nos ha prestado –dice- valioso auxilio en todos los peligros, y particularmente en la batalla del Pruth, donde nuestro ejército estaba reducido a veintidós mil hombres. Si el zar, en efecto, no tenía entonces más que veintidós mil combatientes, amenazados de perecer por el hambre o por el hierro, el servicio prestado por Catalina era tan grande como los beneficios de que su esposo la había colmado. El diario manuscrito de Pedro el Grande dice que el mismo día del gran combate del 20 de julio había treinta y un mil quinientos cincuenta y cuatro hombres  de infantería y seis mil seiscientos noventa y dos de caballería, casi todos desmontados: había entonces perdido diez y seis mil doscientos cuarenta y seis combatientes en esta batalla.[…] Cualquiera fuese el pequeño número a que el ejército ruso se hubiera reducido, hay que convencerse de que una resistencia tan intrépida y tan sostenida impondría al gran visir; que se obtendría la paz en condiciones honorables para la Puerta Otomana; que este tratado, haciendo al visir agradable a su soberano, no sería demasiado humillante para el imperio de Rusia. El gran mérito de Catalina consistió, al parecer, en haber visto esta posibilidad en un momento en que los generales no parecían ver más que un desastre inevitable.
Bassevich destaca que:
“…el zar quería ver a Catalina en todos lados. No había un solo desfile militar, inauguración de un buque u otra fiesta en la que no apareciera ella. Catalina estaba segura de tener el corazón del zar y se reía de sus frecuentes aventuras amorosas. El zar, cuando le contaba sus aventuras, siempre decía: nadie puede compararse contigo”.
Pedro I coronó emperatriz a Catalina, que se convirtió así en la primera mujer en Rusia que alcanzaba la dignidad imperial. En 1724 fue nombrada corregente.
Pero como todo no es siempre idílico, un año antes de su muerte, Pedro I acusó a la emperatriz de adulterio y se separó de ella. No obstante, cuando en enero de 1725 el emperador enfermó, mandó llamar a Catalina, que permaneció todos los días al lado de su cama y el zar murió en sus brazos el 28 de enero, hacia las cuatro de la mañana.
Retrato del príncipe   
Aleksander Danilovich Menshikov
Al morir el emperador sin nombrar heredero, debía ser su nieto, el príncipe Pedro, el siguiente en la línea sucesoria al que apoyaba la nobleza enfrentada con Pedro I. Pero los más cercanos al zar y la guardia imperial, al frente de los cuáles estaba el príncipe Ménshikov, proclamaron a Catalina nueva emperatriz de Rusia.
El historiador ruso Vasili Kliuchevski escribe así sobre la emperatriz:
“Durante su breve gobierno Catalina mimó cuidadosamente a las tropas de élite. Después de los desfiles servía a los oficiales el vino con sus propias manos. Bajo la protección de los militares Catalina gobernó más de dos años con mucha satisfacción y alegría. Se ocupaba poco de los asuntos de Estado, de los que no entendía. Llevaba una vida desordenada y, a pesar de enfermar a menudo y engordar, daba fiestas hasta la madrugada. Uno de los embajadores europeos dijo que Catalina dio rienda suelta a sus ministros, quienes únicamente pensaban en robar”.
Es cierto que los asuntos de estado los puso en manos  de los miembros del Consejo Supremo Privado y, en especial, de Alexander Ménshikov verdadero gobernante de Rusia en este periodo.
Catalina I falleció en 1727 a la edad de 43 años y su cuerpo yace en la catedral de la fortaleza de Pedro y Pablo en San Petersburgo. Le sucedió Pedro II, nieto de Pedro I e hijo del desaparecido zarévich Alexis Petrovich.

Bibliografía:
Bennassar et alli, Historia Moderna. Ed Akal, Madrid 1980.
Santos, A. Dinastía Romanov. Google boocks.
Voltaire, F. M. A. Historia del Imperio Ruso bajo Pedro I el Grandre. Edición digitalizada.
Wyrubowa, A. (1935). Esplendor y ocaso de los Romanof.  Barcelona: Juventud.
Canal Historia. (2005). La construcción de un Imperio-Rusia.
http://es.wikipedia.org/wiki/ Catalina_I_de_Rusia http://rusopedia.rt.com/personalidades/politicos

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