viernes, 29 de octubre de 2010

La Xana

Hoy voy a contar la leyenda de la Xana, uno de los personajes más conocidos de la mitología astur-leonesa y, bajo cuya denominación se agrupan varios tipos de hadas como ha quedado plasmado en su folklore, que suelen habitar en zonas de aguas puras y cristalinas.

Pues cuenta la leyenda que, en el siglo VIII, el rey astur Mauregato pagaba a los musulmanes un tributo de 100 doncellas cada año para el harén del Emir. El rey elegía personalmente a las jóvenes para cumplir el compromiso y para ello contaba con un grupo de guerreros que recorrían todo el reino en busca de las doncellas más bellas para ser llevabadas a su presencia.

Un día, los guerreros del rey tuvieron conocimiento de que Illas, localidad junto a Avilés, existía una joven muy bella y fueron a raptarla. Belinda, que así se llamaba la joven doncella, los recibió amablemente, pero fue capturada. Cuando esto sucedió, consiguió de sus captores que la dejaran cantar y bailar, así lo hicieron y quedaron fascinados. Entonces Belinda se ofreció a bailar para ellos una danza especial que debía hacerse en el campo, de noche y a la luz de la luna.

Los guerreros astures accedieron y después de anochecer salieron con ella al campo para ver la danza. En el momento que la soltaron para que se dispusiese a bailar, Belinda salió corriendo con todas sus fuerzas hasta que llegó a una fuente donde pretendía esconderse y burlar a sus captores. Cuando estaba en la fuente buscando un escondite, oyó una voz que salía del interior de la fuente y que le decía:

«Si quieres ser tu mi Xana, vivirás días dichosos»

La joven, asombrada, preguntó que debía de hacer para convertirse en Xana, y la voz le respondió:

«Bebe un sorbo de agua y te librarás de los guerreros»

Así lo hizo Belinda y en ese momento se transformó en una joven de una belleza sobrenatural. Cuando los guerreros llegaron hasta ella para capturarla, la joven Xana los miró con sus maravillosos ojos verdes y en ese instante todos los guerreros se convirtieron en carneros.

El rey, al ver que no regresaban sus guerreros, envió a otro grupo pero estos tampoco volvieron. Entonces convocó a todos sus guerreros y al frente de su ejército se dirigió al pueblo de Illas. Al llegar al lugar, el rey pudo ver que había gran cantidad de carneros y ovejas que pastaban apaciblemente junto a una fuente en la que se encontraba sentada una hermosa joven que estaba hilando copos de lana.

El rey se dirigió a ella y le preguntó que dónde estaban sus guerreros, a lo que la Xana le contestó que no había enviado guerreros sino que había enviado corderos. El rey enojado le contestó:

«Te repito que eran guerreros como los que vienen detrás de mi»

La Xana, burlona, le contestó al rey:

«También tú has traído corderos y bien podrías ser su pastor»

El rey se giró y vio que todo su ejército de guerreros se había convertido en un apacible rebaño de corderos y sus propias ropas se habían transformado en prendas de pastor.

Asustado y temeroso, suplicó a la Xana que deshiciera el encantamiento y le ofreció cumplir lo que ella deseara. La joven le pidió al rey que dejara de pagar el tributo de las 100 doncellas a los musulmanes. El rey acepto y envió inmediatamente un mensajero al reino musulmán a comunicarles que quedaba sin efecto el tributo ante la imposibilidad de poder cumplirlo.

Desde ese momento las doncellas dejaron de ser capturadas. La fuente de la Xana aún se conserva próxima a Avilés.

La leyenda se encuentra muy arraigada en parte de León y Asturias.

Foto: Belinda en la Fuente de la Xana.

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