lunes, 12 de septiembre de 2011

La guerra más corta de la historia

El 27 de agosto de 1896 estalló la guerra más corta de la historia, duró tan solo 45 minutos y enfrentó al Imperio Britanico contra Zanzibar (Guerra Anglo-Zanzibariana). A la muerte del Sultán, pro británico, Hamad bin Thuwaini el 25 de agosto, su primo Khalid bin Bargash tomó el poder mediante un golpe de estado. Los británicos apoyaban a otro candidato Hamud bin Muhammed ordenaron a Bargash abdicar, a lo que se negó y logró formar, en un corto periodo de tiempo, un ejército de 2.800 hombres y utilizó el yate armado del anterior sultán, el H.H.S. Glasgow.

Los británicos, reunieron cinco naves de guerra en el puerto, justo frente al palacio y desembarcaron algunas compañías de Marines Reales para asistir a los “leales” (un ejército de Zanzibar, que favorecía al Imperio Británico) en total juntaron 900 hombres en 2 batallones al mando del general Lloyd Mathews, un antiguo teniente de la Marina Real. El sultán rebelde realizó esfuerzos de último minuto para negociar la paz a través del representante estadounidense en la isla, pero de nada sirvió este intento desesperado de tregua.

A las 09,00 horas de la mañana del 27 de agosto, el ultimátum británico expiró y las naves de la Marina Real abrieron fuego contra el palacio. El sultán tuvo que hacer una retirada precipitada al consulado alemán, donde le fue otorgado asilo.

El bombardeo se detuvo a los 45 minutos, cuando el Glasgow se hundió. Al final de la batalla, los británicos le exigieron a los alemanes que entregaran al sultán, pero escapó. Vivió en el exilio en Dar Es Salaam hasta que fue capturado por los británicos en 1916 y exiliado a Mombasa donde murió en 1925.
Esta guerra tiene el record de la más corta de la historia con una duración de 45 minutos. Los Zanzibarianos tuvieron 500 bajas por 100 de los británicos.

Foto: Imagen del Palacio del Sultán de Zanzíbar tras el bombardeo de la Marina Real Británica.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Salomón un rey justo

Dos madres solteras compartían una habitación, y cada una de ellas dio a luz un niño sobre el mismo día. Por la noche, una de estas madres por accidente, se dio la vuelta en la cama asfixiando a su bebé. Al despertarse en medio de la oscuridad, vio que su hijo yacía gélido e inmóvil, por lo que la avergonzada madre, cogió el bebé de su compañera de cuarto que aun dormía, colocando al bebé muerto en su lugar.

Posteriormente, la otra mujer despertó, y viendo al bebé muerto, comenzó a llorar por el dolor de su pérdida. Pero después examinó al niño, y se dio cuenta que ese no era el suyo. En el otro lado de la habitación, pudo comprobar cómo su compañera tenía a su bebe.

Las dos mujeres se presentaron ante el rey, luchando por la custodia del niño vivo.

¾ Escuche, mi señor -dijo la primera mujer-… El hijo de ésta murió una noche por haberse acostado ella sobre él; ella se levantó a mitad de la noche y me arrebató a mi hijo, mientras tu sierva dormía, lo puso a su lado, dejando al lado mío a su hijo ya fallecido.

La mujer siguió profiriendo que cuando se despertó a la mañana para dar de comer a su pequeño, encontró a su lado a un bebé muerto que no era el suyo, sino el de su compañera.

¾ No -gritó la otra mujer con enfado-, mi hijo es el que está vivo; es el tuyo el que ha perecido.

¾ No -exclamó la primera mujer-, tu hijo es el muerto; y el mío vive.

Qué espectáculo ofrecieron estas dos mujeres en el palacio, gritándose de manera mutua, dispuestas a tirarse de los pelos si las hubieran dejado. ¡Pobre Salomón! Nunca antes había presenciado un caso tal. ¡Ahora si que necesitaba la sabiduría que Dios le había garantizado!

¾ Acercadme una espada -ordenó contranquilidad; y cuando el siervo se la trajo, un insondable silencio se apoderó de la sala.

¾ ¿Qué querrá hacer con esa espada? -murmuró alguien.

¾ ¡Ahora, traigan al bebé! -mandó el rey.

Los asistentes mantuvieron la respiración. ¿Cortaría al niño por la mitad?

¾ Partid al niño vivo por la mitad —siguió ordenando Salomon— y entregad la mitad de él a la una y la otra mitad a la otra.

Un cuchicheo de pánico recorrió la estancia.

En principio, el soldado pensó que el rey estaba de broma, pero Salomón comenzó a mirar con ira la indecisión del súbdito. Lentamente este desenvainó su afilada y brillante espada y avanzó hacia la mujer que poseía el niño. De repente, la verdadera madre se lanzó a los pies del rey y suplicó:

¾ ¡No! ¡No, por favor! -exclamó la verdadera madre.- ¡Oh, señor rey!, dale mi bebé a esa mujer, pero vivo; que no lo maten.

¾ No -dijo la otra mujer sin compasión-. Ni para mí ni para ti: que dividan al bebé.

Entonces Salomón supo sin lugar a dudas, quién era la verdadera medre. La mujer que abdicaba en la partición, era la madre legítima del niño, y señalando a la mujer que había pedido que perdonaran la vida al pequeño ordenó:

¾ «Entregad a la primera el niño vivo; no lo matéis. Ella es su madre verdadera».

Al salir del juicio las dos mujeres, la curiosa historia de lo que ocurrió comenzó a propagarse. Yendo de boca en boca, llegó a los pueblos y aldeas hasta que en todo el país la gente se supo de cómo Salomón había reconocido a la verdadera madre del niño. “Todo Israel conoció la sentencia que el rey había emitido, y todos le admiraron, viendo que había una sabiduría divina con la que él podía hacer justicia”

Foto: El Juicio de Salomón de Nicolás Poussin. 1649. Museo Nacional del Louvre. Francia.

miércoles, 6 de julio de 2011

Caesaraugusta


La ciudad romana de Caesaraugusta se fundó sobre la ciudad ibero-sedetana pero profundamente romanizada de Salduie. Se data la fundación romana hacia el año 15 a.C., coincidiendo con la reorganización de las provincias de Hispania llevada a cabo por Augusto tras su victoria en las Guerras Cántabras. La nueva ciudad recibe el nombre de Colonia Caesaraugusta, siendo la única ciudad romana que gozó del privilegio de ostentar el nombre completo de su fundador.
La fundación de la nueva colonia se desarrolla de acuerdo con plano romano de las colonias militares de planta rectangular y división ortogonal, al modo de los campamentos legionarios. Participaron soldados veteranos de las legiones IV Macedonica ("Macedonia"), VI Victrix ("Victoriosa") y X Gemina ("Gemela"), licenciados tras la dura campaña contra los cántabros, con la doble intención de garantizar la defensa del territorio a la vez que se fija en él la presencia de Roma.
Caesaraugusta, también, es fundada como "Colonia Inmune", lo que supone entre otros privilegios el derecho a acuñar moneda y la exención del pago de impuestos, así como recibir los lotes de tierra en propiedad.
El Convento Jurídico Caesaraugustano es el más extenso de los siete en los que se divide la Tarraconense. Desde un principio, Caesaraugusta asume el papel de cabecera regional, sustituyendo en esta función a la Colonia Victrix Ivlia Celsa (Velilla de Ebro), y aprovechando su excelente ubicación en un enclave estratégico de primer orden como cabeza de puente sobre el río Ebro en un cruce de caminos junto a la desembocadura de los ríos Gállego y Huerva.
El periodo de esplendor de la ciudad se prolonga durante los siglos I y II y a él corresponden las grandes obras públicas, de las que se conocen restos del foro, el puerto fluvial, las termas públicas, el teatro y el anfiteatro. A esta época corresponden también la construcción del primer puente de la ciudad y el establecimiento de un complejo sistema de abastecimiento de agua y saneamiento. El perímetro de la ciudad en estos momentos, excede el que tendrá en los siglos posteriores y la población se extiende hasta la ribera del río Huerva, formando manzanas de casas organizadas a partir de un urbanismo reticular.
A partir del siglo III, Caesaraugusta también sufre el proceso de crisis generalizado en todo el mundo romano y prueba de ello es la construcción de una potente muralla (segunda mitad del siglo III), el abandono de grandes obras públicas como la red de alcantarillado o de abastecimiento de agua, y la destrucción de edificios públicos para reutilizar sus materiales en la construcción de nuevas obras civiles, como en el caso del teatro, para construir la muralla. No obstante, las noticias que hay sobre la época nos hablan del mantenimiento de la vida urbana y la actividad comercial siendo frecuentes las importaciones entre las que destacan los sarcófagos paleocristianos conservados en la iglesia de Santa Engracia.
A lo largo del siglo V Caesaraugusta se ve inmersa en un proceso de desintegración del poder imperial. En el año 409 se produce la llegada a Hispania de los primeros contingentes bárbaros, que habían invadido el territorio romano tres años antes. Desde entonces Caesaraugusta se convierte en una ciudad estratégica, por su situación y sus imponentes murallas, que juega un importante papel en las luchas por el trono de Roma. Incluso en este siglo fue sede imperial dos veces, aunque muy brevemente: en el año 410, durante el reinado de Constante, y en el 460, durante el reinado de Mayoriano. Las continuas incursiones de bandas de campesinos y ciudadanos arruinados, esclavos fugitivos, desertores y montañeses motivaron la intervención del ejército visigodo, aliado de Roma.
Foto: Murallas romanas de Caesaraugusta (Zaragoza)

martes, 5 de julio de 2011

El Señorío de Albarracín

Las circunstancias por las que atravesaron los reinos cristianos de la Península desde 1150 hicieron posible el nacimiento de diversos señoríos independientes creados por caudillos cristianos en las fronteras musulmanas. Ejemplos típicos de estos señoríos son los fundados por Gerardo Sempavor, el Cid portugués, en la Extremadura española; por Fernando Rodríguez el Castellano en Trujillo, y por Pedro Ruiz de Azagra, uno de los colaboradores del Rey Lobo de Murcia, en Albarracín.

El más hábil de todos fue sin duda Pedro Ruiz de Azagra, el señor de Albarracín, quien, oscilando entre Aragón y Castilla y con el apoyo de Navarra, logró no sólo mantener su independencia sino también aumentar sus dominios, obtener concesiones en Castilla y en Aragón y transmitir sus derechos a su hermano Fernando.

Fernando Ruiz mantuvo esta política de equilibrio aunque los honores recibidos en Aragón le obligaron a inclinarse más hacia el monarca aragonés del que era vasallo y en cuyo nombre poseía extensos territorios en la comarca turolense; pero la influencia aragonesa fue contrarrestada mediante una estrecha alianza con la Orden de Santiago, a la que nombró su heredera en Albarracín en julio de 1190.

La alianza de Fernando con Aragón y con Navarra era garantía de que estos reyes no intentarían ocupar Albarracín; y la donación a la Orden de Santiago, así como la vinculación de la sede episcopal de Santa María de Albarracín a la archidiócesis toledana, evitaban la intervención de Alfonso VIII de Castilla que no combatiría a los santiaguistas, a los que había confiado extensos territorios en las fronteras de su reino con los musulmanes.

Aunque el testamento inicial de Fernando fue modificado en diversas ocasiones y Albarracín pasó a los hijos de Fernando, la Orden de Santiago se convirtió en garantizadora frente a Castilla de la independencia del señorío, cuya posición geográfica llevó a los señores a una vinculación cada vez más estrecha con la monarquía aragonesa, a la que sería incorporado el señorío a finales del siglo XIII.

Foto: Albarracín

jueves, 16 de junio de 2011

La Torre de Belem


Debido al viaje que he realizado estos días a Portugal, iré poniendo algunas entradas referentes a la historia de Portugal y a algunos de sus lugares emblemáticos. El primero de ellos es la historia de la Torre de Belem en Lisboa. Un monumento impresionante que no debéis dejar de visitar si tenéis la oportunidad de ir a la capital lusa.
Lisboa, durante la Era de los Descubrimientos, fue adquiriendo cada vez más importancia y se convirtió en una ciudad cosmopolita donde se mezclaban las ideas y culturas propias de la época. Se convirtió en un puerto de escala obligada en las rutas del comercio marítimo y de ahí surgió la necesidad de protegerla de posibles ataques inesperados.
El rey Joao II concibió un sistema defensivo basado en tres fortificaciones: el Fuerte de San Sebastián de Caparica, la Torre de San Antonio en Cascais, y una Torre en Belém. A su muerte, fue su primo y sucesor Manuel I, quien terminó el proyecto defensivo ordenando construir la tercera torre.
Originariamente fue llamada Torre de San Vicente de Belém, en homenaje al santo patrono de Lisboa. El arquitecto encargado de su construcción fue Francisco de Arruda, que por entonces estaba a cargo de la construcción del Monasterio de los Jerónimos. Los trabajos comenzaron en 1514 y finalizaron en 1520.
La nueva fortaleza defensiva sustituyó a un antiguo navío artillado anclado allí, lugar desde donde partían las naves para las Indias. Originalmente fue erigida en una especie de isla cercana a la playa y según muestran dibujos de la época, el río la rodeaba completamente. La urbanización provocó el avance progresivo sobre las aguas del Tajo e hizo que la torre quedara prácticamente "amarrada" a la orilla.
La torre alcanza una altura de 35 metros, tiene cinco pisos y termina en una terraza. Las plantas se comunican únicamente por una pequeña escalera de caracol y son, de abajo a arriba: Sala del Gobernador, Sala de los Reyes, Sala de Audiencias, Capilla y Terraza.
Con el tiempo la estructura fue perdiendo su carácter defensivo original y fue utilizada sucesivamente como aduana, puesto telegráfico, faro y como prisión para presos políticos en el nivel inferior. Algunos historiadores sostienen que debido a su altura y a su ubicación, poco disimulada en el paisaje, la torre fue creada en realidad para funciones administrativas más que defensivas.
Comparada con las clásicas construcciones medievales, la Torre de Belem se diferencia de ellas por su abundante decoración, en un estilo que se conocerá como «manuelino» debido al gusto de Manuel I, con característicos elementos distintivos como esferas armilares, cuerdas retorcidas y cruces de la Orden de Cristo, a la cual pertenecía el rey.
En 1983 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO junto con el Monasterio de los Jerónimos, el Palacio da Pena de Sintra, el Castillo de Guimarães, el Castillo de Óbidos, el Monasterio de Batalha y el Monasterio de Alcobaça.
La torre de Belem es todo un símbolo de la época de mayor esplendor de Portugal, cuando marinos y aventureros se lanzaban a la mar en busca de fortuna
Foto: La Torre de Belem. Lisboa 2011.