La crueldad en la Antigüedad era algo que estaba a
la orden del día y emperadores, reyes y aquellos quienes ostentaban el poder daban
numerosas pruebas de ello. Veamos algunos ejemplos:
Cayo Julio César Germánico, llamado Calígula,
sucedió a Tiberio en el año 37 y con ello su tiranía. De carácter inestable y
errático, en cierta ocasión en medio de un banquete con cónsules, senadores y
personajes importantes, comenzó a reír desaforadamente. Cuando alguien le
preguntó a qué se debía aquella risa, Calígula le respondió:
—
¿No crees
que es para reírse el pensar que en cualquier momento se me puede ocurrir que
os hagan estrangular a todos?
En otra ocasión Calígula ordenó que continuasen
torturando a un cómico, caído en desgracia, solo porque sus gritos le hacían
gracia. Cuando Calígula besaba el cuello de sus mujeres, los mordía mientras
susurraba:
—
Tu bonita
cabecita caerá cuando yo lo diga…
Calígula murió apuñalado en Roma en el año 41, sólo
cuatro años después de su llegada al trono.
Otro de los emperadores más crueles de la historia
de Roma fue Lucio Aurelio Cómodo, a pesar de ser el hijo de Marco Aurelio, uno de
los emperadores más nobles y sabios. Cómodo ya mostraba su sadismo desde bien joven,
así en cierta ocasión, cuando contaba con doce años de edad, se encontraba
tomando un baño en las termas de Civitavechia, en el puerto de Roma, notó que
el agua estaba poco templada y ordenó que se echase al horno al encargado de
mantener la temperatura del baño. Se hubiese cumplido la orden sino llega a ser
por que se tutor le engañó echando al horno a un carnero.
Cambises II, rey de Persia e hijo de Ciro el
Grande, cuando conquistó Egipto tuvo
conocimiento que uno de los jueces que había puesto para que impartiese
justicia en su nombre prevaricaba y se vendía, estando en boca de todos. Para darle
un escarmiento y que sirviese de ejemplo para todos mandó que lo desollaran
vivo y con su piel mandó hacer una especie de tapete que puso encima de la mesa
del tribunal y llamando a su hijo le dijo:
—
Sírvate
esto de ejemplo y no olvides que lo mismo podría sucederte a ti.
Foto: Busto de Calígula
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