En el último tercio del siglo
XIX, el mapa europeo sufrirá un cambio sustancial con la unión de pequeños
estados independientes, con características identitarias comunes, que dio lugar
al nacimiento de dos nuevos estados: Italia y Alemania. El camino a la
unificación, sobre todo en Alemania, no será fácil pues el canciller Otto von
Bismarck deberá derrotar a las potencias colindantes mediante tres guerras en
siete años.
Juan Andrés Caballero Díez
Septiembre 2011
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