domingo, 5 de abril de 2015

Benedicto XIII, el Papa Luna. ¿Héroe o villano?

Benedicto XIII
De ilustre y noble familia, Pedro Martínez de Luna fue el segundo hijo de Juan Martínez II de Luna y María Pérez de Gotor. Nació en el castillo familiar de su madre en Illueca (Zaragoza) hacia 1328 y vivió 95 años.

Escudo de la familia Luna
El ser pequeño de talla y delgado de cuerpo no debió condicionarle su temprana afición a las letras, pues cuando fue preciso manejó la espada con la misma firmeza que la palabra. De acuerdo con la costumbre y la tradición, el segundón de los Luna y Pérez de Gotor hubo de encaminar su vida hacia los estudios y la carrera eclesiástica. Se instaló en la Universidad de Montpellier (incluida ya en los dominios del rey de Francia, aunque impregnada del espíritu aragonés), donde se especializó en derecho canónico y explicó decretales durante varios cursos.

El papado se había instalado en Aviñón, territorio independiente vigilado y controlado por la monarquía francesa. El rey Pedro IV de Aragón, que buscaba recuperar la influencia en la curia pontificia, nombra a Pedro de Luna cardenal. Por su prestigio y méritos, el papa Gregorio XI le designará cardenal diácono en 1376, pero se le conocerá como el cardenal de Aragón.

Dos años después, Gregorio XI traslada la curia a Roma. Junto al cardenal aragonés también gozaba de gran prestigio en la corte papal, Juan Fernández de Heredia, natural de Munébrega, consejero del pontífice, almirante de su escuadra y Gran Maestre de la Orden de Jerusalén.
Castillo de Illueca donde nació Pedro Martínez de Luna
A la muerte de Gregorio XI, su sucesión se presenta compleja y discutida dando lugar al Cisma de Occidente tras la elección consecutiva de dos papas: Urbano VI, que residirá en Roma y que poco después se considerará su elección ilegítima por haberse realizado bajo coacción; y Clemente VII, que fue nombrado nuevo pontífice y que residiría en Avigñón.

El cardenal Pedro Martínez de Luna desarrolló una intensa actividad recorriendo las cortes europeas para lograr el reconocimiento de Clemente VII como verdadero Papa. Tras la muerte de éste, el aragonés fue elegido como su sucesor.

Escudo Papal de Benedicto XIII
El 22 de septiembre de 1394, todos los cardenales de Aviñón se concordaron pro vía de escrutinio y eligieron al cardenal de Aragón como sumo pontífice con el nombre de Benedicto XIII; tenía 66 años y hacía el número 203 en la lista de sucesores de Pedro. Benedicto XIII tuvo que defender con argumentos jurídicos y con la fuerza los derechos de los que nunca dudó y a los que jamás renunció.

La ofensiva contra el Papa fue terrible: sus enemigos cercaron el palacio de Aviñón donde el pontífice permaneció encerrado durante cuatro años hasta que logró escapar con el apoyo del rey de Aragón. Entre 1403 y 1410 vuelve a ser un viajero infatigable. Si hasta entonces había dos papas, tras la elección del papa romano Bonifacio IX, hubo tres. Benedicto XIII trató de llegar a un acuerdo con el papa romano Inocencio VII, sustituto de Bonifacio IX, con el fin de defender sus derechos. Se pretendía conseguir la renuncia de Benedicto XIII que, con tenacidad, se negó siempre a ello (de ahí viene el dicho “seguir en sus XIII”).

El concilio de Pisa de 1409, que resultó un fracaso ya que se eligió a un tercer papa y se declaró a los dos papas reinantes como cismáticos y perjuros. Esta sentencia decía textualmente: 

Benedicto XIII, Clemente VII y Urbano VI
"Pedro de Luna (Benedicto XIII) y Angelo Corrario (Gregorio XII), herejes y cismáticos, quedan despojados de todas sus dignidades y excluidos de la comunión de la Iglesia y los fieles exonerados de su obediencia".

Anillo del Pescador del
Papa Luna
Sus más íntimos colaboradores iban muriendo, Fernández de Heredia, el obispo de Tarazona Pérez Calvillo, el duque de Orleáns y el rey Martín I el Humano, y otros lo abandonaban incapaces de seguir con firmeza.

El rey francés Carlos VI, apoyado por el clero y la Universidad de París, volvió a retirarle el apoyo y le conminó a renunciar al Papado. La respuesta de Benedicto XIII fue lanzar la excomunión a todo aquel que se opusiera a su causa.

Benedicto XIII, nunca se dio por vencido y nunca reconoció ser un antipapa sino un papa legítimo. Sus razones parecen ser muy lógicas: sostenía que si el Concilio de Pisa había condenado sin distinción a todos los papas elegidos desde el origen del cisma, entonces, había anulado todos sus actos y decretos, entre ellos, el nombramiento de cardenales, por lo que el único cardenal legítimo y con derecho a elegir papa era él, pues no había más supervivientes entre los cardenales anteriores a Urbano VI.
Castillo de Peñíscola donde murió Benedicto XIII
Así se defendió el Papa Luna al ser instado a renunciar, aunque su propuesta no fue aceptada:

“Renunciaré si lo deseáis. Mas en tal caso, renunciad ambos conmigo y, reunidos en cónclave, votemos nuevo papa. Mas sucede que yo soy el pontífice más antiguo y que soy el único cardenal vivo elevado a tal dignidad por el único papa cuya legalidad no es discutida: nuestro antecesor. Por tanto, siendo como soy el único cardenal ajeno a nuestros pontificados, sólo yo puedo salir elegido nuevo papa”.

Placa del Concilio de Constanza
Benedicto XIII propició la elección de un rey para Aragón en el Compromiso de Caspe, a favor de la candidatura de Fernando I de Antequera.

En 1417 el Concilio de Constanza puso fin y resolvió la sentencia contra él y lo depuso como Papa. Benedicto XIII se refugió en Peñíscola y ya ni siquiera Fernando I le apoyaría. Aislado en el castillo de Peñíscola, el Papa Luna permanecerá fiel a sus convicciones mientras se elige como nuevo Papa en Roma a Martín V quien le declara hereje y lo excomulga.

Pedro de Luna muere creyéndose el legítimo ocupante del solio pontificio, el 23 de noviembre de 1422. Su muerte no se hizo pública hasta mucho después cuando los cardenales que él había nombrado se repartieron el tensor pontificio. Para la historia eclesiástica romana, sencillamente fue un antipapa. En sus veintisiete años de pontificado, vio pasar a siete rivales por la silla pontificia. La prueba de su ilegitimidad nunca estuvo muy clara ya que el siguiente papa que eligió el nombre de Benedicto, fue en el 172 y optó por el número XIV, y sólo por la presión de los romanos, que nunca quisieron reconocer al Papa Luna, se vio forzado a tomar el nombre de Benedicto XIII.
Reproducción del Cráneo del Papa Luna

Su cadáver fue enterrado en un salón del castillo de Peñíscola, desde donde su sobrino, el capitán don Rodrigo, lo trasladó a la casa familiar de Illueca donde permaneció hasta la Guerra de Sucesión. A principios del siglo XVIII fue desenterrado y su cadáver arrojado a río Aranda, de dónde se rescató el cráneo y que fue a parar al palacio de Sabiñán.

En el año 2002 se recuperó el cráneo del Papa luna en un suceso rocambolesco que tuvo un buen final: la calavera del Papa Luna fue robada del palacio de los condes de Arguillo, en Sabiñán, por unos delincuentes que pretendían cobrar un rescate. Este fue el último capítulo de un hombre que tuvo una vida conflictiva y rodeada de altercados incluso en la tumba.


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