La
cordillera Rifeña forma una cadena montañosa entre Melilla y Ceuta con sus
mayores altitudes en la zona central. Gemela de la cordillera Bética, no tiene
picos tan altos como ésta ni como los del Gran Atlas que recorre el norte
africano; aun así presenta un paisaje muy quebrado con varias cimas que
sobrepasan los dos mil metros: Tidiguin (2448 m.), Yebel Tagsut (2328 m.),
Dehdoj (2092 m.), Tisiren (2090 m.), Irnau Chabau (2008 m.), etc. Salva
collados por encima de los 1500 m.
A lo
largo de la crestería rifeña tiene el Ejército Español una de sus unidades más
curiosas y desconocida: La Compañía Indígena de Montaña.
Creación,
encuadramiento y equipación.
En
diciembre de 1927, se creó inicialmente una Sección Indígena de Montaña por la
necesidad de disponer tropas aptas para vigilancia, en todo tiempo, en la zona
más agreste y difícil del Protectorado. Aunque las Fuerzas Militares de
Marruecos ya tienen esa condición de Unidades de montaña, fue necesario crear,
para guarnecer la zona más alta y compartimentada de la región, una tropa mejor
dotada con equipo alpino y que sea más maniobrera y móvil, en las condiciones
climatológicas más adversas.
Sección
Indígena de Montaña fue organizada por el teniente Blond, con un caíd –oficial
indígena con ordenanza–, un soldado español y dos acemileros indígenas en su
plana mayor, dos equipos con trece soldados por equipo y tres patrullas de
cuatro individuos. Tiene su campamento base en Imasinen.
En junio
de 1929 se reorganiza la unidad y se convierte en La Compañía Indígena de
Montaña que está al mando de un capitán del Ejército español con un
teniente, como segundo en el mando y
pagador. La organización de la Compañía es la reglamentaria en nuestra
infantería: una Plana Mayor o equipo de mando, y tres secciones a tres
escuadras cada una. En julio de 1929 son destinados a la compañía el capitán de
Infantería Carlos Letamendía Moure y el teniente de Infantería Epifanio
Loperena de Andrés.
La plana
mayor, a parte del capitán y el teniente, la formaban 12 hombres entre
suboficiales y soldados españoles. Cada sección estaba mandada por un caid con
su ordenanza, con tres mokaddemin –suboficiales indígenas–, 9 maauenin –cabos
indígenas– y 36 askaris o soldados indígenas, total 50 hombres por sección.
Completaban la plantilla 11 acemileros y los caballos y mulas necesarios. En
total unos 175 hombres.
El
vestuario de estas tropas de montaña recuerda al de los soldados regulares
indígenas. En verano, visten con faja y turbante naranja. En invierno, turbante
de franela, jersey gris, medias sin pie y calcetines de lana, y bota noruega.
La gala consiste en un pantalón y una guerrera corta de paño verde oscuro. La
prenda de abrigo la constituye una chilaba de paño también. En los temporales
se abrigan con otra chilaba perfectamente impermeabilizada. Usa, además, la
tropa guantes de lana, manoplas y gafas de talco.
El
equipo es muy ligero; lo forma el correaje, la cantimplora y la «skara». El
material que se emplea para la nieve es el esquí, las raquetas, las grapas y
las cuerdas Toledano y como deporte el trineo. Cada escuadra está dotada de un
piolet.

La
instrucción y el ejercicio de estas fuerzas son intensos. Durante el verano
practican todo lo que es posible practicar sin nieve: tal como calzarse el
distinto material, los giros y las medias vueltas a pie firme, movimientos de
equilibrio, gimnasia educativa, atlética y de educación militar, así como
juegos y deportes como el balón a mano y el balón bolea. La esgrima tiene gran
importancia en el en el programa de instrucción y, con ello, los ejercicios de
aplicación, tales como auxilios a congelados, respiración artificial,
transporte de heridos en brazos, utilización de artolas ligeras, recomposición
de líneas telefónicas, montaje de estaciones, etc. El material de auxilio lo
componen un termo de litro por escuadra y el botiquín de patrulla, para caso de
accidente o congelación. El armamento es el reglamentario: mosquetón Máuser,
machete y dos fusiles «Hotchkiss» ligeros por sección. Las clases indígenas
llevan pistola y «gumía».
Los
refugios de montaña
El
askari de la Compañía de Montaña vigila especialmente a los enemigos de los
caminantes y patrulla sus rutas. Y sobre todo ha construido en ellas refugios
que emergen salvadores cuando la sábana blanca todo lo iguala. El refugio es
una construcción sencilla, de mampostería y cubierta de cinc. En su interior
hay una chimenea de leña, con combustible, teléfono y agua. También se
encuentra una tablilla, escrita en español y en árabe que reza como sigue:

En el
macizo de Imasinen, el más difícil de los que circundan la meseta de Targuist,
la actual pista de este punto a Bad Tazza está jalonada con cuatro refugios
hasta Azid de Ketama; dos de ellos están situados en antes de Imasinen (Bad
Tizichi); los otros dos después. Desde el refugio 1 hasta Imasinen y desde aquí
hasta el “Llano Amarillo” –gran planicie, a 1500 metros de altitud, de tres y
medio kilómetros de larga y que apenas si tiene un desnivel máximo de 15 metros–
en los días duros de invierno el tránsito resulta dificilísimo y peligroso.
La
situación de los refugios no puede estar más indicada. Más al este aun, queda
el elevado puerto de Tizzi Taka, paso obligado que utiliza la actual pista y la
carretera central, además de los caminos moros muy frecuentados por los
indígenas, que del Llano Amarillo y Tanda van a Igomar, y en el que la dureza
de los temporales de invierno suele hacer repetidas víctimas. Allí mismo se
señaló el emplazamiento del refugio 5º a 1680 m. de altitud y a tres horas de
distancia de Azib de Ketama.
El
camino alto que desde Targuist y Tizzi Ketab lleva al corazón de Senhaya,
también está vigilado por la Compañía Indígena de Montaña, que destaca un
pelotón en Sarkat, mientras que en la misma cresta del Yebel Ars (Monte de los
cedros) se ha construido el refugio 7º y se proyecta otro en el collado de Sidi
Mezquin, en la bajada hacia Adman y Tagsut, a hora y media de marcha del
anterior y a 1460 m. de altitud.
Y a lo
largo de la pista que lleva a Tizzi Ifri, campamento general de la Compañía,
hay proyectado la construcción de otros dos nuevos refugios; el 8º en Bad
Iguermalet, a tres horas y media de Targuist y a 1800 m.; mientras que el 9º se
levantará sobre la misma pista a 1820 m.
Instrucción,
misión y despliegue
«Esta
es la unidad que monta el servicio en las tierras más altas e intrincadas del
norte de Marruecos. Bajo cellisca incluso, cuando el viento violento y
huracanado convierte en azote la nevada copiosa, desde el picacho vigila
atento, envuelto en sus típicas prendas de montañés, el askari de la Compañía
de Montaña»
Según
cuenta el propio teniente Laperena, esta Compañía amplía todos servicios
propios de una fuerza de montaña, por lo que su instrucción militar ha de ser
completa en todos los aspectos.
En
tiempo de paz, su principal objetivo es el de socorrer a los caminantes, tanto
indígenas como europeos, los días de nieve. Para esto tiene cinco refugios, que
se aumentarán hasta diez, puestos en los lugares más convenientes, dotados con
teléfonos, para poder seguir rastros en direcciones determinadas, y pequeños
botiquines de emergencia. En ellos y en Imasinen pueden recogerse en toda época
cuantas personas deseen pasar la noche a cubierto, sin que se cobre nada por
estos socorros. Durante el último invierno, en los cuatro refugios que
estuvieron abiertos se guarnecieron ciento cincuenta europeos y setecientos
indígenas.

Esta
fuerza sirve de enlace entre las Unidades de la alta montaña en los días de
temporal o nieve, cuando solo se puede operar con buenos equipos y práctica
especial. Los individuos que la integran, reclutados únicamente entre los
cabileños de estas montañas, con excepción de los europeos necesarios para las
oficinas, saben montar teléfonos portátiles, recomponer líneas telefónicas y
practicar deportes. Son hombres a cuya voluntad se debe en gran parte el éxito
conseguido en poco tiempo; dotados de un alma infantil, todo lo realizan con
entusiasmo. Por ejemplo: los vertiginosos descensos en trineo les hace estallar
en una alegría estrepitosa.
El
teniente cuenta una historia que prueba el temple de estos intrépidos
montañeses.
“En las proximidades de Tizzi Ifri había
que señalar el punto en el que hacía falta establecer un refugio, y un askari
cayó por un precipicio desde una altura considerable. Acudimos creyéndole
muerto; pero se levantó y cuadrándose, en primer tiempo de saludo, dijo: –No
pasa nada, capitán.”
La
aptitud extraordinaria del marroquí para la guerra de montaña refleja la importancia
de estas fuerzas en este tipo tan singular de guerra como así lo refleja el
teniente coronel de Estado Mayor Ungría, testigo de presencial de las maniobras
realizadas en los Alpes franceses:
«Los marroquíes, por su parte, han dado
un resultado insuperable: no hay que equipararlos como hace el periódico
italiano La Stampa, con cualquiera de otras tropas de color; se trata de
montañeses del Gran Atlas en su mayoría, resistentes tanto a las bajas como a
las altas temperaturas y con una velocidad de marcha en montaña verdaderamente
excepcional. Solo así se explica que pudieran aparecer a retaguardia de Módame,
el segunda de operaciones, después de haber hecho un largo rodeo bordeando las
cretas del del Col de Frejus»
El 18 de
septiembre de 1931, con la llegada de la Segunda República, se disuelve la
unidad quedando sus miembros agregados, hasta su amortización, a los Grupos de
Regulares de Melilla y Alhucemas, y entregándose el material a las
Intervenciones Militares.
Bibliografía
Díaz
de Villegas, J. 1931. “Unidades de las Tropas del Marruecos Español. La
Compañía Indígena de Montaña”. Revista África 75, 48-52.
Valdivia,
E. 1930. “Una compañía marroquí que vive entre las nieves y presta servicios a
2500 metros de altura”. Revista Estampa 141.
Hernandez,
F.J. y Prieto, A. 2011. “La Unidad Indígena de Montaña del Protectorado Español
en Marruecos (1927-1931)”. Revista Ejército 840, 105-110.