martes, 2 de noviembre de 2010

Los vikingos (I)


El origen de los vikingos
Mucho se ha hablado de los vikingos a largo de la historia, se les ha considerado siempre como un pueblo salvaje que asoló las costas europeas a lo largo de la Edad Media. Pero a pesar de ello es un pueblo que siempre ha causado una gran fascinación por muchos motivos, por su manera de vestir, por sus rudas costumbres, por su carácter marinero, por su brutalidad, por sus creencias, y por un largo etcétera. Hoy voy a tratar de contar como eran los vikingos, sus costumbres, sus expediciones y finalmente su ocaso, ya que terminaron absorbidos por los pueblos que conquistaron.
Con la denominación de vikingos se designó a los pueblos escandinavos que, entre los siglos VI al XI, asolaron y aterrorizaron las costas europeas mediante el saqueo y el pillaje. La palabra vikingo, aunque su origen es oscuro, parece ser que proviene del antiguo término nórdico «vik» que significa cala o pequeña bahía, de «vikingr» que se utilizaba para cuando estos pueblos nórdicos realizaban sus razzias fuera de su territorio de origen. Por tanto vikingos significaría hombres de las calas o bahías del norte en expedición de saqueo o pillaje. También podría derivar del término «viken», dado a los habitantes de la región del fiordo de Oslo, y que por extensión se aplicara a todas las tribus nórdicas. Los francos les llamaron «normandos» refiriéndose a ellos como los «hombres que vienen del norte» siendo esta la denominación que se les daba en la época, o bien simplemente se les llamaban bárbaros o piratas. Cada pueblo los denominaba de una manera distinta así los anglosajones les llamaban «danes», cualquiera que fuese su origen. Los irlandeses, eran los «lochlannach», y su patria era Lochlann, el país de los lochs o lagos. También les llamaban «gall», extranjeros, haciendo una distinción entre los extranjeros blancos, que eran los noruegos y los extranjeros negros, los daneses. Algunas crónicas alemanas les designan con el nombre de «ascomanni», los hombres del fresno, quizás porque utilizaban esta madera para construir sus barcos. Los árabes de España les denominaban «magus», infieles. Los bizantinos y árabes los llamaban «rus», de la palabra sueca ruotsi, remeros. Finalmente, hacia el final de la era vikinga, los griegos les llamaban «varegos», de varingjiar en antiguo nórdico.
En aquella época, el apelativo de «vikingo» se aplicaba a la expedición como tal. El que participaba en ella era un «vikingr». Hoy la denominación de vikingo se aplica tanto a los hombres como a la cultura nórdica y escandinava de aquel período.
Los vikingos provenían de una tierra con fiordos de aguas muy profundas, las actuales costas de Noruega, Suecia y Dinamarca. La unidad económica básica era la granja familiar. Vivían e cabañas de paja y eran granjeros y ganaderos, por tanto, dependían en gran medida de la temporada de cosechas y del ganado. Pero el creciente aumento de la población unido a la pobreza de las tierras exigió la necesidad de disponer de más tierras cultivables y generó grandes tensiones entre los clanes vikingos que culminaron cuando los más fuertes atacaron y sometieron a los más débiles. La violencia y la brutalidad con que se realizaron estos ataques, produjo una feroz lucha por la tierra que los llevó a buscar riquezas más allá de sus fronteras. A partir de ese momento la codicia y la brutalidad fueron sus señas de identidad en las campañas que realizaron, donde saqueaban, mataban, violaban, raptaban, quemaban y destruían todo lugar por donde pasaban.
Fueron unos grandes marineros y unos excepcionales guerreros, además de diestros artesanos y comerciantes. La necesidad de buscar fortuna más allá de sus tierras, unió a los distintos clanes en un fin común y crearon, lo que cambiaría el futuro de sus pueblos, el famoso barco largo vikingo, el «drakkar», llamado así porque las proas y las popas estaba adornadas con cabezas de dragón. A partir del siglo VIII, estas extraordinarias naves, revolucionarias para la época, cambiaron el curso de la historia y dieron origen a una serie de oleadas que azotaron Europa durante los tres siglos siguientes.
En el «drakkar» los vikingos pusieron de manifiesto sus grandes dotes marineras. Eran barcos de poco calado y de una gran movilidad y adaptabilidad. Con estos barcos atravesaban velozmente el mar asolando las costas por donde pasaban. Los pueblos costeros estaban atemorizados por los vikingos debido a su ferocidad y extremada crueldad. Nada parecía detenerlos
Los vikingos no tenían una estructura política muy definida, daban gran importancia a la libertad y a la igualdad entre los miembros del clan y por tanto no disponía de la figura de un rey o príncipe como tal, aunque sí que cada clan tenía un jefe, cuya autoridad aceptaban porque eran el más valeroso, el más experimentado o el más rico de la comunidad. Las expediciones se organizaban en torno a él.
Los vikingos sólo se unían para realizar sus misiones, dejando a sus esposas e hijos al cuidado de sus poblados. Su objetivo era saquear para adquirir tesoros y riquezas, y para ello iban armados, como decimos ahora “hasta los dientes”. En el combate eran a la vez osados y prudentes y no se obstinaban cuando la fortuna les daba la espalda. Por ello, las derrotas sufridas, que mencionan las crónicas cristianas, no fueron más que repliegues tácticos cuando las circunstancias les eran desfavorables. Cuando eran derrotados de verdad aprendían de la derrotaba y evitaba arriesgarse de manera similar en posteriores ocasiones. Generalmente estaban bien informados sobre la situación política y la capacidad militar de los países que pretendían atacar, lo que les permitía disponer de cierta ventaja sobre sus adversarios. Eran hábiles en adoptar posiciones defensivas durante las conquistas, así en el momento en que se detenían en un lugar cavaban fosas con montículos de tierra alrededor de su campamento para protegerse de cualquier ataque sorpresa.
Al margen de las leyendas que hay sobre los vikingos, lo que sí que está claro es que eran exploradores, comerciantes, marineros, colonos, que cruzaron los mares en busca de riquezas y tesoros de los que carecían. Para las poblaciones europeas, no eran nada más que bárbaros con costumbres muy diferentes a las suyas, aunque eran bárbaros tenían sus costumbres, leyes y una cultura propia que no trataron de imponer a ninguna población sometida.

Será a finales del siglo VIII, cuando los vikingos pusieron sus miras en botines mayores. Las principales ciudades de Europa estaban a punto de sentir el poder y la furia de estos “bárbaros” llegados de los hielos del Norte del Mundo.
Foto: Dibujo de drakkars vikingos

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