domingo, 6 de septiembre de 2015

Los Mogataces

Mogataz
Tras la conquista de Orán en 1509, España  fue la primera potencia que utilizó en África tropas coloniales indígenas. Estos primeros soldados moros se llamaron Mogataces.

El término Mogataz significa bautizado, que quiere decir, en el sentido irónico de la palabra, renegado  de su fe religiosa. Este fue el mordaz calificativo que los moros del campo de Orán aplicaron a los que, por sus rivalidades, abandonaban la tribu y se acogían al amparo de nuestra bandera.

De esta manera quisieron infamarles por su apostasía, señalarles con ese estigma que fuese un oprobio en el orgullo de su fanatismo mahometano. Pero como suele ocurrir en estos casos, gracias al heroico esfuerzo de estos soldados, el infame calificativo se convirtió en un timbre glorioso que reflejaba una brava y ruda e incansable lucha diaria, que alcanzó sus máximas cotas durante la conquista y que el ejercicio de las armas lo redimió y dignificó llegando a ser un preciado título de valor y lealtad.

Los Mogataces acudieron al refugio de Orán huyendo de un odio o una esclavitud, y ese mismo sentimiento de rebeldía contra los suyos les sostenía en su fidelidad a España y en el ansia de salir a pelear y a tomar presas en los más alejados aduares —pequeñas aldeas— de los enemigos.

Los Mogataces, como fuerza de guerra, aparecen en la historia militar de Orán desde los primeros tiempos de la conquista, en el siglo XVI. La dominación española, impetuosa y avasalladora,  alentada en el espíritu de la magna empresa de los Reyes Católicos y en ideal caballeresco de llevar las armas españolas a las tierras de África, necesitó  de una tropa de choque, osada y valerosa, hecha a los rigores del clima,  conocedora del terreno, adiestrada  en las prácticas guerreras de la gentes del país y que sirviese de avanzada a la invasión.
Mogataz de Orán

Así se  formaron los Mogataces. Con los moros más guerreros de los aduares protegidos de España y con muchos de los refugiados en las plazas de Orán y Marzalquivir se organizó un grupo de caballería, un gum, una tropa ligera y suelta, de blanda disciplina y fácil manejo, que estaba siempre dispuesta para la guerra. Los Mogataces se costeaban su caballo y sus armas  y recibían como premio de su servicio una parte de las presas que se hacían en las tribus rebeldes y se les eximía del tributo que debían de pagar por razón de la seguridad que se les daba como indígenas acogidos a la protección española.

Los Mogataces además,  abastecían las plazas de carne y verduras, cultivaban y protegían el cultivo de los huertos cercanos, vigilaban los aduares sometidos, informaban a las autoridades, facilitaban las negociaciones con el campo, servían de intérpretes y mediadores políticos, guiaban las expediciones militares y constituían para los gobernadores de Orán uno de los más útiles elementos de dominio.
Pero el principal servicio de los Mogataces consistía en ir a «cabalgadas y presas», es decir, a castigar a las tribus levantiscas y arrebatarles el botín, sosteniendo sobre todo el extenso territorio sometido el valimiento real y absoluto del protectorado de España, que entonces llamaban seguro o siguro.

Las «presas» las preparaban siempre los Mogataces, quienes acudían a todos los ardides para sorprender y engañar a los enemigos, evitando a nuestras tropas trabajos y quebrantos. Hubo presas valiosísimas y el afán por conseguir el espléndido botín les llevaba a las más atrevidas empresas, llenas de multitud de hechos loables.

Los Mogataces formaron siempre la vanguardia de nuestro ejército de Orán y el brillante historial de esta caballería mora abarca los más notables hechos de armas registrados en la época de nuestra primera dominación africana. Fueron, con el marqués de Comares, a socorrer al Bey de Tlemecén, Muley Abdallah el Maçote, contra el célebre corsario Baba Aruch o Barba Roja; después, ya con el conde de Alcaudete, gobernador de Orán tras la renuncia de Comares, en dos expediciones más hasta conquistar nuevamente la ciudad argelina. También son memorables las empresas contra la ciudad de Mostaganem, tan desgraciadas y tan sangrientas al mismo tiempo. Luego, con el hijo del conde, tomaron victorioso desquite en la defensa de Orán durante el sitio de 1563. Con el Maestre de la Orden de Montesa, realizaron  provechosas presas y razzias que reportaban valiosos tesoros que dieron a la plaza tal esplendor de lujo y riqueza que la llamaban la Corte Chica...
Capitulación del Bey de Tlemecén del
9 de septiembre de 1535

Igual hicieron con sucesivos gobernadores como el duque de Maqueda, Jorge de Cárdenas, con el marqués de Flores-Dávila, Antonio de Zúñiga y de la Cueva, con el marqués de Leganés, Gaspar Dávila Mesía y Felípez de Guzmán en cuyo tiempo derrotaron y tomaron cuantioso botín a las tropas del Bey; y con lñigo de Toledo, quien al frente de cien escogidos Mogataces se adelantó al ejército y trabó primero una sangrienta escaramuza y después combate formal con el numeroso enemigo, haciéndole huir, quedando levantado el cerco que sufría la plaza.

Los Mogataces siempre se sacrificaron con la causa española,  resistieron valientemente los asedios y llegaron en la defensa de los castillos a una lucha verdaderamente épica. Dejaron buena memoria de sus valerosos hechos en la historia de nuestras primeras tropas coloniales, durante tres siglos que duró la dominación de Orán.

En la segunda conquista de Orán, ya en 1732, se reorganizó la antigua caballería de Mogataces, como cuerpo regular, dándoles armas y caballos, formando una compañía de cien jinetes, con su capitán o adalid, Almanzor Ben Ozar, el teniente, Alí Ben Hamú, y cuatro sargentos, a estos se les unieron como tropas extraordinarias para servir en Orán, «para hacer la guerra que ellos quieran, con el estímulo de su propia conveniencia», un cuerpo de 300 moros a caballo, mandados por Ahmed Udd Amar, xej de la parcialidad de Ulad Zayer, tomando parte ambas fuerzas en todas las acciones de guerra, siempre en la vanguardia.

El capitán recibía cuarenta escudos de vellón al mes; el teniente, veinticinco escudos: los sargentos, nueve; los cabos, seis: y los Mogataces, cuatro y medio. Además, disfrutaban una ración de pan de libra y media al día, peso de Castilla, y un celemín de cebada y diez libras de paja, para cada caballo.
A los moros del cuerpo de los 300 se les daba una fanega de trigo al mes, y media arroba de paja y celemín y medio de cebada para su caballo.

Mogataz de Ceuta
La compañía de Mogataces tuvo los siguientes capitanes: Almanzor Ben Onzar, Gali Ben Ozar, Abdelkader Ben Busayan, Gali Ben Almanzor, Lajadar Ben Buoayan y Kaddur Ben Onzar, quien se retiró con el grado de teniente coronel.

Y la historia militar de esta segunda época de dominación de Orán es el historial mismo de los Mogataces, porque donde iban las armas españolas allá iban ellos los primeros, cuando hubo que resistir duros asedios, ellos no cedieron nunca, no se rindieron jamás, y cuando el destino quiso que nuestra nación abandonara su imperio colonial en Argelia y su influencia en las Regencias, ellos fueron también los primeros que embarcaron para España, quizás para no ver como se arriaba una bandera que ellos habían defendido orgullosamente tantas veces.

La compañía de Mogataces fue destinada a Ceuta, después de un accidentado viaje que duró dos meses, y al ser revistada a por el Comandante General  éste se los encontró en tan deplorable estado que dictó enseguida esta curiosa comunicación:

«Hallándome informado que la compañía de Mogataces de Orán que S. M. ha destinado a esta plaza, se ve en la mayor indigencia por no tener para alimentarse, dispondrá V. S. se les entregue sus pagas de enero anterior, ínterin represento a S. M. sobre este particular: bien entendido que si la piedad del Rey no les concede las raciones que han consumido durante su embarco, se les descontarán en los meses siguientes los cargos que resulten. —Ceuta 13 febrero 1792.—Josef de Urrutia.»

El primer día que pisaron tierra española padecieron hambre y hasta habían de comer por la piedad del Rey. Pero ellos, luchando y derramando su sangre en muchos años de guerra, aprendieron a ser generosos. No les importaba esta tacañería de su nación. Les bastaba, para estar satisfechos, salir al campo y pelear. Pelear por España... aunque no comieran.


Tiempo después, pasadas muchas vicisitudes que no son contadas aquí, constituyeron la base para la organización de las fuerzas indígenas de la Milicia Voluntaria, y luego éstas dieron lugar al heroico Grupo de Regulares de Ceuta, dignos herederos de los fieles, leales y valerosos Mogataces.

Oficial Mogataz

1 comentario:

  1. Felicidades por este espléndido trabajo!.Maravilloso!
    A ver cuando,en el supuesto renacer del hispanismo que esperamos en nuestra España,se habla de la inmensa influencia que tuvo en Orán y Mazalquivir,no solo durante el período Imperial,sino ya en el SXX con su inmensa colonia española ya bajo dominio de la República francesa.Sería un gran homenaje a tanto españolito de a pié que tan buen recuerdo dejó en tierras argelinas aún hoy,y cómo no,hacer un buen repaso sobre el Protectorado español en Marruecos...que tanta hispanofilia dejo en ese país hoy,por abandonismo,en retroceso.Pocos supervivientes quedan,indígenas,que recuerdan aquella época como la mejor de su vida. Gracias otra vez!

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