martes, 20 de julio de 2010

El verdadero Barba Azul

A finales del siglo XVII, el escritor francés Charles Perrault publicó su obra “Cuentos de Mama Oca”, un compendio de relatos y narraciones populares inspirados en leyendas o en personajes reales. Uno de los más conocidos es Barba Azul, protagonizado por un terrorífico asesino de mujeres a las que encerraba y mataba en su castillo.

El personaje real que lo inspiró fue Gilles Montmorency-Laval, Barón de Rais (1404-1440), con la diferencia de que las víctimas de éste eran niños y no mujeres. Mariscal de Francia y guerrero junto a Juana de Arco, Gilles de Rais escondía una vida secreta: la de asesino en serie de muchachos a los que encerraba y torturaba en su castillo.

Juan Antonio Cebrián, escribió un libro sobre él titulado “El mariscal de las tinieblas”, en el que habla de lo duro que resultaba ser niño en la Edad Media europea, cuando muchos de ellos estaban abocados a trabajos forzados y apenas tenían para comer. Gilles de Rais les engañaba y atraía a su castillo ofreciéndoles trabajo, amparado en su fortuna de grande de Francia.

A principios de 1440, llegaron los rumores hasta la corte del duque de Bretaña, quién ordenó abrir una investigación sobre los secuestros y la posible implicación del barón de Rais. El 13 de septiembre fue detenido en el pueblo de Machecoul por un grupo de soldados, quienes hallaron en su propiedad los cuerpos despedazados de 50 adolescentes. El duque de Bretaña le hizo compadecer ante la justicia acusado de haber asesinado e inmolado entre 140 y 200 niños en prácticas diabólicas.
Se le infligieron todo tipo de torturas para obligarle a confesar sus crímenes, que se obstinaba a negar pese a las evidencias, pero fue sólo la amenaza de la excomunión lo que le indujo a hacerlo detalladamente.

En octubre, Gilles de Rais aceptó voluntariamente todos los cargos que se le imputaban y confesó que había disfrutado mucho con su vicio, a veces cortando él mismo la cabeza de un niño con una daga o un cuchillo, y otras golpeando a los jóvenes hasta la muerte con un palo y besando voluptuosamente los cuerpos muertos, deleitándose sobre aquellos que tenían las cabezas más bellas y los miembros más atractivos. Afirmó ante los magistrados que su mayor placer era sentarse en sus estómagos y ver como agonizaban lentamente, y que en los cargos que se le imputaban no había intervenido nadie más que él, ni había obrado bajo la influencia de otras personas, sino que siguió el dictado de su propia imaginación con el único fin de procurarse placer y deleites carnales.

El 26 de octubre fue ahorcado y quemado en la hoguera junto a sus cómplices. En el momento de su muerte pidió perdón a los padres de sus víctimas. Sus restos se encuentran en una iglesia de las carmelitas en la localidad francesa de Nantes. En la región de Rais aún se recuerdan las tropelías del Mariscal, como todavía se le conoce.

Esta es un pequeño relato sobre uno de los asesinos en serie más sanguinarios que ha dado la Historia.

Foto: Guilles de Montmorency-Laval, Barón de Rais.

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