miércoles, 24 de marzo de 2010

Pedro III y su identidad


Últimamente estamos viendo como determinados sujetos son capaces de cambiar los hechos históricos con el objeto de hacer creer a su colectivo de seguidores, completos desconocedores de la historia y de la cultura de nuestro país, de una historia que no siendo real si que les hubiera gustado que fuera así.
En este país, que es España desde hace mucho tiempo, aunque algunos crean que es desde hace unos pocos años, nos sobra cultura, costumbres, tradiciones y por supuesto Historia, que tenemos para dar y vender a todos.
¿Que tipo de pueblo es aquel que reniega de sus propias raíces?, ¿qué tipo gente somos si renegamos de nuestros orígenes?, ¿qué tipo de hijo es el que se averguenza de sus padres?
Los españoles somos de una forma ser porque nuestra propia historia nos ha modelado de esa manera. Es nuestra herencia la que hace que seamos independientes, libres y luchadores y, pora ello, han dado su vida muchos a lo largo de la historia.
Lo que más me alegra es que todos aquellos que manipulan a la gente con “medias verdades”, para tener una credibilidad que no pueden alcanzar por sí mismos, para crear un país que no existe o para crear una historia que no es real a expensas de la nuestra, cuando se levantan por la mañanas y cogen la cartera para ir a “trabajar” tienen el mismo dni que yo ¡qué le vamos a hacer!, es la realidad.
Todo esto viene a colación con la exhumación de los restos del rey Pedro III, para su estudio, que ha permitido a todos estos «enanos mentales» volver a la carga con los reyes catalanes.
Quieran o no quieran, les guste o no les guste, los catalanes nunca han tenido reyes ni reino y por mucho que quieran cambiarlo así va a ser por los siglos de los siglos.
El rey Ramiro II, el Monje, rey de Aragón, abdicó en su hija Doña Petronila la corona del reino, quien estaba casada con Ramón Belenguer IV, conde de Barcelona y que gobernó en nombre de su esposa con el título de «príncipe de Aragón».
A la muerte del Conde de Barcelona, Doña Petronila abdicó en su hijo, don Ramón, que toma el nombre de Alfonso II, el Casto, fue el primer rey de la Corona de Aragón y, por tanto, rey de Aragón y conde de Barcelona. Natural de Huesca, fue coronado en 1162 en Zaragoza.
Pedro III, el Grande, era hijo de Jaime I, el Conquistador, y de Violante de Hungría. Nació en 1240 en Valencia y sucedió a su padre en 1276 con los títulos de rey de Aragón, rey de Valencia (Pedro I) y conde de Barcelona (Pedro II). Fue coronado solemnemente en Zaragoza, el 16 de noviembre, por el arzobispo de Tarazona. Posteriormente fue también rey de Sicilia. Firmó, en 1283 el conocido «Privilegio de la Unión» que consistía en el reforzamiento de la nobleza y en el compromiso del rey de respetar los fueros aragoneses y la convocatoria de Cortes anualmente, convocatoria que se extendería a Cataluña al año siguiente mediante la concesión de la constitución “Una vegada l´any” en las cortes celebradas en Barcelona en 1283. Murió prematuramente en Villafranca del Penedés, el 2 de noviembre de 1285, a los 45 años y fue sepultado en el Monasterio de Santes Creus (Tarragona).
Esto es así, aunque algunos no quieran creerlo.

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